Bruma matinal en la montaña
Datos principales
Autor
Fecha
1808
Estilo
Material
Dimensiones
71 x 104 cm.
Museo
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Al igual que el Altar de Tetschen , representa una cruz en la montaña. Sin embargo, Friedrich ha introducido significativas modificaciones. El crucifijo es apenas visible. Apenas el cielo abierto entre las nubes, con su azul en la distancia, rodea y enmarca el crucifijo de forma que sea apreciable. La montaña procede, casi con seguridad, de una serie de dibujos realizados en la llamada Suiza Sajona, es decir, la zona montañosa en torno a Schandau, los Elbsandsteingebirge, de los cuales no nos ha llegado ninguno. Las rocas de la derecha de la cruz se relacionan con el dibujo de 1799 que el artista empleó para el primer término del Amanecer en el Riesengebirge . Unas formaciones rocosas similares aparecen en el Caminante sobre el mar de niebla . De hecho, se ha asimilado la pirámide rocosa de este cuadro con un dibujo sin fecha realizado en el Elbsandsteingebirge llamado Campos de piedra cerca de Rathen. Como en otras muchas obras, todo aparece sumergido por la niebla. Los abetos sobresalen del mar brumoso bajo la luz de la mañana. La niebla sugería a Friedrich el amanecer, las primeras luces, cuando las formas comienzan paulatinamente a adquirir su propia individualidad. Como en Niebla , la bruma y las nubes forman un muro impenetrable. Si la Vista del valle del Elba entronca con el redescubrimiento del paisaje montañoso en el siglo XVIII y la acuñación del concepto de lo "sublime" en la naturaleza, esta obra supone la ruptura total con el concepto clásico, poussiniano , de paisaje, y esto fue lo que escandalizó a sus contemporáneos.
Si en Poussin todo invita a adentrarnos en la naturaleza, y una sutil gradación lleva nuestra vista hacia la distancia, ya en la Vista del valle del Elba la visión se halla bloqueada por la roca, aunque abierta más allá. Pero tras la montaña que se alza aquí ante nosotros, ya no hay nada. Asimismo, no hay gradación; es aire lo que se representa, por lo que el lienzo constituye un solitario plano medio: faltan el primero y el último planos. Es como si el espectador se situara dentro del aire, sin un punto de vista concreto. No hay referencias para calcular distancias, lejanía o proximidad. Es lo que se ha llamado "el horror placentero". ¿Qué simboliza, pues, esta obra? Se ha referido a Cristo, que abre el cielo a los hombres, representados por los abetos. La cumbre tripartita simbolizaría la Trinidad. Sería, pues, un cuadro de devoción. Como Kosegarten, Friedrich compartía la visión de Dios en la naturaleza que postulaba el pietismo luterano. Fue hallado en 1941 en el depósito del castillo de Heidecksburg en Turingia, en la ciudad de Rudolstadt, a orillas del Saale. Allí figuraba como obra anónima como "Paisaje del valle del Schwarza".
Si en Poussin todo invita a adentrarnos en la naturaleza, y una sutil gradación lleva nuestra vista hacia la distancia, ya en la Vista del valle del Elba la visión se halla bloqueada por la roca, aunque abierta más allá. Pero tras la montaña que se alza aquí ante nosotros, ya no hay nada. Asimismo, no hay gradación; es aire lo que se representa, por lo que el lienzo constituye un solitario plano medio: faltan el primero y el último planos. Es como si el espectador se situara dentro del aire, sin un punto de vista concreto. No hay referencias para calcular distancias, lejanía o proximidad. Es lo que se ha llamado "el horror placentero". ¿Qué simboliza, pues, esta obra? Se ha referido a Cristo, que abre el cielo a los hombres, representados por los abetos. La cumbre tripartita simbolizaría la Trinidad. Sería, pues, un cuadro de devoción. Como Kosegarten, Friedrich compartía la visión de Dios en la naturaleza que postulaba el pietismo luterano. Fue hallado en 1941 en el depósito del castillo de Heidecksburg en Turingia, en la ciudad de Rudolstadt, a orillas del Saale. Allí figuraba como obra anónima como "Paisaje del valle del Schwarza".