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En un número reducido de castros existen unas construcciones de carácter monumental, con horno, que cuentan con unas grandes losas dotadas de una abertura semicircular en el centro de su parte inferior y, por lo general, profusamente decoradas con una temática muy variada. Todas estas construcciones tienen unas características muy semejantes. Instaladas en la parte baja de los castros y lejos de la zona superior habitada, constan de un horno cubierto con una cúpula, comunicado con una estancia rectangular con cubierta a dos aguas y cerrada en su parte frontal por una pedra formosa. En el exterior hay un patio con una fuente. Se trata, sin duda, de edificios termales y la distribución de las dependencias sería la equivalente al caldarium, tepidarium y frigidarium de las termas romanas. La profusa decoración de la Pedra formosa de Briteiros es una muestra del horror vacui manifestado por los artistas castreños.
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Se trata de un edificio de planta aproximadamente cuadrangular, con un entrante en uno de sus lados, protegido por dos torres laterales. La extraordinaria riqueza de sus materiales allí encontrados, el carácter monumental del propio edificio, y el hecho de que en torno a él existan otras construcciones, hace suponer que se trata de un edificio importante, que se ha considerado un palacio-santuario, un altar de cenizas -como si se tratara de un altar donde se realizaban sacrificios a la manera griega, cuyas cenizas formaban un enorme cúmulo-, o un simple palacio que fue destruido por un gran incendio, hipótesis esta última que parece la más probable.
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Entre los escultores italianos de principios del siglo XIV, Arnolfo es, posiblemente, el que acusa de modo más directo contactos con lo francés. Pero su arte, como el de Nicola Pisano con quien colaboró en el púlpito de Siena, tiene también profundas reminiscencias antiquizantes, como se aprecia en esta Virgen con el Niño del sepulcro cardenalicio. Aunque trabajó mucho y en distintas direcciones: púlpitos, baldaquinos, esculturas para la fachada de la catedral de Florencia... es en el campo funerario donde su genio sobresale; puede, eso sí, que más en el diseño general del monumento, donde destaca el recurso frecuente a ciertos juegos manieristas, como ocurre en éste con el acólito que separa la cortina para mostrar al espectador la figura yacente.
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Monumento erigido en el yacimiento arqueológico de Numancia en honor a los Héroes Numantinos realizado en 1904 a expensas del senador Ramón Benito Aceña e inaugurado por Alfonso XIII en 1905.