PRIMERA PARTE DEL LIBRO SEGUNDO DE LA HISTORIA DE LA FLORIDA DEL INCA Donde se trata de cómo el gobernador llegó a la Florida y halló rastro de Pánfilo de Narváez y un cristiano cautivo; los tormentos y la cruel vida que los indios le daban; las generosidades de un indio, señor de vasallos; las prevenciones que para el descubrimiento se hicieron: los sucesos que acaecieron en las primeras ocho provincias que descubrieron y las desatinadas bravezas, en palabras y obras, de un cacique temerario. Contiene treinta capítulos. CAPÍTULO I El gobernador llega a la Florida y halla rastro de Pánfilo de Narváez El gobernador Hernando de Soto, que, como dijimos, iba navegando en demanda de la Florida, descubrió tierra de ella el postrer día de mayo, habiendo tardado diez y nueve días por la mar por haberle sido el tiempo contrario. Surgieron las naos en una bahía honda y buena que llamaron del Espíritu Santo, y, por ser tarde, no desembarcaron gente alguna aquel día. El primero de junio echaron los bateles a tierra, los cuales volvieron cargados de hierba para los caballos y trajeron mucho agraz de parrizas incultas que hallaron por el monte, que los indios de todo este gran reino de la Florida no cultivan esta planta ni la tienen en la veneración que otras naciones, aunque comen la fruta de ella cuando está muy madura o hecha pasas. Los nuestros quedaron muy contentos de las buenas muestras que trajeron de tierra por asemejarse en las uvas a España, las cuales no hallaron en tierra de México ni en todo el Perú. El segundo día de junio mandó el gobernador que saliesen a tierra trescientos infantes al auto y solemnidad de tomar la posesión de ella por el emperador Carlos Quinto, rey de España. Los cuales, después del auto anduvieron todo el día por la costa sin ver indio alguno y a la noche se quedaron a dormir en tierra. Al cuarto del alba dieron los indios en ellos con tanto ímpetu y denuedo que los retiraron hasta el agua, y, como tocasen arma, salieron de los navíos infantes y caballos a los socorrer con tanta presteza como si estuvieran en tierra. El teniente general Vasco Porcallo de Figueroa fue el caudillo del socorro. Halló los infantes de tierra apretados y turbados como bisoños, que unos a otros se estorbaban al pelear, y algunos de ellos ya heridos de las flechas. Dado el socorro y seguido un buen trecho el alcance de los enemigos, se volvieron a su alojamiento. Y apenas habían llegado a él cuando se les cayó muerto el caballo del teniente general de un flechazo que en la refriega le dieron sobre la silla, que pasando la ropa, tejuelas y bastos, entró más de una tercia por las costillas a lo hueco. Vasco Porcallo holgó mucho de que el primer caballo que en la conquista se empleó y la primera lanza que en los enemigos se estrenó, fuese el suyo. Este día y otro siguiente desembarcaron los caballos, y toda la gente salió a tierra. Y, habiéndose refrescado ocho o nueve días y dejado orden en lo que a los navíos convenía, caminaron en la tierra adentro poco más de dos leguas, hasta un pueblo de un cacique llamado Hirrihigua con quien Pánfilo de Narváez, cuando fue a conquistar aquella provincia, había tenido guerra, aunque después el indio se había reducido a su amistad, y, durante ella, no se sabe por qué causa, enojado Pánfilo de Narváez, le había hecho ciertos agravios que por ser odiosos no se cuentan. Por la sinrazón y ofensas quedó el cacique Hirrihigua tan amedrentado y odioso de los españoles que, cuando supo la ida de Hernando de Soto a su tierra, se fue a los montes desamparando su casa y pueblo. Y por caricias, regalos y promesas que el gobernador le hizo, enviándoselas por los indios sus vasallos que prendía, nunca jamás quiso salir de paz ni oír recaudo alguno de los que le enviaban, antes se enfadaba con quien se los llevaba diciendo que, pues sabían cuán ofendido y lastimado estaba de aquella nación, no tenían para qué llevarle sus mensajes, que, si fueran sus cabezas, ésas recibiera él de muy buena gana, mas que sus palabras y nombres no les querría oír. Todo esto y más puede la injuria, principalmente si fue hecha sin culpa del ofendido. Y para que se vea mejor la rabia que este indio contra los castellanos tenía, será bien decir aquí algunas crueldades y martirios que hizo en cuatro españoles que pudo haber de los de Pánfilo de Narváez, que, aunque nos alarguemos algún tanto, no saldremos del propósito, antes aprovechará mucho para nuestra historia. Es de saber que, pasados algunos días después que Pánfilo de Narváez se fue de la tierra de este cacique, habiendo hecho lo que dejamos dicho, acertó a ir a aquella bahía un navío de los suyos en su busca, el cual se había quedado atrás, y, como el cacique supiese que era de los de Narváez y que los buscaba, quisiera coger todos los que iban dentro para quemarlos vivos. Y por asegurarlos se fingió amigo de Pánfilo de Narváez y les envió a decir cómo su capitán había estado allí y dejado orden de lo que aquel navío debía de hacer, si aportase a aquel puerto. Y para persuadirles a que le creyesen mostró desde tierra dos o tres pliegos de papel blanco y otras cartas viejas que de la amistad pasada de los españoles, o como quiera que hubiese sido, había podido haber, y las tenía muy guardadas. Los del navío, con todo esto, se recataron y no quisieron salir a tierra. Entonces el cacique envió en una canoa cuatro indios principales al navío diciendo que, pues no fiaban de él, les enviaba aquellos cuatro hombres nobles y caballeros (este nombre caballero en los indios parece impropio porque no tuvieron caballos, de los cuales se dedujo el nombre, mas, porque en España se entiende por los nobles, y entre indios los hubo nobilísimos, se podrá también decir por ello) en rehenes y seguridad para que del navío saliesen los españoles que quisiesen ir a saber de su capitán Pánfilo de Narváez, y que, si no se aseguraban, que les enviaría más prendas. Viendo esto, salieron cuatro españoles y entraron en la canoa con los indios que habían llevado los rehenes. El cacique, que los quisiera todos, viendo que no iban más de cuatro no quiso hacer más instancia en pedir más castellanos porque esos pocos que iban a él no se escandalizasen y se volviesen al navío. Luego que los españoles saltaron en tierra, los cuatro indios que habían quedado en el navío por rehenes, viendo que los cristianos estaban ya en poder de los suyos, se arrojaron al agua, y, dando una larga zambullida y nadando como peces, se fueron a tierra, cumpliendo en esto el orden que su señor les había dado. Los del navío, viéndose burlados, antes que les acaeciese otra peor, se fueron de la bahía con mucho pesar de haber perdido los compañeros tan indiscretamente.
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PRIMERA PARTE DEL VIAGE AL REYNO DEL PERU, QUE COMPREHENDE LA RELACION DE LOS PRACTICADOS HASTA EL REYNO DE QUITO, CON VARIAS NOTICIAS CONCERNIENTES A LA NAVEGACION Y CONOCIMIENTO DE LOS MARES, DESCRIPCIONES DE CIUDADES Y PROVINCIAS Y METHODO QUE SE TUVO PARA LA MEDIDA DE ALGUNOS GRADOS DE MERIDIANO EN LA INMEDIACION DEL EQUADOR. LIBRO 1 CAUSAS POR QUE SE EMPRENDIO EL VIAGE. NAVEGACION DESDE LA BAHIA DE CADIZ A LA CIUDAD DE CARTAGENA DE LAS INDIAS; DESCRIPCION Y NOTICIA DE ESTA CAPITULO I Motivo del viage á la America meridional con el fin de medir algunos grados del meridiano cerca del equador. Salida de la bahía de Cadiz y llegada á la de Cartagena de las Indias, con noticias de la navegación en esta travesía 1 Aspirando el corazón del hombre á aquellas cosas que, al passo que se representan á la imaginacion mas inassequible, llevan consigo la mayor recomendación de su utilidad, no omite quantos esfuerzos le son possibles para emprenderlas, y tanto más lisongean estas su gusto quanto sus dificultades deberian aterrorizar mas su determinacion. El estimulo de la gloria vinculada siempre en lo arduo de las grandes empresas ha sido un poderoso atractivo pues, embelesando el animo con el hechizo y esperanza de su logro, infunde valor para idearlas y seguirlas; incita á tener en poco las incomodidades y despreciar los riesgos y hace concebir como pequeños los obstáculos, que sin esta circunstancia aparecerian agigantados. Muchas veces, empero, ni es bastante para llegar al fin el deseo y la resolucion constante, ni consiguen el efecto los medios de cuya proporcionada aplicacion lo esperaba la prudencia y la politica de los hombres. La Divina Providencia, que dirige por sus altos á incomprehensibles juicios la carrera de nuestras acciones y sucessos, parece tiene determinados en ellas ciertos periodos, hasta cuyo cumplementos sean inutiles nuestras tentativas y permanezcan ocultos los assuntos, que para confusion de nuestros entendimientos dexó reservados y desconocidos su Infinita Sabiduria. Los frutos que en semejante conducta debemos reconocer mas son dignos de nuestra reverencia que de nuestra especulacion. El propio conocimiento de los cortos alcances del humano discurso, la honesta recreacion y empleo de sus luces en la averiguacion de sus verdades, que sin un continuo y dilatado estudio no podia descubrir y en cuya busca se logra desterrar el ocio proporcionando para su hallazgo la delectacion del animo y la quietud, y otras semejantes utilidades, todos son objetos muy recomendables que nos deberán conducir á la veneracion y al respeto. El deseo en todos tiempos y personas de poder ser instrumentos, por donde se derivasse á los demás el conocimiento de algunas de estas encubiertas verdades, ha sido en ellos el fomento de la aplicacion, el empeño de sus quotidianas é incansables tareas y el principal apoyo sobre que han cimentado las ciencias sus adelantamientos. A veces lo que no pudo en muchos tiempos facilitar á la humana comprehension, la diligencia descubrió, no sin admiracion y júbilo, la casualidad, y á veces lo mismo á que aspiraba infatigablemente el discurso, representado con los aparentes visos de insuperables escollos, hacía desfallecer á la mas activa y eficaz resolucion a esto conspiraba en parte el que, proponiendose á la idea con los mas bellos coloridos que podia discurrir la imaginacion, lo arduo, se ocultaban al mismo tiempo los medios de vencerlo hasta que, allanados a fuerza de la aplicacion y del trabajo algunos de estos, daban mas acomodado transito al vencimiento de aquello. 2 Entre los muchos descubrimientos que nos acuerdan, debidos ó á la casualidad ó á el estudio, las Historias, no merece el inferior lugar el de las Indias, paises por dilatados siglos, ó casi del todo ignorados ó borradas de la memoria de los europeos sus noticias con el velo de la antiguedad, desconocidas con el transcurso del tiempo y desfiguradas con la confusion y obscuridad en que se hallaban embueltas. Pero, llegando al fin la feliz epoca á que estaba destinado este suceso para ilustrar con él el glorioso reynado, por tantos otros titulos recomendable, de los catholicos reyes Don Fernando y Doña Isabel, todos los impossibles que abultaba la falta de luces los venció la industria y la constancia; todas las dificultades que se proponian á la idea y persuadian la empressa ó temerario ó ridicula las superó la razón y las acreditó de poco momento la experiencia; y todos los obstáculos con que la Poderosa Mano parece quiso en la repulsa de las otras naciones dar á entender estar reservado el vencerles á la nuestra quedaron deshechos a esmeros de su favor, esfuerzos de los sabios monarcas que lo dirigieron, valor y prudencia de los subditos que la emprendieron y celo de todos en el piadoso fin de sus designios. Dixe á la casualidad ó al estudio porque aún no está bien averiguado si Colón debió á solas las luces de su conocimiento en la cosmographía y experiencia en la náutica la seguridad con que apoyaba haver tierras no descubiertas acia la parte de occidente ó si á ellas contribuyeron tambien las noticias que de tales tierras le dexó el piloto que las havia descubierto y, llevado de una tormenta, siendo hospedado en su casa, le dexó morir en ella, y, en pago del buen acogimiento, por herencia, los papeles y demarcaciones en que se contenian. 3 La vasta extension de aquel continente, la muchedumbre y dilatacion de sus provincias, la variedad de sus climas, producciones y particularidades y, en fin, las distancias y dificil comunicacion de unas partes con otras de él, y mucho mas con las de Europa han sido bastantes causas para que, aunque descubierto y habitado de europeos en su mayor parte, no nos sea del todo conocido y se ignoren de él muchas cosas, que contribuirían no poco á la mas cabal idea de una tan gran parte del orbe. Pero aunque el descubrimiento é investigación peculiar de estas noticias pudiera haver sido digno assunto de los desvelos del monarca y de la aplicacion de los mas hábiles y diestros vassallos, y como menos principal encargo lo fue de nuestro viage, otro mas oculto y mas alto designio fue el que como fin primario y digno de mayor atencion influyó en la sabia resolucion del principe que nos lo mandó executar. 4 Yá es bien sabida en el orbe literario la célebre cuestion suscitada en estos ultimos siglos sobre la figura y magnitud de la tierra, y que si hasta ellos se havia creído ser perfectamente esphérica, la prolixidad de las ultimas observaciones havia hecho concebir á los sabios dos encontradas opiniones, que, suponiendo ambas su figura eliptica, daba la una su mayor diametro en los polos al passo que la otra establecia serlo el del equador, de cuya diversidad se dá mas amplia noticia en el tomo de las Observaciones Astronomicas y Physicas hechas de orden de S. M. en los Reynos del Perú. La decision y averiguacion de un punto, en que no solo se interesaban la cosmographía y geographía mas tambien la náutica y astronomía y otras artes y ciencias utiles al comun, fue la que dió motivo á nuestra empressa. Pero, ¿quién se persuadiria que aquellos paises, no mucho tiempo ha desconocidos, havian de ser el medio é instrumento mediante el qual se viniesse al perfecto conocimiento y noticia del mundo antiguo y que assi como el Nuevo le debia su descubrimiento le havia de recompensar esta ventaja con el descubrimiento, hecho en el de su verdadera figura, hasta el presente ó ignorada ó controvertida?, ni ¿quién formaria concepto de que en él huviessen de encontrar las ciencias thesoros no menos apreciables que los que producen las minas de aquellos imperios y que tanto han enriquecido á los demás? ni ¿quién, finalmente, que á su execucion se havian de ofrecer tantas dificultades y obstáculos que vencer, quantos requirieron la prolixidad de las operaciones, la intemperie de los terrenos y parages donde se hicieron y, por fin, la naturaleza misma de la empresa, como en parte se han visto en el citado libro y en parte se contendrán en este? Sin duda, para que el haverlas superado con la protección real pudiera colocarla en el grado mas sublime. Una obra, pues, de tal recomendacion estaba reservada al presente siglo, y en él á los dos monarcas españoles Don Phelipe V, que está en el cielo, y Don Fernando VI nuestro señor. A aquel gran rey para que la emprendiesse y mandasse y á este piadoso monarca para que, adoptandola como propia, la hiciesse dar al publico, no solo para que sus vassallos gocen del beneficio de sus luces sí tambien para que desfrutassen el mismo interés todas las naciones á quienes no es menos apreciable su conocimiento. Y para que no quede impropia la relacion de este viage con la falta de noticias que puedan instruir en las circunstancias mas particulares que lo promovieron, havré de tocar aquellas que parezcan inescusables á fin de que su prevencion sirva como de base fundamental á los demas assuntos que por su orden se irán tratando. 5 Los ardientes deseos y esmeros de la Academia Real de las Ciencias de Paris por el adelantamiento de estas, no pudiendo aquietarse en la duda sobre la verdadera figura y magnitud de la tierra, objeto que, por muchos años, tenia ocupados en su importante especulacion los mas hábiles ingenios de la Europa, fueron causa de que aquel sabio congresso hiciesse presente á su soberano la necessidad de que se terminase este punto por ser sumamente util, en especial para la geographía y navegacion, proponiendose el méthodo de poderlo conseguir, que era medir algunos grados de meridiano en las cercanías del equador, los quales, cotejados con los que se havian concluido en Francia ó, como con mas acuerdo se resolvió despues de nuestra salida, con otros averiguados en el circulo polar, se pudiesse de su igualdad ó desigualdad inferir la de las varias partes de su circunferencia, y de estas, la de su figura y magnitud. Para esto, no se discurria otro país mas adecuado que el de la provincia de Quito en la America meridional porque otros, que la equinocial cortaba en el Africa y Asia, ó se hallaban habitados de barbaros pueblos ó no tenían la extension necessaria para el intento; con que, aquellos por impenetrables y estos por cortos, dexaban el de Quito unico donde se pudiesse perfeccionar la idea. 6 Interessado el rey christianissimo Luis XV de Francia en esta empresa, solicitó por medio de sus ministros que el rey Don Phelipe V se dignasse conceder licencia á algunos de los Individuos de aquella Real Academia para que pudiessen passar á Quito á poner en planta el proyecto de su obra, expresando el fin á que se dirigian estas observaciones, su utilidad y lo distante que era esta ocupacion de todas las otras adonde pudiera estenderse la desconfianza politica de la razon de Estado. Persuadido S. M. de la sinceridad de estas instancias y deseoso de que se pudiesse lograr sin que resultasse perjuicio á su Corona ó vassallos, quiso que le consultasse el Consejo de Indias, y, haviendo examinado este tribunal el assunto, á su favorable consulta fue consiguiendo la gracia, con todas las recomendaciones necessarias y los quilates de la soberana proteccion á los sugetos que huviessen de passar á aquellas partes con este destino, de que se despacharon cedulas en 14 y 20 de agosto de 1734 mandando al virrey, gobernadores y demas jueces y justicias de las partes por donde huviessen de transitar que los atendiessen y diessen todo el favor y auxilio que necessitassen, facilitandoles los transportes, sin que en nada se les alterassen los precios ni pagasen mas que los corrientes del país, dando además en ellas quantas pruebas son excogitables de su real beneficencia y del real animo de contribuir á los progressos de las ciencias y estimacion de sus professores. 7 A las de esta clase en general quiso S. M. añadir las que fuessen peculiares á manifestar su real inclinacion al honor de la nacion española y su deseo de fomentar en ella las mismas materias cientificas destinando dos vassallos oficiales de su Armada é inteligentes en las mathematicas para que con la mayor gloria, reputacion y utilidad concurriesen á las observaciones que se havian de practicar y el fruto de esta obra pudiesse esperarse directamente de ellos mismos sin mendigarlo de agena mano, á que se agregaba el motivo de que, yendo en compañía con los academicos franceses, estos fuessen mirados por los naturales con mayor atencion y respeto y no causassen sospechas por donde transitassen á los que no estuviessen suficientemente instruidos. Para esto, se ordenó á los comandantes directores del Cuerpo y Academia de Cavalleros Reales Guardias Marinas hiciessen eleccion y propuesta de dos, en quienes no solo se hallassen las luces de una buena educacion y politica para conservar amistosa y reciproca correspondencia con los academicos de las Ciencias sino igualmente la proporcion necessaria á poder executar todas las observaciones y experiencias conducentes el assunto y las demás que con esta ocasion se le encomendasen. 8 El uno de los que obtuvieron para el desempeño de esta empressa la real atencion fue Don Jorge Juan, del orden de San Juan y Comendador de Aliaga en él, entonces sub-brigadier del Cuerpo de Guardias Marinas; sus meritos en el servicio del soberano y su grande aplicacion á las mathematicas le constituyeron acreedor digno de que en su adelantamiento recayesse bien fundada su eleccion; y, aunque no concurria en mí tan perfectamente esta circunstancia, se me dió el mismo destino. Y á uno y otro con los grados de thenientes de navio y las ordenes é instrucciones de lo que haviamos de executar, la de que nos embarcassemos en dos navíos de guerra que se aprestaban en Cadiz para conducir á Cartagena de las Indias y Portobelo al marqués de Villa Garcia, virrey electo del reyno del Perú porque para este tiempo, con corta diferencia, debían salir á navegar los Individuos de la Academia de las Ciencias en un baxel de su nacion y, haciendo su viage por la isla de Santo Domingo, havian de ir á incorporarse con nosotros en Cartagena para continuar despues todos unidos. 9 Los dos navios de guerra, en donde debiamos embarcarnos, era el Conquistador, de 64 cañones, y el Incendio, de 50, comandados por Don Fr. Francisco de Liaño, del orden de San Juan y capitan de alto bordo, y Don Agustin de Iturriaga, que lo era de fragata, los quales dispusieron que Don Jorge Juan se embarcarse en el primero y yo en el segundo pero, no pudiendo estar prontos para salir á navegar hasta el dia 26 de mayo de 1735, en él se hicieron á la vela de la bahía de Cadiz, y, haviendose cambiado el viento, fue forzoso volver á dar fondo como media legua fuera de las Puercas y permanecer allí todo el día 27 experimentandolo con alguna fuerza y mar. 10 El día 28, haviendo abonanzado el y llamandose el viento al noroeste, volviendo á levarse los vientos, continuaron su derrota en la forma que se verá por los dos diarios siguientes Según el de Don Jorge Juan, en el navio el Conquistador 11 El dia 2 de junio se avistaron las islas de Canarias, en cuya travesía estuvieron los vientos por el noroeste, norte y nordeste, y de ordinario suelen ser variables. Por su estima, concluyó la diferencia de longitud entre Cadiz y el pico de Tenerife de 10 grados 30 minutos. 12 Segun las observaciones del padre Fevilleé hechas en Lorotava, que está 6 minutos y medio al oriente del pico, es la diferencia de longitud entre este y el observatorio de París 18 grados 51 minutos y substrayendo 8 grados 27 minutos que por el conocimiento de los tiempos está el observatorio al oriente de Cadiz, queda la diferencia en longitud entre este y el pico de Tenerife de 10 grados 24 minutos, y assi difiere en 6 minutos de la de su estima. 13 El dia 7 se perdieron de vista las islas y se continuó en demanda de la Martinica, governando en el tercer quadrante; primero por los 42 y 45 grados, cuyo angulo se fue aumentando diariamente hasta que, considerandose cerca de la isla, se siguió por su paralelo, y el 26 de junio se avistaron la Martinica y Dominica, y se pasó por entre ellas. 14 La diferencia de longitud entre Cadiz y la Martinica fue, por la estima, de 59 grados 55 minutos, que excede á la que daba la carta hecha por el piloto Antonio de Matos, seguida generalmente en los viages de esta carrera, en 3 grados 55 minutos, segun las observaciones del padre Laval, hechas en la Martinica, es la diferencia de longitud de 55 grados 8 minutos y tres quartos; y por las del padre Fevilleé, 55 grados 19 minutos. 15 Mucha parte de este error se podrá atribuir á la poca exactitud de la corredora pues, si el piloto del Conquistador, que experimentó el mismo defecto en su punto, huviera dado á la corredera 50 pies ingleses en lugar de 47 y medio, la diferencia de longitud estimada no huviera sido mas que de 57 grados. Esta falta de señalar mal la corredera es casi general en todos los pilotos españoles y de otras naciones, la qual, con otras que se cometen en la navegacion, no se corrigen por la poca atención que se pone en ellas. La corredora debe tener de nudo á nudo una centésimaveinteava de milla, en el supuesto de ser la ampolleta de medio minuto justo; y, aunque en esto convienen todos, no assi en la determinacion de la milla, para lo qual se deberian arreglar á las medidas mas exactas que se han hecho, como son la de Mr. Cassini en Francia, la que ultimamente hemos concluido en la provincia de Quito y la que Mr. de Maupertuis hizo en la Laponia. Si se toma el grado segun las medidas de Mr. Cassini de 57060 tuessas, un minuto ó milla tendrá 951 tuessas ó 5706 pies de rey, cuya centésima parte equivale a 47 pies 6 pulgadas y media con corta diferencia y reducidos estos á pies ingleses, siendo el pie de París al de Londres como 16 a 15, hacen 50 pies 8 pulgadas y tres cuartos, que es la distancia que se deberla dar de nudo á nudo en la corredera. 16 Esta medida, aunque hasta el presente se deberia haver seguido, no es yá de tanta exactitud respecto de que, concluida la figura de la tierra diversa de lo que hasta aqui se havia considerado, es consiguiente que haya variacion en las operaciones náuticas, cuyas reglas y la explicacion de sus problemas para proceder con acierto se hallarán en el tratado de las Observaciones, ya citado. Segun mi diario en la fragata el Incendio. 17 Haviendo empezado á navegar en derrota el mismo dia 28 y hecho la de 5 y 56 grados en el tercer quadrante, se dió vista á los salvages en las islas de Canarias el dia 2 de junio como á las seis de la tarde y el 3 á la isla de Tenerife, con la qual hallé, segun la derrota, la diferencia de longitud entre Cadiz y la punta de Naga de 11 grados 6 minutos, que conviene con las cartas náuticas holandesas é inglesas, aunque difiere algo de la verdadera longitud que determina el padre Fevilleé á Lorotava en la misma isla de Tenerife 18 El dia 4 se dió vista á las islas de la Palma, la Gomera y del Hierro, las que se dexaron de ver el 5, y el 29, á las doce del dia, se reconoció la de la Martinica y continuó la navegación, passando en el mismo por entre ella y la Dominica. La diferencia en longitud, concluida en aquella isla y la bahía de Cadiz, por mi punto fue de 57 grados y 5 minutos, mayor de un grado que el que tiene por la parte ó quarteron de San Telmo; pero en esto es de advertir que, para reducir mi derrota sin el peligro de experimentar grande diferencia al aterrar, tuve la preocupacion de llevar dos puntos. El uno con la distancia navegada segun la medida que comunmente dan los pilotos á la corredera de 47 pies ingleses y medio; y el otro, reduciendolos á 47 pies de rey porque, aunque en rigor le corresponden 47 y medio de estos á muy corta diferencia, me pareció conveniente dexar el hueco de este medio pie para llegar con el punto á la tierra antes que el navio; por el primero, fue la diferencia en longitud entre Cadiz y aquella isla de 60 á 61 grados que concuerdan á corta diferencia con el diario de Don Jorge Juan. 19 De la isla de la Martinica se prosiguió en demanda de la de Curazao, y fue avistada el 3 de julio entre ellas y la de la Martinica, halló Don Jorge Juan 6 grados 49 minutos de diferencia de meridianos y yo 7 grados 56 minutos. Esta desigualdad proviene de que, haviendo hallado diversidad sensible en la latitud, hice resguardo á las corrientes formando la idea de que su curso era, segun el sentir de todos los prácticos, al noroeste, lo que Don Jorge Juan no practicó, y assi convino su punto con la distancia que hay entre estas dos islas, y no sucedió assi al mio pero no hay duda en que las aguas tuvieron movimiento porque en todas las latitudes desde el dia 30 de junio hasta el 3 de julio las observadas excedian á las de la estima en 10, 13 y 15 minutos; con que, se debe concluir que llevaron su curso directamente para el norte y no al noroeste. 20 Desde el dia 2 á las seis de la mañana hasta este en que se dió vista á la isla de Curazao y también á la de Uruba, se navegó sobre agua verdosa como de baxo y no se salió de ella hasta cerca de las siete y media de la tarde, que volvimos á entrar en la de golfo. 21 La derrota que se hizo despues que se dexó la Martinica hasta llegar á estas fue por el angulo de 81 grados en el 3 quadrante los dos dias primeros y por el de 64 grados los dos ultimos; y la que se prosiguió de ellas hasta Cartagena fue por la costa á una proporcionada distancia, la suficiente para ir conociendo sus cabos y parages distinguidos. 22 El dia 5 se descubrieron las sierras nevadas de Santa Marta, muy conocidas por su altura y nieve que conservan siempre; y el 6 de mañana se atravesó por la cinta de agua turbia que despide algunas leguas á la mar la rapidez y caudal del río de la Magdalena. Y hallandose los navios en este mismo á las seis de la tarde al norte de punta de Canoa, se pusieron á la capa con las gavias y se mantuvieron en esta forma hasta el 7 á las seis de la mañana, que volvieron á marear y, continuando el camino, dieron fondo á las ocho de la noche en Boca Chica en 34 brazas de agua y fondo de lama, de donde, haviendose vuelto á levar el 8, empezaron á entrar en la bahía, pero no pudieron quedar en su sitio amarrados hasta el 9. 23 Interin que los navios atravesaron por entre las islas de Canarias, estuvieron algo endebles y variables los vientos, y aun con algunos recalmones que duraron muy poco; pero, despues de haverlas perdido y apartadose algo de ellas, volvieron á experimentarse con moderada fuerza y esta la mantuvieron sin ninguna malicia hasta cosa de 170 á 180 leguas distantes de la Martinica, desde donde se empezaron á experimentar turbonadas de ráfagas y aguaceros. Desde que se apartaron los navíos como 20 leguas de las islas de Canarias, empezó á ventar por el noroeste; y, luego que estuvieron distantes de ellas como 80 leguas, se rodearon al nordeste y esnordeste, de donde, hallandose con muy corta diferencia en la medianía del golfo, pasaron al este, y por esta parte continuaron una veces mas frescos que otras, pero sin que su desigualdad se hiciesse penosa. 24 Estos son los vientos generales que casi siempre se experimentan en aquella travesía, pero en algunas ocasiones suelen correr por el noroeste y oesnoroeste, aunque con dificultad se establecen por estas partes; en otras se ven interrumpidos á veces de grandes calmas que hacen el viage mucho mas largo de lo regular. Esto tiene su origen en la estacion del año, y, assi, segun en la que se hace la travesía, se gozan los tiempos mas ó menos favorables, y bonancibles los vientos. Siendo, pues, los que quedan yá expressados, los generales, el tiempo mas oportuno para lograrlos entablados es desde que está el sol proximo á la equinocial, volviendo del tropico de Capricornio, hasta que quiere acercarse á ella haciendo su regreso del de Cancro; pero quando está inmediato á celebrar este equinocio autummal, es el tiempo en que se suelen examinar las calmas. 25 Desde las islas de la Martinica y Dominica hasta la de Curazao y costas de Cartagena, continuaron los vientos por la misma parte que en el golfo aunque no con la constancia y serenidad que allí, pues como dexo yá dicho, desde 170 leguas antes de llegar á la Martinica, son interrumpidos con turbonadas, y, continuandose estas mas frequentemente desde las islas para á dentro, suele quedar calma luego que passan y volver á ventar media, una ó dos horas ó mas tiempo despues. No hay seguridad en la parte por donde se forman pero sí en que, quando cessan, vuelven á llamar los vientos por donde estaban antes y á corta diferencia con la misma fuerza pero es necessario estar advertidos que á la mas pequeña apariencia que se nota en la athmosphera se ha de prevenir la maniobra para recibirla porque acometen con tanta prontitud que no dexan tiempo para hacerlo despues, y qualquiera leve descuido puede originar perniciosas consequencias. 26 En la travesía desde Cádiz hasta las islas de Canarias hay ocasiones en que, aun siendo los vientos moderados, se sienten los mares con alguna alteracion del norte y noroeste, unas veces gruessas y largas y otras cortas y repetidas, lo que proviene de haver ventado fuerte en las costas de Francia y España, pero en el golfo son tan bonancibles que en muchas ocasiones se percibe poco la desigualdad del movimiento de los navíos, y assi en esta travesía sumamente descansada. Desde las islas de Barlovento para á dentro y antes de llegar á ellos, en los parages donde llegan las turbonadas, levantan estas la mar á proporcion de lo que duran y de su fuerza, pero, luego que calma el viento, se vuelven á serenar las aguas. 27 La athmosphera del golfo es correspondientemente tan serena y apacible como los vientos y mar, y assi muy raras veces dexa de observarse la latitud por falta de sol ó de claridad en los horizontes; esto se entiende en la buena razon porque en la que no lo es tanto suele haver algunos dias pardos en que toda ella está ocupada de vapores y los horizontes confusos. En aquella, pues, se ve siempre poblada á trechos de algunas blancas y elevadas nubes que forman variedad de figuras y ramazones, y sirven de adorno al cielo y de diversion á la vista para no limitarse en los dos objetos tan semejantes, como son la mar y el cielo. Desde las islas de Barlovento á dentro hay alguna mas desigualdad en ella porque los muchos vapores que exhala la tierra suelen poblarla tanto que hay ocasiones en que la ocupan toda; pero regularmente, deshaciendose con el calor del sol una gran parte de ellos, vuelve á quedar interpolada de ámbitos claros con otros no tanto, y assi no es totalmente opaca en el discurso de un dia entero. 28 En todo el ámbito de esta navegacion es cosa assentada y no ignorada de algun náutico que en quanto se estiende el golfo no se experimenta curso alguno en las aguas, pero sí desde las islas para á dentro; y en algunas ocasiones y parages tan violento y acompañado de irregularidades que es necessario poner gran cuidado en él para no peligrar en aquel archipielago. Este assunto, con el de los vientos que le acompañan, se tratará mas adelante, como propio á aquellas costas, y assi quedará suspenso por ahora interin se continúan los que faltan á este capitulo. 29 Antes de llegar á las islas de la Martinica y Dominica, hay un placer, en el qual el color del agua blanquizco la distingue sensiblemente de la del golfo. Don Jorge Juan halló por su derrota que al final de este dista de la Martinica 100 leguas y, segun mi punto, 108 con corta diferencia; con que, tomando un medio entre estos dos, puede establecerse de 104 leguas, siendo el origen de esta pequeña diferencia la insensible que hay entre las colores del agua del golfo y la del placer en su terminacion. El principio del es como 140 leguas apartado de la Martinica pero esto se entiende donde la diferencia del color de las aguas es bien sensible porque, sin serlo tanto, se percibe alguna casi á 180 leguas de distancia. Esta es una baliza cierta para que se haga juicio de los puntos y, desde que se dexe, se continúe con la seguridad de saber la distancia que falta por cumplir. Las cartas ordinarias no lo señalan pero sí la moderna francesa, y fuera muy conveniente que lo marcaran todas las que usamos. 30 Solo me resta dar noticia de las variaciones que se observan en la aguja, segun los parages respectivos, por la latitud y longitud donde se halla el navio. Este es un punto sumamente importante para la navegacion no solamente por aquella vulgar utilidad que se consigue de saber el numero de grados que su norte aparente se aparta del verdadero del mundo, sí tambien por la de poder con ellas perfeccionar el sisthema de la longitud por medio de las repetidas observaciones y conocer á diferencia de un grado ó grado y medio el parage donde se halla la nao, que es el termino de exactitud á que lo han podido reducir los que lo resucitaron en los principios de este siglo, mereciendo en ello el primer lugar el célebre inglés Manuel Halley, á cuyo exemplo otros de la misma nacion y franceses se han dedicado á perfeccionarlo para que se empiecen á gozar los frutos de sus tareas en las cartas de variaciones que modernamente se han impresso, bien que la utilidad que se saca de estas hasta el presente solo es para los viages largos, donde la diferencia de dos grados y aún de tres en la longitud no se reputa por error considerable, quando se puede tener seguridad que no excederá de ello. Este sisthema, aunque moderno ahora en el uso, es tan antiguo para los españoles y portugueses, que sus memorias permanecen vivas en varios autores antiguos que tratan de navegacion. Manuel de Figuereydo, Cosmografo Mayor de Portugal, en su Hidrographia ó Examen de Pilotos, impressa en Lisboa el año de 1608, expone en los capitulos 9 y 10 el methodo de conocer lo que se navega este oeste por medio de la variacion de la aguja, y Don Lazaro de Flores, en su Arte de Navegar, que se imprimió el año de 1672, en el cap. 1 parte 2 hace, citandolo y refiriendose á él, la misma advertencia y en el cap. 9 dice que los portugueses tienen por tan cierto este methodo que lo establecen en todos sus regimientos de navegacion. Pero es forzoso convenir en que los antiguos no trataron este punto con la delicadeza é invencion que lo han conseguido despues los ingleses y franceses con el auxilio del mayor numero de observaciones de que se han servido y para que pueda aprovecharse de las que se hicieron en este viage el que las necessitare, las incluyo en las dos tablas siguientes, advirtiendo que las longitudes correspondientes á cada observacion son las verdaderas porque se ha corregido en ellas el error de la derrota por la diferencia que se encontró entre esta y la verdadera diferencia de meridianos, segun las observaciones de los padres Level y Fevilleé. 31 En estas observaciones de la variacion de la aguja, comparadas con las de la carta de variacion inventada por el docto Manuel Halley en el año de 1700 y corregida en el de 1744, con el auxilio de otras noticias y diarios, por Guillermo Mountaine y Jacobo Dooson en Londres, hay algunas reflexiones que hacer, las quales se dirigen principalmente á reconocer el poco cuidado que se tiene en la fabrica de las agujas; primeramente, se nota no haver conformidad entre las que hizo Don Jorge Juan y las mias, lo qual debe atribuirse á defecto de las observaciones. La misma comparacion decide lo contrario respecto de que las diferencias que hay entre las de dicho Don Jorge Juan con las de la carta van uniformes casi entre sí, pues la mayor que se advierte entre todas es de 1 grado y 30 minutos, en que excede la de 2 grados y 30 minutos, diferencia mayor á la de un grado, que es la menor; esta proviene del continuo movimiento del navío que no dexa sosegar la aguja, de no estar bien terminado el disco del sol por causa de los vapores ó de otros accidentes que son allí inevitables, y no sensible el yerro que producen en estas observaciones quando este solo es á la diferencia de cerca de un grado; y assi, tomando un medio entre todas, deberá concluirse por él que la aguja que sirvió en estas observaciones variaba, menos que la que corresponden en la carta, de un grado y 43 minutos. 32 La misma uniformidad se nota en las diferencias que resultan de la comparacion de mis observaciones con las de la carta, con la distincion de que, haviendolas yo hecho con dos agujas diversas, concuerdan entre sí las pertenecientes á cada una de ellas; y assi, entre las cinco primeras, es la mayor alteracion de 40 minutos que interviene desde la mayor diferencia de dos grados y 50 minutos hasta la mayor de 3 grados y 30 minutos; con que, tomando un medio entre ellas, será la diferencia entre mis observaciones y las de la carta de 3 grados y 16 minutos, en que son menores aquellas que estas. Las ultimas tres no necessitan de esta operacion porque en todas es igual la diferencia de un grado y 30 minutos, que tambien son menores las observaciones respecto de como las establece la carta, aun haviendo passado la especie á signo contrario, esto es, de noroeste á nordeste; con que, se saca de aquí que la primera aguja de que me serví, ó por estar mal tocada ó por no tener bien situados los azeros, variaba para el noroeste menos que la que usó Don Jorge Juan de un grado y 33 minutos. Y como este continuó sus observaciones hasta la fin del viage con la misma, aquella diferencia, que primero era negativa, passó á ser possitiva luego que el signo de la variacion cambió; pero como en las mías se mudó de instrumento, quedó siempre negativa, y es la razon porque, proviniendo la diferencia de que los polos de los azeros, no corresponiendo perfectamente con la linea de norte sur de la rosa, se inclinaban á la parte del noroeste de esta; en la segunda aguja sucedía lo contrario, siendo para la del nordeste; con que, tanto quanto era el valor de esta inclinacion disminuía la variacion de la contraria especie. 33 Por estas observaciones y comparacion se ven patentes los yerros que están expuestos á cometer los pilotos por causa de no haver el mayor cuidado de las agujas, las quales se debia procurar no solo que estuviesen bien fabricadas y exactas sino tambien examinadas prolixamente sobre la linea meridiana por personas de bastante inteligencia antes que se emprendiesse con ellas algún viage. Pero en este punto se experimenta en España un pernicioso descuido, y de él proceden los yerros que son inevitables despues porque, si un piloto emplea distinta variacion que la verdadera en la correccion del rumbo que ha navegado, por precision ha de hallar alguna desigualdad entre la latitud concluida por la derrota y la observada. Y para hacer la equacion necessaria segun las reglas mas comunmente recibidas, si navega en los rumbos cerca del norte y sur, es preciso que aumente ó acorte la distancia hasta que convenga con la latitud, siendo assi que en este caso la causa principal procede del rumbo. Lo mismo sucede en parages donde se sospecha que puede haver corriente, que muchas veces se les hace reparo en la derrota por no convenir las latitudes de este y de la estima, siendo assi que en la realidad no tienen ningun movimiento las aguas, y que esta diferencia proviene de haver empleado distinta variacion en la correccion del rumbo que la tiene la aguja por donde se govierna el navio, como me sucedió á mí desde las islas de la Martinica para adentro, en cuyo error concurrieron igualmente todos los pilotos del navio. Tambien es yerro en la navegacion á que están expuestos los pilotos, no por defecto suyo, el de governar los navios con unas agujas y observar la variacion con otras porque, aunque se hayan comparado entre sí estas dos y advertido la diferencia que hay entre ellas, como sus movimientos son desiguales, aunque en el principio del viage no huviesse entre ellas mas que un cierto numero de grados de diferencia, el exercicio que la una hace con tinuamente sobre el peon la entorpece mas que á la otra, que regularmente se monta para hacer la observacion con ella, y todo lo restante del tiempo se tiene guardada, de donde se sigue alteracion en la misma diferencia que tienen entre sí. Para evitar esto, sería conveniente que todas las agujas que se destinasen para el servicio de los navios fuessen á proposito para hacer con ellas las observaciones de la variacion, y entonces se practicarían estas operaciones con las mismas que sirviessen en la vitacora; y para que las cartas de variacion fuessen utiles, que todas las agujas se tocassen con un mismo methodo y ajustassen al meridiano de un parage con la precision de aquella variacion, que se conociese ser la verdadera en él; assi, no se experimentaria diferencia entre las que observassen en un navío con las de otro en un mismo lugar, quando el tiempo que huviesse mediado entre las dos observaciones no fuesse tan largo que hiciese por sí sensible la variedad formal de la variacion que se tiene observada de muchos años á este parte y está admitida de todas las naciones. 34 Las causales que se conocen para variar distintamente entre sí las agujas, aunque son diversas, quedan yá tocadas las principales; y no siendo sus noticias propias de este lugar, no tengo para qué detenerme mas en su explicacion. 35 Siendo muy util para el conocimiento de las tierras, luego que se descubren, la idea de las figuras que forman segun los aspectos que manifiestan correspondientes á la situacion en que se halla el que las observa, se puso todo cuidado en sacar los dibujos de las que sin estorvo de vapores se pudieron distinguir claramente, y estas se podrán ver en las estampas siguientes; las dos primeras fueron dibujadas por Don Jorge Juan, y las tres ultimas, por mí.
contexto
Juana nació el 6 de noviembre de 1479 en Toledo. Fue la tercera de cinco hermanos (22). Su madre, la Reina Católica contaba con 28 años. Tenía dos hermanos mayores que ella, Isabel (1470-1498) de 9 años y Juan (1478-1497), de un año. Después de Juana nacieron Catalina el 29 de junio de 1482 quien sería la esposa de Enrique VIII de Inglaterra, y María el 15 de diciembre de 1485 que sería reina de Portugal. Los hijos de los Reyes Católicos recibieron una esmerada educación, destinada a disponerlos para sus futuros deberes como reyes y reinas. Juana fue una mujer extremadamente bien preparada, aprendió pronto a leer y escribir, llegó a hablar latín, español y francés (idioma que al parecer aprendió en la corte flamenca), y fue educada como una católica devota. A Juana le gustaba la música, tocaba el clavicordio y bailaba muy bien. No se conocen muchos datos de su infancia, aunque sí de su adolescencia tardía, a partir de su matrimonio a los 16 años. Si Juana presentó algún tipo de psicopatología durante su infancia no lo sabemos, o tal vez sus indicios fueron tan suaves que pasaron inadvertidos. Los primeros síntomas conocidos que alertan sobre su fragilidad mental tuvieron lugar a partir de su matrimonio.
obra
Los pintores impresionistas eran unos enamorados de la noche parisina, frecuentando sus cafés y sus espectáculos, convirtiéndose en protagonistas de sus obras en su afán por representar la vida moderna. Renoir muestra a una joven que sale por primera vez, descubriendo ese mundo nocturno de diversión. La escena se desarrolla en un interior, abundando las tonalidades malvas por los reflejos de las luces artificiales, concretamente de gas. El estilo empleado por el maestro es rápido y abocetado, intenta crear la sensación ambiental de un lugar cerrado, lleno de humo, lo que provoca la distorsión de los contornos y el aspecto de obra inacabada. La influencia de la fotografía se pone de manifiesto al cortar los planos pictóricos, dejando a medias las figuras. El gesto de sorpresa de la muchacha refleja la gran calidad de Renoir como retratista.
obra
En 1855 Dyce exponía en Glasgow su Christabel donde ilustraba el poema de Coleridge. Las críticas recibidas por parte de Ruskin -consideró la obra "una de las falsas ramas del prerrafaelismo" al limitarse a imitar a los primitivos italianos- le llevaron a pintar este lienzo que contemplamos en el que el joven Tiziano mira atentamente a una estatua de la Virgen con el Niño sobre un árbol cortado como base. El pequeño pintor se sienta en un sillón de época, en una postura escorzada, girándose para poder contemplar la imagen divina. Una de sus manos se apoya en un libro abierto mientras que la otra sirve para sujetar el cuello. En primer plano observamos una cesta de flores que sintonizan con el ambiente natural que rodea toda la escena, en sintonía con la filosofía prerrafaelita de recuperar la naturaleza, tomando como referencia los pintores anteriores a Rafael, de ahí su nombre. El acertado colorido y la temática alejada de asuntos religiosos y sociales son también característicos de este movimiento, al igual que el delicado dibujo y la atmósfera idealizada que se respira en las composiciones.
contexto
Bartolomé Esteban Murillo y Juan de Valdés Leal polarizaron en diferente medida la pintura sevillana de la segunda mitad del Seiscientos y al analizarlos muestran una serie de paralelismos y diferencias que permiten un contraste en etapas de vida y actividades. De entrada fueron paisanos y estrictamente contemporáneos, pues nacidos en Sevilla aquél en 1618 y el segundo en 1622, apenas se llevaban cuatro años, y mucho de su trayectoria biográfica y pictórica fue en cierto modo afín. Murillo procedía de un ámbito familiar relacionado con lo artístico, al conectar por vía materna con plateros y pintores, y respecto a Valdés, aunque no hay total certeza, alguna vez se ha apuntado que su padre fue un orfebre portugués. Despierta curiosidad e intriga el que, como Velázquez, emplearon preferentemente el apellido materno, quizá por ser de más lustre o limpio de sospecha herética, y por éste se les conocería en adelante. Sus primeras noticias seguras corresponden a sus respectivos matrimonios, contraídos en fechas próximas -Murillo: 1645, Valdés: 1647-, y salvo ocasionales desplazamientos, más escasos en aquél, residieron en Sevilla donde acaeció su muerte en 1682 y 1690 respectivamente. En cuanto a su quehacer pictórico, se tiene hoy noción muy completa de los dos, pues a Murillo dedicó Angulo gran parte de sus esfuerzos y por fin también Valdés ha sido actualizado por Valdivieso. Desde sus comienzos en este campo abundan asimismo los paralelismos, ya que su primer aprendizaje discurrió en la tradición naturalista tocada de tenebrismo, imperante en Sevilla hasta mediados de siglo por el protagonismo de Zurbarán (1598-1664) y Herrera el Viejo (h. 1590-1654), los pintores entonces en auge y con mayor actividad y clientela, a quienes por lógica y edad conocieron. Mientras Murillo debió adiestrarse en el taller de Juan del Castillo (h. 1590-1657) un maestro local, Valdés lo haría en el de Herrera aunando influjos del mismo Castillo, de Juan de Uceda (h. 1570-1631) y Francisco Varela (h. 1580-1645) pertenecientes éstos por edad y estilo a un grupo de pintores secundarios, que practicaban un eclecticismo peculiar y retardatario, pronto desfasado. A esos componentes de su respectiva formación añadieron el conocimiento de Ribera, de quien había cuadros en colecciones sevillanas y Murillo más aún el de Juan de Roelas (h. 1560-1625), de cuya obra extrajo la fórmula de atenuar el tenebrismo mediante el avance por la luz y el color. En la técnica desarrollaron un común interés por la pincelada suelta y la maestría en el dibujo que, sin embargo, tuvo resultados muy diferentes en ambos. Encarnaron actitudes estéticas opuestas, pues con el gusto y búsqueda de la belleza física y, en definitiva, del afán de agradar en Murillo contrasta en Valdés un desinterés en general por esas inquietudes, que sin embargo no justifica la etiqueta de pintor macabro que hasta hoy ha llevado. Respecto a la capacidad de inspiración temática, aunque recurrieron con frecuencia a estampas ajenas, no fue parca en ninguno, mas frente a la extraordinaria inventiva de Murillo parece detectarse un mayor afán de libertad en Valdés. En todas estas consideraciones previas radica la clave de la aparente contradicción paralelismo-diversidad de su respectivo arte y del éxito tan dispar que obtuvieron no tanto en su tiempo como a posteriori. La producción más temprana de Murillo evidencia muchos influjos, de los que no se liberaría sino tras cierta maduración. Al igual que otros principiantes comenzó trabajando en Sevilla para las órdenes religiosas, que en el segundo cuarto del siglo eran los principales comandatarios de obras, con un estilo claro y colorista pero seco de dibujo, que dependía de Castillo en los tipos y de Roelas en recursos compositivos. Aunque escasean cuadros suyos de ese tiempo, así se ve en La Virgen del Rosario con Santo Domingo y la Aparición de San Francisco y Santo Tomás a fray Lauterio (Sevilla, Museo y Cambridge, Fitzwilliam Museum), hechos en torno a 1640 para sendos cenobios dominicos y cuyo tamaño como Las Dos Trinidades (Estocolmo, Museo Nacional) demuestra que pronto cultivó sin dificultad el gran formato. Esta capacidad para componer a gran escala trasunta un aprendizaje muy completo, que le haría conocedor de las reglas de proporción y los contrastes de color para un buen efecto de lejos, lo cual por elemental que pueda parecer no era tan frecuente en un pintor de su edad. Hacia 1645, próximo ya a la treintena, empezó a cimentar su carrera dándose a conocer tras conseguir su primer encargo de monta, un ciclo de once cuadros con asuntos franciscanos para el convento de San Francisco el Grande de Sevilla, hoy en varios Museos (La Cocina de los Angeles, 1646, París, Louvre; San Diego de Alcalá dando de comer a los pobres, Madrid, Academia; Muerte de Santa Clara, Dresde, Galería, etc.). Pese a la proximidad cronológica a los anteriores muestran un cambio de estilo, del que parece deducirse por una parte que aún estaba en fase de experimentación sobre su bagaje y, por otra, que seguía la moda que entonces encarnaba Zurbarán, pues casi todos presentan un naturalismo intenso y muy tenebrista derivado de este último. La edad del pintor no impide considerar la serie todavía como obra temprana, ante la impericia que delatan las descompensaciones compositivas al plasmar los asuntos, incluso con forzadas yuxtaposiciones de mundo real y sobrenatural. El conjunto posee unidad por el constante claroscuro y el tratamiento escultórico y hasta inánime de muchas figuras. Mas en algunos se da la búsqueda de un modo propio, valorando aspectos que van desde el paisaje (Fray Junípero y el pobre, París, Louvre, con sugerencias de Heemskerck) al desarrollo de la luz y la movilidad de los personajes (Cocina de los Angeles y Muerte de Santa Clara). Con la realización del ciclo coincidió su matrimonio con Beatriz Cabeza, descendiente de plateros, iniciando una prolífica vida familiar que determinaría en adelante mucha de su laboriosísima actividad. De entonces datan también las noticias de que en 1645 ya era maestro pintor y con trabajo en aumento, pues tomó al año siguiente un aprendiz. A la sazón empezaría a ser conocido como un buen pintor de temática piadosa, pues así lo confirman abundantes cuadros de esa índole, difíciles de fechar quizá por surgir para clientes particulares o para venderse en el taller como apuntó Brown. Su aplicación a la moda naturalista pero investigando a la vez sobre el tenebrismo (Cena, 1650, Sevilla, Santa María la Blanca) y por fin aligerando la técnica (Sagrada Familia del pajarito, antes de 1650, Madrid, Prado). También pintó entonces Vírgenes con el Niño (Prado, Louvre y Pitti, principalmente) donde partiendo de modelos italianos, que recrearía haciéndolos suyos, logró hermosos tipos femeninos muy peculiares en adelante, al tiempo que se despegaba del tenebrismo. Idéntico fue el progreso en sus temas populares, pues por la técnica pastosa y los contrastes lumínicos se considera al Niño espulgándose (h. 1650, París, Louvre) como el más antiguo de los cuadros que hizo en esta parcela, sobre todo para los comerciantes foráneos de Sevilla. Del mismo tiempo es su primer Autorretrato, en colección americana, posando con lujoso atavío tras una lápida antigua.
contexto
La vitalidad de la Susa construida en los aledaños de la gran plataforma de adobe del Período I parece haberse reorientado a mediados del IV milenio. La plataforma se abandonó, lo mismo que la cerámica pintada -un fenómeno observado igualmente en Mesopotamia-, y la cultura material de la ciudad irania comenzaría a recibir el eco de otra ciudad singular. Dice P. Amiet que la ocupación humana en torno a Susa se organizó entonces en cuatro tipos de hábitats: grandes centros como Susa, Choga Mish o Abu Fanduweh, poblaciones medias, pueblos y aldeas. Esta diversidad sugiere la existencia de varias organizaciones proto-estatales. La cultura susiana de época Uruk no es el resultado de una colonia, al estilo de las emplazadas en el Eufrates Medio, como Habuba Kabira; antes bien, los distintos centros independientes entre sí -pequeños Estados en realidad que se combatieron con ardor- si bien asimilaron algunos aspectos por la evidencia de los contactos, acometieron una expansión propia en las regiones que les eran familiares desde mucho tiempo atrás, los valles altos de los Zagros, la meseta oeste y los valles que por el Fars y bordeando el descenso del Lut llevaban al Luristán. La glíptica de la Susa de entonces proporciona una rica información sobre oficios y reyes guerreros que, en un estilo semejante al de la ciudad mesopotámica, nos habla de una verdadera monarquía. La cerámica pintada del período anterior se vio sustituida por otra más sencilla, entre la que es preciso destacar -si no por su escaso atractivo, sí por su valor fósil-, los centenares de cuencos groseros de borde biselado, hechos en molde y a mano, bien conocidos en todo el ámbito Uruk. Más sugerentes son los grandes recipientes de alabastro -de hasta un metro de diámetro-, o los vasos teriomorfos y antropomórficos en el mismo material, que P. Amiet vincula al culto religioso. Igualmente son dignas de mención las estatuillas de alabastro -primeros modelos de una escultura irania en bulto redondo- y los objetos de bronce realizados a la cera perdida, tales como largos alfileres de manto o cabello con cabezas de animal, en especial el carnero o muflón iranio. En tomo al 3300/3200 a.C., la Susiana vivió una crisis de regresión y, cuando retomamos los datos a fines del IV milenio, encontramos que el área miraba decididamente hacia el interior iranio, hacia el Fars e incluso al Sistán, poniéndose así las bases de lo que estética y culturalmente sería el mundo suso-elamita del III, II y I milenio a.C. Precisamente en el Fars, las excavaciones del University Museum de la Universidad de Pennsylvania, bajo la dirección de W. Summer, que iniciadas en 1971 llevaron al descubrimiento de la otra gran capital política de Susa, Ansan, en el lugar de Tell-i Malyan, demostraron que, a fines del IV milenio a.C., existió allí una gran ciudad comparable a Susa, con la que se comunicaba directamente por la vía natural que cruzaba las llamadas Puertas Persas. Y si lo que después sería una unidad política no lo era ya, con certeza disponía del mismo horizonte cultural en expansión. La Susa del período es mal conocida en su arquitectura, pero ha proporcionado cientos de tablillas escritas -halladas también en Tall-i Malyan- con un sistema propio, en gran parte ideográfico y, por tanto, de muy difícil lectura. Pero lo sorprendente es que lejos de allí, en el valle de Soghun, C. C. Lamberg-Karlovsky encontrara en el nivel IV del Tépé Yahyá, arquitectura semejante a la de Tall-i Malyan y tablillas allí escritas con el mismo sistema que en el Fars y la Susiana. Pero es que además en el lejano Sistán, al otro lado del desierto de Lut, M. Tosi descubriría la ciudad de Sahr-i Sohta -punto de relación entre el Asia Central, el Indo y el Irán occidental-, donde una sola y modesta tablilla proto-elamita da cuenta del alcance de los movimientos iranios. Desde el punto de vista artístico, E. Porada y P. Amiet entre otros atribuyeron a la época unas vigorosas estatuillas de felinos, realizadas en alabastro, magnesita u otras piedras, talladas con un sorprendente realismo, de las que conocemos no pocos ejemplares. A lo largo del III milenio, algunas áreas del Irán se verían fuertemente afectadas por la presión sucesiva de los primeros imperios mesopotámicos. Pero otras muy alejadas, como las de Gurgan, el Sistán y el Asia Central, asistirían al crecimiento y madurez de una cultura urbana avanzada dotada de una arquitectura monumental sorprendente. Sería el horizonte de lo que M. Tosi llama el Turán, un mundo que todavía espera mucho de la futura investigación. Los escasos materiales artísticos descubiertos en la Susa del III milenio avanzado nos hablan de una renovada influencia estética mesopotámica. Esculturas de aire provincial, que representan a príncipes iranios a los que quizá correspondan tumbas con carro semejantes, aunque mucho más modestas que las de Ur. Pero la cerámica pintada del llamado Estilo II se nos antoja más irania, si bien las grandes jarras globulares -como la que contenía sellos mesopotámicos de Ur I (ca. 2450 a.C.), recipientes y objetos de cobre y vasos de alabastro-, pintadas con temas geométricos y animales, nos parecen estéticamente inferiores a las del estilo Susa I. Los príncipes iranios participaban en las luchas entre las ciudades susianas. Así Eannatum recordaría que "el elamita se arrojó sobre Eannatum, pero él rechazó al elamita a su país" (E. Sollberger/R. Kupper, 1971). Conquistada por Sargón, Susa continuó manteniendo relaciones con Ansán, tan inalcanzable para los akkadios que Naram-Sin acabó firmando un tratado. Un paréntesis de recuperación vendría de la mano de Puzur-Insusinak, rey de Awan, Ansan y Susa, que se aprovechó del fin de Akkad. Restaurada la dependencia con la III dinastía de Ur, Idattu, rey de Simaski y Elam, acabaría definitivamente con la célebre ciudad mesopotámica en torno al año 2000 a.C. El no lo sabía, pero cerraba toda una época de la historia. Tan rápida sucesión de acontecimientos ha oscurecido la imagen del arte susiano. Sin embargo, nuevos hallazgos realizados en el interior del Irán nos permiten conocer facetas imprevistas. Por ejemplo, que en la contemporánea Tépé Yahya se tallaban y decoraban peculiares recipientes en clorita, con temas que hablan del estrecho contacto con el mundo afgano e indio. Y, más al este, A. Hakimi, un estudioso iraní, descubrió en los años setenta, en la necrópolis de Sahdad, a unos 120 km al este de Kermán, la llamada Cultura del Desierto de Lut, con cerámicas rojas decoradas en negro, fragmentos de escritura silábica igual a la utilizada en sus inscripciones por Puzur-Insusinak, y sellos que hablan de contactos con el Sistán y el Turkmenistán. Y es que, como R. Biscione y M. Tosi han puesto de relieve, estamos en la época de madurez de las primeras estructuras estatales del Turán, con ciudades que como Tureng Tépé III C1, incorporan grandes plataformas fechadas con certeza -por C14 en este caso- antes del 2350 a.C., esto es y como J. L. Huot ha destacado, mucho antes de que en Mesopotamia se construyeran las primeras torres escalonadas.
contexto
Birmania fue el país que mejor acogió a los japoneses. Los nacionalistas colaboraron con los invasores, que les habían prometido la independencia. Pero hubo pocas concesiones: de marginal para los japoneses, Birmania se había convertido en una de las principales posiciones asiáticas. Además, los nuevos ocupantes necesitaban todas las materias primas y productos alimenticios, y todas las energías humanas locales para sus fines militares. Se prohibió a los birmanos que exportaran su arroz y otros productos. Pronto apareció el hambre y el trabajo forzado -y los muertos se contaron por millares-, los malos tratos y el desprecio racista. La prometida independencia fue aplazada continuamente. En cuanto a los británicos, tras su expulsión de Birmania, convirtieron la capital regional de Manipur, Imphal, en su cuartel general. Ahora había que formar un ejército, infundirle moral y lanzarlo contra los victoriosos japoneses. Había que demostrar a los hindúes -y a los birmanos- con ideas nacionalistas que los británicos no estaban vencidos y, sobre todo, que India seguía en sus manos (26), y que los japoneses no eran superhombres. Pero faltaban soldados -una gran parte del Ejército de la India se hallaba en los frentes del norte de Africa-, faltaban oficiales, material, aviones, transportes, aeródromos, carreteras. A partir de septiembre de 1942 se construyeron más de 200 aeródromos, se trajeron aviones británicos y norteamericanos. Se comenzó a solucionar el grave problema sanitario -la disentería y la malaria habían ocasionado más víctimas que el enemigo. Slim hizo todo lo posible para que el plan de defensa de la India y de contraofensiva fuese una realidad. Fue designado comandante supremo Lord Mountbatten, siendo su segundo el general StilwelI. El primero era prudente y sensato, el segundo más impulsivo, y estaba ansioso de atacar. Este quería reconquistar Birmania para concentrar el esfuerzo en la ayuda a China, considerada el teatro de operaciones fundamental, donde se hundiría el poderío japonés. Quería adiestrar a un ejército chino que expulsara al enemigo del norte de Birmania y restablecer de una vez las comunicaciones con China. Mountbatten prefería concentrar recursos en la India y esperar a que los japoneses extendieran demasiado sus líneas y se desgastaran, y luego iniciar la contraofensiva, y liberar toda Birmania. A fines de 1942 y comienzos de 1943 se lanza finalmente una ofensiva limitada hacia Arakán. La operación, concebida como un ataque frontal, mal preparada, ejecutada sin entusiasmo por las tropas y por un mando lento y demasiado centralizado, fracasa, lo que no ayuda a levantar la moral británica. Era necesaria una reestructuración en profundidad. Antes de que ésta se iniciara, y mientras duraba aún la incertidumbre y la confusión, Wavell, desde 1943 virrey y gobernador general de la India, decidió aceptar un plan de infiltración tras las líneas japonesas, propuesto por quien en ese momento gozaba de fama de buen organizador de irregulares, el general de división Orde Wingate. Este había adiestrado, antes de la guerra, a grupos terroristas judíos de Palestina contra los árabes, entre ellos al Haganá, y luego, en 1940, grupos guerrilleros tras las líneas italianas en Africa oriental, con éxitos llamativos y discutibles. Ahora se trataba de hacer otro tanto con unos Grupos de Penetración de Largo Alcance -llamados chindits, nombre de unos leones legendarios de la mitología birmana-, que cortarían las comunicaciones y atacarían los puestos japoneses, se moverían sin vehículos, serían aprovisionados desde el aire y eventualmente coordinarían su acción con la de unidades regulares. Los chindits eran unos 3.200. Divididos en dos grupos, mantendrán cierta inquietud detrás de las líneas enemigas a partir de febrero de 1943, y mejorarán un poco la moral de los aliados, pese a su reducida eficacia militar. Llegarán a penetrar más de 150 kilómetros en territorio japonés, cruzando incluso el río Irawady -Eráwadi en birmano-, y obligando, en un primer momento, a los japoneses a emplear bastantes tropas para cazarlos. En marzo comenzaron a retirarse, perseguidos por el enemigo, y perdieron casi un tercio de los chindits y todo el material. También los japoneses, mientras tanto, habían mejorado su organización y preparación. El Cuartel General de Rangún fue confiado al prudente general Kawabe, bajo cuyo mando estaba el XV Ejército del general Mutaguchi -centro-, el XXVIII Ejército, del general Hanaya -Arakán- y el que será XXXIII Ejército, del general Honda -norte-. Mutaguchi, impulsivo y dinámico, propuso un plan de invasión de la India para la estación seca 1943-1944, que fue aceptado tras interminables discusiones, pero quedó limitado a la zona de Imphal; esta ciudad y la de Kohima deberían ser capturadas, pero la operación no se extendería al valle del Brahmaputra, en Assam, como deseaba Mutaguchi. Se intentaría, además, cortar los suministros a las fuerzas de Stilwell en el norte. En el Arakán, Hanaya atacaría en la zona de Chittagong hacia Bengala, reteniendo las reservas de Slim. Aquí el Ejército Indio de S. Chandra Bose -una división con 9.000 hombres- se uniría a las fuerzas de Hanaya, trataría de atraerse a los soldados indios del Ejército británico. Los japoneses estimaban que harían todo esto en tres semanas, y el frente aliado se derrumbaría definitivamente. Los aliados, para su proyectada ofensiva, crearon en agosto de 1943 el Mando del Sudeste de Asia -SEAC, en sus siglas inglesas-, cuyo mando fue dado a Mountbatten; el mando de todas la fuerzas fue dado al general sir G. Giffard, con el XI Grupo de Ejércitos, y el de las fuerzas de choque a Slim, con el XIV Ejército. En Imphal estaba el IV Cuerpo del general Scoones, y en Arakán el XV Cuerpo del general Christison. La organización, aparentemente, había mejorado mucho, lo mismo que el material y la moral. Con todo, no faltaban las dificultades, para el abastecimiento de las fuerzas de Imphal, por ejemplo, y por la escasez de aviones, paliada por la llegada de aparatos de transporte, un tercio de los cuales era estadounidense.