Caravaggio pintó cinco óleos mientras permaneció en Malta: unos retratos de Alof de Wignacourt y este Cupido, a quien identifica en una inscripción en la franja inferior del lienzo. El tema de Cupido había sido explotado hasta la saciedad como motivo decorativo o como acompañante en escenas de amor, tanto en pintura como en poesía y música. Caravaggio hace que en este cuadro Cupido sea el protagonista, dormido desnudo sobre su carcaj y las flechas. Sin embargo, un toque siniestro transforma el tema amable del geniecillo del amor en una visión intranquila, donde el crío parece sumido en pesadillas en medio de sombras densas y amenazadoras.
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obra
Varios amorcillos, muy similares a los que encontramos en el óculo fingido, sostienen una cartela en la que leemos una inscripción en latín con la dedicatoria de Mantegna a Ludovico Gonzaga. En ella se lee: "Al ilustrísimo Ludovico, segundo marqués de Mantua, príncipe óptimo y de insuperada fe, y a la ilustre Bárbara su esposa, gloria incomparable de las mujeres; su Andrea Mantegna, paduano, acabó la presente modesta obra en su honor en el año 1474". Junto a ellos se descorre una cortina para crear un espacio fingido en el que Mantegna era un especialista, siguiendo a Masaccio. Las figurillas se distribuyen por todo el espacio, quedando tras ellos un fondo de paisaje en el que destaca un elevado edificio clásico de proporciones cúbicas con un arco de triunfo en la zona baja. Los amorcillos gozan de una soberbia monumentalidad y dan la sensación de ser auténticas esculturas. Al disponerse en diferentes posturas, algunas de ellas escorzadas, ofrecen un ejemplo maravilloso del interés por la perspectiva del maestro. Sus rostros expresivos y las alas de mariposa hacen de este fresco uno de los más atractivos del conjunto, aun considerándose una obra menor dentro de la Cámara de los Esposos. Junto a esta escena se ubican los Palafreneros con caballo y perros.
acepcion
Grupo nómada de semitas, procedentes del desierto occidental. Llegaron a Mesopotamia hacia el 2100 a.C y crearon el Imperio Babilónico. Entre los amoritas destacó Hammurabi, quien reinó hacia 1730 a.C y convirtió Babilonia en el centro neurálgico de Mesopotamia.
Personaje
Militar
Político
Intervino en la guerra contra la República francesa y desde 1802 ocupó el cargo de secretario personal de Carlos IV. Un año después era nombrado Consejero de Indias. Fue el preceptor del infante don Francisco de Paula. Desempeñó varios cargos y desde 1806 dirigió el Instituto Pestalozziano, que había sido creado por Godoy según el método de Pestalozzi. Entre 1808 y 1809 fue Consejero de Estado y luego Gobernador Militar de Santander. Durante su estancia en el gobierno de esta provincia lanzó la "Gaceta de Santander" y escribió una proclama a favor de Napoleón. Luego se trasladó a Madrid como intendente de Policía. Se mostró fiel a José I, pero acabó discutiendo con algunos militares franceses que cuestionaron su posición de autoridad. Esta situación acabó desembocando en el embargo de sus propiedades y le costó un duro castigo. Hasta el final de la Guerra de la Independencia ocupó distintos cargos públicos. Al concluir la contienda tuvo que trasladarse a París y obtuvo la nacionalidad francesa. En la Ciudad de las Luces estableció un gimnasio y dedicó el resto de sus días a la Educación Física. Sobre este tema escribió el "Extrait du recueil de cantiques gymnastiques publié", "Gímanse normal militare" y algunos folletos. A comienzo de la década de los años treinta, el gobierno francés le pidió que dirigiese un gimnasio militar.
obra
Situado junto a Joel, en la segunda capilla de la cartuja de San Martino en Nápoles, encontramos a Amós, uno de los profetas menores que vivió bajo Jeroboam II. Nace en un pueblecito situado a ocho kilómetros de Belén llamado Tecua y se dedica al pastoreo hasta ser llamado a desempeñar el oficio de profeta, llevando el mensaje de Yavé al reino de Israel para ejercer su ministerio en la zona de Betel. En sus escritos clamará contra el lujo excesivo de los habitantes de Samaria y contra la corrupción, desenmascarando a los que especulan con la miseria del indigente o con los desproporcionados tributos. Su profecía concluye con una perspectiva mesiánica, bajo la imagen de una extraordinaria cosecha. Ribera nos presenta al profeta en plena actividad literaria, ensimismado en sus escritos y rodeado de libros. Entre sus manos porta un rollo de papel mientras con la derecha impregna la pluma de tinta. La figura aparece de perfil, iluminada por un potente foco de luz que crea magníficos contrastes, destacando su espectacular anatomía heredada de Miguel Angel, aunque se trate del cuerpo de un hombre anciano. Su rostro también está captado con total naturalismo, recogiendo el gesto a la perfección. Las tonalidades pardas y ocres son características de toda la serie, creando una sintonía cromática en el conjunto.
contexto
Avanzando ininterrumpidamente en el camino hacia la igualdad, el resultado final de la ampliación llevó a la desaparición de toda discriminación por razón de sexo, quedando equiparados los derechos de las mujeres a los de los varones. Estas medidas legales aprobadas en los últimos años del Franquismo mejoran considerablemente la situación jurídica de las mujeres. Una valoración más justa necesitaría de estudios de Derecho Comparado, que están por hacer. Gráfico
contexto
Hasta el otoño de 1885, el sistema funcionó relativamente bien. Sin embargo, una nueva crisis en los Balcanes iniciada entonces, y el agravamiento de la tensión en las relaciones franco-alemanas, a raíz de las elecciones francesas de octubre de 1885, habrían de producir algunos importantes cambios en el mismo. El conflicto en los Balcanes se originó en esta ocasión por la unión de Rumelia y Bulgaria -la reconstrucción de la "Gran Bulgaria" del Congreso de San Stefano- por iniciativa independiente de quien era príncipe de Bulgaria desde 1881, Alejandro de Battenberg. Éste, que era sobrino del zar, se mostró en un principio abierto a las influencias rusas, pero más tarde cedió a las fuerzas nacionalistas y a la influencia británica. La situación habría de empeorar todavía más para Rusia, que aspiraba a controlar completamente esta zona, cuando para sustituir a Alejandro, que fue obligado a abdicar, el Parlamento búlgaro eligió, en julio de 1887, al candidato de Austria-Hungría, Fernando de Sajonia Coburgo, en lugar del propuesto por el zar. La situación internacional en Europa, por otra parte, se vio alterada en las mismas fechas por un grave empeoramiento de las relaciones entre Alemania y Francia. Bismarck estaba encantado, como ya se ha dicho, con las empresas coloniales francesas. Incluso llegó a proponer el establecimiento de una alianza colonial franco-alemana contra Gran Bretaña, idea que el presidente Jules Ferry rechazó porque implicaba la renuncia por parte de Francia a sus reclamaciones en Europa, además de que era políticamente irrealizable. Estas relaciones relativamente buenas terminaron con la caída de Ferry, en marzo de 1885, y las elecciones de octubre del mismo año, que dieron como resultado un gobierno con participación radical en el que el general Boulanger era ministro de la Guerra. Los problemas continentales, y no los coloniales, volvieron a ocupar el primer plano de la política francesa. Boulanger llevó a cabo una campaña de agitación nacionalista que incluía la idea de una guerra de revancha contra Alemania. Bismarck se tomó en serio la amenaza; aprovechó la ocasión para convocar elecciones y obtuvo del nuevo "Reichstag" la aprobación de otra ley militar; los reservistas fueron llamados a filas. La tensión llegó a su punto culminante en abril de 1887, con el "affaire Schnaebele", un comisario francés detenido en Francia por policías alemanes. El presidente Grevy consiguió frenar la movilización de las tropas francesas, acordada por el gobierno, que habría supuesto la guerra. El peligro pareció desaparecer en mayo, cuando el voto conjunto de los republicanos moderados y la derecha derribó al gobierno radical y con él a Boulanger. La posterior agitación "boulangista" fue, sin embargo, una constante llamada a la alerta alemana. En este ambiente, Italia decidió subir el precio de su amistad. El ministro de Asuntos Exteriores italiano puso dos nuevas condiciones para la renovación de la Triple Alianza, cuyo plazo se cumplía entonces: garantía del mantenimiento del "statu quo" en el Mediterráneo, frente al posible expansionismo francés en Tripolitania, y la obtención de compensaciones en caso de que Austria-Hungría obtuviera nuevas ganancias territoriales en los Balcanes. En la negociación que siguió, se impuso la solución de Bismarck que trataba de satisfacer tanto las peticiones italianas como la resistencia de Viena a comprometerse en los problemas del norte de África. La Alianza fue renovada anticipadamente, en febrero de 1887, junto con dos anexos: un acuerdo entre Austria-Hungría e Italia, por el que la doble Monarquía se declaraba favorable al "statu quo" en los Balcanes y se comprometía a consultar y compensar a Italia, en caso de que se viera forzada a ocupar un territorio en los mismos. Y un segundo anexo, firmado por Italia y Alemania, por el que el ejército alemán intervendría en apoyo del italiano, en caso de que Italia entrara en guerra con Francia a causa de la expansión gala en el norte de África. Este último era un compromiso grave y Bismarck, al mismo tiempo que se desarrollaron las negociaciones, presionó sobre el gobierno italiano para que tratara de obtener el apoyo británico a sus pretensiones en el norte de África, y de esa forma compartir, aunque de forma indirecta, las responsabilidades que iba a adquirir con el país latino. Las circunstancias eran favorables porque el Reino Unido se hallaba enfrentado con Francia por la ocupación de Egipto. La iniciativa italiana tuvo éxito y un Acuerdo Mediterráneo anglo-italiano fue firmado, también en febrero de 1887, por el que Italia se comprometía a apoyar la acción británica en Egipto, mientras que Inglaterra se declaraba dispuesta a ayudar a Italia en su oposición a la extensión de la influencia francesa en Tripolitania. Ambas potencias, además, manifestaban su deseo de mantener el statu quo en todo el Mediterráneo y el Mar Negro y, si esto no fuera posible, se comprometían a concertar las modificaciones necesarias. Austria-Hungría se adhirió a este acuerdo en marzo. España lo hizo en mayo, por iniciativa del ministro de Estado liberal, Moret, que trataba así de salir del aislamiento que Cánovas había impuesto como norma de la política exterior española; la adhesión no fue renovada por los conservadores cuando accedieron al poder. Alemania tuvo la previsión, de cara a sus relaciones con Rusia, de no suscribir esta alianza. El alcance del acuerdo anglo-italiano -que se realizó en forma de un intercambio de cartas, para evitar la ratificación de los respectivos Parlamentos- era diferente, según las partes implicadas. Para los italianos incluía el concurso de las fuerzas armadas inglesas. Para Salisbury, sin embargo, era competencia del gobierno inglés considerar la situación y actuar como creyera conveniente. En cualquier caso, la atracción del Reino Unido a su red de alianzas fue un indudable éxito de Bismarck, que culminó su sistema con una nueva alianza con el zar. Incluso antes de la elección de Fernando de Sajonia-Coburgo como príncipe de Bulgaria, estaba claro el retroceso general de la influencia rusa en los Balcanes -como ya se había manifestado en las alianzas suscritas por Serbia y Rumanía con Austria-Hungría-, en favor de la influencia austriaca, con el beneplácito de Alemania. En esas circunstancias, Alejandro III se negó a renovar la alianza de los tres emperadores, porque consideró que los intereses rusos y los austriacos eran incompatibles. Sin embargo, mostró interés en mantener algún tipo de vinculación con Alemania. Las tendencias antialemanas eran crecientes en Rusia, como había demostrado el discurso del popular y carismático general Skobelev ante una audiencia de estudiantes serbios en París, en 1882, en el que presentó a los germanos como los enemigos naturales de los eslavos; el mismo sentido tenían las opiniones del periodista Katkov, jefe del movimiento paneslavo. Pero todavía eran grandes las prevenciones existentes en Rusia a entablar una alianza con la republicana Francia, la otra única posible alternativa; se buscaba el apoyo económico francés, pero se temía una alianza militar que pudiera arrastrar a Rusia a una guerra precipitada, a causa de Alsacia y Lorena, sin obtener a cambio ninguna ventaja en los frentes en que estaba realmente interesada, la expansión asiática y el sureste de Europa. Bismarck aceptó la propuesta del zar por temor a que, en caso contrario, Rusia, a pesar de todo, llegara a un acuerdo con Francia, acabando con el aislamiento de este país, lo que seguía siendo el principal objetivo de su política exterior. En consecuencia, el acuerdo entre Rusia y Alemania, que se conoce como Tratado de Reaseguro fue firmado el 18 de junio de 1887, el mismo día que vencía la alianza de los tres emperadores. Bismarck hizo en él importantes concesiones. Reconoció secretamente el derecho ruso a ejercer una influencia dominante en Bulgaria -lo cual estaba en contradicción con lo establecido en su alianza con Austria-Hungría y manifestó su acuerdo a que los estrechos permanecieran cerrados a los barcos de guerra de cualquier país. Asimismo accedió a la propuesta rusa de que ambos países permanecieran neutrales en caso de guerra de alguno de ellos con otra potencia, excepto si Alemania atacaba a Francia, o Rusia a Austria. No obstante, Bismarck, continuando con su juego de dar y quitar casi al mismo tiempo pero con distinta mano, presionó financieramente sobre Rusia, para impedir que ocupara Bulgaria; en noviembre de 1887, vetó al Banco central alemán la concesión de un préstamo a Rusia, provocando la caída de los valores públicos de este país en Alemania. La dimisión de Bismarck, causada en parte por la negativa del nuevo emperador Guillermo II a ratificar la renovación del Tratado de Reaseguro, habría de poner fin a todo este complejo entramado de relaciones. Alemania abandonó el papel de árbitro que había desempeñado desde la unificación -en favor, eso sí, de su hegemonía continental- para convertirse en un nuevo competidor por la hegemonía mundial.
obra
En la cerámica ibérica se impone el torno rápido. El modelado se complementa con el perfeccionamiento en los procedimientos de acabado y decoración de los vasos (engobes, bruñidos...) y en las técnicas de cocción. Esta ampolla que contemplamos pertenece al estilo púnico y procede del poblado de El Carambolo, Sevilla.
contexto
Pocas ciudades antiguas del occidente mediterráneo poseen un interés histórico y arqueológico tan acentuado como el que presenta la antigua ciudad griega, romana y altomedieval de Ampurias, cuya dilatada vida se extendió a lo largo de unos siglos en los que el mundo europeo meridional conoció, sucesivamente, la colonización griega; la gestación, plenitud y caída del imperio romano; la subsiguiente aparición de los reinos bárbaros y la emergencia del imperio musulmán, a cuyo socaire, en nuestra Península, aparecieron los reinos y condados medievales cuya huella marca aún hoy de forma tan indeleble el ser y la idiosincrasia de la España moderna. En todos estos formidables sucesos podemos afirmar que Ampurias jugó un cierto papel, modesto las más de las veces, más importante otras, pero siempre significativo, al menos en lo que atañe a ciertos aspectos relativos a la entrada en el ámbito peninsular de muchas influencias foráneas, pues no hemos de olvidar que fue ésta la única tierra conspicuamente griega de la Península; que fue también éste el lugar escogido por Roma para poner por vez primera el pie en Iberia y que, finalmente, fue Ampurias un lugar privilegiado en lo concerniente a la llegada y posterior difusión del cristianismo en Hispania. Si a todo ello le añadimos que hasta el siglo XI Ampurias constituyó la capital del condado de su mismo nombre, originariamente carolingio y más tarde independiente, comprenderemos el alto valor histórico de la ciudad y la notable y emblemática importancia que muchos de sus diversos restos materiales en ese sentido tienen.