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El complejo museístico Dahlem cuenta con el Kupfertischkabinett. Su especialidad son los dibujos y grabados, entre los cuales destaca un tesoro en xilografías y grabados alemanes de los siglos XV a XVIII. Posee varios dibujos a tinta de Durero y 150 dibujos de Rembrandt. Poseía también una importante colección de fotografías, que en 1993 se transfirieron al Kulturforum.

Entre los sumerios, tierras de sostenimiento, trabajadas en usufructo por funcionarios del templo.

Eran los hechiceros en la sociedad aborigen. Tenían el poder de elegir aquellas personas que debían morir por sus malas acciones o de ser castigadas por la gente del clan.

Desde 1944 ocupó el cargo de Comandante en jefe de las Fuerzas Terrestres, estableciendo su bajo en Iwo Jima. Destacó por ser el autor, junto con sus hombres, de una compleja red de escondites subterráneos que convirtieron a la isla en un lugar prácticamente inaccesible. A pesar de esta obra, no pudieron resistir a los bombardeos, ni al asalto de los marines en 1945. Como el resto de sus hombres murió en acto de servicio, mientras todavía intentaba defender sus posiciones.

Kurigalzu era hijo de un príncipe asirio nacido fruto de una alianza entre Assur y Babilonia. Muballitat Sherua, hija de Assurubalit de Asiria, casó con Burnaburiash de Babilonia y fruto de ese matrimonio nació un príncipe que fue asesinado durante una revuelta popular. Nazibugash subió al trono babilonio pero Assurubalit decidió vengar a su familia y a su país tomando Babilonia. Sofocó la revuelta en la ciudad, castigó al usurpador e instauró la corona a su biznieto Kurigalzu. De esta manera parecía que Asiria se adueñaba definitivamente de su vecino. Pero pronto el joven rey olvidó sus orígenes e inició una campaña contra Asiria. La batalla entre ambos monarcas se libró en las orillas del río Tigris, en Sugaga, con un incierto resultado. Fruto de este enfrentamiento surgió una nueva delimitación fronteriza. Las ansias expansionistas de Kurigalzu también provocaron un enfrentamiento con el elamita Hurpatila. Surge desde este momento una lucha casi interminable con Elam, olvidándose Kurigalzu temporalmente de los asuntos asirios.

Destacó por su intervención en la batalla de Midway como Comandante de las Fuerzas de Apoyo. La batalla del golfo de Leyte fue otra de las operaciones que mayor éxito aportó a su trayectoria profesional. Sin embargo, su capacidad para resistir el ataque de los buques norteamericanos, al ser interceptado por éstos cuando iba en busca del resto de la flota nipona, fue uno de sus actos más impresionantes. Sólo se rindió tras dos incesantes horas de duros combates. En este tiempo sus buques derribaron tres destructores estadounidenses.