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Acueducto levantado a 50 metros sobre el río Gardon, que abastecía de agua a Nimes y que además muestra una gran armonía arquitectónica.
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Como primer monarca francés del período barroco, Enrique IV fue un activo propulsor de obras urbanísticas en París durante el tiempo que su corto reinado se lo permitió. Su primer gran proyecto fue la construcción de la Place Dauphine, que se planeó en relación con el Pont Neuf construido en aquel entonces. El puente fue el primero con carácter monumental de París y en él se instaló una estatua de Enrique IV que sirvió de foco orientador a la Place Dauphine, concebida también como un conjunto monumental y en la que se dispusieron los edificios con uniformidad en sus fachadas. La Place fue proyectada en el año 1607 y para su construcción el rey Enrique IV cedió los terrenos al presidente del Parlamento, de Harlay. Por el lugar en que se construyó se dispuso con una planta triangular cuyo vértice occidental llegaba al centro del Pont Neuf, justo ante la estatua del rey situada al otro lado del puente. Así, esta plaza depende urbanística y simbológicamente de la estatua, aunque no es propiamente una place royale, pues la imagen no está dentro de su espacio, ya que lo que en realidad se pretendió fue que tal monumento más que centro de un lugar concreto, lo fuese de toda la ciudad. Los edificios que allí se levantaron lo fueron todos con el mismo esquema, lo que ocurría en Francia por primera vez. Casi todas las casas de esta plaza han sido paulatinamente transformadas, pero aún podemos imaginarlas a través de los planos y grabados conservados y viendo las de la Place des Vosges. Eran unas viviendas relativamente pequeñas, con tiendas en la planta baja, donde un largo pasillo conducía a un pequeño patio en el que una empinada escalera daba acceso a la planta superior. Los materiales de construcción eran baratos, pero entraban dentro de la tradición francesa al consistir en ladrillo con cadenas de piedra blanca, siendo también de carácter tradicional la fuerte pendiente de los tejados.
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Siguiendo el curso del río Arno, tras el Puente de Santa Trinita se alza el Ponte alla Carria. Tras el Ponte Vecchio, es el puente más antiguo de la ciudad, al ser construido en el año 1218. Era uno de los más populares al contar durante la Edad Media con una picota y realizarse en él representaciones teatrales. También servía de improvisado palco para buena parte de los florentinos durante los espectáculos fluviales en el Arno. Curiosamente, en 1304, durante una de estas fiestas, el puente se hundió con todo el público que acogía.
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Este puente data del siglo XIII y fue uno de los primeros que cruzaron el Arno. Durante la Segunda Guerra Mundial, el avance del V Ejército aliado obligó a los soldados alemanes a replegarse. Pese a que existía la promesa de desmilitarizar la ciudad de manera rápida, el coronel Adolf Fusch y la brigada paracaidista que dirigía recibió la orden de volar los puentes sobre el Arno. En la noche del 4 de agosto de 1944 todos los puentes de Florencia saltaban por los aires, a excepción del Ponte Vecchio.
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Fotografía cedida por la Sociedade Anónima de Xestión do Plan Xacobeo
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Fotografía cedida por la Sociedade Anónima de Xestión do Plan Xacobeo