Nacido en las proximidades del lago Baikal, era hijo de Yesugei, cabecilla de los Kiyat, una pequeña tribu nómada del Este de Mongolia, vasalla del Imperio chino. De nombre auténtico Temudjin, sus seguidores le otorgaron el título principesco de Gengis Khan. Huérfano a los diez años, pasó a formar parte del servicio del señor de los Kereit, Ong Qan Togril. A los trece años se convirtió en jefe tribal y, tras derrotar a los merkits y a los tártaros, se proclamó gobernante de la Mongolia oriental en 1203 y de la occidental en 1206. Agrupó en torno a sí a las diferentes tribus mongoles, lo que le facultó para emprender la guerra contra el poderoso imperio chino, llegando hasta las puertas de Beijing en 1211 y obligando al emperador Si-Hia a declararse vasallo suyo. Su marcha victoriosa obligó a China a firmar la paz, si bien la guerra se reanudó en 1215, tomando Beijing y conquistando las áreas central y meridional de China. Intentó entonces extender sus dominios hacia el oeste, logrando invadir regiones como el Kharizim, Turkestán, la Tranxosiana, el Khorasan y el Quersoneso entre 1218 y 1225. Sus dominios se extendían por áreas de las actuales China, Corea, India, Irán, Irak, Turquía, parte de Rusia y algunos países europeos. Después de estas conquistas, una parte de su ejército, dirigida por su primogénito, continuó el avance hacia el oeste, mientras él se dirigía a completar la invasión de China. Sin embargo, murió en la provincia de Kan-Su antes de ver cumplido su objetivo. Su última campaña se produjo contra el reino Tangut de Si-Hia, al nordeste de China, cuya población fue asesinada a los pocos días de morir el gran Khan. Considerada una de las figuras militares más importantes de la historia, su imperio apenas le sobrevivió, mantenido por sus hijos Giuci, Jagatai, Ogadai y Tului, al no dejar una estructura política asentada.
Busqueda de contenidos
contexto
El gran protagonista de las grandes conquistas mongolas fue Temujin, nacido en 1167 en una familia perteneciente a la aristocracia nómada. Su ascenso fue lento, huérfano a los nueve años no fue reconocido como jefe de su tribu debido a su juventud; junto con su madre y sus hermanos sobrevivió en la región del alto Onon pasando toda clase de vejaciones y humillaciones. Unas primeras acciones guerreras de carácter secundario le dieron un sólido prestigio, hasta que tras veinticinco años de luchas encarnizadas le permitieron en la gran asamblea de tribus mongolas de 1206 ser reconocido como Gengis-Kahn o soberano universal. Su obra fundamental fue la conversión de las tribus mongolas, que en su conjunto no llegaban a 2 millones de personas, en la máquina de guerra más eficiente conocida hasta aquel momento. Como mucho pudo contar con 300.000 guerreros fieles a su persona y sobre todo a un código militar (Jassa) que castigaba la más mínima indisciplina con la muerte. Como nuevo soberano del universo, Gengis-Khan tuvo en sus manos una caballería muy bien adiestrada, pero se vio obligado a dejar en manos de los siervos la tarea esencial de apacentar el ganado. Lo fundamental de su obra consistió en transformar por vez primera una nación nómada en un Estado, tratando de mezclar a las comunidades étnicas a las que sometió destruyendo el antiguo orden social, dando así lugar a una nueva realidad del pueblo mongol. Para realizar esta tarea organizativa distribuyó a la población del nuevo imperio en una red de unidades decimales muy estructuradas, a la vez que recurrió a los letrados "uigures" para formar un aparato administrativo permanente. Todo ello acompañado de una política de tolerancia religiosa y de fomento del comercio internacional. Las conquistas de Gengis-Khan fueron de tal envergadura, que llegaron a invadir Japón y Java treinta años después de que sus ejércitos se detuvieran en las fronteras del imperio alemán. Su genio militar tuvo a favor la ventaja geográfica de la estepa, y la debilidad y confusión de los Estados a los que atacó y destruyó. Gengis-Khan, un año después de haber sido reconocido jefe supremo por la Asamblea general de las tribus mongolas, comenzó en 1207 su primera campaña de conquista contra el Estado de Hsia-Hsia (actual provincia china de Kamsu), al que obligó a pagar tributo. En 1210 atacó al Remo Chin, y en 1215 conquista Pekín; en 1218 destruye el poder del príncipe cristiano nestoriano Kutchlung, de la tribu mongola de los naimam; tras conquistar el Turquestán oriental, el imperio mongol establece su frontera junto al Reino de Khorasan; 1220 es el año de la conquista de Bujara, Samarcanda, del sultanato de Jorezm, y un año después de Afganistán. Entre 1221 y 1223 sus generales Nojon Cepe y Subodai destruyen el reino cumano del sur de Rusia, y a un ejército ruso en la batalla de Kalka. La muerte de Genghis-Khan en 1227 modificó el ritmo de las conquistas, ya que cada uno de sus cuatro hijos -Yet-tchi, Yagathai, Ogodei y Tului- recibió un "ulus" o confederación de tribus, si bien en 1229 es elegido Gran Khan su tercer hijo Ogodei (1229-1241), el cual desde su nueva capital, Karakorum, ordenó se realizase por primera vez un censo en el imperio, creo un servicio de correos e impulsó sobre todo la continuación de las conquistas por Occidente. Fue la época en que conquistó el Irán, Georgia (1236), la Gran Armenia (1239) y la parte más oriental de Asia Menor (1243); ya en territorio europeo vencieron a los búlgaros y a los turcos del Kiptchak. En la campaña de 1240-41 saquearon Kiev y Cracovia; el ejército de los príncipes alemanes y polacos es derrotado en Liegnitz y el ejército húngaro en Sajó, siendo saqueada Pest, mientras un grupo de mongoles llegaron al Adriático a la altura de Split, en la costa Dálmata. A la muerte de Ogodei, en 1241, se abrió un interregno de cinco años, hasta que su hijo Guyuk fue elegido Gran Khan en 1246. La muerte de éste en 1251 inició el proceso de detención de las grandes conquistas, si bien todavía en 1258 Bagdad fue saqueada y se conquistó el sur de China. El gran imperio de los mongoles se dividió definitivamente hacia 1260 en cuatro grandes áreas, según lo previsto en los repartos anteriores: La Horda de Oro (la más occidental), el khanato de los Iljamíes de Irán, el de Yagathai en Asia Central y el imperio chino. A partir de finales del siglo XIII la presencia mongola en las áreas limítrofes dominadas se irá desintegrando lentamente hasta su colapso final. En los imperios sedentarios los mongoles vieron desvanecerse su poder en menos de un siglo. Mientras que en los khanatos constituidos sobre áreas menos urbanizadas y sociedades más sencillas, como en el caso de Kiptchak y Yagathai, el dominio mongol perduró más de doscientos años. La supremacía mongola produjo una mezcla de culturas a una escala sin precedentes hasta entonces, dando lugar a la llamada "Pax mongolica" por la que se estableció una especie de complementariedad entre el pueblo mongol nómada y las sociedades campesinas y comerciales conquistadas. Las conquistas mongolas señalaron el final de un largo periodo de relaciones entre poblaciones sedentarias y nómadas. A partir de entonces la pólvora y las armas de fuego cambiaron el modo de hacer la guerra, quedaban superados como factores decisivos la puntería de los arqueros y la velocidad de sus caballos, sobre los que se había sustentado el predominio mongol en el siglo XIII y parte del XIV.
acepcion
Demonio que podía ser bueno o maligno. En el Antiguo Egipto estos seres se representaban por lo general con forma de momia.
obra
En la época neoasiria era muy frecuente flanquear la puerta de acceso a los palacios con lamassu (seres míticos que enlazaban a los hombres con la divinidad), junto a ellos se situaban este tipo de relieves de genios alados.
video
Durante el reinado de Felipe IV la escuela española afirmó las cualidades de su estilo y definió su personalidad, gracias fundamentalmente a los grandes maestros del siglo: Velázquez, Ribera, Zurbarán y Murillo. Los cuatro dominaron la producción pictórica de la época, eclipsando a sus contemporáneos, a los que convirtieron en deudores de sus respectivos estilos. Velázquez nace en Sevilla en 1599. Formado con Pacheco, su primera etapa se caracteriza por una pintura naturalista inspirada en Caravaggio. En 1623 viaja a Madrid e inicia su carrera de retratista de corte, interesándose por la personalidad de sus modelos. El viaje a Italia de 1629 le llevará a conocer la pintura del Renacimiento y convertirse en un pintor reconocido, realizando los encargos más importantes de su tiempo como la decoración de la Torre de la Parada o el Palacio del Buen Retiro. En 1649 regresa a Italia donde culmina su carrera recibiendo todo tipo de honores. De vuelta a España, el ocaso de su vida nos depara sus mejores obras en las que anticipa la pintura impresionista al interesarse por la luz y el color. Ribera representa la pervivencia del naturalismo táctil y concreto, que se había iniciado en las primeras décadas del siglo XVII y que con él alcanzó su máxima expresión. Su estancia en Roma y Nápoles le permitirá conocer las obras de Caravaggio, recibiendo un importante número de encargos, haciéndose famos por el dramatismo que encierran sus martirios. Con el transcurrir de los años, siguiendo la evolución del siglo, olvidará o atenuará su tenebrismo para acercarse al estilo de los Carracci. Las obras de estos años vendrán caracterizadas por el colorismo y la difusa luminosidad, recordando a la Escuela veneciana. En sus últimas obras recupera el estilo tenebrista que caracterizó sus primeros momentos, consiguiendo imágenes llenas de vivacidad en las que emplea una rebosante luminosidad al estilo de Tintoretto. La principal aportación de Zurbarán a la pintura española del Barroco será el reflejo de la vida, las creencias y las aspiraciones de los ambientes monásticos, para los que el pintor realizó prácticamente toda su obra. Su estilo se mantuvo prácticamente invariable, desarrollando el naturalismo tenebrista para crear escenas cargadas de verosimilitud, en la que los santos se presentan ante el espectador de la manera más realista. Por esta razón Zurbarán es el pintor de los hábitos. Esta inmovilidad fue durante varias décadas el secreto de su éxito, pero terminó por condenar su carrera artística ya que el cambio de gustos en la mitad del siglo XVII y el triunfo de la pintura de Murillo harán fracasar su próspero taller. Murillo es quien mejor representa el nuevo lenguaje de la fe, a cuyo servicio puso su particular sensibilidad inclinada a valores dulces y amables. Con una facilidad portentosa creó una pintura serena y apacible, como su propio carácter, en la que priman el equilibrio compositivo y expresivo, y la delicadeza y el candor de sus modelos, nunca conmovidos por sentimientos extremos. Colorista excelente y buen dibujante, Murillo concibe sus cuadros con un fino sentido de la belleza y con armoniosa mesura, lejos del dinamismo de Rubens o de la teatralidad italiana