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monumento
Kofukuji es uno de los muchos templos que integran la llamada "ciudad de los templos", Nagasaki. Situado al pie de una colina, su edificación se remonta a 1620. Fue el primer templo consagrado a la secta Obaku, la escuela más joven del Zen.
obra
Hay una obra de Alberti que, por las múltiples claves que aporta a lo que fue el humanismo en el Quattrocento, merece un comentario especial. Se trata del templo de San Francesco en Rímini, más conocido como templo malatestiano. Fue el encargo a Alberti de uno de esos príncipes humanistas que definen toda la época. Se lo encargó Segismundo Malatesta en 1450, las obras fueron lentas por la dificultad de conseguir los materiales y cesaron cuando murió el duque en 1466. Así pues, es una obra inacabada, pero en ella se puede apreciar la grandeza con que fue concebida. Se trataba de crear un templo que conmemorara la gloria del duque, sirviendo además de panteón tanto para él como para su corte. Por ello, en un primer proyecto, aparecían los sepulcros de Segismundo y su amada esposa Isotta en los arcos laterales de la fachada. Aunque esta idea de los sepulcros en la fachada es medieval, aquí se le daría un nuevo sentido, y los sarcófagos que sí se colocaron -en los muros laterales- fueron los de los hombres ilustres de esa corte de humanistas. El hecho de que fuera a ser un panteón explica el que en el proyecto hubiera una cúpula en la parte de la cabecera, pues era una tipología que se asociaba tradicionalmente al tema funerario y al poder. La imagen que hubiera presentado el edificio si esa cúpula se hubiera llegado a construir la conocemos por la medalla que Matteo de'Pasti hizo en 1450 con ocasión de la fundación de este templo de los Malatesta; en ella apreciamos la centralización espacial que se hubiera conseguido, anulando incluso el efecto longitudinal inevitablemente asociado al eje de la nave de la iglesia. Alberti utilizaba la tradición, la Antigüedad y su propio ingenio y capacidad creadora para proyectar sus obras. En el caso del templo Malatestiano, y por lo que se refiere al primer punto, la tradición le vino impuesta una vez más, pues de nuevo se trató de actuar para cambiar la imagen de un edificio ya construido. De hecho, lo que Alberti proyectó fue una especie de camisa, de vestido, que envolviera all'antico al edificio gótico sin tener que adaptarse a los vanos y ritmos que ya existían, por lo cual se puede decir que es una envoltura separada de los muros anteriores. La conjunción de iglesia cristiana y templo pagano resulta armónica, pues si la idea de templo antiguo está presente en el exterior, el interior gótico expresa, con su luz diferente, un universo en el que símbolos de complejo significado glorifican al duque. En la decoración de las capillas interiores, obra de Matteo de'Pasti, Agostino di Duccio y otros, aparecen signos del zodíaco, de la religión semítica, de la teología egipcia y griega... hasta culminar, en un programa perfectamente trabado, en la capilla de Segismundo con el sol, símbolo de la luz del cristianismo, y las estatuas de las virtudes. En este interior, y tal como se decía en el tratado, la parte del altar era la menos iluminada. El templo a la antigua, sobre un basamento, que vemos en el exterior, recupera, para conmemorar la gloria del príncipe, una imagen de la Antigüedad basada en el conocimiento de los restos, pero también en la originalidad de Alberti para trabajar con ese vocabulario clásico, tal como podemos comprobar al constatar la existencia de un capitel que mezcla los de los distintos órdenes.
museo
Es un templo de estilo gótico ya que se construyó en el s. XIII, aunque durante la época de Sigismundo Malatesta, sobre el 1447, fue restaurado al modo prerrenacentista. Exteriormente su fachada fue proyectada al estilo del arco de Augusto y fue un ejemplo a seguir en la arquitectura que se iba a realizar en el Renacimiento. Su artífice fue L.B. Alberti y presenta una serie de arcadas a ambos lados de la portada, junto a un bello campanario realizado entre el s. XV y XVI. Interiormente presenta una planta con una única nave y varias capillas laterales que vamos a comentar por la importancia artística que poseen. En primer lugar a la derecha, nos encontramos con el sepulcro suntuoso de S. Malatesta. Posteriormente podemos penetrar en la llamada Capilla de la Reliquiay donde podemos apreciar un gran fresco realizado por Piero della Franceca sobre el 1451, y en él es representado el propio S. Malatesta. En tercer lugar nos encontramos con la Capilla de Isotta, donde encontramos el mausoleo de Isota, tercera mujer de Sigismundo, y un crucifijo en la pared que fue pintado en 1310. En la pared de la izquierda, y nada más entrar por la puerta, tenemos el Arca degli Antenati e dei Discedenti que fue realizada por Duccio en el año 1454. Y por último, la cuarta capilla que presenta los bajorelieves con las artes liberales obra de A. di Duccio. Cabe destacar igualmente, "San Francisco recibe la herida" pintado por G. Vasari en 1548 y que se encuentra ubicado en el ábside del templo.
monumento
Lo que más admiró a los conquistadores españoles recién llegado a la capital azteca, México-Tenochtitlan, fue el recinto ceremonial del Templo Mayor. Con una planta casi cuadrada, de 500 m de lado, integraba al menos setenta y ocho edificios, según descripción de Sahagún. La conquista de la ciudad por Hernán Cortés en 1521 supuso su destrucción definitiva, aunque actualmente se están llevando a cabo importantes trabajos de recuperación, a cargo de Eduardo Matos Moctezuma. El recinto albergaba construcciones fabulosas, con edificios rituales, administrativos y juegos de pelota. El templo de Tezcatlipoca, situado en el ángulo sureste, tenía una escalinata con 80 peldaños. En el ángulo contrario, el Templo del Sol era otra de las grandes pirámides del recinto, En el centro se ubicaba el templo dedicado al dios del viento Ehecatl-Quetzalcoatl. Estaba formado por una parte rectangular al frente y otra circular adosada detrás, con un templo circular en su parte superior. Muy cerca estaba el tzompantli o altar de calaveras, donde se depositaban los cráneos de los sacrificados. Pero, sin duda, el propio Templo Mayor era la construcción más impresionante. Finalizado en 1487, estaba formado por cuatro o cinco pisos que alcanzaban los 30 m de altura. El Templo había sido construido en varias fases, en las que los sucesivos soberanos aztecas le habían ido haciendo cada vez más grande y complejo. En tiempos de Moctezuma II, una empinadísima escalinata conducía a una plataforma superior. Allí se alzaban los santuarios dedicados a Tláloc y Huitzilopochtli. En este lugar se realizaba el terrible sacrificio de prisioneros para alimentar a los dioses, lo que aseguraba al pueblo azteca renovar su favor en cada festividad.