Quizá sea ésta una de las escenas de danza más famosas de Degas. Nos encontramos en el examen que somete el profesor Jules Perrot a las bailarinas para ingresar en la Opera de París. Resultaba difícil entrar en este tipo de actos pero el artista frecuentaba tan asiduamente el lugar que casi era un miembro más de la institución. Las jóvenes iban acompañadas por sus madres - las apreciamos en las gradas que aparecen al fondo - expectantes ante la actuación de sus hijas. En primer plano se sitúan unas bailarinas en actitudes variadas, ocupando el centro de la composición la joven que actúa en ese momento. Tras ella y en la pared encontramos el espejo donde se ve reflejada la ventana por la que penetra la luz, recurso muy del gusto de Edgar. Es una luz fuerte que incide en los blancos tules de los vestidos, iluminando la amplia estancia por completo. La perspectiva en profundidad se ve acentuada por la visión de la esquina de la estancia, mostrándonos incluso la moldura decorativa que separa la pared del techo. La influencia de la fotografía es también destacable al cortar los planos pictóricos, novedad típica del Impresionismo. Las tonalidades blancas de los trajes vaporosos dominan la escena, salpicada por rojos, verdes y azules. El conjunto resulta insuperable, conjugándose la pincelada suelta con un exquisito dibujo, resultando el estilo con el que Degas cosechará numerosos éxitos.
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obra
Quizá sea ésta la última obra de Toulouse-Lautrec, pintada en París meses antes de su fallecimiento. En ella recoge el examen de doctorado que tuvo que superar su primo Tapié de Céleyran, a quien vemos a la izquierda de la imagen. Frente a él están los miembros del tribunal: el profesor Robert Wurtz, con la toga roja, y el profesor Fournier. Es el único cuadro en el que Henri dignifica a su primo, que siempre había sido objeto de burla. Lautrec abandona su gusto por la línea y emplea manchas de materia pictórica, con pinceladas rápidas y fluidas. Incluso los tonos se han hecho más serios; sus figuras parecen surgir del fondo oscuro a través de los fogonazos de luz que aplica y que recuerdan algunos cuadros de Daumier. Los especialistas piensan incluso en cierta influencia de Rembrandt.
acepcion
Decoración sobre cerámica que se obtiene mediante la extracción de partes de la pasta, antes de la cocción, de tal modo que se forman dibujos diversos en resalte.
obra
El gusto flamenco por representar asuntos de la vida cotidiana llega también a los propios gobernadores españoles de los Países Bajos, Isabel Clara Eugenia y su esposo el archiduque Alberto, que serán los protagonistas de múltiples composiciones. En este caso, Jan Brueghel y su hijo Brueghel el Joven, nos muestran una excursión campestre de Doña Isabel en los alrededores del castillo de Mariemont, que contemplamos al fondo. Las figuras se sitúan en primer plano, ocupando un pequeño espacio en la composición, en la que el paisaje es el principal protagonista, siendo considerado por algunos especialistas como de Joost de Momper por su factura suelta. La minuciosidad de las figuras, sí hacen indicar que nos encontramos ante el característico estilo de Brueghe,l que también pintó a los Archiduques de caza en un estilo similar. La obra junto a su compañera, Isabel Clara Eugenia en el parque de Mariemont, fue traída de Flandes por Felipe IV para decorar las salas de la reina del Alcázar de Madrid.
contexto
La campaña desatada por Estados Unidos para conseguir apoyo logístico, militar y, sobre todo, moral, para atacar a Irak, se basó en cuatro tipos de argumentos: la inclusión de Irak en el eje del mal y su vinculación a la red terrorista de Al Qaeda; la violación de las resoluciones de la ONU y de sus recomendaciones; la construcción o posesión de armamento de destrucción masiva; la sistemática vulneración de la dictadura iraquí de los derechos humanos y sus matanzas de kurdos y chiíes. Argumentos jurídicos, de seguridad internacional, morales y humanitarios, por tanto, deseables por todos, pero esas razones o no están demostradas o contienen una dosis grande de utilización maniquea que desvirtúan su solidez. Primero, porque la inclusión de Irak en el Eje del Mal era gratuita. No existe una sola prueba que vincule a Saddam Hussein con los atentados contra las Torres Gemelas. Más aún, las opiniones que se conocen de Al Qaeda sobre Irak son condenatorias contra "ese régimen ateo e impío". Relaciones no se le conocen. Michael Chandler, presidente del Grupo de Vigilancia de la ONU sobre Al Qaeda, no había detectado relación alguna entre Al Qaeda y Saddam Hussein. Segundo: las resoluciones de la ONU no recaen sobre quienes pertenecen al grupo permanente del Consejo de Seguridad, pues les basta un veto para que no haya resolución. También suelen emplear el veto para proteger a sus amigos. Dicho esto, fue constatable hasta el otoño de 2002 la violación iraquí de 16 resoluciones. Tras la formulación de la resolución 1.441 y el retorno a Irak de los inspectores de la ONU, se produjo una abierta controversia: Bagdad aseguraba que cumplía la resolución; Washington, Londres, Madrid, Roma y otros opinaron que Saddam se burlaba de ella; Berlín y París juzgaron que "Irak está ahora bajo mayor control que nunca"; los inspectores, estimaron "útiles" sus trabajos. Además, el celo por el cumplimiento de estas resoluciones provocó cierta estupefacción internacional. Es universal la opinión de que debe exigirse su riguroso respeto a todos, pero eso no ocurre. Estados Unidos ha empleado sistemáticamente su veto para impedir resoluciones contra Israel, pero, a lo largo de 55 años, ha sido inevitable la aprobación de unas cuantas (números 194, 242, 338, 1397, 1402, 1403...) y Tel Aviv no ha cumplido ninguna. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, admitió el 24 de septiembre de 2002 que existían "dos pesos y dos medidas", unos para medir a Israel, otros, para tasar a los demás. La declaración se hizo mientras se trataba de las violaciones iraquíes de sus resoluciones. Allí se denunció que Irak había vulnerado 16 resoluciones, mientras que Israel había incumplido las 28 adoptadas por el Consejo de Seguridad sobre los Territorios Ocupados. Tercero, el principal incumplimiento iraquí se referiría a la construcción o posesión de las armas de destrucción masiva, es decir: atómicas, bacteriológicas y químicas. Las pretensiones nucleares de Irak parecen seguras, pero se calcula que no podría tener una bomba atómica antes de 2008. Para que se observe el maniqueísmo, debe decirse que en los arsenales nucleares de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad hay más de 20.000 bombas. Aparte, existe cerca de otro millar: India y Pakistán cuentan con más de un centenar cada uno, cifra que ya tenía Israel hace 16 años, cuando el técnico israelí Mordechai Vanunu desveló el secreto de Dimona. Es probable que Corea también posea ingenios atómicos. Los posibles arsenales químicos y bacteriológicos iraquíes de los años ochenta están caducados, según los técnicos. Scott Ritter, ex-jefe de los inspectores de la ONU, ha asegurado, por ejemplo, que el antrax líquido tiene una supervivencia de cinco años y que la planta que lo fabricaba dejó de funcionar en 1991, siendo desmantelada por los expertos de la ONU en 1996. Era posible que Irak hubiera renovado y mantuviera escondido alguno de estos productos, pero ¿es ese un motivo para atacarle? No parece razonable, cuando son numerosos los países avanzados que poseen ese tipo de agentes y en cantidades astronómicas. Ante esto, quienes apoyaron la guerra argumentaron que, en el caso de Saddam, no sólo los tenía, sino que, además, los había utilizado. ¿Y los demás no los han empleado? Precisamente, quienes más las han usado son las superpotencias: Estados Unidos, sobre Japón y Vietnam, la URSS en Afganistán, por no hablar de cosas ya tan antiguas como los gases de la Gran Guerra (1914-18) o, lo más nuevo y bajo sospecha, la munición de uranio empobrecido. Por cierto, el senador Edward Kennedy advirtió que Bush contemplaba la posibilidad de utilizar bombas atómicas sobre Irak.