Tras la rendición de París como colofón de la Guerra Franco-prusiana, Manet se reúne con su familia en Oloron-Sainte-Marie desde donde se trasladan a Burdeos para estar allí una semana. Después continuarán camino hacia Arcanchon. Durante esa estancia en Burdeos, el maestro realizará uno de sus paisajes marinos más ambiciosos, tomando la vista del puerto desde las ventanas de un café en el "quai des Chartrons". Manet enlaza con los jóvenes impresionistas posiblemente por primera vez, al mostrar una imagen tomada directamente del natural en donde las luces tienen un papel destacado. La silueta de la catedral que apreciamos al fondo toma un color malva, siguiendo los trabajos de Monet o Renoir. El ajetreo del puerto se muestra de manera soberbia tanto por la actividad de las figuras del primer plano como por la cantidad de mástiles que aparecen a la izquierda, ejecutados con rápidas líneas oscuras. La pincelada es bastante suelta, acusándose un pronunciado abocetamiento. Otro de los logros es el ambiente atmosférico del invierno, predominando las tonalidades grisáceas sobre los verdes o los amarillos. Con este trabajo, Manet demuestra que asimila el nuevo estilo aunque siempre mantendrá su independencia, alejándose paulatinamente de las obras oscuras que marcan su primera etapa como el Bebedor de absenta o el Torero muerto.
Busqueda de contenidos
obra
Aunque no existe constancia documental de una estancia de Manet en Calais, su cercanía a Boulogne-sur-Mer pudo motivar una estancia en el verano de 1864. La embarcación del primer plano tiene una inscripción en la que se refiere explícitamente a Calais por lo que nos encontramos en este bello pueblo de la costa francesa. Continúa Manet con las características de la serie de marinas que realizó en 1864, destacando ésta por la abocetada vista de la ciudad al fondo y las líneas verticales de los mástiles, pintados en color negro. El azul del mar y el gris del cielo son las dos tonalidades más llamativas, incorporando toques de negro, color considerado nulo por los impresionistas pero uno de los favoritos de Manet.
obra
Constable se sintió atraído desde el primer momento por pintar al natural, siendo uno de los primeros maestros en sacar sus "trastos" a la naturaleza. Sin embargo, son muy pocos los lienzos definitivos pintados de esta forma pero sí abundan las acuarelas y los bocetos que más tarde se convertirán en telas que serán expuestas en la Royal Academy. Este es el caso del puerto de Folkestone que contemplamos, clara muestra del naturalismo del maestro británico y de su interés hacia las iluminaciones tomadas a "plein air" que posteriormente se convertirán en habituales entre los impresionistas. Tampoco debemos olvidar su excelente capacidad como dibujante, recreando con rápidos trazos los diversos elementos que componen la escena, presididos por el castillo en lo alto de la colina. Así mismo, destaca el efecto de las nubes en el cielo, posiblemente el común denominador de la mayor parte de sus trabajos, que se convierte en identificativo de su pintura.
lugar
Es llamado en los libros latinos medievales, entre ellos la guía del Liber sancti lacobi, "Mons Yragus" (Monte Orago). Más tarde, todos los peregrinos extranjeros lo denominaron "Monte Rabanal". Estos montes causaron una impresión tal en los peregrinos que ha quedado plasmada en algunas obras literarias, como en los poemas franceses del ciclo de Carlomagno, obra escrita hacia el año 1200, donde es significativo el papel del Monte Rabanal en el Anseïs de Carthage. En la parte más alta del puerto se alza la Cruz de Ferro.