EL SIGLO DE ORO
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Datos principales
Desarrollo
1.Los Austrias Menores . Bases de la monarquía: demografía y economía . Población: entre el hambre y la enfermedad . La agricultura y la ganadería . Industria: crisis castellana, resurgir periférico . Comercio: entre el florecimiento y la recesión . Estructura social: jerarquía y movilidad . La nobleza: continuidad y renovación . Los eclesiásticos: un medio de vida . El tercer estado: unidad y diversidad . Inquisición y sociedad . El Santo Oficio pierde poder . El gobierno de la monarquía . Organos de consulta . Las Juntas . La figura del valido . Las Cortes y el Gobierno central . La Administración del territorio . La burocracia . El deterioro militar . El sistema financiero . Política interior: crisis y reorganización de la monarquía . El gobierno del duque de Lerma . Primeros años del reinado de Felipe IV . El fracaso del reformismo de Olivares . La rebelión de los reinos . El orden restaurado: la Monarquía de siempre .
Regencia de Mariana de Austria y Junta de Gobierno . Reformismo económico y camarillas palaciegas . Nuevas revueltas campesinas . Política exterior: de la grandeza a la decadencia . De la paz de Vervins a la tregua de Amberes . La Pax Hispánica . Clarines de guerra en Madrid . España frente a Holanda . Esperando la paz y no proponiéndola . El rayo sueco . La derrota de los Habsburgo . España y Francia, dos potencias irreconciliables . Guerra de Devolución y pugna franco-holandesa . Auge francés, ocaso español: hacia el nuevo siglo . Bibliografía sobre los Austrias Menores. 2.La cultura del Siglo de Oro . Interpretaciones de las culturas del Siglo de Oro . La periodización . Sociología de la cultura española . Los autores . Cultura popular vs. cultura sabia . El pensamiento del Siglo de Oro . El pensamiento religioso . El erasmismo . El antierasmismo . La Contrarreforma . Ante la brujería .
El pensamiento político . El pensamiento económico . El pensamiento científico . La ciencia del XVII . La literatura del Siglo de Oro . La novela . La poesía y la literatura espiritual . El teatro . La prosa de ideas . Las artes en el Siglo de Oro . El artesano pintor . El Renacimiento artístico . El Barroco . Zurbarán, Velázquez y Murillo . Los medios de difusión de la cultura . Producción editorial . La circulación y distribución del libro . La cuestión lingüística . Alfabetización y consumo cultural . La Inquisición y la cultura . La educación . Bibliografía sobre el Siglo de Oro. 3.La América colonial . La población en la América colonial . El despoblamiento indígena . Las causas de la catástrofe . El poblamiento hispánico . La importación de negros . La raza mestiza . La economía colonial .
La minería de metales preciosos . La agricultura americana . La industria colonial . El monopolio comercial . La sociedad indiana . Estratificación social . Señores de indios . La república de los indios . La resistencia indígena . La administración colonial . El Consejo de Indias . La Casa de la Contratación . Las instituciones en América . La revolución administrativa del XVIII . La Iglesia en América . Organización eclesiástica . Evangelización de frontera . La cultura criolla . Exaltación de lo americano . Bibliografía sobre la América colonial.
Los Austrias Menores
Entre 1598 año en que accede al trono Felipe III, y 1700, fecha de la muerte de Carlos II, la hegemonía política y militar de España se derrumba ante el acoso de las potencias europeas, émulas de su grandeza, mientras el esfuerzo realizado por la Corona en defensa de los territorios de su soberanía obstaculiza la ejecución de las reformas económicas solicitadas reiteradamente por los arbitristas y desencadena la oposición de las oligarquías que gobiernan los reinos, contrarias a nuevos sacrificios fiscales, provocando enfrentamientos y roces que devienen finalmente en rebeliones, en medio de una crisis demográfica y económica, de desigual intensidad y cronología, que afecta a todos los reinos hispánicos.
Más información Bases de la monarquía: demografía y economía
En el siglo XVII, la población y la economía de los reinos hispanos presentan una evolución muy diferente a la observada en la centuria anterior. En el Seiscientos se produce una regresión o un estancamiento general que comienza a superarse, en la mayoría de los casos, en la década de 1650, acelerándose a partir de la reforma monetaria de 1680/1686.
Más información Población: entre el hambre y la enfermedad
La dinámica de la población española en el siglo XVII se ajusta en todo al modelo demográfico antiguo, caracterizado por una natalidad y una mortalidad elevadas. A mediados de la centuria las pérdidas demográficas de los reinos hispanos eran considerables: la población de Castilla desciende en un veinte o veinticinco por ciento, alcanzando la cifra de 4,2 ó 4,5 millones de habitantes, y la de Aragón entre un quince y un veinte por ciento.
Más información La agricultura y la ganadería
La fase expansiva de la agricultura castellana del siglo XVI, estrechamente relacionada con el aumento de la población y, por tanto, con un incremento de la demanda de productos alimenticios, alcanza el momento culminante entre 1560 y 1580, iniciándose a partir de esta fecha un descenso en la producción agrícola que toca fondo hacia 1640-1650, manteniéndose en adelante estancada o experimentando un moderado aumento en buena parte de los territorios castellanos -es el caso del arzobispado de Toledo-, si bien en otros la recuperación fue más vigorosa, especialmente en Andalucía, relacionada tal vez con el incremento del comercio americano que se produce desde finales de la década de 1660.
Más información Industria: crisis castellana, resurgir periférico
Como sucede con la producción agraria, la expansión industrial castellana se detiene en las últimas décadas del siglo XVI, según lo testimonian los casos de Segovia, Córdoba y Toledo, cuya producción, además de decrecer en términos cuantitativos -un 50 por ciento a mediados del siglo-, desciende en calidad a fin de adaptarse a las posibilidades de consumo de una población menos próspera.
Más información Comercio: entre el florecimiento y la recesión
El rasgo más característico del mercado español en el siglo XVII es que la mayor parte de la producción -tal vez el noventa por ciento- se comercializa en una área geográfica que no supera los cinco o seis kilómetros, o forma parte del autoconsumo; mientras el nueve por ciento restante de la producción se destina al comercio regional o urbano próximo y sólo el uno por ciento alimenta el mercado nacional e internacional, aunque al estar formado por mercancías de alto valor añadido proporciona grandes beneficios a los mercaderes.
Más información Estructura social: jerarquía y movilidad
La sociedad del siglo XVII presenta las mismas características que venían dándose desde la Edad Media. Como entonces, estaba integrada por dos estamentos privilegiados, uno por motivos religiosos, el clero, y otro por motivos políticos y sociales, el noble. Los que no pertenecían a ninguno de estos grupos formaban por exclusión un tercer estamento, el estado llano, el estado general o el tercer estado.
Más información La nobleza: continuidad y renovación
Según los tratadistas, había tres tipos de nobleza: la de virtud, la innata o heredada y la civil o política creada por el soberano. De las tres, sólo la innata, la transmitida por la sangre, adquirió crédito y aceptación general. Ahora bien, como el reconocimiento social de la nobleza se traducía en el goce de unos determinados privilegios de carácter público (judiciales, fiscales, etc,.), la obtención de éstos por merced del soberano igualaba a sus beneficiarios con los nobles de sangre, razón por la cual muchas familias tuvieron que probar su nobleza y obtener la correspondiente certificación, la carta de ejecutoria, configurándose, de este modo, dos tipos de nobles: los de ejecutoria y los de notoria nobleza.
Más información Los eclesiásticos: un medio de vida
Con independencia de las vocaciones, que las hubo y firmes, dada la influencia que la religión ejercía en el espíritu de los hombres del siglo XVII, se descubre que ser eclesiástico era una profesión apetecida: a las familias nobles, la Iglesia ofrecía una salida digna para los segundones desprovistos de medios propios, asegurándoles una posición económica y social; para los individuos del estado llano, pertenecer al clero era una forma de ascender socialmente, superando las barreras estamentales derivadas del nacimiento, cuando no de vivir con cierta comodidad; finamente, el claustro era también la única alternativa que proporcionaba a las mujeres solteras y viudas, cualquiera que fuera su pertenencia estamental, una adecuada manera de vivir.
Más información El tercer estado: unidad y diversidad
El grueso de la sociedad española del siglo XVII lo constituían los campesinos. A diferencia de los grupos privilegiados, estaban sujetos a impuestos directos y tenían que satisfacer el diezmo a la Iglesia y rentas señoriales en los lugares de señorío, todo lo cual representaba por término medio la mitad del producto de las cosechas y de los ganados, según fueran o no propietarios de sus tierras.
Más información Inquisición y sociedad
Desde el punto de vista institucional, la Inquisición comienza a debilitarse a partir del segundo tercio del siglo XVII, tal como se deduce de la disminución del número de familiares y del descenso de sus ingresos por confiscaciones, hasta el punto de que a veces determinados tribunales de distrito carecían del dinero necesario para pagar a sus empleados.
Más información El Santo Oficio pierde poder
La pérdida de poder del Santo Oficio se refleja en la actitud de los gobernantes respecto de sus privilegios, que tienden a ser suprimidos o recortados.
Más información El gobierno de la monarquía
La suprema potestad del soberano se manifiesta más en mandar que en ejecutar, y así el oficio de reinar consiste, como advierte Saavedra Fajardo, en valerse de los ministros y en dejarlos obrar, pero atendiendo a lo que obran con una dirección superior, más o menos inmediata o asistente en razón de la importancia de los negocios. De aquí, por tanto, que la Monarquía Hispánica, resultado de un pacto sellado de común acuerdo entre el rey y los reinos, requiera para ser gobernada de unas instituciones de gobierno centralizadas, unipersonales o colegiadas, que ejecuten las órdenes del soberano y que al mismo tiempo puedan asesorarlo en la toma de decisiones.
Más información Organos de consulta
Los Reyes Católicos, partiendo del Consejo Real de la época medieval, establecieron el sistema polisinodial en torno a tres grandes Consejos: el de Castilla (1480), el de Aragón (1494) y el del Santo Oficio (1483). Con Carlos Iy Felipe II este sistema de gobierno se irá completando y perfeccionando. De este modo, se desgajarán de los Consejos de Castilla y de Aragón los Consejos de Indias, de Italia y de Hacienda, así como la Cámara de Castilla, a la vez que se crearán nuevos Consejos tales que los de Estado, Guerra, Portugal y Flandes.
Más información Las Juntas
La variedad de asuntos tratados en los consejos y el volumen de información que pasaba por sus manos hacía prácticamente imposible que los negocios se despacharan con la prontitud deseada. Esto propició la creación de pequeños comités o Juntas, siempre temporales, cuya finalidad consistía en resolver las cuestiones más urgentes que se planteaban en los consejos sin necesidad de convocar o reunir a todos sus miembros, o que afectaban al conjunto de la Monarquía, facilitando así la tarea de gobierno.
Más información La figura del valido
Junto a los secretarios reales aparece en el siglo XVII la figura del valido o privado, como surge también en Inglaterra y en Francia. Este cargo político, que jamás fue institucionalizado y que debe su existencia a la confianza depositada por el rey en un individuo para que gobierne en su nombre, suscitó una viva polémica entre los tratadistas políticos desde el mismo instante de su aparición.
Más información Las Cortes y el Gobierno central
Junto a las instituciones de gobierno propias de la monarquía hay que señalar los órganos de representación de cada reino, en los que estaban presentes los distintos estamentos que formaban su tejido social.
Más información La Administración del territorio
En la Corona de Aragón, y por ausencia del monarca que estaba en Madrid, la máxima figura que le representaba era el virrey, al igual que en Navarra, Portugal, las Indias e Italia, salvo en Milán, donde había un gobernador, lo mismo que en los Países Bajos. En general, estos cargos fueron desempeñados por la aristocracia castellana, excepto en Portugal y en los Países Bajos, donde casi siempre hubo algún pariente de los Habsburgo.
Más información La burocracia
El sistema polisinodial generó, como era de suponer, un aumento del personal administrativo al servicio de la Corona. En parte por el derecho de patronazgo que ostentaba el monarca, pero también porque la complejidad de los asuntos tratados demandaba la creación de nuevos empleos a fin de agilizar el despacho de los negocios.
Más información El deterioro militar
En torno a 1630, el ejército de la Monarquía hispánica excedía, probablemente, los 170.000 soldados, disminuyendo desde entonces sus efectivos a causa, sin duda, del descenso de la población y de la escasez de dinero.
Más información El sistema financiero
La Monarquía hispánica disponía de enormes recursos financieros, pero los gastos ordinarios de la Casa Real, de la administración y del ejército eran considerables. En tiempos de Felipe III se calcula que el presupuesto anual oscilaba entre 8 y 10 millones de ducados, elevándose a 12 millones en el reinado de Felipe IV, cantidad que desciende a 8 millones en el de Carlos II.
Más información Política interior: crisis y reorganización de la monarquía
El reinao de los Austrias Menores se caracteriza, en lo interior, por la delegación del poder en la figura de los validos.
Más información El gobierno del duque de Lerma
El hecho mismo de la privanza supone a su vez una forma nueva de entender la relación entre el rey y los reinos, entre el rey y los vasallos, caracterizada por un mayor distanciamiento del monarca de los asuntos de gobierno, lo que suscitará en las oligarquías locales una menor identificación con las directrices de la Corona y en algunos casos, por consiguiente, su rechazo, como se pone de manifiesto en los conflictos políticos que se desencadenan durante la centuria, aunque con mayor virulencia en los años centrales, hasta el punto de que parece como si la Monarquía se fuera a desintegrar.
Más información Primeros años del reinado de Felipe IV
Erradicar la corrupción y satisfacer las demandas de los reinos van a ser los dos polos en torno a los cuales gire la política interior de Felipe IV y su valido, el conde-duque de Olivares, entre 1621 y 1626.
Más información El fracaso del reformismo de Olivares
Las reformas propuestas por Olivares finalizan en fracaso debido a las desavenencias surgidas con los diversos reinos que componían la Monarquía hispánica.
Más información La rebelión de los reinos
La política del Conde-Duque generó o agravó las disenciones existentes entre la Monarquía y los distintos reinos, produciéndose graves conflictos y revueltas en Cataluña, Portugal y Nápoles.
Más información El orden restaurado: la Monarquía de siempre
La restauración de la autoridad real en los reinos hispanos, que en Castilla da un paso adelante en las Cortes de 1649-1651 con la prórroga del servicio de veinticuatro millones de ducados en seis años más la paga de ocho mil soldados, culmina con la capitulación de Barcelona en el mes de octubre de 1652 ante las tropas de Juan José de Austria. El cansancio de la guerra, el alojamiento del ejército francés, tanto o más gravoso que el de los tercios españoles, la epidemia de peste en los años 1650-1651 y la certeza entre la clase gobernante de que el Principado sólo era un satélite bajo la autoridad de Luis XIII, condujeron a este desenlace con el que se ponía fin a doce años de combates.
Más información Regencia de Mariana de Austria y Junta de Gobierno
Regencia de Mariana de Austria y Junta de Gobierno
El testamento de Felipe IV, que excluía al duque de Medina de las Torres y a Juan José de Austria de la Junta de Gobierno, a pesar de sus merecimientos, desencadenó de inmediato una campaña de propaganda dirigida sobre todo contra el nuevo privado de la reina, el padre Nithard. Los esfuerzos de la regente por alejar de la Corte a Juan José de Austria, a quien en junio de 1667 se había autorizado a incorporarse al Consejo de Estado, resultaron vanos, pues su objetivo -y el de ciertos sectores de la nobleza que le apoyaban, lo mismo que muchas ciudades de Castilla- iba encaminado a gobernar la monarquía, no tanto por ambición personal como por estar convencido de que era la única persona capaz de implantar las reformas económicas y fiscales que venían demandándose.
Más información Reformismo económico y camarillas palaciegas
Las décadas finales del siglo XVII ofrecen un panorama muy distinto al de etapas anteriores, ya que en estos años se aprecia en los ministros la voluntad de acometer reformas, especialmente de carácter fiscal, que permitan restaurar la riqueza de los vasallos, porque, como representara a la regente Juan José de Austria en 1669, "es máxima muy errada suponer que hacen más ricos a los reyes la multiplicidad de las cargas de los vasallos".
Más información Nuevas revueltas campesinas
La declaración de la guerra por Francia en 1689 y la necesidad de recaudar un donativo, junto con la acción de agentes de Luis XIV, vuelven a desencadenar la rebelión de los campesinos -el movimiento se extiende entre Vilafranca del Penedés y la plana de Vic-, quienes de nuevo se dirigen a la Ciudad Condal para imponer sus demandas, aunque son dispersados y finalmente derrotados por el virrey, tras una serie de escaramuzas, con el apoyo de los consellers de Barcelona, que fueron recompensados en 1690 con el privilegio de mantener cubierta la cabeza en presencia del rey, privilegio que se les venía denegando desde las Cortes de 1632.
Más información Política exterior: de la grandeza a la decadencia
Desde el final de la fase bélica heredada de Felipe II hasta la Paz de Rijwick, en 1697, la Monarquía hispánica participa en todos los conflictos internacionales que se desarrollan en Europa, a menudo de manera decidida y firme, en ocasiones a remolque de las circunstancias internacionales, a veces también con desgana, sin ilusiones, como sucede a partir de la Paz de los Pirineos (1659), cuando España pierde la iniciativa militar y diplomática, que pasa a Francia, y se repliega en sí misma para poder remontar la crisis económica y financiera que sufre, recayendo desde entonces la defensa de sus posesiones europeas en Holanda, Inglaterra y el Emperador ante la falta de recursos propios.
Más información De la paz de Vervins a la tregua de Amberes
La supuesta política pactista desarrollada bajo el reinado de Felipe III obedece a causas externas -el creciente poder francés- e internas -la bancarrota económica española bajo el gobierno de Lerma. En este contexto se firma con Holanda la Tregua de Amberes en 1609.
Más información La Pax Hispánica
La Pax Hispanica preconizada por Felipe III y Lerma era un sistema demasiado frágil que exigía el constante desvelo de los diplomáticos para no provocar fisuras que lo desmoronaran. El desinterés de Inglaterra por inmiscuirse en los asuntos del continente, a pesar de los vínculos familiares que unían a Jacobo I Estuardo con el príncipe elector del Palatinado, opuesto a los Habsburgo de Viena, contribuyó a que el equilibrio entre las potencias no se alterase, como también incidió la pasividad de Francia, no obstante existir múltiples puntos de fricción con la Monarquía Hispánica y sus aliados, los duques de Saboya y de Lorena.
Más información Clarines de guerra en Madrid
La Pax Hispánica se rompe con la intervención de España en favor del Emperador Hasburgo, Fernando II, acosado por los calvinistas y la revuelta de sus territorios.
Más información España frente a Holanda
Los éxitos militares del Emperador y de España en vez de acallar los tambores de la guerra los hizo repicar con mayor fuerza si cabe. En 1621 expiraba la Tregua de Amberes y nadie confiaba en su renovación. Desde Bruselas los archiduques hicieron vivas instancias para que se prolongara, al menos por un corto período de tiempo, pero la facción de Zúñiga no estaba dispuesta a suscribir un acuerdo que implicaba la aceptación de las Provincias Unidas como estado soberano independiente de los Habsburgo. De momento, la confrontación hispano-holandesa se salda con la ocupación de Breda.
Más información Esperando la paz y no proponiéndola
El año 1625 resultó ser, desde cualquier punto de vista, un "annus mirabilis" para España. Sin embargo, el esfuerzo llevado a cabo originó el desgaste financiero de la Corona, en una coyuntura en la que la economía castellana estaba muy quebrantada y urgía la adopción de reformas económicas y fiscales.
Más información El rayo sueco
Las razones esgrimidas por Gustavo Adolfo de Suecia para declarar la guerra al Emperador (ultraje a su reputación, designio del Báltico de los Habsburgo, en connivencia con Polonia, y defensa de las libertades alemanas) no deben ocultar los auténticos objetivos de su política exterior: obtener posiciones privilegiadas en el Báltico e impedir que la autoridad del Emperador se imponga sobre los príncipes alemanes, formando un Estado poderoso y unido, no atomizado en un sin número de pequeñas entidades políticas.
Más información La derrota de los Habsburgo
Con la Paz de Westfalia finaliza la guerra en Europa, tolerándose en cada Estado el culto privado de las minorías religiosas que existían antes de 1624, pero también el poder del Emperador, pues los electores salen fortalecidos, sobre todo los de Sajonia y Brandemburgo, que amplían sus territorios, mientras Suecia y Francia se afianzan en Alemania: la primera, ocupando parte de la Pomerania; la segunda, apoderándose de Alsacia y del control de los corredores que unían las posesiones españolas de Italia y los Países Bajos. Por otra parte, en el Tratado de Münster, suscrito entre Madrid y La Haya, Felipe IV reconoce la soberanía e independencia de las Provincias Unidas.
Más información España y Francia, dos potencias irreconciliables
Para España, el año 1652 fue un segundo annus mirabilis, pues sus ejércitos consiguieron evitar la disolución de la Monarquía y establecer las bases para negociar con Francia la firma de una paz honrosa, máxime cuando poco después los franceses caen derrotados en Pavía (1655) y Valenciennes (1656). De hecho, Mazarino se ve precisado a iniciar conversaciones con España, alcanzándose el compromiso de que si Luis XIV no se aliaba con Inglaterra y retiraba su apoyo a Portugal, se le entregaría la Cerdaña, el Rosellón y varias ciudades del Artois, y se concedería a los mercaderes franceses condiciones favorables en el comercio español. A pesar de tales acuerdos, las negociaciones no prosperaron por la negativa del monarca francés a perdonar a Condé, que se había revelado contra su autoridad, y porque Felipe IV no deseaba desposar a su hija María Teresa con Luis XIV, requisito exigido por Francia para reforzar la paz,
Más información Guerra de Devolución y pugna franco-holandesa
En 1667 comienza un nuevo enfrentamiento hispano-francés, provocado por el deseo de Luis XIV de apropiarse los Países Bajos -o al menos una parte- con el pretexto de no haber recibido la dote de su esposa María Teresa. De este modo, y aprovechándose tanto del distanciamiento entre Madrid y Viena, como del conflicto anglo-holandés por el dominio de los mares, lo que privaba a Madrid del auxilio de dos poderosos aliados, el monarca francés rompe las hostilidades, en un momento además de gran inestabilidad en el interior de la monarquía a raíz del enfrentamiento de Juan José de Austria con el padre Nithard: se inicia así la llamada Guerra de Devolución.
Más información Auge francés, ocaso español: hacia el nuevo siglo
El testamento de Carlos II supone un motivo de fricción para el conjunto de Europa. Austria -Leopoldo I- y Francia -Luis XIV- desean imponer al heredero -el archiduque Carlos y el duque de Anjou, respectivamente. España, paradójicamente, poco o nada tendrá que decir en la disputa, que ocasionará la Guerra de Sucesión con la que se marca el inicio de la dinastía de los Borbones.
Más información La cultura del Siglo de Oro
El concepto y cronología del Siglo de Oro ha sido muy discutido en España. Hoy se sitúa cronológicamente el Siglo de Oro entre 1519 y 1648, aunque los límites finales son borrosos.
Más información Interpretaciones de las culturas del Siglo de Oro
Las interpretaciones que la historiografía ha hecho de la cultura del Siglo de Oro han aplicado criterios quizá excesivamente unilaterales. El criterio biológico-religioso estuvo presente en la polémica Américo Castro-Sánchez Albornoz. La tesis de Castro rastreando señas de identidad de los conversos en la literatura española de los siglos XV, XVI y XVII a través de indicadores discutibles (la concepción crítica del sistema de valores nacional católico establecido, el vivir desviviéndose, la busca de la fama, el miedo a la Inquisición, la frecuente invocación a la Santa Trinidad, una concepción casticista...) ha recibido muchas críticas (Sánchez Albornoz, Asensio, Otis Green), pero también ha suscitado entusiastas adhesiones (Gilman, Sicroff, Araya, R. Lida, Rodríguez Puértolas, C. Guillén).
Más información La periodización
El siglo XVII se ha fragmentado también en tres etapas. La primera podría extenderse hasta 1630; sería la generación del Quijote y el pícaro-reformador (Guzmán de Alfarache), la generación melancólica del desencanto y la denuncia crítica; la segunda llegaría hasta 1680 y cubriría los años de la sima de la crisis y la decadencia, la politización literaria y la confrontación entre los intelectuales orgánicos y los críticos; la tercera, en las últimas décadas del siglo, iría marcada por la generación de los novatores, del final del túnel de la crisis.
Más información Sociología de la cultura española
Noél Salomon en 1972 estableció tres tipos de escritores en la España del Siglo de Oro: 1) Los escritores aristócratas, para quienes tomar la pluma es un arte noble del espíritu, un lujo en su existencia social palaciega. Tal es el caso del marqués de Santillana o Garcilaso de la Vega. 2) Los escritores artesanos, para quienes escribir es una profesión, una actividad para ganar el pan cotidiano. Entran en esta condición los juglares medievales, los poetas maestros de capilla (Juan de la Encina, Lucas Fernández) y los poetas secretarios capellanes del tipo Lope de Vega hacia 1600. Unos y otros viven de la pluma a la sombra del roble señorial. 3) Escritores de mercado. El ejemplo más expresivo es Lope de Vega después de 1610. El teatro fue para él un importante medio de vida. Por una comedia cobraba poco más de 300 reales.
Más información Los autores
La fuente que registra los escritores españoles en los siglos XVI y XVII es la Biblioteca Hispana Nova de Nicolás Antonio (1617-1684), que abarca toda la producción literaria hispano-portuguesa de 1500 a 1684. El 32,87 por ciento de estos científicos fueron médicos y cirujanos, a los que siguen los clérigos (18,70%), profesores minoritarios de artes (6,29%), marinos (5,59%), militares (4,02%) y cosmógrafos (3,67%).
Más información Cultura popular vs. cultura sabia
La gran cuestión múltiples veces discutida por los historiadores, y todavía no resuelta, es la de la relación entre cultura popular y cultura sabia. P. Burke diseñó tres tiempos en esta relación. El siglo XVI sería el siglo de la plenitud de la cultura popular europea, con una indudable seducción de la cultura sabia por la cultura popular. El siglo XVII contemplaría la gran ofensiva de la cultura sabia que se proyecta verticalmente hacia abajo e impone sus pautas de conducta. El siglo XVIII sería el del divorcio de las dos culturas con un segregacionismo progresivo de ambas.La realidad es que resulta difícil distinguir en la España del Siglo de Oro lo que es cultura popular de lo que es cultura sabia.
Más información El pensamiento del Siglo de Oro
La figura que contribuye decisivamente a la presencia del Renacimiento en España es el cardenal Cisneros. Lo que constituye la cumbre de la reforma cisneriana es la fundación de la Universidad de Alcalá, cuna y vivero de espiritualidad. En 1498 comenzaron los trabajos, al cuidado del arquitecto Pedro Gumiel, y diez años después, en 1509, se dictaban las primeras lecciones. Por las aulas de Alcalá pasó la plana mayor del humanismo español. Unos como profesores: Nebrija y Alonso de Herrera en retórica, santo Tomás de Villanueva y Sancho Carranza de Miranda en lógica y filosofía natural, Alfonso de Zamora en la cátedra de hebreo, Hernán Nuñez y Juan Vergara en la de griego.
Más información El pensamiento religioso
Fruto conjunto de la Universidad Complutense y del interés de Cisneros por los estudios bíblicos fue la Biblia Políglota en hebreo, griego y latín. Comprende seis tomos: los cuatro primeros se refieren al Antiguo Testamento; el quinto al Nuevo Testamento y el sexto incluye sendos vocabularios hebreo y caldeo, un diccionario latino-hebraico y una gramática hebrea.
Más información El erasmismo
La proyección histórica del erasmismo en España fue más trascendente que la propia labor de sus discípulos directos (Luis Vives, los hermanos Juan y Alfonso de Valdés). El erasmismo deja sentir su influencia desde la teología cristológica de fray Luis de León, fray Luis de Granada, Juan de Avila o Alejo de Venegas a la exaltación de la dignidad del hombre que llevaron a cabo Fernán Pérez de Oliva autor del Diálogo sobre la dignidad del hombre- y Francisco Cervantes de Salazar, pasando por la obra científica de los médicos-filósofos como Juan Huarte de San Juan, Miguel Sabuco y Francisco Vallés o la producción literaria.
Más información El antierasmismo
El antierasmismo empezó muy pronto en España. La política antierasmista surgió en 1519 y comenzó en la Universidad de Alcalá. La gran ocasión de denunciar a Erasmo como perturbador del orden establecido la promovieron las órdenes mendicantes en la congregación de Valladolid de 1527.
Más información La Contrarreforma
El Concilio de Trento, además de la fijación de todo el dogma católico frente a las herejías protestantes, supuso la imposición de un rearme ideológico y moral de la sociedad. Los Manuales de confesiones de Martín de Azpilicueta o de Jaime de Corella, por citar sólo algunos de los más conocidos, son testimonios de esta decidida voluntad eclesiástica de controlar severamente las conciencias.
Más información Ante la brujería
La ambigüedad ante la religión popular la refleja también la Iglesia respecto a la brujería. En este terreno la intelectualidad española dominante asumió los viejos principios formulados por santo Tomás en el siglo XII de que "las brujas realmente van", que propiciarán las actitudes de Nicolau Eymeric (siglo XIV), y ya en el siglo XVI, las obras de Castañega, Ciruelo o Martín del Río. En contraposición, tampoco faltaron los postulados racionalistas que defendían que las brujas "van" imaginariamente, como lo sostenían Pere Gil, Pedro de Valencia y el inquisidor Salazar Frías.
Más información El pensamiento político
El pensamiento político
En el siglo XVI, el régimen polisinodial de consejos recibió fuertes refrendos por parte de intelectuales como Furió Ceriol en Consejo y Consejeros del Príncipe (1559) y Bartolomé Felipe en una obra homónima a la anterior (1584). La praxis política del reinado de Felipe II no recibió glosas unánimes. Ahí están como testimonio los reparos de Arias Montano a la labor española en Flandes, las críticas del padre Rivadeneyra a la anexión de Portugal o la actitud ante el problema morisco de gente como Pedro de Valencia o el padre Sobrino, por citar sólo algunas de las plumas que se cuestionaron la salida represiva de la expulsión de los moriscos.
Más información El pensamiento económico
El pensamiento económico español se desarrolla a partir de la segunda mitad del siglo XVI, en buena parte como consecuencia del descubrimiento de América y el eco que este acontecimiento suscitó. Destacan autores como Luis Ortiz, Martín de Azpilicueta, Fray Tomás de Mercado, Pérez de Herrera, Martín González de Cellorigo y Sancho de Moncada.
Más información El pensamiento científico
El pensamiento científico español del Siglo de Oro cuenta con importantes figuras, como Pedro Sánchez Ciruelo, Abraham Zacuto, Juan de Aguilera, Francisco Vallés, Diego Pérez de Mesa, Pedro Simón Abril, Elio Antonio de Nebrija, Miguel Servet, Pedro Esquivel, Juan González de Mendoza, Luis Mármol Carvajal, Juan de Celaya, Francisco de Toledo, Domingo de Soto, José de Acosta, Juan de Valverde, Andrés Laguna...
Más información La ciencia del XVII
España, a lo largo del siglo XVII, no participó en ninguna de las primeras manifestaciones maduras de la ciencia moderna. No obstante, encontramos figuras como Antonio Ponce de Santa Cruz, Benito Daza Valdés, Juan de la Torre y Valcárcel, Matías García, Juan Caramuel, José Zaragoza, Juan Muñoz y Peralta, Crisóstomo Martínez, Juan Bautista Juanini,...
Más información La literatura del Siglo de Oro
Uno de los géneros de mayor predicamento en la prosa española de la primera mitad del siglo XVI fue el de las misceláneas de divulgación científica e histórica. Grandes representantes de este tipo de literatura fueron fray Antonio de Guevara y Pedro Mexía.
Más información La novela
La novela es uno de los baluartes del Siglo de Oro español. Encontramos figuras como García Rodríguez de Montalvo, Gil Polo, Jorge de Montemayor, Juan Martí, Mateo Alemán, Francisco Gómez de Quevedo y Villegas, Cervantes, Vicente Espinel,...
Más información La poesía y la literatura espiritual
La poesía y la literatura espiritual son géneros que cuentan con algunas de las principales figuras de la literatura universal: sor Juana Inés de la Cruz, Garcilaso de la Vega, Boscán, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, Góngora, Lope, Quevedo...
Más información El teatro
El teatro del Siglo de Oro español cuenta con figuras como Juan del Encina, Gil Vicente, Bartolomé Torres Naharro, Lope de Vega, Lope de Rueda, Cervantes, Guillén de Castro y Bellvís, Mira de Amescua, Tirso de Molina o Calderón de la Barca.
Más información La prosa de ideas
Los mejores representantes de la prosa de ideas en el Siglo de Oro español fueron Quevedo y Gracián.
Más información Las artes en el Siglo de Oro
Las artes en el Siglo de Oro se desarrollan entre un doble modelo: Italia y Flandes. Italia se convertirá en paradigma de lo moderno frente a las formas medievales. Pedro Berruguete viajará a Urbino y entrará en contacto con la corte de Federico de Montefeltro. Hernando Llanos y Hernando Yáñez de la Almedina fueron influidos por Leonardo da Vinci. Juan de Borgoña estuvo en el taller de Ghirlandaio. Rafael influyó decisivamente en Juan de Juanes. Pintores como Pedro de Machuca, Luis de Vargas, Gaspar Becerra, Pedro Rubiales, Navarrete el Mudo...
Más información El artesano pintor
Los pintores, agrupados en gremios, con talleres de empresa artesanal y familiar, con una organización aún medieval y una posición pecuniaria mediocre, tenían que vérselas con unos clientes o mandatarios que no les concedían una consideración social semejante a la que ya tenían los artistas en Italia o en Francia. Sólo los pintores de cámara y en especial Velázquez pudieron escapar, en gran parte, a una situación precaria de trabajo propia de una sociedad estamental, sin movilidad de clases y con lentas reacciones estructurales.
Más información El Renacimiento artístico
El Renacimiento artístico cuenta en España con figuras como Enrique Egas, Juan de Alava, Juan Guas, Diego de Silóe, Andrés de Vandelvira, Pedro de Machuca, Gil de Hontañón, Simón de Colonia, Doménico Fancelli, Bartolomé Ordóñez, Damián Forment, Pompeyo Leoni, Juan de Juni, Alonso Berruguete, Hernando Yáñez de Almedina, Hernando Llanos, Vicente Juan Masip, Juan de Juanes, Juan de Herrera, Pedro de Rubiales, Alonso Berruguete, Gaspar Becerra, Pedro de Campaña...
Más información El Barroco
El Barroco cuenta en España con figuras como Juan Gómez de Mora, Alonso Cano, Leonardo de Figueroa, Juan Bautista Pérez, Gregorio Hernández, Juan Martínez Montañés, Juan de Mesa, Pedro Roldán, Luisa Roldán, llamada La Roldana, Pedro de Mena, Francisco Ribalta, José de Ribera,...
Más información Zurbarán, Velázquez y Murillo
Las figuras principales de este periodo son Francisco de Zurbarán, Bartolomé Esteban Murillo y, por encima de todos, Diego de Silva Velázquez, autor de obras impresionantes como El aguador, Vieja friendo huevos, La fragua de Vulcano, Triunfo de Baco, La Venus del espejo, Las meninas, Las hilanderas,...
Más información Los medios de difusión de la cultura
En la primera mitad del siglo XVI la coyuntura, según Bennassar, fue muy favorable para la producción de libros. Christian Peligry escribe: "Los Reyes Católicos, llenos de asombro ante el nuevo arte de la imprenta, promulgaron en 1480 una ley sobre los libros en la que se planteaba una amplia libertad". Esta libertad permaneció prácticamente intacta hasta la Pragmática de 1558. Simultáneamente, el crecimiento de la economía y el de la Universidad incrementaban fuertemente la demanda.
Más información Producción editorial
La presencia del libro impreso parece haberse producido entre aquellos grupos que ya de por sí estaban familiarizados con la literatura escrita, y muy especialmente entre aquellos grupos que observaron en él criterios de utilidad práctica: profesiones liberales como los juristas o médicos, clero...
Más información La circulación y distribución del libro
La industria editorial en España, según Jaime Moll, fue pequeña, muy dispersa geográficamente y con un mercado reducido. Pocos autores pudieron pagarse los gastos de edición de un libro. En algunos casos un protector del escritor podía financiar la edición. Lo más frecuente fue la figura del librero-editor. La obra de Nebrija se vincula al editor Guillem Brocar y las ediciones erasmistas a Eguía.
Más información La cuestión lingüística
El latín fue, ciertamente, en el siglo XVI el vehículo de las grandes especulaciones doctrinales o filosóficas de la información científica y, de hecho, la lengua del pensamiento erasmista. A lo largo del siglo XVI, sin embargo, el latín va a ir degenerándose en la vacua orfebrería ciceroniana o en la trivial curiosidad de los pedantes o aspirantes a cultos. Paralelamente, las lenguas nacionales demuestran su viabilidad literaria, al tiempo que surgen las defensas de estas lenguas (Pietro Bembo, Joao de Barros o Joachim du Bellay).
Más información Alfabetización y consumo cultural
Bartolomé Bennassar ha realizado una encuesta sobre la alfabetización que cubre Galicia, la zona cantábrica, Castilla la Vieja, la región de Toledo, la Alta Andalucía, Cádiz y Madrid. Sus conclusiones son optimistas, ya que homologan la situación cultural de España a la de los países de la Europa Occidental de su tiempo. El clero, desde luego, era un estamento cuyos miembros sabían leer y escribir en una proporción del 90 al 95 por ciento. Los hombres de la nobleza sabían leer en una proporción del 90 al 95 por ciento. Sus mujeres sabían leer en su mayoría, pero no escribir. Letrados y grandes comerciantes sabían leer y escribir en su totalidad: sus mujeres estaban alfabetizadas sólo parcialmente. Artesanos, pequeños comerciantes y labradores sabían leer y escribir en proporciones que oscilan entre la tercera parte y la mitad. Los jornaleros y los peones serían casi todos analfabetos.
Más información La Inquisición y la cultura
La beligerancia inquisitorial se ejerció legalmente siempre sobre el libro ya publicado. Naturalmente, para ejercer la praxis prohibitiva hacía falta la previa elaboración del código de lo legible a través de los famosos Indices de libros prohibidos: dos para el siglo XVI, el de Valdés de 1559 y el de Quiroga de 1583; cuatro en el siglo XVII, los de Sandoval y Rojas, de 1612-14, Zapata de 1628-32 y Sotomayor de 1640 y 1667.
Más información La educación
Las Universidades del Antiguo Régimen siempre han tenido mala prensa. Los testimonio de los estudiantes que las vieron fueron poco halagadores: de un Luis Vives en Valencia a un Cervantes en Salamanca, pasando por el Mateo Alemán de Alcalá. El siglo XVI es, pese a ello, un siglo de patente explosión en la vida universitaria. Veinticuatro nuevos centros universitarios de 1500 a 1600 vinieron a sumarse a los doce ya existentes.
Más información La América colonial
La América colonial posee características específicas, derivadas de la conjunción presencia europea con la propia dinámica interior. Estos rasgos se manifiestan en aspectos tales coomo su población, economía, sociedad, instituciones o cultura.
Más información La población en la América colonial
"Interrumpida por la conquista la obra natural y majestuosa de la civilización americana, se creó con el advenimiento de los europeos un pueblo extraño, no español, porque la savia nueva rechaza el cuerpo viejo; no indígena, porque se ha sufrido la ingerencia de una civilización devastadora, dos palabras que, siendo un antagonismo, constituyen un proceso; se creó un pueblo mestizo" (José Martí, Los Códigos Nuevos, 1877). Es una hermosa forma de expresar una, quizá la principal, consecuencia de la colonización española de América: la nueva configuración étnica que resultará del intenso proceso de mezcla de pueblos pertenecientes a tres grandes troncos raciales (mongoloide, caucásico y negroide, según su orden de llegada al continente) que durante miles de años habían vivido aislados.
Más información El despoblamiento indígena
La conquista española desencadenó una catástrofe demográfica sin precedentes en la historia de la humanidad: la población indígena disminuyó drásticamente en los años inmediatos al contacto y siguió haciéndolo durante mucho tiempo. Aceptado este hecho como indudable, se discute sin embargo sobre su magnitud, pues ésta dependerá de la respuesta que demos a una pregunta clave: ¿cuántos habitantes tenía América en 1492?
Más información Las causas de la catástrofe
No sabemos con exactitud cuánto, pero sí sabemos por qué disminuyó la población indígena, aunque tampoco sea posible valorar con precisión lo que cada una de las causas conocidas representa en el fenómeno global: la violencia o brutalidad de los españoles, la explotación laboral, el impacto psicológico, las enfermedades epidémicas, etc.
Más información El poblamiento hispánico
La nación dominante vio enseguida la relación entre poblamiento y dominio: los 1.200 hombres que en 1493 van con Colón a La Española y las 2.500 personas que en 1502 llegaron con el gobernador Ovando y que constituyen el núcleo colonizador inicial, son las primeras manifestaciones de una política oficial poblacionista cuyo rasgo característico es la autolímitación basada en criterios políticos y religiosos que buscan proteger la exclusividad española frente a otros países, y al mismo tiempo asegurar la integridad ideológica en las tierras conquistadas.
Más información La importación de negros
Dado que en España existía la esclavitud, los primeros negros que llegaron a América iban acompañando a sus amos españoles, a cuyo servicio participaron en la Conquista. Sin embargo, pronto se emprenderá su introducción sistemática, concebida como solución frente al hundimiento demográfico indígena cuando éste era ya un hecho, lo que invalida supuestas interpretaciones "humanitarias" que relacionan el comienzo del tráfico negrero con la política proteccionista de los indios. Los esclavos negros no vinieron a reemplazar a los indios (como Las Casas propuso en algún momento para luego arrepentirse), sino más bien a sucederlos porque los negros sólo son llevados allí donde no hay otra fuerza de trabajo y sí una actividad económica que justifica la inversión.
Más información La raza mestiza
El mestizaje no es un rasgo exclusivo de la colonización española, pero sí es su característica fundamental y un fenómeno muy complejo y de difícil estudio porque, además del cruce biológico, tiene importantes connotaciones culturales. Las principales categorías fueron la de mestizo, que define la mezcla entre español e indio, la de mulato o mezcla entre negro y español, y con menor importancia, la de zambo, mezcla entre indio y negro. Entre ellas, una infinita cantidad de categorías intermedias para definir grados sutiles de mezclas, que llegan a su apogeo a fines del siglo XVIII y recibirán nombres pintorescos y burlones: torna atrás, tente en el aire, ahí te estás, coyote, albino, castizo, tercerón, cuarterón, quinterón. Estos grupos étnicos y las otras mezclas son englobados bajo el concepto de castas, término que en realidad incluía a todos los que no fueran españoles o indios.
Más información La economía colonial
El proceso poblacional que siguió a la exploración y conquista es la base de la configuración del sistema económico colonial, en el que se articulan factores como el trabajo, la tierra, la producción agrícola, minera e industrial y su comercialización, y, de otro lado, las exigencias fiscales y la capacidad industrial de la metrópoli.
Más información La minería de metales preciosos
La minería de metales preciosos
La rapidez de la penetración española en América tuvo una causa fundamental: la esperanza de encontrar oro. Y muy pronto se encontrará, aunque habrá más plata que oro. Agotados los placeres auríferos de las islas, ya en la década de 1530 se descubren minas de plata cerca de la ciudad de México y en Taxco, y yacimientos auríferos en el interior de Nueva Granada. Pero será en la década de 1540 cuando se produzcan los hallazgos más espectaculares: en 1545 y 1546 se encuentran las riquísimas minas de plata de Potosí (en el Alto Perú, hoy Bolivia) y Zacatecas (México).
Más información La agricultura americana
Pese a la espectacularidad de las cifras de producción minera, y pese a que la situación colonial condujo a que esa fuera la principal especialización económica de las Indias, la economía americana siguió siendo, como antes de la llegada de los españoles, fundamentalmente agraria, aunque conocerá importantes transformaciones.
Más información La industria colonial
Considerando el limitado desarrollo industrial de la metrópoli, no cabía esperar que en las colonias fuera éste un sector en auge. Y en efecto no lo fue, en parte debido a la propia política española, que no mostró ningún interés en fomentar la expansión industrial indiana, más bien al contrario, de acuerdo con los principios mercantilistas se procuró obstaculizarla en la medida en que podía suponer competencia para la metrópoli. Pero tampoco los propios españoles americanos se interesaron por acometer actividades de este tipo, se ha dicho que por considerarlas poco acordes con la mentalidad caballeresca imperante, y quizá también por la atracción ejercida sobre el emigrante por el sector minero, con su posibilidad de riqueza inmediata.
Más información El monopolio comercial
Si la minería es el motor de la economía indiana, el comercio es el mecanismo que pone en marcha ese motor. Durante más de tres siglos la conexión entre España y América se hizo a través de la llamada carrera de Indias, inspirada en un principio u obsesión: el monopolio. Para garantizarlo se establecen diversos mecanismos: control oficial, colaboración privada, puerto único, navegación protegida. En 1503 se funda en Sevilla la Casa de la Contratación, la primera institución creada para defender el monopolio y regir los asuntos americanos, entendidos todavía sólo como asuntos comerciales.
Más información La sociedad indiana
Desde el punto de vista de la estructura social, la variedad regional americana es de tal calibre que casi habría que advertir que sólo por inercia seguimos hablando de la sociedad indiana como un todo y no de las diferentes sociedades indianas, sustentadas en las diversas situaciones demográficas y económicas del continente. Sin embargo, a modo de síntesis, sí es posible señalar algunos patrones generales de la organización social indiana, que en esencia son los que marcan dos grupos muy diferentes o dos subsociedades interrelacionadas: el mundo español y el mundo indígena. Junto a ellos crece el mundo mestizo, de diferentes colores.
Más información Estratificación social
El esquema global de la sociedad tipo configurada en las Indias podría hacerse a base de estos grandes sectores: superior o elite, medio o pueblo llano, inferior o plebe y esclavos.
Más información Señores de indios
La principal riqueza que los españoles encontraron en América -y la única en muchos lugares y durante mucho tiempo- fueron sus habitantes, y enseguida procedieron a tomar posesión de ella, tras efectuar los correspondientes repartos de acuerdo con los méritos de cada uno. El repartimiento o distribución de la mano de obra indígena entre los españoles comenzó de modo espontáneo y automático, y hacia 1503 aparece el término encomienda (que va a prevalecer a partir de las Leyes de Burgos de 1512) para designar esencialmente la misma cosa, aunque con el matiz de implicar la responsabilidad del encomendero hacia los indios que quedaban "encomendados" a su cuidado; a cambio de la protección del señor, los indios debían entregarle sus tributos y su trabajo o servicio personal.
Más información La república de los indios
Los indios son vasallos de la Corona, no extranjeros o enemigos (como ocurrirá en otras colonizaciones) sino súbditos a los que se pretende integrar en el sistema hispánico, estableciéndose incluso la obligatoriedad del pago del tributo como reconocimiento de su vasallaje. Pero al mismo tiempo que se declara formalmente que como tales súbditos son libres e iguales a los españoles -aunque éstos no pagan tributos-, se reconoce su situación de inferioridad legal y práctica, contradicción que se trata de resolver mediante la adopción de una política proteccionista, de subordinación y aculturación, con medidas tutelares sobre una población considerada en permanente minoría de edad.
Más información La resistencia indígena
Los pueblos indios, pese a la profunda y duradera destrucción provocada por la conquista y pese al intenso proceso de aculturación a que se les somete, conservan cierta capacidad de resistencia y desde el inicio de la colonización expresan su protesta y su rechazo a la dominación colonial. Los más sonados episodios de rebeldía son los de Juan Santos Atahualpa, Túpac Amaru y Túpac Catari.
Más información La administración colonial
Tratándose de un Imperio mercantilista, la prioridad de las relaciones económicas se manifiesta en la organización institucional, de ahí que el primer órgano creado fuera la Casa de la Contratación (1503), anterior en bastantes años a los primeros organismos de gobierno implantados tanto en América como en la propia metrópoli. Durante casi tres décadas toda la estructura institucional de las nuevas tierras se redujo a nombramientos unipersonales, ya sea con título de virrey (Colón, 1493) o gobernador (Bobadilla, 1499; Ovando, 1502), pues hasta 1511 no se estableció en América el primer órgano colegiado, la Audiencia de Santo Domingo.
Más información El Consejo de Indias
Un eclesiástico, Juan Rodríguez de Fonseca, será durante 30 años (1493-1523) la máxima autoridad para los asuntos indianos, primero como asesor y persona de confianza de los Reyes Católicos y luego como consejero de Castilla (1504), institución a la que inicialmente correspondía la jurisdicción sobre las nuevas tierras y en la que Fonseca presidió una junta de tres miembros que desde 1519 los documentos citan como los del "Consejo que entienden en las cosas de Indias". A partir de esta junta se forma el Consejo de Indias, cuya creación oficial como organismo independiente del de Castilla se produce en 1523, aunque hasta el año siguiente no se nombra presidente, retraso debido a la enfermedad y muerte de Fonseca, quien sin duda estaba destinado a presidirlo.
Más información La Casa de la Contratación
Gran organismo metropolitano para los asuntos de Indias, creado veinte años antes que el Consejo de Indias, fue la Casa de la Contratación, cuya primera sede se estableció en un almacén de las atarazanas de Sevilla (pues al principio la Casa era poco más que un almacén para depositar el dinero y bienes que llegaban de las Indias), pasando luego a unas dependencias contiguas a los Reales Alcázares, donde radicará hasta su traslado a Cádiz en 1717.
Más información Las instituciones en América
Vireinatos, Audiencias, Gobernaciones, etc. fueron instituciones implantadas por los españoles en América para organizar sus dominios en ultramar.
Más información La revolución administrativa del XVIII
Después de más de un siglo de venta de oficios, a comienzos del XVIII la mayor parte de la administración colonial estaba en manos de la elite criolla, de manera que las Indias habían alcanzado un nivel de autonomía que se ha descrito como de autogobierno a la orden del rey (Elliott). El programa reformista borbóníco, que en América pretendió esencialmente aumentar la productividad económica para revertir los beneficios en lograr la prosperidad de la metrópoli, necesitaba por lo tanto reconstruir la máquina del Estado y controlar la administración colonial. Para ello se utilizarían dos instrumentos: una burocracia profesional y un ejército permanente.
Más información La Iglesia en América
Si la burocracia fue uno de los pilares del Imperio español, el otro fue la Iglesia, cuya estrecha colaboración y alianza con el Estado se configura como una simbiosis que conduce al mutuo reforzamiento, aunque siempre bajo control estatal.
Más información Organización eclesiástica
El funcionamiento institucional de la Iglesia se hace a través de los obispados, que se van configurando en paralelo con la estructura administrativa y provincial. Ya en 1504 se crea la primera diócesis, la de Santo Domingo, y en 1513 la primera del continente, Santa María de la Antigua del Darién (luego trasladada a Panamá). A partir de ahí, un proceso similar en su rapidez al del avance de la conquista hace que en 1550 ya existan 22 obispados en las Indias -casi la mitad de los que llegará a haber en toda la época colonial-, estableciéndose todavía nueve más en la segunda mitad del siglo XVI.
Más información Evangelización de frontera
A medida que los religiosos son desplazados de sus doctrinas de indios, convertidas en parroquias, se van ellos mismos desplazando hacia áreas más alejadas, hacia las misiones, en las fronteras de la colonización. Destaca especialmente la expansión franciscana por la Alta California (San Francisco, Los Angeles), protagonizada por fray Junípero Serra.
Más información La cultura criolla
El primer objetivo cultural de la Corona española en América fue la asimilación de los indios, y ésta fue encomendada a los religiosos, convertidos así en educadores que junto con la doctrina enseñaban instrucción primaria. Los principales destinatarios fueron los miembros de la nobleza indígena, para quienes en el siglo XVI se crearon colegios especiales. Algunos ensayos fueron particularmente interesantes, como el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, fundado en 1536 por el obispo fray Juan de Zumárraga en la ciudad de México, que llegó a tener más mil indígenas como alumnos internos, que aprendían latín y todo cuanto se enseñaba en los colegios aristocráticos de España.
Más información Exaltación de lo americano
La sociedad indiana produjo su propia literatura, que Lafaye propone considerar en varias etapas. La primera, correspondiente a la fundación de la sociedad colonial, se caracteriza por las crónicas y epopeyas, inventarios sobre naturaleza y libros sobre el mundo prehispánico. En la primera mitad del siglo XVII aparecen libros que exaltan las nuevas realidades indianas (por ejemplo, Grandeza mexicana, del padre Bernardo Balbuena), para enseguida dar paso a la era del barroco, desde mediados del XVII, con figuras como Carlos Sigüenza y Góngora (que en 1693 publicó el primer periódico americano, el Mercurio Volante), Sor Juana Inés de la Cruz o Pedro de Peralta y Barnuevo.
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