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obra
El asunto de la prostitución será uno de las favoritos para Toulouse-Lautrec, ofreciéndonos en este caso uno de los primeros trabajos protagonizados por esta temática. Un joven y apuesto artillero se abotona el pantalón ante una mujer que mira con cierto desprecio el gesto de su acompañante. Henri realizó una serie de dibujos coloreados con ligeras variaciones como podemos observar en Artillero y muchacha. En esta imagen que contemplamos se pone de manifiesto la importancia de la línea para el pintor, una línea potente, firme y segura, alejada del dibujo clasicista que utilizaba Ingres, mientras que el color pasa a un segundo plano. De esta peculiar manera, Toulouse-Lautrec reacciona frente a la pérdida de la forma que se estaba produciendo en los trabajos de los impresionistas, especialmente Monet, enlazando con la reacción provocada por Cézanne, Van Gogh o Gauguin.
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Las diferencias entre esta escena que contemplamos y Artillero y muchacha las encontramos en la figura de la joven, exhibiendo los senos en esta ocasión y ubicada de manera frontal respecto al espectador. El artillero también se abotona el pantalón mostrando una significativa expresión de satisfacción. El óleo ha sido aplicado de manera rápida y diluida, otorgando una mayor importancia a las tonalidades empleadas que a la línea, tratándose de una diferencia más respecto al primer estado. Toulouse-Lautrec parece haberse introducido subrepticiamente en un burdel para ofrecernos una instantánea de la noche, su temática favorita.
contexto
Muchos grupos de cerdos tendieron a ser endémicos de una u otra parte del Viejo Mundo durante el Pleistoceno, por lo que no resultan de especial importancia para el estudio de las relaciones faunísticas. Una excepción es el jabalí, Sus, que durante el Plioceno se extiende por Eurasia y el Próximo Oriente. La especie S. scrofa del Pleistoceno Inferior asiático se extiende a Europa durante el Günz/Mindel. Por el mismo tiempo la especie aparece en el Próximo Oriente y debido a sus preferencias por espacios húmedos y arbustivos no penetró en Africa. La zona de Palestina parece haber sido un lugar de unión para elementos asiáticos y europeos con la presencia de S. falconeri y S. strozzi. El hipopótamo, Hippopotamus anfibius, se conoce en Africa desde el Plioceno, estando presente en Europa durante el Pleistoceno Medio. En esta época se presenta en las islas mediterráneas una forma enana, H. enanus, de sólo 50 centímetros de alzada y que se encuentra junto a los elefantes enanos que ya comentamos. Entre los bóvidos y los cérvidos, varios grupos adaptados a medios de parque o de tundra como Alce, Capra o Rangifer recorren Eurasia durante el Pleistoceno, sin duda en relación con los momentos glaciares. Otras, que prefieren medios más boscosos, como Bos o Cervus, se expenden durante las fases templadas cuando las condiciones boscosas dominan la parte sur del continente. Entre los bóvidos, los más representados en Europa son los bisontes y los toros, bajo formas diferentes a las actuales. Desgraciadamente la distinción paleontológica es compleja, por lo que en muchos estudios paleoeconómicos se les agrupa bajo el término grandes bóvidos. Los bóvidos más antiguos pertenecen al grupo Leptobos del final del Plioceno. Los bisontes ya están presentes en el Pleistoceno Medio con la forma Bison schoetensacki, de gran tamaño, mientras que en el Pleistoceno Medio ya aparece la forma actual B. priscus. También, durante este momento, aparece Bos primigenius, el toro, que se extingue en forma salvaje probablemente durante la Edad Media, mientras que el bisonte perdura hasta la actualidad. Los cérvidos son una familia de gran importancia, debido sobre todo al intenso uso que se hizo de ésta por parte de los grupos humanos prehistóricos europeos. Durante gran parte del Pleistoceno se cazaron por su carne y sus pieles, y sus astas sirvieron de soporte a los instrumentos del Paleolítico Superior. Las especies del Pleistoceno Inferior son bastante distintas de las actuales, especialmente Eucladoceros con sus cuernos arborescentes. También aparece Cervus philisi de pequeño tamaño, casi la mitad del actual. Durante el Pleistoceno Medio tenemos ya un Cervus acoronatus cuya cornamenta se asemeja a la del actual, pero sin la característica corona del extremo del asta. También en este momento aparece un antepasado del ciervo gigante, el Megaceros giganteus, cuyas astas alcanzan casi los tres metros de envergadura, y que será característico de los momentos finales del Pleistoceno Superior. En éste ya aparece la forma actual de ciervo C. elaphus que, junto al reno Rangifer tarandus, será la base económica del Paleolítico Superior.
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En 1876 Manet presentó esta obra al Salón de París siendo, como era costumbre, rechazada. El modelo es el pintor y grabador Marcellin Desboutin, miembro de una familia aristocrática emparentada con los Rochefort, que se había unido a los impresionistas en su segunda exposición. Al ver rechazada la obra, Manet decidió organizar una exposición en su estudio de la rue Saint Petersbourg, constituyendo un importante éxito de público y de crítica. Desboutin era un auténtico bohemio y vivía junto a su perro en un destartalado taller parisino; Manet le muestra en su ambiente, acompañado del animal. La figura de cuerpo entero se recorta sobre un fondo oscuro, que resalta con la iluminación dorada el rostro, las manos y el perro. El traje negro refuerza la oscuridad del conjunto, animada por el color blanco de la pajarita. El rostro del artista es muy expresivo y pone de manifiesto la excelente capacidad como retratista del maestro. En este tipo de figuras existe un cariñoso recuerdo hacia la pintura de Velázquez que Manet admiró en el Louvre y en el Museo del Prado de Madrid.