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El ascenso de Manuel Godoy no tiene parangón en la historia de España, aunque no es un caso único en la historia de las monarquías europeas del siglo XVIII, al menos en lo que se refiere a su juventud y a la celeridad de su progresión. Pitt el Joven fue nombrado primer ministro de la Gran Bretaña cuando contaba 24 años de edad, y con sólo dos de experiencia política como diputado de los Comunes. Y a los contemporáneos de Godoy esta similitud no les pasó desapercibida. Félix Amat, que sería más tarde arzobispo de Palmira y confesor de Carlos IV, se hallaba en Madrid como representante del clero catalán cuando se produjo el nombramiento de Godoy como nuevo Secretario de Estado, e informó al arzobispo de Tarragona, Armanyá, en los siguientes términos: "El duque de la Alcudia, por sus talentos, expedición y robusta juventud podrá ser en España lo que el famoso Pitt en Inglaterra". En el caso de Godoy, un cadete del selecto Cuerpo de Guardias de Corps, de origen hidalgo e hijo de coronel, en el limitado espacio de treinta meses, se convirtió en plena juventud en Teniente General del ejército, Grande de España, duque de la Alcudia, cuyo valle recibió en donación, Consejero de Estado tras su remodelación de 1792, y en noviembre de ese mismo año Secretario de Estado, o lo que es lo mismo, responsable máximo de la política española. El apoyo de la Corona, la confianza de los reyes, clave de bóveda en la estructura del poder en el Antiguo Régimen, hizo posible esa fulgurante ascensión que liquidaba definitivamente la tradición política heredada de Carlos III, pues Godoy no pertenecía a ninguno de los dos grupos -manteístas o golillas y aristócratas o partido aragonés que habían pugnado por el poder entre 1759 y 1788. El diplomático José Nicolás de Azara, político vinculado al partido encabezado por Aranda por ideología y por su condición aragonesa, dejó testimonio en sus Memorias del cambio del sistema de gobierno de Carlos III, que había llegado hasta Aranda, tras la aparición fulgurante de Godoy: "el conocimiento del sistema estrafalario que se había introducido en nuestro Gabinete lo facilitaba todo: pues ya los ojos iban acostumbrándose a ver monstruosidades inauditas en la Monarquía y fortunas las más descabelladas, con un trastorno general de las ideas arraigadas por tantos siglos en las cabezas españolas". La actividad política de Godoy, siguiendo los deseos de sus protectores, los reyes, debía encaminarse a salvar la vida de Luis XVI, y para ello había que mantener apariencia de neutralidad y utilizar todas las vías posibles, tanto oficiales como secretas. Los deseos españoles de interferir en el proceso a Luis XVI, comenzado el 11 de diciembre de 1792, se iniciaron en ese mismo mes, cuando Godoy ofreció al ministro de asuntos exteriores francés, Lebrun, la retirada de las tropas españolas acantonadas en la frontera pirenaica a cambio de la libertad del rey y de su familia. Leída la carta el 28 de diciembre ante la Convención, fue rechazada violentamente por considerarla una intolerable intromisión en los asuntos internos de Francia. También se efectuaron gestiones cerca del primer ministro inglés Pitt, por la neutralidad que mantenía Inglaterra, para que intercediera a favor del monarca francés. Y, finalmente, se intentó como último recurso el soborno, a través de José de Ocáriz, cónsul general de España en París, de destacados miembros de la Convención con el propósito de lograr que no votasen la condena a muerte del monarca. Pero documentos hallados en las Tullerías probaban que Luis XVI había mantenido contactos continuados con las potencias extranjeras enemigas de la revolución. Acusado de conspirar contra la libertad nacional y atentar contra la seguridad nacional del Estado, la votación efectuada el 15 de enero de 1.793 le fue negativa, tras fracasar la propuesta girondina de apelar al pueblo sobre el destino del rey, conocedores del apoyo mayoritario de la monarquia en la nación. La sentencia de morir en la guillotina fue hecha pública dos días después. La nueva oferta española, vía Ocáriz, reiterando la promesa de un estatus de neutralidad y ofreciendo efectuar una labor mediadora ante las demás potencias a cambio de la vida del rey, resultó totalmente inútil. La ejecución del monarca francés el 21 de enero de 1793 y la ruptura de relaciones franco-británicas tres días después, inclinaron a Carlos IV hacia la guerra, en un clima de indignación general. La Gaceta de Madrid y el Mercurio insertaron noticias sobre los últimos momentos del suplicio de Luis XVI para conmover los espíritus y templarlos para la lucha que se avecinaba. La generosidad de su testamento, publicado íntegro por la Gaceta, servía para difundir la grandeza magnánima de la institución monárquica. Aranda, que conservaba su puesto en el Consejo de Estado y era decano del Consejo de Castilla, defendió, no obstante, la tesis de la neutralidad armada, argumentando razones militares y políticas. El 27 de febrero de 1793 desaconsejó, en un informe confidencial, declarar la guerra. Desde su punto de vista, el ejército español no estaba en condiciones de iniciar una guerra en la frontera, donde el mal estado de las comunicaciones impediría el desplazamiento y abastecimiento de tropas, mientras políticamente el verdadero enemigo de los intereses españoles era Inglaterra y no Francia, sobre todo en lo referente a la salvaguarda de las colonias americanas. Reiterada su postura pacifista en un pleno del Consejo de Estado celebrado el 14 de marzo de 1793, que presidía el rey, cuando la guerra había sido ya formalmente declarada por Francia una semana antes, el debate acabó con una violenta disputa entre Aranda y Godoy, que le valió al conde ser desterrado a Jaén primero, y confinado en la Alhambra granadina después. En opinión de Olaechea y Ferrer Benimeli, lo que en aquel Consejo sucedió fue únicamente la excusa para llevar a cabo la eliminación de un sujeto peligroso, de la misma forma que se iban eliminando todos los partidarios de Aranda, entre los que se encontraban miembros sobresalientes de la aristocracia, como los duques de Osuna, del Infantado, de Medinaceli, de San Carlos y de Sotomayor y el conde de Altamira. La posición de Aranda era, tal y como los hechos vendrían pronto a confirmar, la más sensata y realista, mientras que Godoy dio muestras de su ignorancia y falsa presunción. Excepto por motivos estrictamente de defensa de los principios monárquicos y familiares, no había razón política alguna que justificara comenzar la guerra. Debido a ello fue imprescindible iniciar ante la opinión pública una campaña patriótica sin precedentes que justificara la lucha, en la que participaron entusiásticamente los miembros del clero que figuraban entre los enemigos más recalcitrantes de la Ilustración, pues era, en su opinión, la nueva Filosofía la mayor enemiga del catolicismo y la que había puesto la semilla de la revolución. Fray Jerónimo Fernando de Cevallos, el autor de los seis volúmenes contra La falsa filosofía, o el ateísmo, materialismo y demás nuevas sectas convencidas de crimen de Estado contra los Soberanos, afirmaba en carta a Godoy, fechada en julio de 1794, que "los franceses, con doscientos mil sansculotes podrán hacer una devastación horrible, ¿pero cuánto mejor será la que harán cuatro o cinco millones de sansculotes, que están para nacer en España de labradores, artesanos, mendigos, vagos y canallas, si toman el gusto a los principios seductores de los Filósofos?" Convertido el conflicto en Cruzada, Godoy solicitó a los obispos que no sólo pusieran sus esfuerzos en animar a realizar fervorosas oraciones y recoger donativos, sino que exhortaran a los jóvenes al combate, contribuyendo a forjar un discurso reaccionario al establecer la identificación entre Ilustración y Revolución. El ejemplo más conocido de esa defensa de la Guerra Santa, movilizadora de los ánimos, es el del famoso predicador capuchino fray Diego José de Cádiz, autor de El soldado católico en guerra de religión, en cuyas páginas se hacía una vibrante llamada a la participación en la guerra contra la "perversa Francia", encarnación del Mal Absoluto, como obligación moral, garantizando la salvación eterna a quienes en ella cayeran. Fray Diego José de Cádiz representó como nadie la oposición visceral a las novedades que había traído consigo la Ilustración. Prelados como Armanyá Despuig o Aguado Rojas publicaron cartas pastorales incendiarias exhortando a la lucha contra el impío francés, que no sólo pretendía derribar los tronos, sino abolir la religión, la jerarquía eclesiástica y las órdenes religiosas. Al sumarse a la campaña antirrevolucionaria, una gran parte de la Iglesia española buscó mejorar su imagen, presentándose como una institución patriótica y dispuesta a ser generosa con el sacrificio que se exigía al país para salvar de la impiedad y la anarquía los fundamentos de la civilización cristiana. La Convención también participó, utilizando multitud de recursos en esta batalla por la opinión. En sus escritos dirigidos específicamente a los españoles, como Aviso al pueblo español, o la proclama Als catalans, España se había unido a los tiranos de Europa en "coalición monstruosa", pues reunía a los católicos españoles con los prusianos luteranos y los protestantes ingleses. En la actividad propagandística francesa se procuró evitar ofrecer muestras de anticlericalismo radical y se presentó el nuevo régimen como un paraíso de tolerancia religiosa: "aquí el judío socorre al cristiano, el protestante al católico, los odios de religión son desconocidos, el hombre de bien es estimado y el perverso despreciado". Su capacidad de mitigar el masivo mensaje difundido por el Estado y la Iglesia española fue mínima. Los franceses dejaban tras sí templos profanados, bienes incendiados y sexos ultrajados, y para la mayoría de los españoles eran perversos enemigos del Todopoderoso. Las gacetas no cesaron de difundir relatos sobre el bárbaro proceder habitual de los franceses. La entrada en Besalú fue narrada en los siguientes términos: "En los templos derribaron las imágenes, las arcabucearon y después se ensuciaron por todo; en algunos pueblos han forzado a las mujeres y muerto a otras". El concepto de libertad no era otra cosa que anarquía y rechazo a toda subordinación. La proclamada igualdad era destructora y absurda, pues al nivelar a los hombres eliminaba el mérito y, sobre todo, "borraba la natural distinción entre dueños y esclavos, próceres e ínfima plebe". En ese clima de exaltación antifrancesa es frecuente encontrar ejemplos de odio popular exacerbado, como el citado por Aymes del fabricante de linternas de Requena, un tal Salvador Villacelero, que proponía la utilización de unos polvos fabricados por él para esparcir entre los enemigos "peste, malos granos, carbunclos y landres", tras quedar convencido de que los franceses eran unos "infieles, judíos, herejes y protestantes". No obstante, algún obispo tuvo una actitud un tanto desdeñosa hacia el clima de Cruzada que Godoy alentó en los primeros meses de la contienda contra la Francia revolucionaria. El arzobispo de Valencia, Fabián y Fuero, protagonizó un enfrentamiento escandaloso con el Capitán General de aquel reino, el duque de la Roca. Aunque el detonante del conflicto fue la negativa del prelado a obedecer un edicto del duque que ordenaba la expulsión de los franceses residentes en territorio valenciano, incluidos los eclesiásticos emigrados, fue la pasividad de Fabián y Fuero, no exenta de cierta resistencia, a sumarse a "la movilización de los ánimos" en que se hallaba inmersa la práctica totalidad de la jerarquía católica española, lo que colocó al arzobispo en una incómoda y peligrosa posición. Mientras que la mayor parte del episcopado español, y en especial el obispo de Orihuela Antonio Despuig y Dameto, su sucesor en la mitra valenciana, se mostraba activo en redactar e imprimir encendidas exhortaciones a tomar las armas, Fuero fue más comedido, y ningún texto con su firma fue publicado por el Diario de Valencia, que desde febrero de 1793 había declarado la guerra dialéctica a Francia y a todo lo francés. Si Despuig había recibido la Gran Cruz de Carlos III por sus gratificaciones a los voluntarios del ejército, y el 10 de mayo de 1794, para halagar a su protector Godoy, escribía que "nada me parece más justo que sea el primero que me aliste en esta Cruzada, tomando la Cruz, señal de esta Victoria", Fabián y Fuero, por la via indirecta de dejar constancia de sus opiniones por medio de un apologeta anónimo, se atrevía a criticar estas actitudes en términos inequívocos: "¿cuándo vio VE. a Jesucristo al frente de un ejército para combatir con los contrarios?, ¿cuándo se le oyó declamar contra sus perseguidores y aconsejar defender la fe con la espada?", para añadir poco después: "no ignoráis, o no debéis ignorar que si por desgracia vivimos en un siglo turbulento, por fortuna estamos en un siglo Ilustrado en el que es abominable la fantasía, la idea, y la contrariedad de guerra de Religión". El resultado de su escaso entusiasmo, y su negativa a obedecer al Capitán General, fue el intento de detener al arzobispo. El 23 de enero de 1794, un edicto del duque de la Roca ordenaba el arresto del eclesiástico con el pretexto de garantizar así su seguridad, pues "se oyen las voces que claman por la muerte del prelado". En el transcurso de la ocupación por la tropa del palacio arzobispal, Fabián y Fuero logró encerrarse en uno de sus aposentos y escapar por un corredor que unía el edificio con la catedral. El 27 de enero, el arzobispo huía de Valencia disfrazado de sacerdote, dirigiéndose a Olba, un pueblecito de Teruel. En Valencia quedaron detenidos cuatro canónigos, un párroco y los tres capellanes del arzobispo. El 11 de febrero de 1794 el Consejo de Castilla solicitó a Fuero, todavía refugiado en Olba, que renunciara formalmente al obispado para que se pudiera formalizar canónicamente su sustitución por Antonio Despuig, quien ya se encontraba en Valencia. El arzobispo remitió una representación a Carlos IV manifestando su deseo de dejar limpio su nombre de la calumnia de sedición, afirmando que no había renunciado a la mitra, sino que había sido depuesto por la fuerza. A fines de mayo de 1794, el pleno del Consejo de Castilla intentó encontrar solución a un problema espinoso y que corría riesgo de enquistarse peligrosamente. El cardenal Lorenzana, amigo de Fuero, sugirió el camino que finalmente conduciría a encontrar una salida airosa a un problema que comenzaba a ser piedra de escándalo para Despuig y arma eficaz para los enemigos de Godoy. El Consejo calificó los procedimientos utilizados por el Capitán General de Valencia de "injustos y violentos, hechos con demasiado ardor, y en los cuales se excedió notoriamente de sus facultades". El Consejo de Castilla era de la opinión que el Arzobispo debía recuperar el ejercicio de su jurisdicción y los detenidos puestos en libertad. Para evitar nuevas tensiones era aconsejable, sin embargo, que Fabián y Fuero permaneciera alejado de Valencia. La Consulta del Consejo, que venía a dar satisfacción al arzobispo fue aceptada de no muy buena gana por Godoy, permitió encontrar una salida al rocambolesco conflicto de Valencia. Fabián y Fuero, a instancias del cardenal Lorenzana, aceptó renunciar a su sede valenciana el 23 de noviembre de 1794 dando vía libre a la consiguiente designación de Despuig, ferviente partidario de la Cruzada contra Francia, como nuevo arzobispo de Valencia. En el notable esfuerzo de incitación propagandística, los prejuicios contra lo francés en general, sin ningún tipo de distingos, fueron utilizados con mayor énfasis que las referencias a los excesos jacobinos, que sólo eran conocidos por grupos minoritarios de personas informadas. En las arengas del clero se hacían alusiones genéricas a los franceses, tildados de regicidas, bárbaros y enemigos de Dios, lo que explica que en muchos lugares de España se desatara la violencia contra residentes franceses que nada tenían que ver con el proceso revolucionario que se vivía en su país. Rivalidades seculares se agudizaron por la campaña de galofobia desatada, que sirvió en muchas ocasiones de pretexto para actuar vengativamente contra aquellos franceses que, dedicados a sus profesiones, eran competidores indeseados de los españoles, como sucedía en Cádiz, Barcelona o Málaga, donde existían importantes colonias de residentes franceses. Para las autoridades gaditanas, muchos de los comerciantes y corredores franceses eran jacobinos enmascarados, y la misma impresión tenían las malagueñas para las que era innegable "que entre nosotros vive una multitud no pequeña de malditos jacobinos capaces de contaminar a los más bien complexionados". En Barcelona se odiaba a los caldereros, sombrereros y comerciantes franceses no por regicidas, sino porque eran rivales de los españoles en el ejercicio de sus profesiones, hasta el punto de que, tras la ejecución de Luis XVI, el cónsul francés en la Ciudad Condal exhortaba a sus compatriotas a salir poco y a volver a casa antes del anochecer para evitar agresiones. En Valencia, Manuel Ardit ha estudiado los motines antifranceses de febrero y marzo de 1793, en que fueron asaltadas y quemadas un buen número de casas de comerciantes franceses allí afincados, no librándose de la violencia popular ni tan siquiera los curas allí refugiados por no haber jurado la Constitución Civil del Clero de 12 de julio de 1790 y que se mantenían fieles a Roma. El sentimiento popular antifrancés produjo, al igual que en Valencia, sentimientos indiscriminados de rechazo y de violencia en otros lugares de España, alentados por rumores que se propagaban con rapidez, como la noticia difundida por Madrid en marzo de 1793 de que los franceses preparaban el envenenamiento de las aguas de la capital.
obra
En sus múltiples indagaciones sobre los medios de reproducción de las tres dimensiones de los objetos, el holograma ocupó un lugar muy destacado. Básicamente, mediante la fotografía se consigue captar una imagen que más tarde puede ser reproducida en sus tres dimensiones, lo que da una mayor riqueza al propio objeto. Para Salvador Dalí, la holografía venía a suponer que la pintura (que, como sabemos, parte de las dos dimensiones del lienzo) podría alcanzar el ideal de reproducir de forma globalizadora la naturaleza total de los objetos, de lo pintado. En la imagen que contemplamos, Dalí aplica su método a una forma que en apariencia es bastante tradicional. Dos figuras desnudas masculinas se mueven en posturas diferentes, aunque tienen como factor común su enorme dinamismo. Juntas integran un círculo imaginario, sus piernas y brazos cierran esas forma geométrica. Los colores utilizados en esa ocasión por Dalí están reducidos al límite. Son gamas de rojos, dorados y amarillos que, sin lugar a dudas, confieren a la imagen un aspecto muy peculiar. Además, y como casi siempre en el arte de Salvador Dalí, el dibujo se convierte en el principal recurso expresivo. Es un dibujo que voluntariamente recuerda el arte practicado durante el Renacimiento y, dos siglos más tarde, en el Neoclasicismo. Las dos figuras están esbozadas y reciben un fuerte foco de luz, que determina con rotundidad zonas de sombra y claridad. Esto produce como consecuencia un gran dramatismo en el movimiento y en la expresión de ambas figuras. En el centro de la composición -realizada mediante el uso de sanguina y de la técnica de la pintura al pastel- el artista escribe en inglés el título de la obra, aplicando una caligrafía que, también de forma explícita, remite a la escritura de los siglos pasados.
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La guerra civil en su origen fue un conflicto interno, de modo que no puede atribuirse a país alguno la suficiente influencia como para provocarla. Sin embargo, como también se ha advertido, una vez estallada la guerra convirtió a España, por el mero hecho de su existencia, en el "centro de las pasiones y decepciones del mundo". Sin la ayuda exterior no se entiende el paso del Estrecho, la defensa de Madrid o la batalla de Guadalajara, y en los acontecimientos militares que siguieron hasta el final mismo del conflicto el papel de la ayuda exterior o su ausencia fue de primerísima importancia. Es perfectamente lógico que ambos contendientes solicitaran la ayuda de otros países de manera inmediata, porque a fin de cuentas el Ejército español estaba muy mal dotado desde el punto de vista material y además España había firmado convenios para ese propósito. Por otro lado, no puede extrañar tampoco que la respuesta a esas peticiones fuera positiva porque en las relaciones internacionales se estaba viviendo en aquellos momentos una fortísima tensión prebélica. Eran los momentos del "viraje hacia la segunda guerra mundial" en que se tambaleaba el sistema de paz acuñado al final de la primera en Versalles. Los países derrotados o insatisfechos se lanzaban a una espiral de reivindicaciones frente a la indecisión y la mala conciencia de los vencedores, mientras que la aparición de nuevas doctrinas de indudable impacto sobre la política internacional, como eran el fascismo y el comunismo o la crisis económica mundial, contribuían a deteriorar gravemente la situación. Actuando en este marco, el espectáculo de la guerra civil contribuyó, como veremos, de manera decisiva a perfilar el alineamiento de las diversas potencias de cara al conflicto. La petición de ayuda por parte de sublevados y gubernamentales fue una consecuencia inmediata de la pobreza de medios militares y de la sensación, a los pocos días de la sublevación, de que ésta no se liquidaría de la forma que había sido habitual en los pronunciamientos del siglo XIX. De ahí que ambos bandos recurrieran a aquellos países que más lógicamente les podían ayudar; éstos, ansiosos de que el status internacional no se alterara o interesados en adquirir nuevos aliados, se decantaron rápidamente hacia una intervención, aunque al poco tiempo inventaran también una pantalla para disimularla. El 19 de julio Giral hizo la petición al Gobierno francés del Frente Popular que pronto se mostró dispuesto a atenderla; sin embargo, la publicidad dada a la petición y a la respuesta motivó una indignada reacción de la derecha francesa y dejó en un airada posición al Gobierno Blum, que podría haber dimitido de no ser por la petición de sus propios correligionarios españoles. A partir de este momento la ayuda debió ser más titubeante y disimulada. En cuanto a los sublevados, su petición de ayuda fue tan sólo unas horas posterior y estuvo dirigida a Alemania e Italia. La primera respondió más inmediatamente y además prestaría mayor ayuda a Franco hasta el mes de noviembre de este año, momento en que se produjo la llegada del CTV italiano. Es muy posible que tanto Francia como Italia y Alemania temieran al adversario potencial en una guerra generalizada y que por eso se decidieran a prestar ayuda al bando más próximo en la guerra interna española, pero no hay pruebas de que conocieran de modo preciso la ayuda que se estaba prestando por esos potenciales adversarios. Quedaban así sentadas las bases asimétricas en que fundamentaron las relaciones con sus aliados los beligerantes españoles. El Frente Popular debió recurrir al mercado internacional de armas, aparte de la ayuda francesa; algunos países como los bálticos y Checoslovaquia le prestaron colaboración, pero su situación no quedó aliviada hasta que en septiembre la Unión Soviética se decidió a prestar ayuda al Gobierno español. En cuanto a los sublevados, contaron con la ayuda italiana y alemana, a pesar de que su reconocimiento como gobierno legítimo no llegó hasta el mes de noviembre. Es importante señalar que tal decisión no se tomó en un momento en que parecieran haber obtenido una victoria decisiva, sino cuando tenían dificultades al no haber tomado Madrid, con lo que se demostraba el grado de voluntad de colaboración de sus aliados. Una situación como la mencionada en que aparecían involucradas las principales potencias europeas resultaba potencialmente explosiva; esa es la razón por la que se pretendió distenderla mediante la creación de un novedoso sistema no experimentado hasta el momento en la política internacional que fue el Comité de no-intervención sito en Londres. En realidad, quien propuso esta fórmula fue Francia, temerosa de las tensiones experimentadas en torno al conflicto español en la política gala. El Gobierno del Frente Popular, sin embargo, dejó la iniciativa a los británicos que fueron quienes la auspiciaron en el concierto internacional. Para ellos se había producido un peligroso pugilato por intervenir en la política española y de no existir un organismo que procurara evitar las decisiones unilaterales habría un auténtico problema para la paz mundial. A partir de septiembre un Comité reunido en la capital británica comenzó a estudiar las modalidades de la no intervención, y una vez constituido éste, pese a las protestas del Gobierno del Frente Popular, la Sociedad de Naciones remitió cualquier tipo de decisión a dicho organismo, como si lo considerara una especie de instrumento especializado para resolver los problemas españoles. Aunque en el Comité de no-intervención tomaron parte muchos países, la realidad es que las cinco potencias europeas más importantes fueron las que decidieron las principales cuestiones. En una ocasión Metternich dijo que la no-intervención significaba "poco más o menos intervención" y tal afirmación resulta válida para la guerra civil española. Nadie ni por un momento pensó que con ese Comité se hubiera evitado la participación de otros países en los asuntos internos españoles. Las potencias fascistas siguieron a este respecto una política perfectamente cínica. El Conde Ciano, ministro de Exteriores italiano, dio a su embajador en Londres unas instrucciones consistentes en hacer todo lo posible para que el Comité mantuviera una acción "puramente platónica": de hecho en repetidas ocasiones este país boicoteó la labor del Comité hasta que dio a Franco una ayuda determinada para luego pedir el estricto cumplimiento de lo estipulado. Se ha calculado que los alemanes violaron la no-intervención 180 veces y que los italianos lo hicieron 134; unas cifras semejantes se pueden atribuir también a los franceses y rusos. Pero incluso los británicos pensaban lo mismo acerca de este Comité. Un diplomático británico dijo que se trataba de "una farsa pero una farsa extremadamente útil" en el sentido de que aunque no cumpliera sus propósitos evitaba que empeorara la situación mundial. Eden, en el mismo sentido, admitía que la política de no-intervención no era otra cosa que "un telón de seguridad improvisado, andrajoso y lleno de agujeros", pero mucho mejor que una guerra generalizada. Descrita la evolución de la política exterior de la guerra civil en sus primeras etapas, podemos pasar a examinar la posición de cada una de las potencias más importantes o más vinculadas a España por unas u otras razones. Cada país tuvo una política con peculiaridades propias pero aquellos con instituciones democráticas vieron, además, cómo la opinión pública tomaba posición en torno al conflicto en un sentido u otro. Ése, en cambio, no fue el problema de Alemania e Italia. La intervención alemana a favor de Franco fue consecuencia de una decisión personal de Hitler, aunque hubiera sido patrocinada por los representantes del pequeño partido nazi existente en Marruecos. Frente a la opinión reticente de algunos de sus colaboradores más directos, como Göring, el Führer adoptó una de sus decisiones arriesgadas pero de la que sacaría amplio partido por la ausencia de respuesta por parte de las potencias democráticas. En realidad hasta el momento España era para los nazis un país lejano y carente de verdadero interés, aunque allí hubieran pensado construir algún submarino para su rearme. Si se decidió intervenir fue por una mezcla de razones estratégicas (presionar a Francia desde el sur) e ideológicas (oposición al comunismo); sólo en un segundo plano apareció el interés económico. Mucho más prudentes que los italianos, los alemanes no exhibieron en exceso su participación en la guerra; sólo en 1939 Hitler habló de la Legión Cóndor, que sería su principal ayuda a Franco, y no estuvieron dispuestos a ayudar de una manera muy clara a rescatar a José Antonio Primo de Rivera, preso en Alicante. Contribuyeron a la promoción de Franco, pero los juicios de su primer embajador ante él eran reticentes, tanto respecto de su lentitud a la hora de llevar a cabo las operaciones militares como por su carencia de voluntad revolucionaria en lo social. Más tarde que Italia, en marzo de 1937, también Alemania suscribió un tratado con la España de Franco cuyo contenido no revestía especial trascendencia (se refería a mantener contactos mutuos respecto del comunismo y evitar la colaboración con terceros países que pudieran perjudicar a Alemania). Mucha mayor importancia tendría, en cambio, para este país los beneficios económicos obtenidos. A diferencia de lo sucedido en el caso alemán los dirigentes fascistas italianos habían tenido contactos anteriores con la extrema derecha española, aunque en el verano de 1936 Mussolini vetara cualquier ayuda previa a la conspiración. Esa relación fue resucitada en el momento del estallido de la guerra civil, pero también el conocimiento directo de Ciano acerca de la situación en Marruecos, proporcionado por cauces diplomáticos propios, jugó un papel importante en una decisión que fue un poco más tardía que la alemana. La personalidad del ministro de Exteriores fascista parece haber jugado un papel importante en la adopción de esta política; él representaba una política exterior más agresiva y poco propicia a Gran Bretaña que derivó insensiblemente hasta convertirse en pro-alemana. En cuanto a las razones de intervención en España lo más probable es que originariamente Mussolini pensara que podía obtener un aliado barato en una zona estratégica que para él era decisiva con el empleo de unos medios reducidos. Sus propósitos originarios fueron, por tanto, de política exterior tradicional pero con el transcurso del tiempo la guerra tuvo un contenido ideológico más importante para su régimen: la guerra de Abisinia, por ejemplo. Y al mismo tiempo establecía las bases de lo que luego sería el Eje. Desde el principio la intervención italiana en los asuntos españoles fue más estridente que la alemana. Parte de los primeros aviones italianos enviados a Franco fueron descubiertos al caer uno de ellos en territorio francés, y la intervención italiana en las Baleares fue también objeto de especulaciones en los medios diplomáticos internacionales: se pensaba que una base italiana en ellas tendría como consecuencia impedir que Francia trajera sus tropas coloniales a la metrópoli en caso de guerra. Sin embargo, más espectacular fue todavía la intervención italiana a favor de Franco cuando, en noviembre de 1936, se firmó un tratado entre ambas partes que presuponía una neutralidad más que benevolente por parte de este último en el caso del estallido de una guerra. Era mucho más de lo que nunca los alemanes, que se quejaron, consiguieron de Franco, pues suponía de hecho la hegemonía fascista en el Mediterráneo occidental. A partir de este momento Mussolini se empleó a fondo a favor de la causa de los sublevados, incluso más de lo que éstos hubieran querido. De ahí que mandara todo un ejército, del que casi la mitad eran tropas regulares, sin que Franco lo hubiera pedido o lo deseara. El CTV obtuvo victorias como la de Málaga, pero también derrotas como en Guadalajara que le fueron imputadas inevitablemente al fascismo. A partir de este momento la guerra española fue para los dirigentes fascistas italianos una aventura cara que a veces proporcionaba quebraderos de cabeza, unas auténticas arenas movedizas de las que era imposible librarse, mientras que el deseo de resolver el problema provocaba inevitablemente una mayor intervención. Hasta el final de la guerra la obsesión fundamental de Mussolini respecto de España fue la victoria militar, mientras que tan sólo algunos dirigentes fascistas radicales como Farinacci pensaban en la eventual fascistización inmediata del régimen de Franco. Hubo otro país que también jugó un papel importante en la fase inicial del conflicto en favor de Franco, aunque su papel era mucho menos destacado en las relaciones internacionales y su condición de pequeña potencia evitara que pudiera ser mayor. El Portugal de Salazar había tenido siempre una intensa preocupación por los problemas españoles. Como diría el ministro de Asuntos Exteriores, para él una guerra civil en España no era una cuestión intrascendente sino de vida o muerte, pues incluso existía la posibilidad de que el conflicto se reprodujera más allá de la frontera luso-española. Cuando estalló la guerra Salazar aprovechó la ocasión para actuar con decisión en contra de la oposición, incluso creando alguna organización de cierto paralelismo con los partidos fascistas (la llamada Legión portuguesa). El embajador de la República, Sánchez Albornoz, se vio aislado por la hostilidad de las autoridades lusas y por el abandono de los propios diplomáticos a sus órdenes; en octubre se rompieron las relaciones entre Portugal y el Gobierno del Frente Popular. Fue el país gobernado por Salazar el que más dificultades puso para aceptar el Comité de no-intervención, principalmente porque creía que eso implicaba una disminución de su soberanía. La principal ayuda de Salazar a Franco, que siempre evitó la espectacularidad, fue proporcionarle la seguridad de una frontera, pero además desde territorio portugués entraron aviones en la zona nacionalista; allí se consiguieron préstamos y unos 4.000 ó 6.000 portugueses, de los que 200 eran militares, combatieron con Franco. Para comprender la significación de la postura franco-británica respecto de la guerra civil española hay que tener en cuenta, en primer lugar, que nuestro país podía ser considerado como área tradicional de influencia franco-británica, a pesar de lo cual la actitud de esos dos países fue fundamentalmente pasiva sin tomar una iniciativa decidida. Hay varias razones que contribuyen a explicarlo: las características de los regímenes democráticos que no podían propiciar una intervención como la de los fascistas, el deseo de evitar la guerra mundial por medio de una política de apaciguamiento, las divisiones internas de la opinión pública y el hecho de que el Frente Popular parecía demasiado revolucionario y Franco no lo suficientemente fascista. Todos estos factores explican que no se tomara una decidida actitud verdaderamente nacional sobre la guerra civil española. En Francia el conflicto español excitó las pasiones ideológicas por encima de los intereses nacionales. Ya en la campaña electoral que dio la victoria al Frente Popular el caso de España fue presentado como un ejemplo del peligro revolucionario, y estallada la guerra civil se dio la paradoja de que la derecha más nacionalista (Maurras, que visitó a Franco, y la Acción Francesa) apoyaba a Franco a pesar de que éste, por su cercanía a Alemania e Italia, representaba intereses totalmente opuestos a los franceses. No sólo esa extrema derecha denunció la supuesta colaboración del Frente Popular francés con los revolucionarios españoles, sino que otros sectores más amplios (los católicos, los intereses comerciales...) simpatizaron con Franco. Desde 1937 hubo peticiones de establecimiento de relaciones con esa España y en el año 1938 el número de diputados pertenecientes a las asociaciones pro-franquistas se acercaba al 40 por 100, pues incluso una parte del partido radical-socialista era benevolente con respecto a Franco. Este tipo de actitudes encontraba su apoyo en la necesidad de practicar una política que no desentonara con la británica, pero se inspiraba sobre todo en el espectáculo de la revolución española: el embajador Herbette, antaño íntimo de Azaña, se convirtió en un partidario de Franco. Por su parte, Blum, jefe del Gobierno del Frente Popular francés, luchaba entre los sentimientos encontrados del pacifismo y de la necesidad de apoyar a un Gobierno como el español. Hubo un momento en que incluso temió que una guerra civil estallara en Francia. Por su parte, los comunistas franceses, con la divisa "Por la no-intervención, contra el bloqueo", fueron los más decididos partidarios de que se siguiera autorizando la venta de armas a la España republicana, pero procuraron al mismo tiempo evitar que colapsara el Frente Popular. De hecho este programa de gobierno entró en crisis precisamente por esta razón. La posición francesa osciló entre una neutralidad simplemente benevolente hacia la República cuando los gobiernos se inclinaban hacia Francia, y una no intervención relajada cuando predominaban los sectores situados más a la izquierda. Esta fórmula implicaba tolerar que de manera subrepticia circularan por territorio francés armas destinadas a la España republicana. De hecho, con dinero de procedencia republicana española se financiaron en Francia periódicos y empresas de transporte, auspiciadas y dirigidas por comunistas de este país. También en Gran Bretaña la guerra civil española tuvo una importante repercusión tanto para el Gobierno y la política como para la opinión pública. Se ha podido calcular que en tres cuartas partes de las reuniones del Gobierno británico se abordó el problema español, cuya importancia derivaba no sólo del peligro que suponía para la estabilidad de las relaciones internacionales sino también para las inversiones británicas que eran el 40 por 100 de las extranjeras en España. Como en el caso de Francia, los diplomáticos británicos se alinearon casi inmediatamente con Franco: el embajador Chilton residió toda la guerra en el sur de Francia y describió el enfrentamiento como "rebel versus rabble" (los rebeldes contra la chusma). La posición del Gobierno conservador, con muchos matices en su interior, consistía, a diferencia de lo sucedido en Francia, en no encontrar ningún beligerante próximo a sus propias posturas e intereses, de no ser los nacionalistas vascos. Baldwin expresó esta postura de una manera un tanto cínica cuando dijo que los británicos odiaban tanto a los fascistas como a los comunistas y que si había un país en que unos y otros se mataban, tanto mejor. No siempre la postura era la misma, pues en el Almirantazgo Hoare mantuvo una postura muy franquista, y, en cambio, en el Foreign Office y en la Cámara de los Comunes Eden y Churchill mantuvieron una postura distinta. Para el primero la solución hubiera sido un compromiso entre los beligerantes españoles, mientras que Churchill recalcó el peligro de que la Italia de Mussolini jugara un papel creciente en el Mediterráneo como consecuencia del desarrollo de los acontecimientos en España. Sin embargo, estas opiniones no fueron tomadas muy en serio y, en definitiva, los gobernantes británicos parecen haber pensado que el problema fundamental de la guerra española nacía del peligro de provocar un conflicto generalizado. De ahí que se siguiera una política de apaciguamiento de la que es una óptima expresión la frase de Chamberlain: "decía haber oído que en las altas montañas hay a veces condiciones en las que un movimiento imprudente o un grito repentino puede producir una avalancha" y eso es lo que tenía la intención de evitar que se produjera como consecuencia de los sucesos españoles. Aunque Gran Bretaña mantuvo una neutralidad muy estricta, superior a la del resto de los países europeos, al evitar con ella la compra de armas por parte de los republicanos, resultó beneficiosa para Franco. A partir de la primavera de 1937 tuvo éste un representante oficioso en Londres (el Duque de Alba, emparentado con la aristocracia británica), y en octubre hubo además un representante de los intereses comerciales británicos en la España de Franco. Pero la guerra civil no sólo fue una cuestión del Gobierno sino también de la opinión. Como en el caso de Francia, resultó una cuestión tan ásperamente debatida que "en ningún momento fue posible una acción coherente" (Churchill). Entre los propios conservadores hubo partidarios de la República, como la Duquesa de Altholl, y la división interna de los laboristas fue también manifiesta: mientras que el ala derecha era profundamente reticente respecto del papel de los comunistas en España, los izquierdistas mantenían una posición profundamente contradictoria, pues si por un lado defendían posturas pacifistas, al mismo tiempo querían que se ayudara a la República. La cuestión se complicaba todavía más por el hecho de que la inmensa mayoría de los católicos ingleses eran laboristas y, por tanto, se encontraban divididos en cuanto a sus lealtades. Unos 2.000 británicos combatieron en España, de los que murieron 500. Es evidente que muy a menudo en Gran Bretaña se desconoció la realidad de los sucesos españoles, de modo que Franco a veces era descrito como un conservador clásico. Esta sensación de ignorancia es patente también en el caso de los Estados Unidos. Allí sólo un 14 por 100 de la población simpatizó con Franco y aun así esa cifra se debía al hecho de que entre los católicos el porcentaje era muy superior, llegando al 39 por 100. Con todo, el embajador norteamericano, Bowers, fue quien mantuvo una posición más claramente republicana entre los países democráticos. Eso, sin embargo, no se tradujo en la posición oficial de su Gobierno. Los Estados Unidos se declararon neutrales en agosto de 1936 y Roosevelt recomendó el "embargo moral" del negocio de armas que luego se hizo efectivo, impidiendo de esta manera que el Frente Popular se pertrechara de armas cuando las fuentes de Franco no suponían ningún problema para él. Se ha atribuido a los Estados Unidos una posición benevolente ante Franco por el hecho de que compañías petrolíferas, como Texaco, le proporcionaron aprovisionamientos, pero el Gobierno nada tuvo que ver en ello y dicha entidad, que exigió ser pagada con antelación, se basó en criterios puramente económicos. En suma, la posición de las potencias democráticas demuestra hasta qué punto este tipo de regímenes son incapaces de llevar a cabo una intervención decisiva en un conflicto de las características de una guerra civil, sobre todo cuando se enfrentan a otras naciones que no deben tomar en cuenta a la opinión pública, ni tener por qué mostrar escrúpulos morales en intervenir en asuntos de otros países incluso mediante el uso de la violencia. De hecho las circunstancias dejaron aislada e inerme a la República, que no tuvo otro remedio que recurrir a la ayuda de la URSS. Frente a lo que pensaron las derechas, la realidad es que ni el interés de Stalin por los sucesos españoles fue grande ni su decisión de intervenir inmediata. La República no había mantenido relaciones con la URSS hasta la guerra civil y cuando se establecieron probablemente no se pensó en la amplitud que llegarían a alcanzar. Es muy posible que para Stalin Casares hubiera sido, en abstracto, mejor que Largo Caballero, pero el prestigio revolucionario de su país exigía un apoyo a la España del Frente Popular. Ésta comenzó por ser no oficial, producto de suscripciones populares, pero acabó siendo oficial desde finales de septiembre, es decir, una fecha relativamente tardía. En esta actitud final debió jugar un papel decisivo la reflexión respecto de la situación internacional y la española. Stalin debió pensar que tan profunda conmoción de las relaciones internacionales como representaba la guerra española le daba la oportunidad de tratar de comprobar hasta qué punto el sistema de seguridad colectiva podía evitar una guerra mundial o, por lo menos, hasta qué punto podía él mismo acercarse a países como Francia y Gran Bretaña; sólo cuando vio que esas dos opciones fracasaban se decidió a pactar con Hitler en 1939. Por otro lado, la colaboración con el Frente Popular le permitía tener una influencia decisiva en un país del occidente europeo y respondía a la necesidad de que la URSS siguiera apareciendo en la vanguardia revolucionaria mundial. Con el transcurso del tiempo, además, la situación interna de Rusia (era la época de las grandes purgas) pudo ser ocultada gracias a la existencia de la guerra civil española y, por otra parte, la colaboración con elementos democráticos en el Frente Popular español podía hacer aparecer a los dirigentes soviéticos como liberales. De todas maneras, para comprender la posición de la URSS hay que tener en cuenta que al mismo tiempo que se obtenía su apoyo para la causa del Frente Popular se trasladaban las reservas de oro del Banco de España a Cartagena, de donde partirían hacia Rusia en octubre de 1936. Nada como este hecho demuestra el patético aislamiento de los republicanos que no podían confiar por completo en Francia y que así quedaban condenados a una sola fuente de aprovisionamiento bélico. Por otro lado, se hace patente también que Stalin no actuaba con un criterio idealista sino que desde un principio dejó bien claro su deseo de ser bien pagado inmediatamente. En el fondo, a Stalin le interesaba relativamente poco España, lo mismo que Checoslovaquia a Chamberlain. Sin embargo, eso no quiere decir que la ayuda rusa al Frente Popular fuera de mala calidad o insuficiente; ya veremos más adelante que no fue ni lo uno ni lo otro en la mayor parte de los casos. Los asesores militares y políticos soviéticos jugaron un papel muy importante en el seno de la causa frentepopulista. Otro rasgo determinante de la intervención soviética en la guerra civil española reside en la voluntad de discreción que la caracterizó. De ahí que la presencia de asesores soviéticos pretendiera ser simulada, incluso haciéndolos pasar por hispanoamericanos. Aunque hubo militares y técnicos rusos en España al servicio del Frente Popular la principal ayuda en hombres estaba formada por las Brigadas Internacionales, reclutadas gracias a la actuación de la Internacional Comunista a pesar de que no todos sus miembros pertenecieran a partidos de esta significación. La fecha en que empezó el reclutamiento para las Brigadas coincide con la decisión tomada por la URSS, y también con su política exterior, el significado que se dio a las Brigadas como testimonio de la solidaridad internacional en la lucha contra el fascismo. En ellas estuvieron, por supuesto, parados o aventureros pero también un número muy elevado de idealistas, incluso de procedencia intelectual, o exiliados de aquellos países en que el fascismo había destruido las instituciones democráticas. Así se explica que en la batalla de Guadalajara hubiera combatientes italianos en ambos bandos. Un recorrido por la geografía del impacto de la guerra civil española en el mundo no debe excluir el caso de Hispanoamérica, con la que nuestro país mantenía unas relaciones muy estrechas producto de la Historia pasada y reciente. Quizá hay que empezar por señalar que en muchos de esos países no se vio tanto el conflicto de España como un enfrentamiento entre fascismo y democracia como entre conservadurismo y liberalismo; en todos ellos, sin embargo, hubo una tendencia a juzgar lo que sucedía en España desde una óptica propia y atendiendo a los conflictos internos. Así sucedió en México, donde el presidente Lázaro Cárdenas presentó la guerra española como un conflicto contra el imperialismo intervencionista de otras potencias, trasponiendo sus conflictos con los norteamericanos. Mientras que la derecha católica se identificaba con el corporativismo de Franco, quienes más apoyaron al Frente Popular fueron los sindicatos, donde el papel de los comunistas era muy grande. Aunque México mantuvo un estrecho contacto comercial con la España del Frente Popular y sirvió de intermediario para el aprovisionamiento de armas, el papel que podía jugar en las relaciones internacionales en torno al conflicto era muy modesto. Hubo también otros países en que el apoyo conseguido por el Frente Popular fue notable: este es el caso de Colombia, donde los liberales practicaban una política en cierto modo semejante a la del Frente Popular, o en Cuba donde la emigración española era abundante y Batista, aunque futuro dictador, había alcanzado el poder con apoyo de las izquierdas. En Chile el Gobierno del Frente Popular también mostró su simpatía, aunque más bien platónica, por la causa republicana; en realidad era una forma más moderada que la homónima española como también, en la derecha, lo fue Alessandri respecto de Franco. El apoyo a Franco fue evidente en algunos países pequeños como Guatemala y Nicaragua, pero también en otros en los que predominaban tendencias conservadoras y militaristas como Perú. En Argentina las tendencias predominantes eran conservadoras lo que explica la pronta admisión de un enviado oficioso de Franco, pero con matices que dependían de la persona del ministro de Exteriores, lo que contribuye a explicar que el reconocimiento de éste fuera tardío.
obra
El prólogo del Primer Lapidario (hay cuatro lapidarios en el códice) habla de una participación del rey bastante reducida: "Dios quiso que viniese, siendo príncipe, a manos de don Alfonso, que, aconsejado por su físico, el judío Yhuda Mosca el Menor, se lo mandó traducir del árabe al castellano, tarea que realizó con la ayuda del clérigo Garci Pérez". Aunque la traducción se acabó en 1250 (dos años después de la conquista de Sevilla), el códice se empezó a escribir siendo ya rey don Alfonso -es decir, después de 1252-, pues como tal figura en el prólogo.
obra
El Lapidario es la primera obra astrológica que mandó traducir Alfonso X el Sabio e inauguró por tanto un importantísimo capítulo de su tarea científica. Tarea a la que dedicó gran parte de su vida, ejerciendo unas veces como promotor de las obras y otras como su autor.
contexto
PRIMER MES INDIO, "POP" DEL AÑO 1 KAN Pop Julio 1. Kan 1 Hun Kan, utz licil u cutal, Pop (bueno, como el principio de Pop). 16 2. Chicchan 2 Ca Chicchan, utz u tial pakal (bueno para plantar). 17 3. Quimí 3 Ox Quimí, lob kin (día aciago). 18 4. Manik 4 Can Manik, utz u tial pakal (bueno para plantar). 19 5. Lamat 5 Ho Larnat, utz kin (Buen día). 20 6. Muluc 6 Uac Muluc, utz kin (6 Muluc; buen día). 21 7. Oc 7 Uuc Oc, utz u tial ahguehob (bueno para cazar; para los pobladores). 22 8. Chuen 8 Uaxxac Chuen, yutz kin, kal ikal u chibal tok (buen día, sin viento). 23 9. Eb 9 Bolon Eb, u lob kin (8 Eb; mal día). 24 10. Been 10 Lahun Been, yutz kin (10 Been; buen día). 25 11. Hix 11 Buluc Hix, yutz kin (11 Hix; buen día). 26 12. Men 12 Lahca Men, yutz kin (12 Men; buen día). 27 13. Quib 13 Oxlahun Quib, u lob kin (13 Quib; aciago). 28 1. Caban 14 Hun Caban, u lob kin (1 Caban; aciago). 29 2. Edznab 15 Ca Edznab, yutz kin, licil u zihil ahmiatz yetel ahdzib hunob (bueno; nacen escritores ya hombres sabios). 30 3. Cauac 16 Ox Cauac, yutz kin (buen día). 31 4. Ahau 17 Can Ahau, yutz kin ti almehenob; yalcab u kak ahtoc (bueno para los nobles, el incendiario procede a quemar). Ago.1 5. Ymix 18 Ho Ymix, u lob kin (mal día). 2 6. Yk 19 Uac Uk, u lob kin (aciago). 3 7. Akbal 20 Uuc Akbal, yutz kin (buen día). 4 UO, SEGUNDO MES INDIO Uo Agosto 8. Kan 1 Uaxxac Kan, u lob kin licil u cutal Uo (mal día, como raíz de Uo). 5 9. Chicchan 2 Bolon Chicchan, u lob kin (aciago). 6 10. Quimí 3 Lahun Quimí, u lob kin (aciago). 7 11. Manik 4 Buluc Manik, u lob kin (aciago). 8 12. Lamat 5 Lahca Lamat, u lob kin (aciago). 9 13. Muluc 6 Oxlahun Muluc, u lob kin (aciago). 10 7 1,Oc u lob kin, cimil hoppol kin (malo, indica muerte en los cinco siguientes días). 11 8 2,Chuen, u lob kin (aciago). 12 9 3,Eb, u lob kin, chetun cimil yani (malo; muertes repentinas). 13 10 4,Been, u lob kin u boc cimil (aciago; muertes repentinas). 14 11 5,Hix, u lob kin (día de mala suerte). 15 12 6,Men, u lob kin (día de mala suerte). 16 13 7,Quib, u lob kin (día de mala suerte). 17 14 8,Caban, u lob kin (día de mala suerte). 18 15 9,Edznab, u lob kin, cimil yani (mal día; la muerte está aquí). 19 16 10,Cauac, u lob kin (aciago). 20 17 11,Ahau, lob, u top kak ahtoc (malo; el incendiario deja de quemar). 21 18 12,Ymix, u lob kin (día de mala suerte). 22 19 13,Yk, u lob kin (día de mala suerte). 23 20 1,Akbal, au yutz kin (día de suerte). 24 ZIP, TERCER MES INDIO Zip Agosto 1 2, Kan, yutz kin, licil u cutal Zip (bueno; raíz de Zip) . 25 2 3, Chicchan, lob, u cha kak ahtoc (malo; el incendiario coge el fuego). 26 3 4, Quimí, yutz kin, u kin takal u kak balam (buen día; las manos son colocadas sobre el tigre). 27 4 5, Manik, u lob kin (día de mala suerte). 28 5 6, Lamat, u lob kin. 29 6 7, Muluc, u lob kin 30 7 8, Oc, u lob kin. 31 8 9, Chuen, u lob kin. Sept. 1 9 10, Eb, u lob kin. 2 10 11, Been, u lob kin. 3 11 12, Hix, utz kin (buen día). 4 12 13, Men, utz u zihil ahau (bueno, nace el rey). 5 13 1, Quib, utz kin. 6 14 2, Caban, yutz kin 7 15 3, Edznab, yutz kin. 8 16 4, Cauac, yutz kin. 9 17 5, Ahau, yutz kin. 10 18 6, Ymix, yutz kin, haahal telá (bueno; viene una lluvia). 11 19 7, Yk yutz kin haahal telá (bueno; hay lluvia). 12 20 8, Akbal, yutz kin. 13 ZODZ, CUARTO MES INDIO Zodz Septiembre 1 9, Kan, utz u zian ku, u kin chac licil u cutal zoo (bueno; día de Iglesia, de lluvia, etc.). 14 2 10, Chicchan, u lob kin, u hoppol u kak ahtoc (mal día; el fuego comienza). 15 3 11, Quimí, u lob kin, u kin u nichco hun ahau, coh u nich (mal día). 16 4 12, Manik, u lob kin. 17 5 13, Lamat, yutz kin. 18 6 1, Muluc, yutz kin. 19 7 2, Oc, yutz kin. 20 8 3, Chuen, yutz kin. 21 9 4, Eb, lob kin, licil u zihil ahau (malo; nace el rey). 22 10 5, Been, u lob kin. 23 11 6, Hix, utz u tial Ahcabnalob licil u pakal cab (bueno para los recolectores de abejas; los enjambres forman colmena). 24 12 7, Men, utz. 25 13 8, Quib, yutz kin. 26 14 9, Caban, u yutz kin. 27 15 10, Edznab, u yutz kin. 28 16 11, Cauac, u yutz kin. 29 17 12, Ahau, lob u kukumtok chapahal yani (malo; abanico de dolencias). 30 18 13, Ymix, lob kin. Oct. 1 19 1, Yk, utz kin, u zian chac (bueno; un día de lluvia). 2 20 2, Akbal, u lob kin. 3 ZEC, QUINTO MES INDIO Zec Octubre 1 3, Kan, utz u zian chac licil u cutal zec (bueno; principio de Zec; lluvia). 4 2 4, Chicchan, lob u yalcab u kak ahtoc (malo; el incendiario procede a quemar). 5 3 5, Quimí, lob u lubul u koch mehen palalob; chapahal yani (malo; vence el impuesto sobre los niños; enfermedad). 6 4 6, Manik, lob. 7 5 7, Lamat, u lob kin. 8 6 8, Muluc, u lob kin. 9 7 9, Oc, u yutz kin, zut ti kaax xinxinbal (bueno para los caminantes). 10 8 10, Chuen, u lob kin. 11 9 11, Eb, u lob kin. 12 10 12, Been, u lob kin. 13 11 13, Hix, u lob kin. 14 12 1, Men, u lob kin. 15 13 2, Quib, u lob kin, kalal hub, cinil yani (día de mala suerte; el caracol se retira a su concha o se ve abierta; peligro de muerte). 16 14 3, Caban, yutz kin. 17 15 4, Edznab, lob, u hokol chacmitan tac metnal ti kin ti akab (malo; se escapa el hambre del infierno durante el día y durante la noche). 18 16 5, Cauac, u lob kin. 19 17 6, Ahau, u lob kin. 20 18 7, Ymix, u lob kin. 21 19 8,Yk, u lob kin. 22 20 9, Akbal, u lob kin. 23 XUL, SEXTO MES INDIO Xul Octubre 1 10, Kan, lob, u zian chac licil u cutal Xul (malo; lluvia, principio de Xul). 24 2 11, Chicchan, utz u tup kak ahtoc, u ca kin haí (bueno; segundo día de lluvia; el incendiario extingue el fuego). 25 3 12, Quimí, u lob kin. 26 4 13, Manik, u lob kin. 27 5 1, Lamat, utz u yalcab muyal (bueno; vuelan las nubes). 28 6 2, Muluc, lob u lubul u koch mehenob yetel akkinob licil u ppixichob (malo; día de atención; vencen los impuestos de los hijos y los sacerdotes). 29 7 3, Oc, lob u cha kak ahtoc (malo; el incendiario coge el fuego). 30 8 4, Chuen, u lob kin. 31 9 5, Eb, u lob kin. Nov. Nov. 1 10 6, Been, u lob kin. 2 11 7, Hix, lob kin u lubul u koch almehenob ppixich yani (malo; día de atención; impuestos de los nobles). 3 12 8, Men, u lob kin. 4 13 9, Quib, u lob kin. 5 14 10, Caban, u lob kin. 6 15 11, Edznab, u lob kin. 7 16 12, Cauac, u lob kin, u mupptun cizin lae (malo; ataques del demonio). 8 17 13, Ahau, u lob kin. 9 18 1, Ymix, u lob kin. 10 19 2, Yk, u lob kin. 11 20 3, Akbal, u lob kin. 12 DZEYAXKIN, SÉPTIMO MES INDIO Dzeyaxkin Noviembre 1 4, Kan, u lob kin, licil u cutal Teyaxkin, (mal día; principio de Dzeyaxkin). 13 2 5, Chicchan, u lob kin. 14 3 6, Quimí, u lob kin. 15 4 7, Manik, lob, utz u pec chaci u kin haí, u zut muyal nocoycaan chalbaku (malo; trueno, lluvia, nubes, etc.). 16 5 8, Lamat, u lob kin. 17 6 9, Muluc, lob u kaalal hub u yail kin, u chibal, hub yani (malo; las conchas de caracol están cerradas; mal día, morderá un caracol). 18 7 10, Oc, lob kin, u hoppol u kak ahtoc (malo; el quemador comienza). 19 8 11, Chuen, u lob kin. 20 9 12, Eb, u lob kin. 21 10 13, Been, u lob kin. 22 11 1, Hix, yutz kin. 23 12 2, Men, yutz kin. 24 13 3, Quib, u lob kin, yoc uah payambe (malo; principio de pan). 25 14 4, Caban, u lob kin, ceel yani (malo; hay fiebres). 26 15 5, Edznab, u lob kin. 27 16 6, Cauac, u lob kin. 28 17 7, Ahau, u lob kin. 29 18 8, Ymix, u lob kin. 30 19 9, Yk, utz u hoppol haí (bueno; comienza la lluvia). Dic. 1 20 10, Akbal, utz kin. 2 MOL, OCTAVO MES INDIO Mol Diciembre 1 11, Kan, u lob kin, licil u cutal Mol (mal día; principio de Mol). 3 2 12, Chicchan, u lob kin. 4 3 13, Quimí, u lob kin. 5 4 1, Manik, utz. 6 5 2, Lamat, u lob kin. 7 6 3, Muluc, u lob kin. 8 7 4, Oc, yutz kin u yalcab u kak ahtoc (buen día; el incendiario procede a quemar). 9 8 5, Chuen, yutz kin. 10 9 6, Eb, u lob kin. 11 10 7, Been, yutz kin. 12 11 8, Hix, u lob kin. 13 12 9, Men, u lob kin. 14 13 10, Quib, yutz kin u kin noh uah (día de abundancia). 15 14 11, Caban, yutz kin. 16 15 12, Edznab, u lob kin, u Chaalba ku (mal día para la Iglesia). 17 16 13, Cauac, yutz kin licil, u kokol u yik hub u kin ha (bueno, el cuerno suena bien; lluvia) 18 17 1, Ahau, u lob kin. 19 18 2, Ymix, u lob kin, u coi kinal ahau ku (malo; un día reducido por el Rey del Templo, Dios). 20 19 3, Yk, u lob kin. 21 20 4, Akbal, u lob kin, u coi kinal ahau ku (día de mala suerte; reducido por el Rey Dios, o Rey del templo). 22 CHEN, NOVENO MES INDIO Chen Diciembre 1 5, Kan, lob (utz) licil u cutal Chen (malo o bueno; principio de Chen). 23 2 6, Chicchan, u lob kin (utz). 24 3 7, Quimí, yutz kin. 25 4 8, Manik, u lob kin. 26 5 9, Lamat, u lob kin. 27 6 10, Muluc, u lob kin. 28 7 11, Oc, utz, u tup kak ahtoc (bueno; el incendiario enciende el fuego). 29 8 12, Chuen, yutz kin. 30 9 13, Eb, yutz kin. 31 10 1, Been, yutz kin. 1842 Ene. 1 11 2, Hix, yutz kin. 2 12 3, Men, utz u cha kak ahtoc (bueno; el incendiario coge el fuego). 3 13 4, Quib, utz. 4 14 5, Caban, lob licil u cimil uinicob u xulti (malo; fin del hombre). 5 15 6, Edznab, u lob kin. 6 16 7, Cauac, utz kin, u tial kabnal (bueno para los recolectores de miel). 7 17 8, Ahau, yutz kin. 8 18 9, Ymix, yutz kin. 9 19 10, Yk, yutz kin. 10 20 11, Akbal, yutz kin. 11 YAX, DÉCIMO MES INDIO Yax Enero 1 12, Kan, lob licil u cutal Yax (malo; principio de Yax). 12 2 13, Chicchan, lob u kukumtok chapahal yani (día de mala suerte; abanico de enfermedades). 13 3 1, Quimí, u lob kin. 14 4 2, Manik, utz u xul kaxal haí (final de las lluvias). 15 5 3, Lamat, u lob kin. 16 6 4, Muluc, utz u zian chaac (día de lluvia). 17 7 5, Oc, licil u kalal u koch mehen palal (terminan los impuestos sobre los niños). 18 8 6, Chuen, u lob kin. 19 9 7, Eb, yutz kin. 20 10 8, Been, yutz kin. 21 11 9, Hix, u lob kin. 22 12 10, Men, utz u hoppol kak ahtoc, utz ti cucut, ti kaax u tial ahcehob (buen día; el incendiario procede a quemar, bueno para el cuerpo, para los bosques y para los venados). 23 13 11, Quib, u lob kin. 24 14 12, Caban, u lob kin. 25 15 13, Edznab, u lob kin. 26 16 1, Cauac, u lob kin. 27 17 2, Ahau, u lob kin. 28 18 3, Ymix u lob kin, u kin kal be hub (malo; el cuerno no suena). 29 19 4, Yk, yutz kin. 30 20 5, Akbal, lob u kin, u hokol chacmitan choctal metnal chetun cimil yani (malo; el hambre acecha en el extranjero; la muerte está aquí). 31 ZAC, UNDÉCIMO MES INDIO Zac Febrero 1 6, Kan, lob licil u cutal Zac (malo; principio de Zac). 1 2 7, Chicchan, u lob kin. 2 3 8, Quimí, u lob kin. 3 4 9, Manik, u lob kin. 4 5 10, Lamat, u lob kin. 5 6 11, Muluc, utz cu pec chaaci, hâ yani (bueno; truenos y lluvias). 6 7 12, Oc, yutz kin. 7 8 13, Chuen, u lob kin. 8 9 1, Eb, lob kin. 9 10 2, Been, yutz kin. 10 11 3, Hix, u lob kin. 11 12 4, Men, u lob kin, u yalcab a kak ahtoc, u lubul u koch ahkin ppixich (mal día; el incendiario procede a quemar; impuestos de los sacerdotes). 12 13 5, Quib, u lob kin chapahal chocuil. 13 14 6, Caban, u lob kin 14 15 7, Edznab, u lob kin. 15 16 8, Cauac, u lob kin ti ppix ich. 16 17 9, Ahau, u lob kin, u lubul u koch al mehenob (malo; se completan los días de la contribución de los nobles). 17 18 10, Ymix, u lob kin (utz). 18 19 11, Yk, u lob kin. 19 20 12, Akbal, u lob kin, u nup cizin telae (malo; ataques insidiosos del demonio). 20 QUEJ, DUODÉCIMO MES INDIO Quej Febrero 1 13, Kan, u lob kin. 21 2 1, Chicchan, u lob kin 22 3 2, Quimí, u lob kin u thalal u koch ahkulelob (día de los abogados o jueces). 23 4 3, Manik, yutz kin u thalal u koch ahaulil uinicob (día de servicio, los hombres se ofrecen a los reyes). 24 5 4, Lamat, u lob kin. 25 6 5, Muluc, u lob kin. 26 7 6, Oc, u lob kin. 27 8 7, Chuen, u lob kin. 28 9 8, Eb, yutz kin, u kin pec chaac (bueno; truena). Marzo 1 10 9, Been, u lob kin. 2 11 10, Hix, lob kin u kalaal hub. 3 12 11, Men, u lob kin, u tup kak ahtoc (malo; el quemador retira el fuego). 4 13 12, Quib, u lob kin. 5 14 13, Caban, u lob kin. 6 15 1, Edznab, u lob kin, uchac u pec chaaci (malo; puede que truene). 7 16 2, Cauac, u lob kin. 8 17 3, Ahau, u lob kin, u cha kak ahtoc (malo; el incendiario sostiene el fuego). 9 18 4, Ymix, utz, yoc uil payambe, ti u kaxal ha; chikin chaac (bueno, abundancia). 10 19 5, Yk, u lob kin; ceel xan u yoc uil (malo; fiebres y día de abundancia). 11 20 6, Akbal, lob chac ceeli (utz) (malo; fiebres). 12 MAC, DECIMOTERCER MES INDIO Mac Marzo 1 7, Kan, u lob kin, licil u cutal Mac (malo; principio de Mac). 13 2 8, Chicchan, u lob kin. 14 3 9, Quimí, u lob kin. 15 4 10, Manik, utz, u hoppol haí (bueno; principio de lluvia). 16 5 11, Lamat, yutz kin. 17 6 12, Muluc, yutz kin. 18 7 13, Oc, u lob kin. 19 8 1, Chuen, u lob kin. 20 9 2, Eb, yutz kin. 21 10 3, Been, u lob kin, licil u pec chikin chac (malo; lluvias del oeste). 22 11 4, Hix, u lob kin. 23 12 5, Men, u lob kin. 24 13 6, Quib, u lob kin. 25 14 7, Caban, u lob kin. 26 15 8, Edznab, utz yoc uil (signo de abundancia). 27 16 9, Cauac, utz kin. 28 17 10, Ahau, utz u hoppol u kak ahtoc, yoc uil (el incendiario prende el fuego, día de la cosecha). 29 18 11, Ymix, utz u yoc uil. 30 19 12, Yk, yutz kin. 31 20 13, Akbal, utz u chaalba ku (u zian ku) (día de Iglesia). Abril 1 KANKIN, DECIMOCUARTO MES INDIO Kankin Abril 1 1, Kan, lob, licil u cutal Kankin (malo; raíz de Kankin). 2 2 2, Chicchan, lob u hokol y yik hub, u kin ha (día de mala suerte; día de lluvia; suena el cuerno). 3 3 3, Quimí, yutz kin. 4 4 4, Manik, yutz kin. 5 5 5, Lamat, yutz kin. 6 6 6, Muluc, yutz kin. 7 7 7, Oc, yutz kin. 8 8 8, Chuen, utz, licil u lubul hâ hach kaam (grandes lluvias). 9 9 9, Eb, lob ca cha u kin haí (día de lluvia). 10 10 10, Been, u lob kin. 11 11 11, Hix, yutz kin. 12 12 12, Men, yutz kin. 13 13 13, Quib, yutz kin. 14 14 1, Caban, yutz kin. 15 15 2, Edznab, yutz kin. 16 16 3, Cauac, yutz kin. 17 17 4, Ahau, utz u yalcab u kak ahtoc (licil u zihil cabnal) (bueno; nace el recolector de miel; el incendiario procede a quemar). 18 18 5, Ymix, u lob kin. 19 19 6, Yk, u lob kin. 20 20 7, Akbal, u lob kin. 21 MOAN, DECIMOQUINTO MES INDIO Moan Abril 1 8, Kan, lob licil u cutal Moan (malo; raíz de Moan). 22 2 9, Chicchan, u lob kin. 23 3 10, Quimí, u lob kin. 24 4 11, Manik, u lob kin. 25 5 12, Lamat, u lob kin 26 6 13, Muluc, yutz kin, chac ikal (bueno; huracán). 27 7 1, Oc, u lob kin. 28 8 2, Chuen, u lob kin, u nuptun cizin oxppel kin ca uchuc ppixich chabtan kini (malo; día de tentación; tres días de atención). 29 9 3, Eb, lob hun chabtan oxppel akbal u ppixichlae, u cappel u kinil nuptun cizin ca ppixichnac uinic baix tu yoxppel kinil xan (malo; día de tentación; tres días de observación). 30 10 4, Been, yutz u kin u haí (lluvia). Mayo 1 11 5, Hix, u lob kin. 2 12 6, Men, u lob kin. 3 13 7, Quib, u lob kin zutob ti kax (malo para viajeros). 4 14 8, Caban, lob, u tabal u keban yahanlil cabob (día de mala suerte; las culpas del rey son probadas). 5 15 9, Edznab, u lob kin. 6 16 10, Cauac, u lob kin ximxinbal ti kax (malo para los que andan). 7 17 11, Ahau, u tup kak ahtoc, lob pazal cehob (el incendiario retira el fuego). 8 18 12, Ymix, u lob kin ti kuku uinicob (malo para los que sacrifican). 9 19 13, Yk, utz ti yahanlil cabob (bueno para la abeja reina). 10 20 1, Akbal, utz u kin haí (buen día de lluvia). 11 PAX, DECIMOSEXTO MES INDIO Pax Mayo 1 2, Kan, lob ti batabob licil u cutal Pax (malo para los caciques; principio de Pax). 12 2 3, Chicchan, lob u cha kak ahtoc iktan yol uinici (malo; el incendiario retira el fuego). 13 3 4, Quimí, u lob kin, licil u ppixichob (malo; día de observación). 14 4 5, Manik, u lob kin, cup ikal (malo; un gran calor sofocante). 15 5 6, Lamat, u lob kin. 16 6 7, Muluc, u lob kin. 17 7 8, Oc, yutz kin. 18 8 9, Chuen, yutz kin. 19 9 10, Eb, yutz kin u xocol yoc kin (se calcula que habrá días de sol). 20 10 11, Been, u lob kin. 21 11 12, Hix, u lob kin. 22 12 13, Men, yutz kin. 23 13 1, Quib, u lob kin. 24 14 2, Caban, u lob kin. 25 15 3, Edznab, lob, u lubul haí tu kuch haabil Muluc u cappel yoc uil (malo; año de Muluc, segundo día de plantar). 26 16 4, Cauac, yutz kin. 27 17 5, Ahau, yutz kin. 28 18 6, Ymix, yutz kin. 29 19 7, Yk, yutz kin, u hoppol haí (llueve). 30 20 8, Akbal, u lob kin. 31 KAYAB, DECIMOSÉPTIMO MES INDIO Kayab Junio 1 9, Kan, lob, licil u cutal Kayab (malo; principio de Kayab). 1 2 10, Chicchan, lob, u hoppol u kak ahtoc (el quemador comienza) 2 3 11, Quimí, u lob kin. 3 4 12, Manik, u lob kin. 4 5 13, Lamat, u lob kin. 5 6 1, Muluc, yutz kin. 6 7 2, Oc, u lob kin. 7 8 3, Chuen, u lob kin. 8 9 4, Eb, yutz u kin noh haí (grandes lluvias). 9 10 5, Been, u lob kin. 10 11 6, Hix, u lob kin. 11 12 7, Men, u lob kin. 12 13 8, Quib, u lob kin. 13 14 9, Caban, u lob kin. 14 15 10, Edznab, u lob kin thol caan chaac (mal de todas partes). 15 16 11, Cauac, u lob kin, mankin ha (lluvias diarias). 16 17 12, Ahau, u lob kin. 17 18 13, Ymix, yutz kin. 18 19 1, Yk, yutz kin. 19 20 2, Akbal, yutz kin. 20 CUMKÚ, DECIMOCTAVO MES INDIO Cumkú Junio 1 3, Kan, utz, licil u cutal Cumkú (bueno; principio de Cumkú). 21 2 4, Chicchan, lob kin, yalcab u kak ahtoc (malo; el incendiario procede a quemar). 22 3 5, Quimí, u lob kin. 23 4 6, Manik, u lob kin. 24 5 7, Lamat, u lob kin. 25 6 8, Muluc, utz u zian ku (día de atención al templo) 26 7 9, Oc, yutz kin. 27 8 10, Chuen, u lob kin. 28 9 11, Eb, u lob kin. 29 10 12, Been, yutz kin. 30 11 13, Hix, u lob kin. Julio 1 12 1, Men, u lob kin. 2 13 2, Quib, u lob kin. 3 14 3, Caban, utz u kin balam haabil. 4 15 4, Edznab, utz ppixichnebal ppolom (atención a los comerciantes). 5 16 5, Cauac, u lob kin. 6 17 6, Ahau, u lob kin. 7 18 7, Ymix, utz u payalte lae bac uinabal uli. 8 19 8, Yk, u lob kin. 9 20 9, Akbal, u lob kin. 10 "XMA KABA KIN", O DÍAS INTERCALADOS Julio 1 10, Kan, yutz kin, u nay eb haab, xma haba kin ca culac u chun haab ppop (siega del año, etc.). 11 2 11, Chicchan, u lob kin, u tup kak ahtoc (el incendiario retira el fuego). 12 3 12, Quimí, u lob kin. 13 4 13, Manik, utz u tial sabal ziil (para hacer regalos). 14 5 1, Lamat, yutz kin. 15 El próximo año comenzaría con 2 Muluc, y el siguiente con 3 Hix, el cuarto con 4 Cauac, el quinto con 5 Kan; y así continuamente, hasta que se completaran los trece números de las semanas de años, que comienza con el día Kan; después del cual las semanas de Muluc, Hix y Cauac se siguen de tal manera que, tras el lapso de 52 años, la semana de años comienza otra vez en 1 Kan, como en el almanaque precedente. Respecto a los bisiestos ya he manifestado mi opinión en la cronología de los indios. La traducción de los nombres de los meses y de los días no es tan fácil como pudiera parecer, porque algunos no se utilizan hoy día, y otros, porque tienen diferentes significados y porque no entendemos correctamente cómo deben ser pronunciados; de todas formas, sea como fuere, intentaré descifrarlos lo más correctamente posible, y de acuerdo con el estado presente del lenguaje, empezando por los meses. 1. Pop, petate. 2. Uo, rana. 3. Zip, un árbol. 4. Zodz, un murciélago. 5. Zec, (término) anticuado. 6. Xul, fin o conclusión. 7. Dzeyaxkin, no conozco su significado, aunque el significado de yaxkín es verano. 8. Mol, juntar, unir. 9. Chen, un pozo. 10. Yax, primero, o Yaax, verde o azul, aunque como el mes siguiente es Zac, blanco, creo que debe ser Yaax. 11. Zac, blanco. 12. Quej, un venado. 13. Mac, tapadera o cubridor. 14. Kankin, sol amarillo, quizás porque en este mes de abril la atmósfera está cargada de niebla o bruma; debido a que los bosques son talados y quemados, la luz del sol se oscurece, y a las cinco de la tarde aparece rojo aunque todavía desprende un poco de luz. 15. Moan, (término) anticuado, y su significado se ha olvidado. 16. Pax, cualquier instrumento de música. 17. Kayab, cantando. 18. Cumkú, un trueno, o golpe seco como el de un cañón, que se oye entre los bosques mientras los pantanos se secan, o por cualquier otra causa. Uayebhaab, Xma kaba kin, que significa asiento, o cuarto de baño, o días sin nombre, serían los apelativos dados a los días intercalados, ya que no pertenecen a ningún mes que le diera nombre. Traducción de los veinte días 1. Kan, cuerda o hilo de cáñamo retorcido, también significa cualquier cosa amarilla, o frutas o maderas propias para cortar. 2. Chicchan, (término) anticuado; si es Chichan, significa pequeño o bajo. 3. Quimí, o Cimí, muerte o muerto. 4. Manik, (término) anticuado, pero, si la palabra pudiera derivarse, significaría viento que pasa; Man es pasar, confiar, e ik es viento. 5. Lamat, (término) anticuado, no se entiende. 6. Muluc, (término) anticuado, aunque podría ser el original de muluchal, y significaría reunión. 7. Oc, el cual puede sostenerse en la palma de la mano. 8. Chuen, (término) anticuado. Algunos dicen que es el equivalente a Consejo. 9. Eb, escalera. 10. Been, (término) anticuado. 11. Hix, desusado, aunque combinado con otros significa rudeza, como en Hixcay, raspador, Hihixci, tosco. 12. Men, constructor. 13. Quib, o Cib, cera o goma de copal. 14. Caban, (término) anticuado. 15. Edznab, (término) anticuado. 16. Cauac, desusado, aunque parece ser la palabra cacau. 17. Ahau, rey, o período de 24 años; el día en que comienza este período, y por eso lo llaman Ahau Katun. 18. Ymix, (término) anticuado, aunque parece ser lo mismo que Yxim, grano o maíz. 19. Yk, viento. 20. Akbal, palabra desusada y desconocida. Ésta es la significación dada para aquellos días. Peto, 14 de abril, 1842. FIN DEL VOLUMEN I
contexto
Las obras más importantes del primer periodo son la Casa Vicens y El Capricho de Comillas. La Casa Vicens (1883-1888; c/ Carolines, 18-24, Barcelona. Ampliada en 1925-27, con el consentimiento de Gaudí, por Joan B. de Serra i Martínez). es una obra promovida por el fabricante de azulejos Manuel Vicens Montaner y responde a este estilo inical. Exponente de una arquitectura protomodernista y de transición, empalma con el ideario de WIlliam Morris y de "Arts & Crafts", integrando todas las artes (Ll. Matarnala, escultor; J. Torrescassana, pintor; J. Oñós, forjador.:.) y se acaba con el cuidado propio de un ebanista. En ella percibimos a un arquitecto de tendencia artesanal, sabemos que vigilando día a día y corrigiendo constantemente la obra, que ya empieza a concebirse tridimensional y escultórica, al margen hasta cierto punto de los fríos y lineales planos que otros arquitectos suelen imponer a distancia. Gaudí utiliza muros tradicionales de mampostería con bóvedas tabicadas en sótano y viguetas de madera para cubiertas de planta baja (vestíbulo, salón-comedor, dos salas y fumoir, en el que hace uso de la bóveda tabicada con mocárabes de estilo nazarí), planta primera (dormitorios) y planta segunda (dormitorios de servicio y desvanes), más azotea-corredor (con chimeneas, respiraderos y templetes cupulados, tan bien tratados como las partes bajas más visibles). Pero su renuncia a las nuevas tecnologías -a diferencia de Domenech i Montaner- no le evita crear una obra sutilmente compuesta y de compensada graduación en fachada (del macizo basamental retrotraído y de tosca textura al in crescendo superior calado y colorista de las tribunas), al tiempo que revoluciona cuantas técnicas eran conocidas en el aparejo y el mosaico desde la antigüedad para, en el fondo, proponer un microcosmos doméstico de ensueño. Prendiendo la obra a la medianera existente entonces de un convento, Gaudí establece una alianza con la Naturaleza al no ocupar la mayor parte del solar y abrir la casa a un jardín (con su cascada y su rocaille, posteriormente mutilado). Aquélla le inspira algunos motivos: la hoja de palmito, que pasa a la verja exterior realizada hasta con tres técnicas distintas (hierro de fundición para este elemento decorativo, laminado para bastidores y forja para las púas o remates superiores); el clavel de moro creciente en el mismo solar, que pasa a los brillantes azulejos contrastados con el áspero muro mampuesto; o la yedra, la cereza y las aves que se esparcen por la decoración interior. En el jardín, las orientaciones de las tres fachadas tienen un sentido cósmico, estacional y vivencial, con epígrafes del propio Gaudí ("Oh, la sombra de l'istiu", en la N.O; "Sol, solet, vinam a veure", en la S.E.; "De la llart lo foch, visca lo foch de l'amor", en la S.O.), rozando lo mágico al situar a Poniente, ante tribuna de persianas chinescas, una fuente con telaraña metálica que creaba irisaciones en colores de arco iris al hundirse el sol en Barcelona. Este auténtico y original manifiesto de una arquitectura novedosa, que se adelanta a la Casa Tassel de Horta, tiene su paralelismo simultáneo en la Villa El Capricho (1883-1885; Comillas, Santander). La compenetración con el arquitecto director de obras Cristóbal Cascante Colom -quien contó con una maqueta y planos detallados-, ha hecho pensar en la presencia alguna vez de Gaudí en Comillas, como una de sus raras salidas de Cataluña. El encargo le provino de Máximo Díaz de Quijano, cuñado del Marqués de Comillas. Le ofrecerá una villa de estilo experimental similar al de la Casa Vicens, pero de ningún modo reiterativo: transformación de elementos clásicos ortodoxos (pórtico de entrada); graduación de texturas (de la piedra al ladrillo y cerámica); graduación de formas (del pórtico transformado a la torre orientalizante-arborescente coronada con templete geométrico abstracto); característica ecuación modernista estructura = función = ornamento en las pérgolas-barandillas de hierro; enlace en definitiva con el entorno y la Naturaleza (profusión ornamental a base de flor de girasol, entonación cromática de la obra entera). Pero esta capacidad prodigiosa de Gaudí para manipular elementos de la arquitectura del pasado hasta transformarlos en un estilo nuevo, tiene ya uno de sus momentos culminantes en los Pabellones y cerca de la Finca Güell (1884-1887; Avda. de Pedralbes, 7, Barcelona). Obra de poco espesor encargada por Güell (cerca; portería de planta octogonal cubierta con cúpula; caballerizas de planta rectangular, ó Cátedra Gaudí tras la rehabilitación de Juan Bassegoda Nonell en 1967-1977). Si en la cerca hace uso del ataurique de procedencia islámica, el resultado será nunca visto de la manera que lo contrasta con el ladrillo y la piedra de Garraf o lo cala con la móvil puerta metálica del amenazante dragón, una fantástica cita del Hércules en su viaje al Jardín de las Hespérides y una auténtica lección de diseño artesanal para artistas venideros. Si insiste en el exótico orientalismo colorista de cúpulas policromas, las revestirá con la característica técnica del trencadís a base de azulejos troceados irregularmente para una mejor adaptación expresiva a la superficie curva. Por último, si ha de realizar un simple establo, Gaudí, aun inspirándose en tratados anteriores, remontará la construcción corriente para crear arquitectura con el estructural y esencial arco parabólico, elemento inolvidable en su trayectoria. Palacio Güell (1886-1890; c/ Nou de la Rambla,5, Barcelona. Colaborador, Francesc Berenguer. Otros colaboradores en las artes integradas: A. Clapés, pinturas; C. Oliveras, decoración; J. Oñós, cerrajería). Con este gran en- cargo de confianza por parte de Güell, Gaudí puede realizar una obra cumbre que marca la transición hacia una nueva etapa aún más personal. Hasta veinticinco soluciones de fachada debió tratar en colaboración con su ayudante Berenguer, fijando por fin un esquema que refleja una preocupación funcional y un abandono momentáneo de la policromía -que ahora relega a la azotea- al materializarla con la sobria y elegante piedra de Garraf vista. El programa de necesidades de Güell lo distribuye con fundamento racional y con material específico según la función: planta de sótano destinada a caballerizas (recia estructura en muros, rampas de acceso, ciclópeos y expresivos pilares fungiformes o arborescentes de ladrillo visto, bóveda tabicada); planta baja destinada a vestíbulo y portería -por un lado- y cochera a manera de garaje moderno -por otro-, espacios a los que se accede por sendas puertas remarcadas por el arco parabólico (sillería de mármol/piedra y muros de carga convencionales en principio, para ir prosperando las arquerías de diseño parabólico a manera de diafragmas, forjado sin viguería oculto tras el artesonado del techo armado metálicamente); planta de entresuelo destinada a oficinas, sala de espera, archivo, biblioteca; planta noble destinada a salones-comedor, orientada y volcada al más luminoso y silencioso patio interior de manzana, protegida a discreción con celosías y persianas (concepto de intimidad); planta destinada a dormitorios de la familia Güell y planta de servicio. La grandeza de Gaudí está una vez más en su capacidad para transgredir normas y formas de la arquitectura tardogótica tradicional, en haber sabido fundir una estricta jerarquización palaciega y un riguroso deslindamiento estratificado en fachada, perforando los muros y despejando los espacios interiores mediante una fluidez y una concatenación espacial que recordaría la arquitectura hispano-musulmana o, concretamente, la Alhambra de Granada (otra inmortal lección de arquitectura); al tiempo que cruza el desarrollo horizontal de las plantas apiladas con una interpenetración de espacios en el desarrollo vertical de la obra. El punto más dinámico y mágico quizás culmine en el vestíbulo principal, donde los espacios confluyentes allí ascienden y se fugan por una doble cúpula porosa (inspirada acaso en los baños árabes): la interior, de sección parabólica, transforma su base circular en cuadrada para apoyarse mediante pechinas en perfiles metálicos, se reviste con placas hexagonales que cierran mejor la superficie curva y permiten una perspectiva acelerada al ir disminuyendo su tamaño (recurso óptico muy utilizado en el barroco por Bernini y Borromini); la exterior, cónica y borrominesca, se traduce así a una policroma y abstracta azotea (respiraderos, chimeneas), coronándose con el escultórico-constructivista pararrayos-veleta-rosa de los vientos. Gaudí manifiesta con esta obra, sin problemas presupuestarios, que el arte nuevo es caro si lo demanda una clase social adinerada y exquisita. Haría crisis entonces el ideario socialista del pionero del modernismo W. Morris, para quien todo hombre debería gozar de las artes integradas en su propio hogar, rechazando la más barata producción industrial que afea e impersonaliza los objetos. Sin embargo, Gaudí es capaz de desconcertar al más teórico para darle la razón finalmente, pues no había acabado esta obra cuando asume el proyecto encargado por Enric de Ossó para el Convento y Colegio de Santa Teresa (1888-1890; c/ Ganduxer,85. Barcelona). Entra en él con pie forzado, ya que se encontraba trazada la planta y levantado el primer piso, cuenta además por el contrario con un presupuesto muy reducido, pero su lección de arquitectura será magistral. Respetando el programa de necesidades -convento y colegio- atiende a tres objetivos: 1. Conseguir una obra compacta, hermética y espiritual, como características propias de un convento; 2. Conseguir no obstante una arquitectura racional, higiénica y funcional, vital, como necesidades propias de un colegio; 3. Conseguir una obra digna pese a los pocos medios materiales. De este modo, distribuye el programa en tres crujías, destinando la central menor a patios y galerías de enlace, con lo que logra ventilación adecuada, claridad y alegría interiores; obtiene calidades de textura exteriores muy sutiles al contrastar muros de mampostería bruta y áspera con el más delicado aparejo de ladrillo, que incluso va configurando calados parabólicos; por fin, en interior, aprovecha el principal elemento que la Naturaleza regala al arquitecto, la luz, para hacerla resbalar por el arco parabólico laminado o diafragmático, en secuencias ritmadas, creando el único recurso al ornamento (estructura = función = ornamento), el requerido espíritu de elevación, místico. Nos encontramos pues con un Gaudí capaz de sortear la adversidad y cualquier referencia mimética hacia los estilos del pasado. El arco parabólico es equilibrado y a la vez dinámico, transformador y superador del arco apuntado gótico, menos seco que éste y tan espiritual, estructural y esencial a la vez. De ahí que cuando realice sus tres obras relevantes fuera de Cataluña, tienda a desmarcarse de las arquitecturas locales ofrecidas a seguir. En el Palacio Episcopal de Astorga (1887-1893; concluido entre 1907-1915 por el arquitecto diocesano Ricardo García Guereta), no copia servilmente la arquitectura gótica, sino que asume su carácter y su espíritu por otros medios. La paradoja creada entre una recia estructura pétrea -de bruta textura y fina estereotomía- y la levedad obtenida en los detalles o al perforar los muros para inundar de luz un espacio interior continuo y fluido, hace que la obra se eleve corno una fortaleza de naipes o como un castillo de hadas. La Casa de los Botines (1891-1894; Plaza de San Marcelo, León. Promotores: Simón Fernández y Mariano Andrés, comerciantes textiles y clientes de Eusebi Güell), se desentiende inmediatamente del próximo y renacentista Palacio de los Guzmanes, pero también de la Catedral que hubiese avalado un claro neogótico. Por el contrario, Gaudí rememora más los palacios-fortalezas con torres esquinadas existentes en el Loira, pero en complicidad y en deuda con Viollet-le-Duc al reinterpretar el estructuralismo gótico en alianza con las nuevas tecnologías funcionales y los elementos metálicos. Con la posterior Restauración Litúrgica de la Catedral de Palma de Mallorca (1902-1904/1905-1914; colaboradores: Joan Rubió, Josep María Jujol), Gaudí hará prevalecer su carácter creativo por encima del rigor de los puristas y de Viollet-le-Duc. Se trataba de trasladar hasta el presbiterio el coro gótico que perturbaba la grandiosidad de la nave-salón, desmontando los dos retablos existentes para ubicar detrás la Capilla Real. Realizó, además de dos púlpitos y elementos complementarios, un abstracto y constructivista baldaquino-aura (a materializar en hierro forjado y finalmente permaneciendo el provisional de madera-alambre), rozando lo poético en el lampadario de la Capilla al sustituir candelas por bombillas de alto voltaje y con poca corriente para crear un ambiente de luz sobrenatural. Proyecto de Edificio para las Misiones Franciscanas en Tánger (1892-1893). Aún había concebido Gaudí una obra mucho más trascendental a situar fuera de Cataluña, que no pasó de proyecto y cuya documentación se destruyó en el incendio de 1936. La importancia del mismo -que conocemos por una imagen publicada por Rafols en 1929 y por una fotografía dedicada por Gaudí a su amigo Mariano Andrés de León (Cátedra Gaudí)- ha crecido a raíz del exhaustivo estudio de Tokutoshi Torii, pues, impregnado del espíritu gaudiano y de su pasión por una idea, lo convierte en la columna vertebral de su monumental obra "El mundo enigmático de Gaudí" (1983). Promovido por Claudio López Bru, segundo marqués de Comillas, vendría a ser clave y a estar relacionado con la profunda transformación que Gaudí hace en su Templo de la Sagrada Familia, en el que venía trabajando desde 1883. Es decir, sería la manifestación plena de un lenguaje nuevo característico en el heterogéneo contexto modernista europeo, que se había iniciado en el Palacio Güell y con múltiples derivaciones en obras simultáneas o posteriores. A esta Escuela-convento, asignaría un carácter de fortaleza exótica -¿Imágenes vistas en "Viajes por África y Asia", de Alí Bey el Abbassí? -, organizada bajo modelos simbólicos y ancestrales (cruz potenzada, emblema de los Franciscanos custodios de Tierra Santa; palomar, alusión al Espíritu Santo), no exentos de un racionalismo funcional y de unas soluciones estructurales revolucionarias (sistemas cónicos de perfil parabólico que se funden orgánicamente con la obra toda y superan las rectilíneas torres góticas tradicionales). Esta transformación delata ya a un Gaudí absolutamente innovador, aunque todavía nos reserve sorpresas corno auténtico creador de universos fantásticos como el Parque Güell (1900-1914; c/ Olot s/n., Barcelona. Colaboradores: Francesc Berenguer y Josep María Jujol, entre otros). Eusebi Güell, quizás impresionado por la noción de ciudad-jardín en sus viajes de negocios a Inglaterra, le encarga este suburbio residencial privado (hoy parque público). Pero Gaudí se distancia de quienes teorizaron distintamente sobre este medio de vida (Morris, Howard, Soria...), creando su microcosmos propio. Respeta en lo posible la tierra y la vegetación, burlando las acusadas pendientes y curvas de nivel con sinuosos caminos. Respeta también el programa establecido (sesenta parcelas de forma triangular para casas unifamiliares -proyecto frustrado por motivos financieros, construyéndose dos y acudiendo a vivir sólo Trías, Güell y el mismo Gaudí-, con sus correspondientes infraestructuras y equipamientos de mercado cubierto, escuela, plaza-teatro al aire libre, etc.); sin embargo: su propuesta heterodoxa al materializarlo -tan zoomórfica y organicista como su propia y contemporánea Cerca de la Finca Miralles (1902, Barcelona)- es única en la Historia del Arte: muro-pabellones de entrada fundidos que señalizan ya desde lejos un mundo de ensueño en el interior, un nuevo y caprichoso Bomarzo, realizados con bruta mampostería careada de recia textura, pero recubiertos con las iridiscentes cerámicas troceadas o trencadís, con la característica torre de sección hiperboloidal, con las formas bulbosas recuerdo quizás de aquellos monumentos de la India vistos en la Escuela, con la personal firma de Gaudí, la cruz de cuatro brazos, aparecida ya en los remates esquinados del Convento de Santa Teresa; símbolos mitológicos, patrióticos, bíblicos y religiosos (lagarto-fuente-Pitón, Escudo de Cataluña, serpiente Nejustán de Moisés, bolas o cuentas de un rosario de paseo); ruptura finalmente con todos los estilos históricos de los que parte. Concebido el mercado como gran sala hipóstila en homenaje al Güell amante de los clásicos, alterna sin embargo las formas y los cánones tradicionales al proponer columnas -aun no exentas de medidas y relaciones proporcionales o efectos ópticos- que ya no tienen basa sino higiénicos zócalos de cerámica troceada para, sorprendentemente, no sostener tampoco entablamento ni frontón alguno ortodoxos sino un espacio público superior, apoyado en estructura reticular de cerámica armada y acotado por serpenteante cresta-banco a manera de cumbre montañosa. En ésta, donde se aprecia la mano de Jujol, Gaudí manifiesta otra de sus peculiaridades ya constante en él. Se compone de piezas artesanalmente prefabricadas y montadas in situ, delatadas por su regularidad desde algún punto de vista, permitiendo en su convexidad una cierta intimidad para el usuario solitario y en su concavidad un grato espacio recoleto para grupos. Ahora bien este racionalismo y funcionalismo cristalinos, son transformados en algo orgánico y de potencialidad estética incalculable al revestirse con un trencadís que anticipa los collage de las modernas vanguardias. Igual sucede con muros de contención o pilares que inclina para apuntalar y absorber los empujes, pues sus líneas intrínsecas de pura analítica son revestidas de piedra tan natural como las cuevas cuaternarias preexistentes en la zona, imitando incluso los retorcidos troncos de los árboles. Por eso su organicismo o enlace con la Naturaleza es mimético y espontáneo, al margen de la regla y el plano de estudio demasiado ingenuo quizás y desde luego distinto al más elaborado de Wright. Esta aproximación de Gaudí a la Naturaleza, escudriñando sus entrañas y sus secretos, acaba por afectar a todos los ámbitos tipológicos tratados, incluso a obras insertas en la cuadrada manzana urbana.
contexto
La desintegración del Imperio Antiguo se genera en Menfis, donde el reinado larguísimo, casi centenario, de Pepi II (2247-2153 a. C.) da pábulo a que se reúnan todos los ingredientes de una profunda crisis socioeconómica. Menfis era un distrito superpoblado de funcionarios, militares, profesionales especializados, personal de los templos y de las ciudades pirámides, comerciantes, artesanos, obreros en activo y en paro. La miseria de los pobres contrastaba como en ningún otro lugar con el bienestar de las clases acomodadas. Bastaba con que la mala gestión de la administración del Estado provocase la carencia de víveres, para que el malestar reinante degenerase en hambre y en revolución. Dice Manetho que la VII Dinastía estuvo compuesta de 70 reyes, cada uno de los cuales reinó 70 días. Es un modo de hablar eufemístico, a falta de términos tales como comité revolucionario. Un escrito de entonces, "Admoniciones de un sabio", ofrece un cuadro deprimente de la anarquía en vigor: los esclavos y los desposeídos saquean las mansiones de los nobles; los caminos y los campos están plagados de bandoleros; los labradores realizan sus faenas armados; las familias luchan entre sí hasta el exterminio; las tumbas son saqueadas sin piedad; los recién nacidos se lamentan de haber venido al mundo... en fin, calamidades por doquier. No mucho mejor les fueron las cosas a los componentes de la Dinastía VIII. En total se les asignan hoy, a las dos, entre veinte y veinticinco años de gobierno, si puede llamarse así el caos reinante. El Alto Egipto se halla dividido en comarcas donde un general se ha hecho fuerte con sus tropas o un sumo sacerdote -"prefecto de profetas" sería el término adecuado- asume el poder con el respaldo del personal y de la economía de un templo. Varios de ellos lograron sacar adelante a los suyos, pero contribuyeron a la desintegración de un Estado que necesitaba para su prosperidad de la cooperación y de la unidad de todos. Sin un comercio organizado y sin los transportes habituales, la plaga del hambre aquejó a muchas comarcas de Egipto que nunca la habían conocido. En Menfis, decían, llegaron a producirse casos de canibalismo. Herakleópolis y Tebas no tardan en convertirse en los nuevos centros del poder del país. Herakleópolis (la actual lhnasia el-Medina) al norte, a unos 100 kilómetros al sur de Menfis, y Tebas al sur. A la primera de ellas atribuye Manetho sus dinastías IX y X, las dos de la Casa de Achtoes, el más terrible de los reyes. Tanto el fundador como sus sucesores representan la continuidad de la tradición del Imperio Antiguo. Si no logran unificar de nuevo el país, honor que corresponderá a los tebanos, sí consiguen salvar la cultura y el arte egipcios. Dos de las obras maestras de la literatura, incluso a nivel universal, "Lamentos de un labrador" y "Doctrina para Merikaré", están escritos en su época, y la segunda de ellas por obra de un rey, cuyo nombre ignoramos, que trasmite al príncipe Merikaré, su hijo, unas enseñanzas de admirable contenido ético y unos conceptos de dios, de la vida y del hombre realmente ejemplares. Las ideas de que sólo hay un dios y de que el hombre se salva o se condena, no por cumplir o no un ritual, sino por sus obras buenas o malas, germinaron por vez primera en mentes herakleopolitanas. En una época en que la conservación de la cultura, amenazada de muerte, dependía de la palabra hablada y escrita mucho más que de las imágenes del arte, aquellos hombres de Herakleópolis se granjearon para siempre el respeto de la posteridad. La Dinastía XI, contemporánea de las dos anteriores, contaba entre sus antepasados a un prefecto de profetas que en los años del hambre había sabido administrar con tino el templo de Amón en Karnak. Nadie hubiera imaginado el porvenir reservado a aquel oscuro dios de cuernos de carnero y a aquel insignificante lugarejo. Pero de éste nacería la gran Tebas de las cien puertas, y de sus príncipes, tan rudos como engreídos (el lema del hidalgo tebano rezaba: "Yo soy el héroe que no tiene par"), los tres Antef antecesores del reunificador Mentuhotep (2060-2010 a. C.). Nada tiene de extraño que enfrentados a rivales de este talante, los cultos y reflexivos faraones de Herakleópolis acabasen por sucumbir. Pero para esto faltaban aún bastantes años. Entre tanto, Egipto viviría dividido en dos Estados, muy desiguales en lo espiritual, pues mientras el norte conserva la cultura heredada, los tebanos acreditan no sólo en la artesanía de sus estelas, sino, lo que es peor, en su lengua y en su escritura, una apreciable falta de educación.