Las lanzas celtíberas tenían un asta de madera en la que se fijaba una punta de lanza de hierro en el extremo, y en la parte posterior, un regatón cónico, que servía para apoyar la lanza en el suelo cuando no se usaba. Según su tamaño, y probablemente su función, existían lanzas de diferentes tipos. Hay lanzas arrojadizas, que empleaba la infantería, a modo de jabalinas lanzadas a distancia; así como lanzas con punta de hierro más grandes, que se asocian a ajuares con elementos de arreos de caballo, lo que parece indicar que eran usadas para acometer con ellas desde los caballos. En Numancia hay documentadas puntas de hierro pertenecientes a otros tipos de armas enastadas, destacando la falarica, de asta mixta, siendo una parte de madera y otra de hierro, y que se empleaba como arma arrojadiza. También tuvo importancia el soliferrum, que era totalmente de hierro, y se empleaba también como arma arrojadiza. Apiano consideró que las lanzas eran el arma principal de los celtíberos. Su importancia está indicada por la amplia presencia de restos en necrópolis celtibéricas, así como por las numerosas alusiones a ellas en las fuentes clásicas. Las lanzas se empleaban arrojándose desde corta distancia debido a que tenían un alcance en torno a 30 metros. Una vez lanzadas, los celtíberos cargaban contra el enemigo armados con espadas o puñales, enfrentándose así cuerpo a cuerpo. Se perdía así la funcionalidad de la lanza, dando paso a las armas de corte y filo.
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Personaje
Religioso
Entre las principales figuras del taoísmo encontramos a Lao-Tse. Alrededor de su vida existen numerosas leyendas, apuntando algunas a que su gestación duró 81 años. Natural de la provincia de Honan, fue archivero en la Corte, donde alcanzó importantes conocimientos que le permitieron desarrollar su doctrina. Es considerado el autor del Tao-Té-king, el Clásico del Camino y de la Virtud, donde se expone la filosofía taoista. El tao es el origen y la fuente de los que existe y de la verdad, el primer principio del que derivan los opuestos ying-yang y de las criaturas del universo. El individuo no debe obstaculizar la actividad del Tao, por lo que debe perfeccionarse aislándose de la vida social, no actuando y tratando de alcanzar la inmortalidad. El Tao es considerado como un orden cósmico que se alcanza místicamente a través de la fe, manifestando una visión personal del mundo y un estilo de vida. La influencia de Lao en China sólo es comparable a la ejercida por Confucio.
obra
Entre las esculturas más impresionantes del periodo helenístico se halla el famoso grupo del Laoconte, realizado por tres autores, cuya firma aparece en el grupo de Escila: "Atanodoro hijo de Hagesandro, Hagesandro hijo de Peonio, Polidoro hijo de Polidoro, rodios, hicieron". El espectacular grupo fue hallado en Roma ya que formó parte de la decoración del emperador Tito, siendo uno de los más importantes descubrimientos arqueológicos del Renacimiento.Cuando Rubens llegó a Italia para completar su formación -siguiendo el consejo de su último maestro Otto Vaenius- se interesó especialmente por la copia de las esculturas clásicas, realizando una espectacular serie de dibujos del Torso Belvedere, el Pescador africano o el Laoconte que aquí podemos observar.En el grupo helenístico se representa un momento de máxima tensión, ya que el sacerdote de Apolo recibe el castigo divino tras haberse unido con su mujer ante la estatua del dios. El castigo lo ejecutarían dos grandes serpientes que se enroscaron en sus hijos, causando a los tres la muerte. La violencia y el dramatismo del conjunto ha sido interpretado de manera correcta por el pintor flamenco, interesándose por el movimiento y la tensión de los personajes. No en balde, Rubens será el máximo representante del barroquismo, interesándose especialmente por la violencia y la tensión.
obra
El Greco es, sin duda, un pintor de imágenes religiosas. Por eso resulta extraño encontrar en su producción una escena mitológica como la de Laocoonte. Este tema tomó un importante auge a partir del descubrimiento del famoso grupo escultórico de la época helenística que hoy se puede admirar en los Museos Vaticanos de Roma. Miguel Ángel sintió una especial atracción hacia esta escultura, siendo uno de los artistas que puso dicho tema de moda. Laocoonte era sacerdote de Apolo en la ciudad de Troya, y se opuso a la entrada en la misma del caballo que había aparecido en las playas cercanas cuando los griegos se habían retirado, tras varios años de guerra. Cogió una lanza y la clavó en el enorme caballo de madera para advertir a sus conciudadanos de lo nefasto de esa aparición. En ese momento salieron dos serpientes marinas que mataron a Laocoonte y sus hijos. Los troyanos interpretaron el hecho como una ofensa del sacerdote a los dioses, por lo que metieron el caballo en la ciudad, que fue invadida por los griegos, vencedores finales de la larga guerra. Sin embargo, las serpientes habían sido enviadas por Apolo como castigo a Laocoonte por haberse casado con Antiope y haber tenido hijos. Evidentemente, no fue el mejor momento para castigar a su sacerdote, provocando la derrota de Troya. Doménikos nos presenta a Laocoonte derribado en el suelo, en fuerte diagonal, intenta sujetar la serpiente que va a morderle la cabeza; su hijo menor yace en el suelo, en un violento escorzo, mientras el hijo mayor agarra a la segunda serpiente para evitar la muerte. Las tres figuras destacan por su movilidad, encontrando ecos del Manierismo romano que El Greco conocía. Sin embargo, se puede decir que el cretense se aleja totalmente del grupo escultórico helenístico que tanto había atraído a Miguel Ángel. Junto al sacerdote y sus hijos encontramos dos figuras y una cabeza, interpretadas de diferentes maneras: Apolo y Artemisa; Poseidón y Casandra; Paris y Helena; o Adán y Eva. Quizá sea ésta última la hipótesis más correcta, al colocar a los primeros padres de la Humanidad -quienes también cometieron un grave error, costándoles la salida del paraíso- para otorgar un sentido católico a esta imagen profana. Al fondo encontramos una vista de Toledo, no de Troya, situando al caballo frente a la puerta de Bisagra. Sería lógico pensar en una interpretación intemporal de lo que le ocurrió a Laocoonte al aparecer la ciudad castellana. También podría ser una referencia a la tradición según la cual Toledo había sido fundada por dos descendientes de los troyanos, Telemón y Bruto. Debido al éxito obtenido con esta escena deberíamos pensar en una lectura católica, mostrando Doménikos una lección moral, universal en el tiempo y en el espacio. Las figuras están situadas en primerísimo plano, iluminadas por una luz fantasmal que les otorga un color blanquecino. La violencia y el dramatismo se adueñan de la composición, en una imagen sobrecogedora. Los personajes tienen el canon alargado ya característico de El Greco, estereotipando tanto los músculos que parecen husos de hilar. Para realizar dichas figuras Doménikos tomó imágenes anteriores, debido a su idea de la perfección; si ya consideraba alguna figura perfecta la representaba en más de una ocasión. Desgraciadamente, no pudo concluir la obra ya que fallecería en abril de 1614.
obra
El soberbio grupo del Laocoonte fue considerado por Plinio "la mejor de todas las obras tanto de pintura corno de escultura". El sacerdote troyano se debate, con todos los músculos en tensión, por liberarse y liberar a sus dos hijos de las serpientes enviadas por Apolo. El grupo del Laocoonte fue realizado por tres autores, cuya firma aparece en el grupo de Escila: "Atanodoro hijo de Hagesandro, Hagesandro hijo de Peonio, Polidoro hijo de Polidoro, rodios, hicieron"; y emplearon para ello piedra local rodia y mármol griego; sólo un fragmento del Laocoonte es de mármol italiano de Carrara. "El Laocoonte se encuentra en la mansión del emperador Tito... Fue esculpido en un solo bloque de mármol por los excelentes artistas de Rodas Hagesandro, Polidoro y Atenodoro y representa a Laocoonte, sus hijos y las serpientes admirablemente enroscadas" (Plinio).
contexto
Durante los años Sesenta-Setenta, el conflicto de Indochina no se localizó exclusivamente en Vietnam, sino incluso en los otros dos países vecinos: Laos y Camboya. Laos, un país principalmente montañoso, con una población de tres millones de habitantes y una superficie de 236.800 km. cuadrados, hasta 1954 fue un protectorado francés. En aquel año, inmediatamente después de los acuerdos de Ginebra, las fuerzas armadas de París se retiraron del país dejando al ejército nacional para contrarrestar los intentos insurreccionistas del movimiento comunista conocido como Pathet Lao, adiestrado y equipado por los nord-vietnamitas. Ho Chi Minh soñaba con una federación indochina que comprendiese la totalidad de Vietnam, Laos y Camboya y que estuviese bajo el control del gobierno de Hanoi. El intento del gobierno del reino de Laos de reconocer el ala política del Pathet Lao y de formar coaliciones de gobierno no tuvo ningún éxito. Tanto la primera coalición, la de 1957, como la de 1962, duraron tan sólo unos pocos meses debido a la falta de colaboración del Pathet Lao y de las continuas presiones militares nord-vietnamitas en el noreste del país. En los años siguientes, los combates se concentraron en el confín vietnamita en donde el Pathet Lao llevaba la iniciativa al comienzo de cada estación seca, es decir, de octubre a mayo. Las unidades comunistas operaban a nivel de pelotón, manteniendo pocas posiciones fijas y realizando las clásicas operaciones de guerrilla contra las fuerzas gubernamentales. Con la llegada del monzón, en junio, se retiraban al área de Sam Neua, hacia el confín nordvietnamita, en donde esperaban el final de las lluvias para reprender su actividad. Esta guerra contra los comunistas del noreste del país, se desarrolló con gran tenacidad, especialmente por las unidades de etnia Hmong, una feroz población laosiana de montaña a las órdenes del general Vang Pao. Los Hmong demostraron ser particularmente idóneos para estos característicos e irregulares combates. Hasta 1968 los combates no fueron muy intensos, y las pérdidas que sufrieron ambas formaciones fueron más bien contenidas. Desde 1967, el ejército nord-vietnamita estaba firmemente empeñado con sus propias tropas en las operaciones en Vietnam del Sur, preocupándole notablemente las operaciones sin éxito de los propios aliados del Pathet Lao. En 1968, el ejército regular nord-vietnamita asumió la dirección de las operaciones de combate en Laos y comenzó a enviar a sus propias unidades en apoyo de la Pathet Lao contra el ejército real laosiano (FAR: Forces Arméss du Royaume). A lo largo del año, las ingentes fuerzas comunistas consiguieron la retirada de las FAR, ocupando parte de la "Llanura de las Jarras". Entre los éxitos nord-vietnamitas cabe destacar el ataque y la destrucción de la estación de radar de la base aérea americana denominada "Lima Site 85", emplazada en la cima de una montaña. La presencia de las tropas americanas en Laos estaba limitada a personal del USAF con misiones de control de la navegación aérea y a un limitado número de consejeros de las fuerzas especiales. Hay que hacer notar, sin embargo, que un discreto apoyo al reino de Laos, en determinados períodos, se lo dieron los hombres de la Free Word Forces (Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Corea del Sur, Taiwan, Thailandia) comprometidos normalmente con Vietnam del Sur. Después de una serie de operaciones de contención para retener el avance de las unidades comunistas, fue individuada la estrategia idónea para vencer a los nord-vietnamitas. A principios de 1969 las fuerzas aéreas aliadas dieron vía libre a una serie de ataques aéreos y bombardeos dirigidos esencialmente a rodear al adversario y a destruir las vías de aprovisionamiento. El objetivo principal de dichas acciones era el de cortar la vía principal de aprovisionamiento comunista al este de la "Llanura de las Jarras". Si esto se conseguía, el general Vang Pao podría desencadenar la operación "About Face", dirigida a empujar al enemigo a las posiciones de partida. La contraofensiva comenzó a primeros de agosto y siguió dos directivas principales: una parte de las fuerzas de Vang Pao cortaron hacia el este los accesos de la "Llanura", mientras que dos regimientos reforzados atacaron por el sur a los nord-vietnamitas. Las fuerzas nord-vietnamitas se vieron cogidas por sorpresa y duramente vencidas por la decisión y el ímpetu de los atacantes. La perfecta coordinación de las fuerzas laosianas obligó a los nord-vietnamitas a una desordenada retirada hacia los confines nacionales, dejando abandonados en los campos, además de un elevado número de muertos, gran cantidad de materiales. Las fuerzas reales laosianas capturaron veinticinco carros armados ligeros PT76 de fabricación soviética (armados con cañones de 76 mm), ciento trece vehículos varios y algunas toneladas de aprovisionamientos entre materiales militares y abastecimientos alimenticios. Entre las armas en dotación en las unidades nord-vietnamitas, presentes en cada ofensiva, no se puede olvidar el arma de soporte de escuadra formada por la ametralladora ligera RPD. Adoptada por las fuerzas del Pacto de Varsovia en los años Cincuenta, se utilizó mucho en el conflicto de Indochina. A pesar de ser un arma de buena calidad, poseía una serie de inconvenientes. En primer lugar, la ligereza, que si por una parte favorecía el transporte, por otra parte la hacía imprecisa durante el tiro por culpa del elevado retroceso. Otro problema que tenía era el del recalentamiento del cañón cuando se utilizaba de forma intensa: dado que no se podía sustituir el cañón, las ametralladores nord-vietnamitas estaban obligadas durante los encuentros con fuego a disparar breves ráfagas. Una característica positiva de la ametralladora RPD consistía en la utilización de cargadores con tambor que contenían cintas de munición de cien cartuchos. Dichos cargadores permitían que el arma pudiera ser utilizada por un solo hombre sin necesidad de ayuda, y además, evitaban que entraran restos de desechos en los mecanismos internos, transportados en las mallas de las cintas. Un arma poco conocida, pero de probada validez, fue la pistola ametralladora suiza Carl Gustav K de calibre 9 mm. Parabellum. A pesar de no haber sido distribuida como arma de base en las unidades de infantería, fue particularmente apreciada por los hombres de las fuerzas especiales americanas en Vietnam y por los consejeros empeñados en los distintos frentes, entre ellos Laos. Aunque de aspecto más bien tosco, y dotada de una culata plegable, resultaba cómoda e instintiva de manejar. El funcionamiento exclusivamente automático no impedía el óptimo rendimiento del arma: el personal que la utilizaba estaba adiestrado para controlar el volumen de fuego realizando breves presiones sobre el gatillo; por otra parte, el cargador de dos hileras de treinta y seis cartuchos permitía una discreta autonomía. La utilización del cartucho calibre 9 mm. ParabeIlum y el elevado peso permitían un razonable control sobre el arma durante el tiro. La cadencia (550/600 cartuchos por minuto) era ideal para un arma de esta generación.