El Corral del Carbón es la única alhóndiga conservada de las tres que existían en la Granada nazarí. Se construyó en los primeros años del siglo XIV y servía también como posada para los mercaderes.
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monumento
El Corral del Carbón es la única alhóndiga conservada de las tres que existían en la Granada nazarí. Se construyó en los primeros años del siglo XIV y servía también como posada para los mercaderes, ya que en las estancias superiores había alojamientos, mientras que la planta baja estaba dedicada a las caballerizas y las estancias para almacenaje. Las letrinas no se han conservado. La fachada está constituida por un arco de herradura apuntado con decoración de atauriques en las enjutas y un friso epigráfico encima. En el zaguán encontramos una puerta adintelada sobre la que se abren dos ventanas geminadas. El patio cuadrado contrasta por su sencillez; presenta una fuente en el centro y se rodea por tres pisos de galerías Las reinas nazaríes eran las dueñas del edificio, por lo que pasó a manos de los Reyes Católicos tras la Capitulaciones de Santa Fe. Los monarcas cedieron el uso a un criado llamado Sancho de Arana, quien continuó empleándolo como hospedería. Entre 1531 y 1593 fue utilizado como corral de comedias y en el siglo XVIII se usó como casa de vecinos, empleándose sus bajos como almacén de carbón, de ahí su nombre. El Estado lo adquirió en 1933 y en la actualidad acoge una oficina de turismo y varias tiendas.
monumento
Según la documentación recuperada, los corrales eran viviendas comunales de origen árabe. Se mantuvieron vigentes en la Sevilla del siglo XVI, debido al rápido crecimiento de la población. Así, más de 46.000 personas, o lo que es lo mismo, la tercera parte de la ciudad, se habría hacinado en este tipo de edificaciones, a principios del siglo XIX. Muchos de ellos se han establecido sobre antiguos conventos y casa señoriales abandonados. Se piensa que el Corral del Conde recibió dicho nombre por el conde duque de Olivares. El Corral del Conde hace honor al modelo desarrollado en los siglos XVI-XVII, es decir, al corral de doble crujía sostenida por vigas y amplio patio irregularmente empedrado.
obra
En 1861 Monet es destinado a la legión africana de Argelia para realizar el servicio militar. Tenía que haber pasado siete años en el norte de Africa pero el clima de la colonia no le sentaba bien, enfermando de tifus en los primeros meses de 1862 y regresando a Le Havre por un periodo de seis meses. El joven empezó a trabajar en paisajes de los alrededores, siendo esta escena que contemplamos la primera obra de esta temática que conservamos tras su regreso de Argelia. Monet empieza a manifestar cierto interés por la iluminación como podemos apreciar en los reflejos del agua, el cielo o el impacto lumínico de las edificaciones. Sin embargo, los tonos son aún apagados, en sintonía con la escuela realista liderada por Courbet. La pincelada es ya rápida pero todavía encontramos poca autonomía a la hora de aplicar el color, interesado en dotar a la composición de perspectiva y cierto dinamismo al representar las figuras. Las grandes aportaciones del maestro están aún por llegar.
Personaje
Escultor
Felipe del Corral es uno de los imagineros activos en España en la primera mitad del siglo XVIII. Entre sus obras cabe destacar una Dolorosa realizada hacia 1710, actualmente en la Iglesia de la Vera Cruz de Salamanca.
Personaje
Pintor
Este artista que nació en Toledo, fue uno de los mejores representantes del Renacimiento maduro. En su obra plena se aprecian ya los rasgos del Manierismo. Estos rasgos se detectan en sus figuras estilizadas, casi etéreas, que se distribuyen en unas hermosas composiciones de marcado ritmo visual. La influencia es claramente la de los grandes manieristas florentinos, romanos y venecianos, como Rosso, Pontormo, Correggio o Parmigianino. Pero también le debe mucho a la escuela de manieristas de El Escorial, como Zuccaro, Tibaldi o Navarrete. Los colores que emplea son artificiales, suaves, con predominio de la luminosidad en rosas, azules y amarillos, que marcan un tono más bien frío. Sus figuras son algo más sólidas al principio, pero al evolucionar su estilo ganan espiritualidad. Sus movimientos, llenos de gracia, parecen obedecer a los dictados de una sutil coreografía que conduce la vista en giros y zig-zags hasta el motivo principal de las escenas, como ocurre en la preciosa Anunciación que, como muchas de sus obras de gran formato, se encuentra en las salas del Museo del Prado.