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Los diferentes ámbitos en que hubo de luchar el Ejército británico a lo largo de la contienda hicieron que el uniforme de infantería se adaptase a las más diversas condiciones climáticas y ambientales. Durante la guerra del desierto, el Ejército británico adoptó la camisa y el pantalón corto como vestimenta oficial.
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La existencia del Áfrika Korps como Cuerpo específico hizo que en principio se adoptara un uniforme especial, que constaba de una guerrera de algodón y un calzón caqui ajustado a la rodilla. La guerrera se llevaba con el cuello abierto, portando hombreras de tela verde oscuro con vivos en color del arma. Llevaban también botas que se ataban con unos cordones de color marrón. A lo largo de la contienda, el uniforme fue sufriendo diversas modificaciones que, en general, tendieron a su simplificación.
obra
La actividad militar desarrollada en los Países Bajos durante la guerra con España motivará la aparición de milicias urbanas que debían defender su ciudad ante un ataque enemigo. Orgullosos de su independencia, los holandeses otorgaron una especial relevancia a estas milicias garantes de su sistema político por lo que son numerosas las pinturas que tienen como protagonistas a soldados. La ronda de noche o el Abanderado de Rembrandt, numerosas imágenes de Frans Hals o este soldado de Gerrit Dou nos indican el importante papel de la casta militar anónima en la Holanda del siglo XVII. El personaje se encuentra en una estancia, recortado sobre un fondo neutro, ante todos los objetos castrenses necesarios para la batalla: la lanza que sujeta con su mano izquierda, la armadura, el escudo, el tambor, la silla del caballo, etc. La luz procedente de la izquierda resalta las calidades de todos los objetos y crea un acentuado contraste con el oscuro fondo, recordando a Caravaggio. El estilo minucioso y detallista de Gerrit Dou se pone claramente de manifiesto en toda la composición.
obra
Era frecuente que los artistas pensionados enviaran obras a las instituciones que les sufragaban los gastos para poder mostrar los progresos realizados. No enviar obras podría suponer el fin de la pensión por lo que Fortuny anduvo presto a mandar los cuadros necesarios a la Diputación de Barcelona que le había becado. Entre estas obras hallamos este soldado florentino en cuyo rostro aparecen muestras de orientalismo debido al reciente viaje que Mariano realizó a tierras marroquíes en 1860. Precisamente será en el rostro donde el maestro concentre toda la atención de la figura quedando el resto del trabajo académico - dibujo, plegados, luz y color - en un segundo plano. El fondo negro ante el que se recorta la figura aumenta el aspecto enérgico del personaje al igual que la pose. Con estas obras, Fortuny nos demuestra sus avances, situándose en la línea que pronto le verá triunfar.