Busqueda de contenidos
acepcion
Grupo de parentesco en el cual sus miembros descienden tradicionalmente de un antepasado común o de un animal totémico.
Personaje
Escultor
Desde muy joven ya muestra su vocación por el arte. A los 13 años ya era alumno de la Academia de Arte de Olot que dirigía Berga Boix y con quien aprendió los primeros trazos. Poco antes de cumplir los veinte años se trasladó a Toulouse, donde se matriculó en la Escuela de Bellas Artes. Entre 1897 y 1899 su obra fue reconocida con algunos premios de escultura. A comienzos de siglo obtuvo el Petit Prix, una mención que le otorgó en municipio de Toulouse por un bajorrelieve de Cincinato. Aunque optó a una beca para poder proseguir sus estudios en París, no tuvo suerte. No obstante, realizó por su cuenta este viaje y para sufragar gastos comenzó a realizar esculturas y pinturas por encargo. En esta época entra en contacto con Rodin y asiste al taller de Barrias a trabajar. A estos años pertenecen las estatuas que realiza para el Casino de Montercarlo. Desde entonces se convierte en uno de los artistas con más trabajo de la época."La diosa" es su escultura más importante y que mejor críticas recibió. De hecho fue premiada con la primera medalla de la Exposición Nacional de Madrid. En estos años su éxito en las principales capitales europeas fue en aumento. En 1913 expuso sus dibujos de Isadora Duncan en Barcelona. En la década de los años treinta estableció su residencia definitiva en Barcelona. Además de las obras citadas es autor del San Benito sedente que se encuentra en el monasterio de Montserrat, o los bustos de Eugenio d'Ors y Luis Vives entre otros.
Personaje
Escultor
La obra de este artista se enmarca dentro del realismo anecdótico. Clarasó mantuvo una estrecha relación con Santiago Rusiñol, con quién vivió en Barcelona. Para completar su educación artística se trasladó a París. Dentro de su producción cabe citar el "Forjador catalá" y Memento homo, esta última una de sus obras más significativas que le valió la medalla de oro en la Exposición Universal de París de 1900.
Personaje
Militar
Estando en el Pacífico, dirigió como comandante la VII Flota y participó en la batalla del mar de Filipinas. Fue escogido para dirigirse con sus hombres a Iwo, Jima y Chichi Juma para rodear las islas. Sin embargo, durante el transcurso de este operación no pudo impedir el avance de las fuerzas aéreas japonesas, ni de la flota dirigida por Ozawa.
Personaje
Militar
Fue uno de los principales protagonistas de la operación antorcha. Siendo delegado de Eisenhower emprendió un viaje secreto al norte de Africa en 1942 para reunirse con el almirante Darlan. El objetivo de esta conversación era poner fin a la lucha entre las tropas francesas del Gobierno de Vichy contra los aliados. Otra de las actuaciones que llevó a cabo durante la Segunda Guerra Mundial fue la ocupación de Italia en septiembre de 1943. Progresivamente fue avanzando por este territorio y en enero de 1944 intervino en el desembarco de Anzio. Sin embargo, no pudo cortar el sistema de comunicación con las fuerzas alemanas. En estos días, el general Clark recibió el apoyo del VIII Ejército del general Montgomery. Finalmente el 4 de junio hacía su entrada en Roma con el V Ejército y luego llegaba a Bolonia. Su presencia en Italia provocó la rendición de las tropas alemanas. Cuando finalizó la guerra, continuó en el ejército como comandante de las fuerzas destinadas a ocupar Austria.
Personaje
Político
Tercer hijo de Dward III de Inglaterra, fue presidente de la asamblea que aprobó el Estatuto de Kilkenny, por el cual se limitaban dramáticamente las relaciones entre la población nativa de Irlanda y los pobladores anglo-irlandeses.
Personaje
Literato
Hijo de un gobernador civil, su educación transcurrió entre León y Guadalajara. Cursó el bachillerato en Oviedo y luego se trasladó a Madrid, donde estudió Derecho. Es en estos años cuando entra en contacto con los círculos artísticos y comienza a mostrar un especial interés por la literatura. A través de Francisco Giner de los Ríos descubre las propuestas de Krause y publica sus primeros artículos en las revistas de la época. Poco después se estableció definitivamente en Oviedo, donde ganó la cátedra de Derecho Canónico. Clarín crea un pensamiento en que idealismo y positivismo se dan la mano a fin de encontrar el sentido de la vida. Su literatura se identifica con la corriente naturalista y realista. Fue uno de los grandes novelistas de la época. En sus obras describió con detalle su tiempo, a través de un profundo análisis. Fue crítico, mordaz y se enfrentó a todo aquello que resultara soez. Una de sus obras críticas más importante fue "Galdós", hoy fuente de información sobre la obra de este autor. No cabe duda de que su novela cumbre fue "La regenta", donde el adulterio se convierte en el eje de la acción. El tema y sobre todo el realismo con que aborda la historia recuerda a obras como "Madame Bovary" de Flaubert, "El primo Basilio" de Eça de Queiros, o "Los pazos de Ulloa" de Emilia Pardo Bazán.
contexto
La llegada de Baltasar de Zúñiga a Madrid en 1617 y su incorporación al Consejo de Estado representa el inicio de una nueva era en la política exterior de la Corona. En efecto, su experiencia diplomática -había sido embajador en Bruselas (desde 1599), en París (1603) y en Viena (desde 1608)- le había convencido de la necesidad de salvar al Emperador del avance de la herejía calvinista y de la subversión en sus tierras hereditarias, pero también de que sólo con su ayuda se podían asegurar los territorios españoles en Italia y los Países Bajos, por lo que abogó con todas sus energías a favor de una cooperación más estrecha con Viena, desviando el interés de los consejeros y del monarca de los asuntos del Mediterráneo hacia el centro de Europa. Así pues, cuando la noticia de la defenestración de Praga llega a Madrid, en julio de 1618, los miembros del Consejo de Estado asumen sin vacilar las tesis de Zúñiga y aprueban la concesión al Emperador de un subsidio de 200.000 ducados. Dos meses más tarde se incrementa esta ayuda con otros 500.000 ducados, abandonándose definitivamente el proyecto del duque de Lerma de enviar una expedición naval contra Argel. Los partidarios de Zúñiga se beneficiaron de una situación francamente favorable a sus propósitos. En 1618 el frente anti-Habsburgo de finales del siglo XVI se había deshecho. Sólo Venecia, Saboya y el elector del Palatinado, éste por motivos religiosos, mantenían viva la antorcha de la resistencia, desarrollando una notable actividad diplomática y propagandística. Ninguno, empero, poseía la fuerza necesaria para que su oposición resultara efectiva. En el caso del Palatinado, sus dirigentes lograron agrupar en 1608 a los príncipes luteranos y calvinistas en la Unión Evangélica, con la que se aliaron Inglaterra (1612) y las Provincias Unidas (1613), pero los católicos respondieron formando a su vez una coalición en torno a Maximiliano de Baviera (Tratado de Munich, 1609) con la intención de evitar que se expandiese el protestantismo en el Imperio. Esta bipolaridad, que produjo algunos enfrentamientos, agudizados a raíz de la sucesión del ducado de Kleve-Jülich, estaba todavía viva en 1618. La rebelión de los bohemios y la decisión de Federico V del Palatinado de aceptar la corona de Bohemia, agraviando así al Emperador Fernando II, no sólo alteraron el precario equilibrio entre católicos y protestantes, sino que facilitó la intervención de España a favor de Viena enviando hombres y dinero: en 1619 la ayuda financiera ascendía ya a 3.400.000 ducados; en ese mismo año un ejército integrado por 17.000 veteranos atraviesa el Imperio para reunirse con las tropas imperiales destinadas a sofocar la revuelta de Bohemia. El respaldo español a Fernando II contó en Bruselas con el beneplácito de los archiduques y de Ambrosio Spinola en la medida en que, pensaban, podía intimidar a los holandeses obligándolos a renovar o renegociar, en condiciones más favorables para España, la Tregua de Amberes por otros doce años. También contribuyó a que la Liga Católica se reforzara y a que Maximiliano de Baviera se comprometiera con el Emperador a prestarle auxilio bajo la promesa de recibir los territorios que conquistara en el Palatinado y la transferencia a su casa de la dignidad electoral. Por el contrario, Inglaterra y Francia se abstuvieron de emprender cualquier acción militar, siquiera fuera intimidatoria. Jacobo I, interesado en alcanzar una unión dinástica con España, resolvió finalmente, superadas sus dudas, no participar en la aventura en que se había embarcado su cuñado al aceptar el trono de Bohemia; por su parte, Luis XIII, que había tenido que combatir la rebelión de sus súbditos hugonotes, defendía la legitimidad que asistía al Emperador para atajar por la fuerza de las armas el desacato de los bohemios. Todo lo más a que estaban inclinados era a ofrecerse como árbitros para lograr un acuerdo diplomático que evitase la confrontación, pero sus esfuerzos negociadores fueron inútiles. A la neutralidad de Francia y de Inglaterra se sumará la de las Provincias Unidas. Es cierto que la disputa entre van Oldenbarnevelt y Mauricio de Nassau paralizó cualquier acción, pero superada la crisis a comienzos de 1619 los Estados Generales optaron únicamente -y no sin la renuencia de algunas provincias del interior- por entregar un subsidio mensual de 25.000 ducados a los rebeldes bohemios, negándose, hasta que ya fue demasiado tarde, a enviar tropas en su ayuda. Así, pues, las indecisiones de unos y las prioridades políticas de los demás jugaron a favor de España y del Emperador. En el mes de septiembre de 1620 Ambrosio Spinola invade los estados patrimoniales de Federico V y ocupa el valle del Rin, estableciendo un jalón más en la cadena de comunicaciones entre Italia y Flandes -el famoso Camino español-, reforzada ahora por el acuerdo entre los habitantes de La Valtelina y el gobernador de Milán, el duque de Feria, que facilitaba el desplazamiento por el territorio de los ejércitos españoles de Italia. Mientras tanto, las tropas imperiales y las de la Liga Católica avanzan imparables hasta las cercanías de Praga, donde los bohemios, en un intento desesperado de resistencia, son derrotados en la Montaña Blanca, perdiendo en la batalla los protestantes del reino su inmunidad y sus privilegios.