Una de las primeras obras que se le han asignado, aunque existen dudas, es el retrato de Carlos VII que acoge el Museo del Louvre. A pesar del realismo que trasmite, todavía denota cierta inexperiencia. Para completar su formación artística se traslada a Italia, donde permanece cerca de tres años (1444-1447). En su recorrido por este país visitó Roma, Nápoles y quizá Florencia. Allí descubre las creaciones del Beato Angélico y de otros autores de la talla de Dominico Veneciano y Piero della Francesca. Cuando regresa a su país natal su estilo como miniaturista evoluciona respecto a las corrientes franco-flamencas, al dotar de mayor volumen a las figuras e introducir las perspectivas italianas. En lo que se refiere a pintura sobre tabla hay que destacar el "Retrato de Etienne Chevalier con su patrono San Esteban" o la "Virgen con el Niño" que en la actualidad acoge el Museo de Amberes. Como miniaturista su actividad fue mucho más prolífica. Autor de "Antigüedades judías", "El libro de las horas" y una "Historia Antigua" o los "Reglamentos de la obra de San Miguel" y la "Gran Crónica de Francia". En sus paisajes inserta elementos clásicos del Renacimiento que combina con situaciones domésticas propias de la pintura flamenca. Por su particular estilo se le consideró el fundador del humanismo figurativo en Francia.
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Personaje
Científico
Educado en el seno de una familia de comerciantes se muestra contrario a las prácticas especulativas. Tampoco es partidario de la lucha de clases y rechaza cualquier cambio que rompa el equilibrio establecido. Su propuesta se basa en creación de comunidades para la producción, a las que denomina falansterios, y formadas por grupos de entre 1.500 y 2.500 personas. Sus obras más importantes son: "Teoría de los cuatro movimientos" de 1808 y "Tratado de la asociación doméstica y agrícola" de 1820.
Personaje
Literato
Con su cuñado Jacques Rivere se cartea entre 1905 y 1914. Todas esta correspondencia se publicaría posteriormente bajo el título "Correspondance avec Jacques Rivière". En "El gran Meaulnes" realiza un interesante ejercicio literario al relatar como se convierte en adolescente a partir de una anécdota. En esta obra sueño y realidad se funden en un solo espacio. Otros poemas suyos que se publicarían más tarde son: "Milagros" o "La mujer envenenada".
Personaje
Científico
Cursó estudios de humanidades, latín y griego en España, y luego se trasladó a Lovaina, donde establecería su residencia durante una larga temporada. Más tarde, fue llamado por Felipe II para ocupar el cargo de preceptor del príncipe don Carlos. Sin embargo, Fox no llegó a jurar esta cargo, ya que murió en el viaje de vuelta. En Lovaina se dedicó de lleno a la filosofía y entró a formar parte de un círculo de humanistas entre los que se encontraban Pedro Jiménez, Furió Ceriol, Felipe de la Torre y Juan Páez de Castro. Todos ellos fueron acusados de heterodoxos por fray Baltasar Pérez. Fox en su "De Naturae Philosophía" hace una crítica al catolicismo. Su pensamiento filosófico se identifica con la corriente platónica del XVI. Escribió numerosas obras de carácter doctrinal como: "De Historiae institutione dialogus", "De philosophici studii ratione", o "De demonstratione, iusque necessitate ac vi". En estos cometarios habla de todo tipo de asuntos. La educación del príncipe o el modo de abordar la historia son algunos ejemplos. De toda su producción, la obra más importante es "De Natura Philosophia, seu de Platonis et Aristotelis consensione".
Personaje
Literato
Político
Diplomático, poeta, escritor y hombre dotado de un finísimo sentido del humor, Foxá fue el ingenio más demoledor de la época franquista. Sus dichos corrieron de boca en boca en tiempos poco propicios para el epigrama. Desempeñó cargos diplomáticos en Bucarest, Roma, Helsinki y Buenos Aires. La entrada de los católicos, como Martín Artajo, en exteriores hizo que el Palacio de Santa Cruz Foxá lo llamará, desde entonces, el Monasterio de Asuntos Exteriores. Y cuando oyó decir que era el Espíritu Santo el que inspiraba las decisiones de Franco, exclamó: ¡Si es así, me hago del Tiro de Pichón!. Fue autor de obras teatrales de éxito como "Baile en Capitanía" y de narraciones, "Madrid de Corte a Checa", que consta entre las mejores novelas inspiradas por la tragedia civil.
obra
Fotografía cedida por el Servicio de Promoción e Imagen turística del Gobierno de Navarra.
Personaje
Pintor
Fra Bartolomeo se formó con Cosimo Rosselli. En sus primeras obras es clara la influencia de Leonardo, como en su pintura La Sagrada Familia de Roma de la Galería Borghese. Savonarola le influyó hasta el punto de convertirse en un ferviente seguidor suyo, abandonó la pintura y se hizo monje dominico. Pero el año 1504 vuelve a dedicarse a la pintura, al servicio de las ideas de Savonarola, que defendía un arte sacro, sencillo y elocuente. Desde el año 1504 al 1508 evolucionó paralelamente a Rafael contribuyendo ambos a crear el nuevo tipo de Madonna con Santos, característica del Pleno Renacimiento en el que la figura de la Virgen aparece no solamente en el centro sino que alrededor de ella gira el resto de la composición. Pintó además de las obras realizadas para el convento de san Marcos, tablas de altar como la Aparición de la Virgen a San Bernardo del año 1507. Rafael, Miguel Angel y Leonardo abandonaron Florencia hacia 1509 y en la segunda década del siglo únicamente Andrea del Sarto disputaba a Fra Bartolommeo su posición como pintor de la ciudad. Su estilo evolucionó hacia una monumentalidad y contención que le convierten en uno de los más puros representantes del pleno Renacimiento, como podemos observar en su obra Los desposorios Místicos de Santa Catalina. Junto a su gran capacidad como pintor destaca su estilo como dibujante y el elemento místico de su carácter aparece reflejado en sus obras.
contexto
A partir de este momento, durante un año de tremenda tensión, todo gira en torno a la celebración, o no, de la acordada entrevista. En conjunto, contrasta la serena resolución de Benedicto XIII con la inseguridad de Gregorio XII, fruto en parte de su propio carácter, pero también de la disolución de la autoridad pontificia a que conduce la formulación que de la misma se ha hecho, en la obediencia romana, durante los últimos años. Una embajada francesa visitó a Benedicto XIII en Marsella, a comienzos de mayo de 1407; había viajado con intención de convencerle, si era posible, de la conveniencia de abdicar sin necesidad de entrevista, o, en todo caso, de facilitarla y de advertir de la necesidad absoluta de llegar a un acuerdo, así como de informar de las medidas que se adoptarían en caso contrario. Esta misma embajada se entrevistó, a comienzos de julio, con Gregorio XII, quien le transmitió sus temores de acudir a la entrevista, aunque sin negarse a ella, y sus apuros económicos. Para comprender sus dudas, hay que tener en cuenta que muchos de los consejeros de Gregorio XII consideraban la entrevista como una imperdonable debilidad, y que la totalidad de las potencias de la obediencia romana se negaban a cualquier negociación; en vivo contraste, los benedictistas urgían el encuentro. A finales de julio, Gregorio XII propuso la primera modificación sobre el lugar de la entrevista: él viajaría hasta Pietrasanta y Benedicto XIII se acercaría hasta Portovenere; por el momento, casi simultáneamente, ambos Pontífices se ponían en camino. Era el comienzo de un dramático forcejeo jalonado de diversas propuestas de lugares de reunión, aplazamientos, incumplimientos y, finalmente, coronado por el fracaso. Nuevamente tenemos la impresión, porque es cierta o porque sabe fingir mejor, de que Benedicto XIII está decidido a la entrevista. El 2 de septiembre recibió Benedicto XIII, en Niza, a la embajada francesa que regresaba de Roma; fue informado de las dudas de Gregorio XII cuyos representantes, a su vez, le informaron de la petición de modificar el lugar de reunión. Benedicto XIII se mostró partidario de mantener los acuerdos de modo exacto. El 24 de septiembre, cinco días antes del plazo señalado, entraba Benedicto XIII en Savona; su rival se había trasladado a Siena, sumido en duras presiones por parte de su obediencia para que desistiera del proyecto. Ya en octubre, envió una embajada que llegó a Savona el 3 de noviembre, dos días después por tanto del segundo plazo de entrevista, para solicitar un nuevo aplazamiento del encuentro. Benedicto XIII aceptó la petición, y también el traslado que le había solicitado en julio, de forma que, instalados respectivamente en Portovenere y Pietrasanta, la entrevista tuviera lugar en los límites mismos de ambas obediencias. Sin esperar respuesta, el Papa aviñonés se puso en marcha; pasando por Génova, el 3 de enero de 1408 llegó a Portovenere, el nuevo lugar señalado para él. Gregorio XII aceptó sus propias propuestas con algunas cautelas y también con modificaciones; no se trasladó a Pietrasanta, sino a Lucca, a donde llegó el 28 de enero. Desde estos lugares se negocia durante semanas, a un ritmo extraordinario, el lugar en que se efectuará el encuentro; se maneja un gran número de ciudades: Portovenere, La Spezia, Lerici, Ameglia, Livorno, Pisa, Carrara, Avenza. El acuerdo se revela imposible: son muy escasas las negativas benedictistas, en cambio Gregorio XII, probablemente como consecuencia de las presiones de que es víctima, y de los insistentes rumores que sostienen que existe un proyecto benedictista para apoderarse de Roma por la fuerza, pone permanentes obstáculos y negativas incluso a sus propias propuestas anteriores. El 25 de abril Ladislao de Nápoles ocupaba Roma y, aconsejando a Gregorio XII que se abstuviera de la entrevista, hacía público que, cualquiera que fuese el lugar de la entrevista, su presencia sería imprescindible para evitar acuerdos nocivos para su Reino. Hay hechos que hacen sospechar que la actuación del rey de Nápoles estaba acordada con Gregorio XII para proporcionarle un argumento con el que negarse al encuentro proyectado. En todo caso, la "via conventionis" podía darse por definitivamente fracasada. El día 10 de mayo los embajadores de Benedicto XIII, en nombre de éste, hicieron protesta pública respecto al curso de los acontecimientos y se retiraron, dando por cerrado el proceso negociador. No era, sin embargo, tan fácil cancelar las esperanzas que el acercamiento había generado; durante los meses de intensa negociación ambos Colegios cardenalicios habían mantenido amplios contactos y, para muchos, la solución conciliar, con presencia o no de los Pontífices, era un proyecto familiar; la intervención francesa fue, indudablemente, decisiva en este sentido. El fracaso de las conversaciones no dejaba abierto otro camino que la tercera de las vías propuestas en su día por la universidad de Paris; la decepción provocada por ese fracaso imponía silencio a los más tenaces opositores a la vía conciliar. Inmediatamente después de fracasar el encuentro entre ambos Papas, varios cardenales y numerosos curiales de Gregorio XII se retiran a Pisa con aires de auténtica revuelta; puestos en comunicación con Benedicto XIII le invitan a proseguir el proyecto de unión, aun sin la colaboración de su oponente. Respondió aquel amablemente, pero, como era de suponer, no podía serle aceptable un proceso que dejaba en entredicho la autoridad pontificia. Por eso respondió que debía insistirse ante Gregorio XII para que meditara sobre su postura. Durante estos contactos, los cardenales romanos propusieron a los aviñoneses la celebración del concilio en cualquier caso; por el momento, éstos no estaban dispuestos a ello sin la aquiescencia de su señor. Sin embargo, para la mayor parte, la solución conciliar era inevitable. De hecho, aunque Benedicto XIII convocó un concilio de su obediencia en Perpiñán para el próximo 1 de noviembre, sólo cuatro cardenales le acompañaron en su viaje de regreso. Nuevamente Francia iba a dejar sentir su influencia. Desde el asesinato del duque de Orleans, el 23 de noviembre de 1407, el gobierno de Francia está en manos del duque de Borgoña, hecho que se deja sentir, entre otros muchos asuntos, en la postura más radical en la cuestión del Cisma. Ya en enero el gobierno borgoñón había señalado el 24 de mayo, festividad de la Ascensión, como plazo máximo para que ambos Papas llegaran a un acuerdo; en caso contrario, Francia optaría por la neutralidad. Ahora, ante el fracaso de la "via conventionis", prácticamente coincidente con el plazo previamente establecido, Francia cumplía puntualmente su amenaza. A Benedicto XIII sólo le quedaban como apoyos Castilla, Aragón, donde pronto será necesario intervenir para lograr una sucesión en el trono adecuada a los intereses benedictistas, y Navarra, este último Reino con ligeras dudas.
contexto
La fase de concesiones a las demandas de demócratas y reformadores sociales había sido también breve en Prusia en donde, pese a la elección de una Asamblea constituyente en mayo, pronto se advirtieron signos de reacción conservadora. Eso fue patente desde mediados de junio, cuando el asalto al arsenal de Berlín intensificó el miedo de los sectores conservadores, que aumentaron su presión sobre el monarca. La camarilla cortesana se convirtió en un importante factor de influencia en la vida política. El príncipe Guillermo regresó de su exilio en Inglaterra y los hermanos Gerlach iniciaron la publicación del periódico contrarrevolucionario Gaceta de la Cruz, que se identificaba con los puntos de vista de la nobleza prusiana (junkers).En esas circunstancias, unas manifestaciones populares fueron aprovechadas por Guillermo IV, en los primeros días de noviembre, para despedir a los liberales y establecer un gobierno de excepción bajo la presidencia del general conde Brandenburgo, con Otto von Manteuffel en el Ministerio del Interior. El nuevo Gobierno llamó a las tropas del general Wrangel a Berlín y ordenó que la Asamblea constituyente abandonara la ciudad. A comienzos del mes de diciembre el rey disolvía la Asamblea a la vez que otorgaba una nueva Constitución, de carácter bicameral, en la que todas las atribuciones quedaban reservadas al monarca.Mientras se producía esta reacción conservadora, el Parlamento de Francfort, que había dedicado cuatro meses a la discusión de los derechos políticos individuales, inició las tareas de configurar un Estado alemán unitario. La primera gran cuestión, en torno a la extensión territorial del futuro Estado, enfrentaba a los que eran partidarios de integrar a todos los Estados con poblaciones germanas (Gran Alemania), lo que suponía también integrar otras nacionalidades dentro del futuro Imperio, frente a los que se manifestaban partidarios de una fórmula unitaria que abarcase exclusivamente a los Estados en los que sólo había población alemana (Pequeña Alemania). La cuestión debatida, en la que los sentimientos nacionalistas se mezclaban con consideraciones históricas y estratégicas, equivalía a optar entre un Estado liderado por Austria o bien por Prusia.Aunque la opinión inicialmente predominante se inclinaba por la Gran Alemania, la voluntad austriaca de fortalecer sus nexos con las otras nacionalidades del Imperio y sus pretensiones de establecer una gran alianza con la Confederación germánica, para fortalecer su papel en Centroeuropa, desagradaron a los parlamentarios de Francfort, que terminaron por inclinarse hacia la solución pequeño-alemana. A finales de marzo se votó la nueva Constitución y, por 290 votos favorables frente a 248 abstenciones, se acordó ofrecer la nueva Corona imperial al rey Federico Guillermo IV de Prusia.Sin embargo, cuando una comisión se desplazó a Berlín para informarle del acuerdo, el monarca rechazó un ofrecimiento que podía ser visto con recelo por otros soberanos, de dentro y fuera de Alemania. En una carta de diciembre del año anterior había advertido: "Quieren que un Rey legítimo, que lo es por la gracia de Dios y que, además, es el Rey de Prusia; que tiene el honor de llevar una. Corona que, si no es la más antigua es por lo menos la más noble, ya que no ha sido ursurpada a nadie, acepte una diadema imaginaria, hecha de mugre y de barro . ... Os lo digo claramente, si la Corona milenaria de la nación alemana, que ha reposado durante cuarenta y dos años, debe ser conferida de nuevo, lo será por mí y por mis iguales, y desgraciado será el que se la arrogue sin pertenecerle".La renuncia de Federico Guillermo se refería, por lo tanto, al procedimiento de la oferta y el rey pretendería en los meses siguientes, con el recelo de Austria, que los príncipes alemanes le reiterasen la oferta. El Parlamento de Francfort, en cualquier caso, veía arruinada su tarea. En los meses siguientes caería en manos de los más radicales, hasta que se disolvió por la presión de los diversos Gobiernos. Las revueltas populares, en la primavera de 1849, para imponer la Constitución fueron sometidas con las armas en Sajonia, Baden y el Palatinado.