Vista del valle del Elba

Datos principales


Autor

Caspar David Friedrich

Fecha

1807 h.

Estilo

Romanticismo Alemán

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

61,5 x 80 cm.

Museo

Staatliche Dresden

Contenidos relacionados


En 1929 aparecía este cuadro en el mercado de segunda mano de Leipzig; vendido como de un maestro anónimo, su precio fue de 5 marcos. Ahora sabemos que se trata de una de las primeras obras de Friedrich ejecutadas al óleo. En efecto, en 1807 el pintor decide abordar esta técnica, hasta entonces relegada en beneficio de la sepia, particularmente. Aunque se ha discutido su fecha, y señalado en ocasiones la de 1820, no cabe duda que se trata de una obra temprana. Su estilo y su motivo de abetos en la roca apuntan, de manera clara, los del Altar de Tetschen, del año siguiente. Sin embargo, todo apunta a que fue concebido como pareja, o continuación, del Túmulo megalítico en la nieve, dentro de la concepción friedrichiana de la naturaleza como sucesión de ciclos vinculados a los propios ciclos vitales humanos. Frente a la exaltación pagana de aquél, éste representaría la vida cristiana, creyente, iluminada por un brillante sol de verano. A favor de esta datación temprana hablan la claridad del fondo, el río perdido en el horizonte y la falta de equilibrio entre las dos mitades del cuadro. En cuanto a la técnica, Friedrich aún se muestra inseguro: la pintura se extiende en capas muy finas, como en la acuarela y el dibujo está trazado con la punta del pincel. El paisaje está tomado de varios estudios del natural que van desde 1799 a 1806-07, en el cuaderno de Oslo. Representa el valle del Elba en el norte de Bohemia, que el pintor visitó precisamente en el verano de 1807 para preparar el encargo del Altar de Tetschen por parte del conde Franz Anton von Thun-Hohenstein. Esta obra, como es propio en Friedrich, se caracteriza por la supresión del plano medio, de forma que más allá del primer plano, con la roca y los abetos, se extiende el valle, ilimitado, en la lejanía y a otro nivel de visión. Se ha asociado la roca con la simbolización de una tumba, réplica del túmulo pagano; sin embargo esta obra, a pesar de sus innovaciones técnicas, que habrán de confirmarse en el Altar de Tetschen, desprende el aire de serena armonía que se reclamaba en el paisajismo clásico.

Compartir