Vaso ritual egipcio que se utilizaba en el culto a Isis.
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obra
Entre sus múltiples cualidades artísticas, los Cholla destacaron como broncistas, engalanado altares con las más bellas imágenes de Siva. La iconografía más divulgada es sin duda (incluso en la actualidad occidental) la del Siva Nataraja o Rey de la Danza. Danza de la muerte y de la vida, porque no hay vida sin muerte según la ley del Karma. Siva, rodeado de un llameante halo cósmico, pisotea la ignorancia: en un paso de danza de atibhanga (extrema flexión) deja fluir suavemente el agua del Ganges a través de su cabello, mientras nos indica con sus manos anteriores que no temamos ante su poder. En su mano posterior derecha lleva el tambor, símbolo de la creación, y en la izquierda una lengua de fuego, símbolo de la destrucción.
lugar
Se trata de un oasis egipcio situado 300 km. al sur de Marsa Matrúh, que visitó Alejandro Magno cuando tuvo que peregrinar al Templo de Amón. Algunos historiadores apuntan la posibilidad de que el oasis de Siwa esté poblado desde época paleolítica y neolítica e, incluso, habría sido la capital de un reino antiguo que incluyó las localidades de Qara, Arashieh y Bahrein. La gente de Siwa es, en su mayor parte, bereber, lo que le diferencia del resto de oasis occidentales. Se cree que fue ocupada bajo reinado de Ramsés III, pero las primeras evidencias de ocupación de Siwa comienzan con la XXVI dinastía. El oasis comenzó a destacar durante el periodo griego, gracias al oráculo de Amón, visitado por Alejandro Magno tras la conquista del reino. En el 708 se produjo la llegada árabe a Siwa, no asentándose, sin embargo, hasta mediados del siglo XII. Los lugares más interesantes del oasis son el Monte de los Muertos, donde se conservan algunas momias antiguas; la sala de coronación de Alejandro Magno, el templo de Amón, consagrado para el culto a dicho dios; el templo de Amón para Pronósticos, es otro templo en honor al dios Amón, construido durante la dinastía XXVI (331 a.C.), donde se acudía para que te leyeran el futuro y para invocar al dios. En él, Alejandro Magno recibió la profecía de Amón; por último, llama la atención Shaly Al-Qadima o vieja Siwa, que consiste en un conjunto de ruinas de un castillo erigido sobre la montaña, detrás de la nueva ciudad.
Personaje
Religioso
Francisco della Rovere -con el nombre de Sixto IV- fue elegido para suceder al difunto Paulo II; se repetía la ya habitual capitulación previa frente al conciliarismo y también el desconocimiento de su contenido, una vez convertido en Papa. La preocupación esencial por las cuestiones políticas, ya apuntadas en el anterior pontificado, se hacen ahora la nota dominante: en muy pocos años, el Pontificado, triunfante sobre la tormenta conciliar, había alcanzado la cima del prestigio espiritual e intelectual; con gran rapidez se precipitaba ahora en el más desaforado temporalismo, con su secuela de nepotismo. El Pontificado no sería otra cosa, en realidad, que el reflejo de un colegio cardenalicio que era la triste parodia de sí mismo y de su autentica misión. El nepotismo de Sixto IV se puso espectacularmente de manifiesto con la elevación al cardenalato de dos de sus sobrinos, Julián della Rovere, futuro Julio II y, sobre todo, la increíble promoción de Pedro Riario, pronto víctima de su vida depravada. Otro de sus sobrinos, Jerónimo Riario, se construía un dominio personal en los Estados de la Iglesia y arrastraba a su tío a la lucha general italiana. La primacía de las preocupaciones temporalistas del Pontificado le reduce a la condición de un príncipe italiano más, inmerso, como todos, en la ininteligible política italiana, mientras la preocupación general por la dirección de la Cristiandad escapa de su horizonte. Una parte del permanente estado de tensión en Italia es el enfrentamiento del Papado con los Médici florentinos, en el curso del cual se producirá uno de los acontecimientos más oscuros y escandalosos, la conjura de los Pazzi. Estos banqueros, favorecidos por Sixto IV, declarados enemigos de los Médici tramaron una conjura cuyo objetivo final era el asesinato de Julián y Lorenzo de Médicis, y la toma del poder en Florencia; era una maniobra en la que seguramente Sixto IV no participó, pero de la que no estuvo suficientemente apartado. El 26 de abril de 1478 estalló el complot que logró el asesinato de Julián; el golpe de Estado, sin embargo, fracasó, y fue seguido de una sangrienta represión. Florencia y el Pontificado se hallaron en guerra, en la que Sixto IV decretó la excomunión contra Lorenzo y el entredicho contra la ciudad. Era la primera de una serie de guerras que absorben por completo las energías y los recursos pontificios. El resultado de la actitud pontificia es el reforzamiento del control de las grandes Monarquías del momento sobre sus respectivas Iglesias nacionales: Francia, Inglaterra y Castilla-Aragón, recientemente reunidas; era la culminación de un proceso que tiene hondas raíces. El incesante crecimiento del poder turco exige la organización de una Cruzada. Sixto IV no regateó esfuerzos diplomáticos y multiplicó las embajadas, sin hallar respuestas adecuadas; pese a ello, en 1473, una flota pontificia, junto a naves venecianas y napolitanas, realizaba operaciones en el Mediterráneo oriental, protagonizando algunos saqueos. El gran acontecimiento lo constituiría la toma de Otranto por los turcos en agosto de 1480; la presencia turca en la península italiana disparó el temor en toda la Cristiandad. Sin embargo, la respuesta fue muy escasa, limitándose únicamente a la recuperación de la ciudad, al cabo de un año de su caída, sin aprovechar el desconcierto que supuso la muerte del sultán Mohamed II. El pontificado de Sixto IV, en el orden artístico y cultural, alcanzó considerable altura; la Biblioteca Vaticana conoció un extraordinario desarrollo, tanto en el numero de volúmenes como en la función de desarrollo cultural. Junto a ella el Archivo Secreto reunía la documentación pontificia, bajo la dirección de Platina, que realiza una primera historia del Pontificado. También fue reabierta la Academia Romana que clausurara Paulo II, y, por primera vez, comenzó a funcionar un museo de antigüedades, en el Capitolio, que recogió muchas de las numerosísimas piezas reunidas por el Papa. Desplegó también Sixto IV una gran actividad constructora y urbanística; sin exageración es posible afirmar que de su impulso nace la Roma renacentista. Calles, iglesias, el puente Sixto, y muy en especial la capilla que, en el palacio vaticano lleva su nombre, decorada con extraordinarios frescos. En el terreno científico hay que reseñar el primer proyecto de reforma del calendario, aunque no pudiese convertirse en realidad por el momento.
obra
Debido a la fama obtenida, Melozzo da Forli es nombrado por el papa Sixto IV pintor papal, encargándole la decoración al fresco de la Biblioteca Apostólica de donde procede la escena que contemplamos. Melozzo admiró las obras de Piero della Francesca, interesándose por sus estudios de perspectiva, que aplicó a sus trabajos como observamos en esta escena donde la estancia que acoge el nombramiento se proyecta en profundidad, en un alarde de gran belleza. Las figuras se sitúan en primer plano, dotándolas de monumentalidad y una mayor expresividad que Piero, recogiendo el momento en que el papa promotor de la Capilla Sixtina nombra prefecto de la Biblioteca Vaticana a Platina, uno de los más insignes humanistas de la época, que aparece arrodillado con un gesto de satisfacción en su rostro. La admiración por el mundo antiguo queda de manifiesto en la decoración de la arquitectura, inspirada en Leon Battista Alberti, Michelozzo o Brunelleschi.
Personaje
Religioso
Nacido en una familia humilde, Felice Peretti ingresó en la orden franciscana cuando tenía 14 años, iniciando una escalada que finalizará con el nombramiento de papa en 1585. Participó en el Concilio de Trento como asesor inquisitorial, fue nombrado general de los Franciscanos, arzobispo de Fermo y cardenal a los 50 años. Sus mayores éxitos vienen marcados por el fin de los conflictos en los Estados Pontificios al reprimir el bandolerismo y favorecer la restauración financiera, apostando por la mejora de la agricultura y la ganadería. No descuidó la reforma del clero, enviando visitadores apostólicos a diferentes lugares al tiempo que fomentó la labor misionera. Evitó la intromisión de las potencias extranjeras en los asuntos pontificios, manteniendo una prudencial distancia con los líderes europeos, distancia que llegó incluso a cierta adversidad hacia la figura de Felipe II. El conflicto religioso en Francia le pareció una grave amenaza para el catolicismo pero evitó inmiscuirse en los asuntos galos.
Personaje
Militar
Político
Nació en 1911 en la región de Gedo, en el seno del glan Mareexaan, del macroclan Daarood, en el noroeste del país. Suboficial de policía durante la ocupación británica de la Somalia italiana, estudia (1952) en la Escuela de Oficiales de Carabineros de Florencia. En 1955 es jefe de la Policía de Mogadiscio; en 1960 es segundo comandante en jefe del Ejército somalí para acabar siendo su jefe supremo. Tras el golpe de Estado de 1969 instauró un régimen monopartidista de izquierdas, que llevó a cabo profundas reformas sociales, políticas y culturales, algunas irreversibles, como las de la lengua. La derrota en la guerra de 1977 contra Etiopía inició el declive de su régimen, que se acentuó tras su accidente de 1986. El descontento creciente de la población, de la oposición ideológica y clánica hizo que su régimen se endureciese, perdiese de vista el socialismo, el pansomalismo y el nacionalismo. Aislado, en medio de un caos creciente, pretenderá mantenerse en el poder basándose cada vez más en su clan y sus allegados. En la guerra civil los movimientos clánicos contrarios acabaron derrotándolo en 1991. Siyaad Barre se exilió a Nigeria, donde murió en 1995.