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El título de esta estampa quizá sea de los más expresivos de la serie, presentándonos la crueldad de la guerra en un montón de cadáveres y hombres agonizantes que sólo han nacido para dar su vida ante el enemigo francés, rebelándose Goya ante el triste destino de los españoles.
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Sólo la desgracia se puede esperar cuando un ciego guía a otro ciego. Esta parábola de la Biblia es la que ilustra Brueghel en este cuadro. Una hilera de ciegos, grotescos, ridículos, se siguen unos a otros, con los ojos secos y las cabezas en alto. El primero, el jefe, ya ha caído al río, mientras el segundo está a punto de seguirlo. La ceguera humana a la que se refiere Brueghel es de naturaleza moral y no espera nada bueno de los demás. Es una visión crítica, burlesca, similar a la de los proverbios y refranes populares que de modo similar inspiraban al Bosco en sus cuadros.
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Rembrandt nos presenta en esta bella escena la parábola de El rico necio (San Lucas, 12; 13-21): "La finca de un hacendado dio una gran cosecha. Y el discurría entre sí: '¿Qué haré, no tengo donde almacenar mis cosechas?'. Y se dijo: 'Destruiré mis graneros y los ampliaré, luego meteré en ellos todos mis bienes. Y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes almacenados para largos años; descansa, come, bebe y pásalo bien'. Pero Dios le dijo: '¡Insensato! Esta noche se te pedirá tu alma. Y ¿para quién será lo que has acaparado?'. Así sucederá al que atesora para sí y no es rico a los ojos de Dios". El avaro se presenta delante de una mesa donde se depositan las monedas de oro y los títulos de propiedad escritos en hebreo - en referencia a su nacionalidad judía - así como un reloj, símbolo del tiempo para reflejar que sus horas están contadas. Se ilumina la estancia gracias a una vela que el rico cubre con su mano derecha por lo que la fuente de luz no es visible para el espectador. El fondo se oscurece aunque son perceptibles referencias espaciales. La influencia de los Bassano y Caravaggio, especialistas en este tipo de iluminaciones, le llega a Rembrandt a través de Gerard van Honthorst quien había estado trabajando en Italia durante una larga temporada y se había instalado en Utrecht desde 1620. Los colores son bastante limitados, destacando el contraste entre tonalidades oscuras y claras. El exquisito dibujo del maestro nos permite contemplar todos los detalles, siguiendo la línea del naturalismo.
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Una de las armas fundamentales de la Luftwaffe alemana fue el cuerpo de paracaidistas, como se demostró en el asalto a Creta. Cuando comenzaron a actuar, su uniforme incorporaba un casco especial de acero y camuflaje en la ropa exterior. Unas alas en las mangas indicaban la graduación de su portador, mientras que en la parte izquierda del casco se situaba el distintivo de la Luftwaffe. Los paracaidistas llevaban un distintivo verde en el brazo derecho, indicando la unidad a la que pertenecían. El arma reglamentaria era el excelente FG 42.
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Aquellos estudios que versan sobre el papel desempeñado por el Ejército alemán en las Ardenas suelen centrarse en el análisis de las acciones que llevaron a cabo las divisiones Panzer y las unidades SS. Sin embargo, en esta batalla también combatieron otras fuerzas cuyas actuaciones son menos conocidas. Entre ellas había dos divisiones paracaidistas: la 3 Fallschirm-Jäger-División -3? División de Cazadores Paracaidistas, en adelante 3FJD- y la 5FJD, unidades que tuvieron que ser reorganizadas en Francia y Bélgica tras el duro castigo al que fueron sometidas en Normandía. Durante la Batalla de las Ardenas la 3FJD operó en el flanco norte de la ofensiva alemana bajo las órdenes del 15 Ejército. Por su parte, la 5FJD era una de las divisiones asignadas al 7° Ejército del general Brandenberger. Su misión, como la de las otras unidades que actuaron en el flanco sur, consistió en proteger el empuje del 5° Ejército Panzer que, a las órdenes de Manteuffel, avanzaba por el centro. En cuanto a su organización, ambas divisiones copiaban el esquema organizativo del denominado "Modelo Antiguo de División de Infantería", por lo que cada una de ellas contaba con unos efectivos teóricos de 15.700 hombres organizados en tres regimientos de Infantería. A su vez, cada regimiento se componía de tres batallones. A diferencia de otras unidades que tomaron parte en la batalla, las tropas que integraban estas divisiones estaban pobremente entrenadas. En efecto, a pesar de que en la fase defensiva de la lucha se mostraron muy activas, sus conocimientos de táctica eran limitados y carecían de experiencia en operaciones paracaidistas. Por lo demás, estaban mal equipadas. Prueba de ello es que muchos hombres entraron en combate sin estar provistos de fundas para transportar los cargadores de repuesto. Otro de los puntos débiles de estas divisiones era su escasa motorización ; no obstante, algunos de sus batallones poseían capacidad antiaérea y antitanque, si bien contaban con pocas piezas artilleras. Para ilustrar este artículo hemos escogido la figura de un suboficial de la 5FJD vestido con el atuendo más típico de los paracaidistas alemanes en la batalla de las Ardenas. Su arma es un fusil de asalto StG-44. En esta fase de la contienda la Wehrmacht tenía graves problemas para equipar y vestir convenientemente a todas sus tropas. Las dificultades económicas por las que atravesaba Alemania tras varios años de guerra impedían el adecuado suministro de todo tipo de materiales. En lo que respecta a la uniformidad, la enorme variedad de prendas existente al comienzo de la guerra fue progresivamente sustituida por una situación en la que el vestuario tendió a homogenizarse. Así, si en los primeros años del conflicto existían grandes diferencias entre el atuendo de unas y otras unidades dentro de una misma Arma, con el paso del tiempo estas diferencias tendieron a diluirse. Un claro ejemplo lo encontramos en los paracaidistas, quienes al principio vestían un uniforme característico que en el transcurso de la guerra fue asemejándose cada vez más al de otras unidades. Esto se puede apreciar perfectamente en el caso de nuestro suboficial. Las únicas prendas indicativas de que se trata de un paracaidista son el pantalón y el casco. Las demás son las mismas que usaban las Divisiones de Campaña -Feld Divisionen- de la Luftwaffe. De hecho, si no fuera por el casco, este suboficial bien podría pertenecer a una de estas Divisiones. El casco está basado en el modelo 35, aunque se diferencia de éste y del modelo 42 -usados ambos por las restantes unidades de la Wehrmacht- en la guarnición interior, el barboquejo y la forma. Desde el punto de vista militar, este casco marcó un hito en lo que se refiere a la protección de la cabeza. Por su forma y construcción, pensadas exclusivamente para los paracaidistas, resguardaba al soldado de la metralla y la heridas que pudieran producirse en los saltos. La guarnición consistía en dos piezas de cuero cosidas entre si y perforadas por varios agujeros circulares que facilitaban la ventilación interior. Entre esta guarnición y el casco propiamente dicho había unas bandas de goma cuya función era amortiguar los golpes. Estas bandas se unían al casco mediante unos tornillos que también servían para sujetar el barboquejo. La forma de "Y" que poseía este último evitaba que el paracaidista pudiera perder el casco como consecuencia del fuerte impacto que se producía al tomar tierra tras el salto. Al principio de la guerra los cascos estaban pintados por dentro y fuera con una pintura antioxidante de color gris azul. Más tarde, como en el caso del que lleva el paracaidista que mostramos, comenzaron a pintarse de color gris verdoso. Para resguardarse mejor del frío, nuestro suboficial viste sobre el capote de paño un blusón de camuflaje del modelo utilizado por las Divisiones de Campaña de la Luftwaffe. Ésta era una prenda mucho más rápida y barata de producir que los blusones de salto, por lo que iban equipados con ella la mayoría de los paracaidistas que lucharon en las Ardenas. Estaba fabricada con tela de drill, se cerraba mediante cinco botones de pasta negra, carecía de forro interior y en la parte baja presentaba dos bolsillos exteriores con solapa y botón de pasta. Asimismo, estos blusones llevaban unas hombreras desmontables elaboradas con el mismo material que el resto de la prenda, pero los militares con graduación solían sustituirlas por otras normales con la divisa correspondiente a su empleo. En el lado derecho del blusón se observa el emblema nacional alemán en su versión Luftwaffe. Otro botón de pasta permitía el ajuste de los puños. El equipo está compuesto por trinchas y cinturón de cuero de color marrón, pala fija de campaña, máscara antigás, bolsa de pan de lona gris azul, cantimplora y marmita. Sin embargo, y por las razones que expusimos más arriba, carece de fundas para el transporte de los cargadores de repuesto del fusil de asalto StG-44. Para solucionar este problema muchos paracaidistas, como el nuestro, guardaban los cargadores en los bolsillos del blusón camuflado. El pantalón, de paño color Feldgrau, tenía dos bolsillos a la altura de la cadera, otros dos en su parte posterior y, en el frente, bajo la cintura, otro más pequeño que, normalmente, se utilizaba para guardar un reloj de cadena. Todos ellos llevaban solapa, pudiendo cerrarse con botones o corchetes. En el lateral de la pernera derecha había otro bolsillo que servía para guardar el "cuchillo de gravedad", una especie de navaja automática que el paracaidista podía utilizar para cortar las cuerdas de su paracaídas en caso de necesidad. Este bolsillo se cerraba con tres corchetes internos y dos externos. En el lateral de la pernera izquierda había una abertura que se cerraba con tres corchetes ocultos y mediante la que el paracaidista podía acceder al interior del pantalón para despojarse de los protectores internos de rodilla. La cintura era de tiro alto y tenía ocho trabillas, de las que dos servían para sujetar unos tirantes a la parte trasera del pantalón. Los puños de las perneras se ajustaban mediante un botón de pasta. Las botas corresponden al modelo corto reglamentario en todas las unidades de la Wehrmacht, si bien existían otras diseñadas exclusivamente para los paracaidistas.
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Las tropas aliadas que cayeron sobre Arnhem en septiembre de 1944 iban perfectamente equipadas. Además de su paracaidas y el de reserva, llevaban un chaleco antibalas diseñado por el Consejo de Investigaciones Médicas (CIM) británico en 1941, siendo probablemente el asalto sobre Arnhem la única vez que se usó. Cada paracaidista llevaba una sub-ametralladora Sten o bien un fusil Lee Enfield Mk IV de 0,303 pulgadas, munición y equipo. Muchos paracaidistas llevaban además equipo adicional, como ametralladoras ligeras, que soltaban una vez que habían saltado del avión para que colgara unos 6 metros por debajo de su cuerpo. A veces fue un problema el exceso de equipamiento, lo que hizo que algunos soldados, con cargamentos de más de 45 kilogramos, tuvieran problemas para subir al avión. Junto a los paracaidistas y sus pertrechos, los aviones (Albemarle, Halifax, Stirling, Dakota) y planeadores (Horsa, Hamilcar, CG-4A Waco) aliados lanzaron contenedores de metal de 1,5 metros de largo por 0,6 de diámetro, con armas, equipos o víveres y llevaron a suelo holandés los obuses de campaña de 75 mm.