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lugar
<p><br>El Pirineo navarro sirve como entrada al Camino de Santiago en la península, siendo el Camino francés o tradicional la ruta jacobea por excelencia, reconocida como la más famosa y transitada. Esta ruta, rica en historia y paisajes pintorescos, está salpicada de palacios, iglesias y casonas, y es seguida por peregrinos de toda Europa que atraviesan Roncesvalles.</p><p>El recorrido a través del Valle de Esteribar permite sumergirse en el legado histórico y la diversidad natural y cultural promovidos en el siglo XI por el rey navarro Sancho III el Mayor como la ruta oficial del Camino de Santiago.</p><p>En Esteribar, a lo largo del Camino de Santiago, se encuentran numerosos pueblos-calle, puentes medievales y paisajes que cambian de tonalidad con cada estación del año. La ruta jacobea penetra en el valle a través del alto del puerto de Erro.</p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p><br>&nbsp;</p>
obra
Van Gogh organizó dos exposiciones de sus cuadros en el Café du Tamborin, situado en el Boulevard Clichy, el eje de Montmartre. Estaba regentado por una famosa modelo italiana llamada Agostina Segatori, quien había posado para Corot y Degas en sus años mozos. Ahora se presenta como propietaria, posando apoyada en una de las típicas mesas en forma de pandereta que decoraban el local. Algunos especialistas consideran que Agostina fue durante un tiempo la amante de Vincent y que posaría desnuda para él, siendo la modelo del Desnudo femenino de espaldas. La figura se sitúa tras la mesa, observándose al fondo una de las paredes del café decorada con una estampa japonesa por la que sentían especial predilección los artistas del Impresionismo. Esta afición hacia lo oriental también se extenderá a la burguesía que empezó a decorar algunos de sus salones a la moda oriental; incluso los prostíbulos más famosos de París incluían entre sus salas los motivos exóticos procedentes de Oriente. Agostina tiene la mirada perdida, destacando la nostalgia de sus grandes ojos, preocupada por quién sabe qué cuestiones. Junto a ella observamos una jarra de cerveza y sujeto en su mano izquierda un cigarrillo, simbolizando así la integración de cierto grupo femenino en el ambiente nocturno parisino. Los tonos empleados por Vincent se han hecho más suaves que en el periodo de Nuenen acercándose al estilo de Degas o Toulouse-Lautrec. El efecto atmosférico característico de un local cerrado se aprecia claramente al difuminar el pintor los contornos.
lugar
Agra es una de las ciudades más hermosas de la India por su legado artístico. Su historia se remonta al Agrabana del Mahabharata. Posteriormente, gracias a Ptolomeo se vuelven a tener noticias de Agara. Desde entonces hasta 1501, fecha en que el sultán Sikandar Shah, establece aquí la capital de Sultanato Lodi no se vuele a saber nada de este lugar. Capital del Imperio Mogol desde 1527 a 1628, acoge el Taj-Mahal. A este monumento se suman otros como el Fuerte Rojo o Lal Qila y el fuerte de Salim Shan, o el Shah-Jehjan. El Mausoleo de Itimad ud-Daula o "Pilar de Estado" es otro de los monumentos más importantes de la ciudad. Para completar el itinerario artístico hay que recordar las llamadas tumbas persas, entre las que se encuentra la denominada Tumba China, y el Mausoleo de Sikandra. A pesar de la importancia que cobró esta ciudad durante los reinados de Babur y Akbar, con Shah Jahan en el poder fue perdiendo importancia, coincidiendo con el traslado de la capital a Delhi. Desde 1761 es tomada por los rebeldes Jat y poco después por los maratha, hasta comienzos del siglo XIX, en que fue ocupada por los británicos. En la actualidad destaca por su desarrollo comercial, además de ser un importante centro universitario.
Personaje Pintor
<p>Agrasot inició los estudios en su pueblo natal de Orihuela, obteniendo una pensión de la Diputación Provincial de Alicante para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, donde tuvo por maestro a Francisco Martínez Yago. Años más tarde consiguió una nueva pensión para trasladarse a Roma, contactando con Rosales, Casado del Alisal y Fortuny con el que establecerá estrechos lazos amistosos y artísticos ya que su estilo influirá profundamente en la pintura de Agrasot. Sus deseos de triunfo le llevarán a enviar obras a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes obteniendo importantes éxitos, incluso una segunda medalla. Hasta 1875 permaneció en Italia, regresando a España tras la muerte de su buen amigo Fortuny, consiguiendo un merecido prestigio que le llevará a ser miembro de la Academia de San Carlos y de la Real de San Fernando, participando como miembro del jurado en varias muestras. En 1886 recibía la medalla de arte de la Exposición Universal de Filadelfia y en 1888 la segunda medalla en la Exposición Internacional de Barcelona. El estilo de Agrasot se encuadra dentro del Realismo, interesándose por la temática de género y el costumbrismo regional, sin abandonar el desnudo, la temática oriental y los retratos. Obligado por la moda trabajó también en pinturas de historia con las que se podían obtener éxitos en los canales oficiales del arte español decimonónico. La influencia de su buen amigo Fortuny será determinante en su pintura.</p>
contexto
Una de las novedades más significativas del horizonte arqueológico analizado es la aparición y desarrollo de la agricultura como modo de producción. Documentada empíricamente por restos de plantas y semillas hallados en los asentamientos arqueológicos, la diferenciación botánica entre plantas morfológicamente domésticas de otras salvajes, ha constituido el criterio para diferenciar unas prácticas agrícolas asociadas al nuevo estadio socioeconómico de otras salvajes vinculadas con las prácticas de recolección, asociadas con los cazadores-recolectores. No obstante, la asociación unívoca de agricultura con las plantas de morfología doméstica no resulta tan evidente en el proceso de la aparición de la agricultura. En efecto, los estudios paleobotánicos que afectan a las regiones de Eurasia insisten en la necesidad de diferenciar la práctica de la agricultura, definida como la manipulación concerniente a la reproducción de las plantas y, por tanto, con la siembra como característica más significativa; de la domesticación, definida por D. Zohary como la respuesta genética a nivel de una población por parte de una selección. Esta selección, de tipo natural, sólo se produce por una práctica agrícola concerniente a plantas morfológicamente salvajes. Actualmente, pues, se interpreta el inicio de la agricultura como un ciclo definido por tres etapas: la existencia de una recolección, la práctica de una agricultura sobre plantas morfológicamente salvajes (agricultura predoméstica) y, finalmente, la respuesta biológica con el cambio morfológico, junto con otras características (pérdida del sistema de dispersión, uniformidad de germinación...), de las plantas objeto de cultivo. La dificultad actual se centra en establecer la duración mínima del proceso de agricultura predoméstica para estas transformaciones. G. Hillman propone una gran rapidez (20-30 años), mientras otros autores la estiman de mayor duración admitiendo, en ambos casos, la probable convivencia de las dos formas agrícolas durante un cierto periodo. Los inicios de la agricultura para la zona de Eurasia constituye un proceso de evolución gradual, que en el estado actual de la documentación presenta una mayor antigüedad en la zona del Levante del Próximo Oriente, atestiguado desde aproximadamente el 7000 a.C. Las evidencias de la nueva práctica económica coinciden geográficamente, en buena parte, con la distribución de las variedades salvajes de las primeras plantas domesticadas. Es la zona definida por R. Braidwood como creciente fértil y que presenta forma de media luna, extendiéndose desde la zona de las cadenas montañosas del prelitoral mediterráneo, por la vertiente meridional del Tauros, hacia la zona del valle medio del Éufrates y la extremidad norte-oriental del Zagros, coincidente en buena parte con la actual zona de estepa semiárida (pluviosidad entre 250-500 mm anuales) donde persisten las poblaciones de gramíneas salvajes. Es en esta zona donde aparecen las ocho plantas que van a ser objeto de las primeras actividades agrícolas. Los cereales: el trigo, con dos variedades, la escanda (Triticum dicoccum) y la esprilla (Triticum monococcum), y la cebada (Hordeum vulgare). Las leguminosas: la lenteja (Lens culinaris), la arveja (Vicia ervilia), el guisante (Pisum humile), el garbanzo (Cicier arietinum) y, finalmente, el lino (Linum usitatinum). La posterior consolidación de las actividades agrícolas proporcionará una rápida evolución, con una mayor diversidad de especies, junto con la domesticación de nuevas (centeno...), conjunto claramente orientado a obtener unas mayores producciones y mejor adaptación a las variedades de los nichos ecológicos. La posibilidad de la existencia de primeras prácticas agrícolas en otras zonas geográficas, en particular en la cuenca mediterránea (Europa del sudeste), ha sido argumentada por varios investigadores, pero, según la documentación actual, las plantas realmente domésticas de esta zona, objeto de cultivo intensivo y, por tanto, de incidencia económica, tienen un origen en las variedades orientales citadas. Este hecho no implica, como veremos, una explicación general del origen de la agricultura europea por una colonización directa, ni, por otra parte, que las poblaciones autóctonas, es decir, los últimos cazadores-recolectores, tuvieran un total desconocimiento de los recursos vegetales, sino, por el contrario, se documenta cada vez con mayor seguridad una explotación y posible manipulación de vegetales por parte de otras poblaciones. La nueva actividad productora implica, desde una óptica general, un ciclo tecno-económico más complejo que las economías depredadoras anteriores. La necesidad de unas zonas de cultivo obliga a la preparación de los campos mediante un sistema de deforestación por medio del fuego y la utilización de un nuevo utillaje, las hachas como principal representante, para el desmonte. La preparación de los suelos implica a su vez la aparición de las azuelas, teniendo en cuenta que el arado no se utilizará hasta finales del periodo. Los ciclos agrícolas son aún poco conocidos, y ante los problemas derivados del agotamiento de los suelos cultivados se propone una práctica del barbecho y la existencia en determinadas regiones (Neolítico Medio de Europa central) de una agricultura cíclica que, contrariamente a la agricultura itinerante, permitan una estabilización de la población en poblados durante largos periodos de tiempo. Esta hipótesis apunta a la posibilidad de que el cultivo de los cereales -principales plantas productoras- se combine con el de las leguminosas, cuya complementariedad es conocida. Las tareas de recolección pueden ser variadas, desde arrancar las espiguillas y golpear las espigas maduras en un cesto -prácticas que debían ser utilizadas por los cazadores-recolectores- hasta la siega de cereales y plantas en general con la hoz. Este útil compuesto, cuyos precedentes aparecen ya en los últimos cazadores-recolectores, es característico de este horizonte y está formado por elementos líticos tallados (láminas o lascas de sílex/obsidiana...), denominados elementos de hoz, que se incrustan en un mango de cuerno o madera. Los restos líticos, fruto de esta utilización, presentan en el borde activo un lustre, que tradicionalmente se asocia con esta función, aunque recientemente se ha probado que puede producirse igualmente con el trabajo sobre plantas acuáticas (juncos...). Las observaciones etnoarqueológicas y de la arqueología experimental, junto con un examen riguroso de los restos carpológicos, han mostrado, en los últimos decenios, las ventajas de una siega de los cereales cuando éstos se hallan parcialmente maduros (previsión de pérdidas) y una primera siega alta limitada a las espigas para evitar las malas hierbas y el desgranamiento, practicándose una segunda siega, destinada al corte de la paja, que sería utilizada como material de construcción, alimento de animales... El ciclo de la utilización de los cereales se completa con la molienda, que se realiza con la ayuda de molinos de mano o trituradores, construidos sobre grandes bloques graníticos u otras rocas duras, que, en general, presentan una superficie cóncava. El proceso de torrefacción de los granos fue probablemente utilizado, si bien su comprobación empírica resulta difícil. Este procedimiento se utilizaría probablemente tanto para facilitar la trilla como para facilitar su conservación destinada al almacenamiento. En efecto la producción agrícola se destina, por una parte, al consumo directo, mediante hervidos, tortas o fermentados, pero una gran cantidad del producto se destinaba a su almacenamiento con el objetivo de satisfacer tres aspectos: la conservación de alimentos durante un largo periodo, la conservación de semillas para su reproducción y, finalmente, su utilización como producto de intercambio.
termino
contexto
Los asentamientos se localizan en suelos preferentes y contextos favorables. En Europa central-occidental, los primeros asentamientos agrícolas corresponden a las comunidades campesinas que colonizan gran parte de las tierras bajas que se extienden entre los Cárpatos y el Rin, hacia el 6000-5500 a.C.: se conocen como los grupos de la cerámica de bandas (Linienbandkeramik), cuyas implantaciones perduran alrededor de 800 años y cuya expansión acaba abarcando, finalmente, una franja territorial de unos 2.000 kilómetros entre el canal de la Mancha y el mar Negro. Según J. M. Howell, se trata de células de poblamiento, que se emplazan en las islas aluviales que quedan entre los meandros de los grandes ríos de este sector, y que se aglomeran de manera concentrada o lineal según las zonas. Los lugares de habitación y producción son de grandes dimensiones, se encuentran regularmente en depósitos de loess, suelos bien drenados y fácilmente laborables (por ejemplo, la gran concentración de yacimientos en el noroeste alemán). Esta estrategia geográfica permite, por otro lado, la explotación de otros nichos ecológicos cercanos: ríos o cursos de agua, zonas pantanosas, etc. Según los postulados de Gallay, este momento vendría precedido, en su origen, por una fase pionera de la difusión neolítica: la formación, por aculturación de la cultura del Rubanense, antes de su expansión. Con el tiempo se irán ocupando nuevos sectores: los valles, como sucede por ejemplo con los primeros asentamientos neolíticos conocidos en Suiza (VI milenio), que están emplazados en el valle del Rin; luego se extienden gradualmente a valles glaciares y paisajes morrénicos (V-IV milenios). No obstante, en otras zonas menos diversificadas estructuralmente en cuanto a suelos, la elección es, forzadamente, más aleatoria (por ejemplo, en Inglaterra y el sur de Escandinavia). Precisamente en la zona de Bretaña y la costa atlántica de Europa en general, el desarrollo del Neolítico, en concreto del fenómeno megalítico, es extremadamente precoz y espectacular, relacionable con una fase neopionera de aculturación/impacto muy importante de las nuevas tecnologías sobre las poblaciones pescadoras y recolectores establecidas en ecosistemas litorales. Un proceso similar de aculturación se habría desarrollado en los bosques septentrionales de Europa (aparición de cerámica y piedra pulida en el Subneolítico nórdico). Además, en los contextos montañosos, las cuevas y los abrigos siguen ocupándose, a menudo con una explotación del territorio circundante muy especializada. La puesta en marcha del trabajo agrícola quedó reflejada en la degradación del entorno paisajístico, sobre todo en lo que se refiere a la deforestación, que probablemente fue de carácter extensivo (así se ha podido constatar en zonas como el norte de Irlanda, con un largo periodo de desmontes). Los trabajos realizados en este tipo de acciones recurrían a diversas técnicas, según se ha podido documentar: uso de hachas (en esta zona aparecen en mayor cantidad y tamaño que en el sur-sureste europeo), utilización del fuego (documentado en el túmulo de Sarnovo en Polonia, por las grandes cantidades de carbón acumulado hacia el V-IV milenios) y la eliminación de las cortezas (por ejemplo, Niederwil en Suiza). Todo este conjunto de transformaciones han quedado documentadas, aunque no con demasiada frecuencia, en el registro arqueológico y a través de los diagramas polínicos. El bosque, sin embargo, no servía únicamente para la implantación agrícola (preparación de los terrenos de cultivo): sus propios recursos, como el ramaje (alimentación animal, construcción de viviendas) y la madera (también para la construcción, la fabricación de instrumentos domésticos, combustible), se siguen explotando de manera clara. Al margen del uso básico del palo excavador o de las azuelas, el arado realizó un papel clave; sin embargo, la evidencia de que disponemos es compleja y más bien tardía respecto a las primeras fases de la neolitización. Así pues, conocemos las huellas de arado bajo túmulos megalíticos (sur de Inglaterra y Polonia), atribuidas al IV milenio, restos de arados de madera conservados en Sweet Track (Inglaterra) y en Seeberg Burgäschisee-Süd (Suiza) y, finalmente, la construcción de zanjas (seguramente de drenaje) en Hambledon Hill (sur de Inglaterra). Además debemos tener en cuenta el uso del ganado vacuno para la tracción del arado; en Europa central se documenta la castración de estas especies ya en el VI milenio, hecho directamente relacionado con estas prácticas. Desde las fases iniciales se puede observar una selección de cultivos concretos (especialmente trigos y cebadas), si tenemos en cuenta la elección intencional de ciertos terrenos para el asentamiento de la población. Con el tiempo se llega a una mayor diversificación de las plantas cultivadas, hecho que supone una mayor seguridad para la subsistencia. Justamente en la zona suiza, en los inicios del Neolítico, ya se empieza a cultivar un amplio espectro de especies vegetales: trigo, cebada, mijo y legumbres. Además se plantan el lino y las amapolas, para la obtención de aceite. Aunque falta mayor documentación, se pueden detallar diferentes tipos de prácticas agrícolas, según las zonas de explotación. Seguramente se recurría al barbecho (de corta o larga duración) y la intensificación de los cultivos sería constante, a juzgar por la perduración de los lugares de habitación (hasta 500 años en un mismo lugar). También se documenta el enriquecimiento de los suelos con la ceniza, pero no debemos caer en el esquema excesivamente simplista de la agricultura de tala y quema extendida de forma general. Además, se ha constatado el uso de abonos, como, por ejemplo, en el túmulo de South Street (Inglaterra), donde la acumulación importante de polen de helecho puede ser indicador de la presencia abundante de estiércol (IV milenio). La complementariedad de cultivos diferentes, así como el recurso al cultivo de las legumbres y arvejas, permitía una fijación del nitrógeno al suelo y una mayor fertilidad del terreno. En conjunto y a grandes rasgos, podemos resaltar dos opciones agrícolas principales: un cultivo continuo o casi continuo en los primeros asentamientos sobre terrenos favorables, y un cultivo más variado en los asentamientos secundarios sobre terrenos en peores condiciones. Las informaciones sobre el espacio agrícola son reducidas, sólo destacan la presencia clara de empalizadas y cercas en Suiza y en general en Europa central-occidental, sobre los depósitos loésicos. De todas formas, su funcionalidad específica es objeto de discusiones, ya que podría tratarse de separación de los campos respecto a los animales domésticos, delimitación de algún tipo de propiedad, funciones defensivas, demarcación social-ideológica, etc. Al final del proceso de trabajo campesino, los productos del cultivo se utilizaban y se trataban con múltiples fines: para la alimentación animal y humana, la recuperación de semillas para el cultivo y las tareas de conservación-transformación (en recipientes cerámicos, silos, para la cocción y producción de derivados, etc.).