Busqueda de contenidos

contexto
Alfredo Jimeno Martinez Universidad Complutense de Madrid. LA RESISTENCIA NUMANTINA ENTRE EL SÍMBOLO Y LA HISTORIA Numancia, inseparable de los campamentos romanos y del cerco de Escipión, no es sólo un yaci-miento arqueológico, ya que la resistencia numantina es un referente universal de la lucha de un pueblo por su libertad o de la victoria del débil contra el fuerte por eso ha sido utilizada como símbolo por todas las ideologías a lo largo de la Historia (Torre, 1998: 193). La actitud de los numantinos impactó de tal manera en la conciencia de los conquistadores, que éstos a su vez se sintieron conquistados por la causa numantina, como lo demuestra el hecho de que Numancia sea la ciudad celtibérica más citada en las textos clásicos, siendo glosada su resistencia y final heroico hasta la exaltación, proporcionándole de esta manera una dimensión universal. Tras la pérdida de la ubicación de Numancia, a partir del siglo vn (la última referencia clásica corresponde al Anónimo de Ravena), los Reyes de León indican que sitúan Zamora, la capital de su reino, sobre la antigua Numancia, buscando bases interesadas de identidad para su reino y la nueva ciudad en el pasado indígena. A pesar del desconocimiento de su situación y características arqueológicas, ya Lipsio realiza, en el siglo xvi, la primera recreación gráfica de Numancia, como una ciudad medieval amurallada circularmente y con el cerco de Escipión (Schulten, 1927: tafel 1,1) (fíg. 1 A). La siguiente referencia gráfica es el croquis topográfico de Lope-rráez, de finales del siglo xvm, en el que sitúa los restos visibles del yacimiento, pero representando el cerro de forma circular, rodeado de tres círculos concéntricos, aparentemente resaltados, que recuerdan el dibujo de Lipsio (Loperráez, 1788) (fig. 1 B). En la difusión del conocimiento y la idea de Numancia tuvo gran incidencia la publicación de dife-rentes síntesis históricas donde se divulgaban las noticias conocidas acerca de la gesta numantina, como las de Ceán Bermudez (1832), "Sumario de las Antigüedades Romanas que hay en España" y el "Diccionario Geográfico-Histórico de la España Antigua" de Cortés y López (1836). A esto hay que añadir la influencia que ejercerán los manuales de Historia de España, como el del Padre Mariana, reeditado en 1828, que servirá de base literaria a la pintura y representaciones históricas del siglo xrx (Quesada, 1994: 37; Torre, 1998: 198-200), que transmitirán una imagen de Numancia y de su gesta frente a Roma totalmente idealizada, como se aprecia en el cuadro sobre "El último día de Numancia" de Alejo Vera, de 1881, que será el más célebre de los realizados y que será sistemáticamente reproducido en los libros de texto (Apraiz, 1963; Torre, 1998). Pero será Eduardo Saavedra el primero que demostró científicamente la ubicación de Numancia en el cerro de La Muela de Garray, en un trabajo premiado por la Real Academia de la Historia (Saavedra, 1861). Como ingeniero encargado del estudio de las carreteras de la provincia de Soria, recogió las noticias de la vía romana número 27 del Itinerario de Antonino, en el tramo de Asturíca a Caesaraugusta y más concretamente en su recorrido Uxama-Augustobriga, lo que le llevó a realizar algunas catas en 1853. A partir de estas investigaciones los trabajos arqueológicos se sucedieron en la Ciudad. Las primeras campañas oficiales se acometieron de 1861 a 1867 por una Comisión de la Real Academia de la Historia (Delgado et alii, 1877: 55-58). Estos informes posibilitaron que el cerro de La Muela fuera declarado Monumento Nacional el 25 de agosto de 1882 (limeño et alii, 1990). LA CONQUISTA ROMANA DEL ALTO DUERO Los ejércitos romanos en la conquista del interior peninsular establecieron sucesivas líneas de fronte-ra. Los avances romanos se realizaron bordeando las elevaciones del sistema ibérico y central, para alcanzar Calagurris (Calahorra), en el 188-187 a.C., aguas arriba del Ebro, y disponer su base en los extremos de Corbion y Segeda (El Poyo de Mará, Zaragoza). En un segundo momento, la Batalla de Mons Chaunus (Moncayo) y la toma de Complega, en el 179, lleva al tratado de Graco, estableciendo una nueva ciudad, Gracurris (en el yacimiento de Las Eras de San Martín), en la desembocadura del río Alhama, para proteger la frontera del territorio conquistado. La zona controlada por Roma no sobrepasaba Segeda, quedando todavía fuera del control romano el Alto Tajo, alto Jalón y Alto Duero. La relativa estabilidad permitió a Roma el control del territorio, apoyándose más en determinadas ciudades celtibéricas a las que les concederá la prerrogativa de acuñar moneda, como Secaiza, identificada con Segeda (situada en El Poyo de Mará, Zaragoza), y un segundo grupo encabezado por Areicoraticos (probablemente en Muro de Agreda, después Augustobriga) serán los apoyos del ejército romano para continuar la conquista del interior del sistema ibérico (Burillo, 1998: 236-250). La línea de frontera establecida por el tratado de Graco se verá alterada con el inicio de la Guerra Celtibérica, a partir del 154 a.C., desencadenada por la ciudad de Segeda. Esta ciudad procedió, en el 154 a.C., a la construcción de una nueva muralla y a la ampliación de su recinto, que respondía a una remodelación de su territorio, ya que estaba congregando en la ciudad, de grado o por la fuerza, a los pobladores de los alrededores. Roma interpretó que estas actuaciones contravenían el tratado de Graco, por lo que envió un ejército al frente de Nobilior, viéndose los segedenses obligados a buscar refugio en Numancia, lo que hace suponer que esta ciudad había sido fundada hacía poco y todavía estaba en pleno momento de incorporación de gentes. Esta primera fase de la guerra celtibérica (entre el 154 y el 150 a.C.) se desarrolla entre el Jalón medio y el Alto Duero, ya que en esta zona se ubican las ciudades identificadas, como Segeda, Nu-mancia y Nertobriga, aunque no han sido localizadas Axinio y Ocilis (no es aceptable su reducción a Medinaceli). Esta fase de la guerra, que termina en el 150, permitió el control del Jalón (fig. 2). En un segundo momento de la guerra celtibérica (143-133) se citan Pallantia y Numancia, que según Mela, eran las más florecientes de la Tarraconense. Las campañas de Mételo entre 143-142, según Apia-no, consiguieron someter las ciudades arévacas, a excepción de Termes y Numancia. Floro menciona a Nertobriga, en la zona del Jalón medio y también a Contrebia (Contrebia Leucade, en Inestrillas, Rioja) y Centobriga sin ubicación concreta. Apiano, refiriéndose a la campaña poco afortunada de Pompeyo, realizada entre 141-139 en el Alto Duero, cita a Numancia y Termes, así como Malia y Lagni, en los al-rededores de Numancia, pero sin que hayan podido ser ubicadas. Cada vez más la guerra se centra sobre Numancia, así la campaña de Mancino, en el 137, se desarrolla sólo sobre esta ciudad. Aunque posteriormente las campañas de Lépido y Pisón, entre el 137-134 se trasladan a Pallantia. Finalmente, en la campaña de Escipión, entre 134 y 133 a.C., se habla del regreso a Numancia por el territorio de Coca y se cita también la ciudad de Lutia (situada a unos 57 km. de Numancia), a donde el jefe numantino Retogenes acude en busca de ayuda, tras burlar el cerco escipiónico, pero no conseguirá evitar el fin de la resistencia numantina, llegando el control romano hasta la línea de Termes, dejando todavía sin conquistar el occidente arévaco, que tendrá lugar en el 98 a.C. cuando Tito Didio tome esta última ciudad. El establecimiento de una línea de frontera desde el Ebro, continuando el entorno oriental del Sistema Ibérico, con ciudades de apoyo, como Gracurris y Segedá y Arecoratas, a uno y otro lado del Moncayo, permite entender mejor el avance sobre Numancia y el Alto Duero. Estas ciudades como bastiones principales están situadas estratégicamente para controlar las principales vías de acceso desde el Ebro a la Meseta, ya que en la zona de Arecoratas (probablemente Muro de Agreda) confluyen las caminos que comunican el Ebro medio con la Meseta, uno a través del Queiles y otro a través del Albania. Por otro lado, Segedá representaba el control de los accesos a la Meseta a través del Jalón y desde el Mediterráneo, por el Jiloca. Este panorama permite entender mejor la situación del campamento romano de Renieblas, junto a Numancia, y hacer algunas consideraciones al planteamiento de Schulten. Este autor diseñó una única ruta de acceso, ya que después de la huida de los habitantes de Segedá a Numancia, indica que Nobi-lior siguió Jalón arriba y organizó un depósito en Ocilis, ciudad que situó por homofonía en Medinaceli. Desde aquí al campamento de Reniehlas, junto a Numancia, hay unos 80 km., que representaban cuatro días de marcha. Schulten condujo a Nobilior por la meseta de Almazán, divisoria de las vertientes del Jalón y el Duero. Después de dos días de marcha (pasaría la primera noche en un supuesto campamento de enlace en Adradas) Nobilior llegaría al campamento del Guijar de Almazán, sobre el Duero, que era sólo de verano (unas 40 ha). Sitúa el siguiente campamento a una jornada en Ribarroya, a 20 km., sin que se hayan detectado restos. Prosiguiendo su marcha se desviaría del Duero para entrar en un pequeño afluente, el río Baldano, a lo largo del cual corría el camino más corto hacia El Talayón de Renieblas, donde ubicó su campamento, a 7 km. de Numancia. Pero la utilización y apertura de esta ruta por el ejército romano queda hipotecada por la imposibilidad de situar Ocilis en Medinaceli (se desconoce su situación) e, incluso, se ha planteado su identificación con Segontia (Pastor, 1996: 221-226). Habría que buscar Ocilis en una línea de comunicación más directa que pusiera en contacto Nertobriga, Segedá y Numancia, sin necesidad de dar la vuelta por Medinaceli, pudiendo servir como referencia el campamento de Almazán (Pastor, 1996: 222) La elección y ubicación del campamento del Talayón de Renieblas resulta más entendible, si valoramos que se halla en la bifurcación de dos caminos que se dirigen al Ebro, base de operaciones de los romanos: el uno a Calagunis, el otro a Balsio, y por tanto podía ser reforzado no tanto desde el Jalón, sino sobre todo desde el control que suponía Arecoratas en la línea de frontera, conectada más directamente con esta zona; sobre todo cuando había fallado en la zona del Jalón uno de los bastiones esenciales de la frontera como era Segedá, que pronto será sustituida por Roma con la construcción de una nueva Segedá (Burillo, 1994). REFERENTES ARQUEOLÓGICOS DE LA PRESENCIA MILITAR EN EL ALTO DUERO Los trabajos de Schulten siguen siendo la referencia cuando tratamos de abordar el tema de la con-quista y control romano de esta zona (Schulten, 1927, 1929 y 1945). Los campamentos conocidos, tanto en el entorno numantino, como los localizados en el territorio próximo, pueden ayudar a conocer los caminos de penetración de los ejércitos romanos desde el valle del Ebro y el Jalón. A finales de los sesenta, se realiza la revisión del campamento de Almazán por Gamer y Ortego (1970), que rectifican en parte el trazado del campamento dado por Schulten, pero coincidiendo en su atribución cronológica con las Guerras Celtibéricas, apoyándose en la presencia de materiales similares a los de los campamentos del entorno de Numancia (fig. 2). Más recientemente, se ha publicado el hallazgo de un posible campamento en el lugar de Las Canteras, situado a kilómetro y medio al Noroeste de Medinaceli, que debió estar vigente en la segunda mitad del siglo i a.C., como parece atestiguarlo el hallazgo de un dénario fechado hacia el 49 a.C. (Pastor, 1996: 216-221). Estos campamentos se han ordenado en tres momentos de acuerdo con las referencias aportadas por los textos clásicos sobre los conflictos bélicos. Un momento antiguo del siglo n a.C., marcado por la campaña de Catón en el 195, reflejado en los campamentos de Alpanseque y Renieblas II (no es seguro que Catón llegara hasta Numancia). Un segundo momento centrado en las Guerras Celtibéricas, entre el 153 y 133 a.C., con el campamento III del Talayón de Renieblas y el del Quijar de Almazán, así como el conjunto de campamentos y fuertes del cerco de Escipión en tomo a Numancia (fig. 2). Finalmente, otros campamentos, como el IV y V de Renieblas, fueron atribuidos a las Guerras Sertorianas, en torno al 75 a.C., pero existen datos de su ocupación en las Guerras Celtibéricas. Los trabajos de Schulten fueron duramente criticados por Santiago Gómez Santacruz (1914), pero su publicación y los argumentos contenidos en ella no consiguieron superar el marco de difusión internacional de los trabajos de Schulten, por lo que éstos han sido referencia constante a la hora de abordar el tema de la presencia militar romana en esta zona, bien a través de las publicaciones originales o a través de la síntesis realizada por Schulten de sus trabajos, o de la excelente recopilación de Taracena (1941) en su Carta Arqueológica, donde cuestiona algunas apreciaciones cronológicas, realizadas por el investigador alemán. A lo largo de los años setenta destacan diferentes trabajos monográficos, centrados en la revisión de los hallazgos monetales, como los de Ramagosa (1972), que catalogó la moneda indígena o el trabajo sobre el conjunto de las monedas de los campamentos de Hildebrandt (1979), de gran profundidad y que proporciona información para situar el campamento V de Renieblas en relación con las Guerras Celtibéricas y no con las Sertorianas, en contra de lo apuntado por Schulten, y que arrastra a su vez al campamento IV, anterior a aquél, fechado por el investigador alemán en el mismo momento. Sobre la importancia de este trabajo y sus aportaciones, así como sobre la presen-cia militar romana en el Alto Duero hay que destacar el excelente trabajo de Romero Carnicero (1992) sobre la romanización en la provincia de Soria. A la revisión y estudio de las monedas de los campamentos, siguieron las de otros materiales conservados en el Rómisch-Germanischen Zentral-Museum de Maguncia, como donación de A. Schulten, llevados a cabo por E. Sanmartí, sobre los materiales cerámicos. Este autor acometió la revisión de estos materiales en 1981, y comprobó que eran menos abundantes y menos representativos de lo que cabía esperar, habiéndose recogido bastante al azar, y quedando relegada la cerámica por la importancia concedida a la recuperación de los elementos metálicos, sobre todo las armas y otros pertrechos militares (Sanmartí, 1985 a y b). Sanmartí pudo comprobar que los materiales cerámicos seleccionados por Schulten eran muy desiguales y presentaban carencias muy notables, sobre todo en lo relacionado con las ánforas, por lo que para abordar su estudio global era necesario ampliar su escasa y desigual información con la recuperación de nuevos materiales en los campamentos excavados a principios de siglo. Tras la exploración y el conocimiento directo de todos y cada uno de los campamentos del cerco escipiónico, a lo largo de 1982 y 1983, para conocer sus posibilidades, llevó a cabo una prospección para la recogida de materiales en el campamento de Peña Redonda por ser el más idóneo (Sanmartí, 1985 a). Estos trabajos se concretaron en el estudio de las ánforas (Sanmartí, 1983 y 1985), destacando la importancia de los campamentos para establecer la cronología de estos objetos cerámicos, especialmente cuando se trata de campamentos monofásicos, como Peña Redonda, con fecha final en el 133 a.C., aportando una precisión cronológica inestimable. Una segunda publicación abordó el estudio de las cerámicas de importación, itálicas e ibéricas (Sanmartí y Principal, 1997), que además de concretar la documentación de los campamentos del cerco numantino, proporciona una rica información sobre la alimentación y el uso de la vajilla cerámica en la milicia de época republicana para el siglo II a.C. La revisión de los materiales y de los campamentos excavados por Schulten ha continuado a lo largo de la década de los noventa, con los trabajos de Martin Luik, que ha llevado a cabo la catalogación de los materiales de los campamentos del Rómisch-Germanischen Zentral-Museum de Maguncia, revisando los materiales relacionados con el armamento y está llevando a cabo el levantamiento topográfico e interpretación del Campamento V de Renieblas en colaboración con los profesores P. Breuer y D. Müller de las Escuelas Técnicas Superiores de Stuttgart y Karlsrhue, en colaboración con el Plan Director de Numancia (Luik, 1997a, 1997b, 1999). Finalmente, se han realizado propuestas sobre la necesidad de integración de las diferentes fuentes para abordar con más garantías el estudio conjunto de Numancia y los campamentos, así como sobre la escasa consistencia arqueológica que ofrecen algunos lugares propuestos por Schulten para ubicar los campamentos y la que ofrecen otros lugares del entorno de Numancia (Jimeno y Martín, 1995; Morales, 2000). LOS TRABAJOS DE SCHULTEN La historia de Numancia atrajo, a principios del siglo xx, el interés de los investigadores europeos, como Schulten, que en una segunda visita a España, en 1902, traía como objetivo visitar Numancia y comprobar sobre el terreno la detallada descripción de Apiano del cerco de Escipión (Schulten, 1953: 15), prefigurando ya sus excavaciones en Numancia, para las que contó con la inestimable información y apoyo de Saavedra (Mañas, 1983: 288-289 y 400-433). Schulten en su solicitud de excavación no expresó claramente la zona donde iba a realizar sus trabajos y el problema a resolver, ya que en su memoria de 1905 expuso su deseo de desenterrar los siete campamentos de Escipión, cuya situación aproximada señala sobre los planos de Saavedra (Schulten, 1953: 16); esto mismo había comunicado en una carta a Saavedra, en la que le decía que proyectaba "hacer excavaciones en Numancia en el mes de Agosto para encontrar la circunvalación de Escipión". Pero en contra de estos planteamientos centró sus excavaciones en la propia Numancia. Todo hace sospechar que el investigador alemán jugó con una cierta indefinición sobre el lugar de excavación y planteó su interés sobre el estudio del cerco de Numancia, porque dudaba que le dejasen excavar en la ciudad, pero al no encontrar impedimento aprovechó esta oportunidad por considerarla más interesante (Mañas, 1983: 298). Schulten llegó a España en 1905 en compañía del arqueólogo Kóenen, del Museo de Bonn, con experiencia en excavación de campamentos romanos, y con una dotación de 1500 marcos de las Academias alemanas (Góttingen y Berlín), bajo el patrocinio del Kaiser Guillermo II (nombrado coronel honorario del Regimiento de Dragones de Numancia) e inició las excavaciones en la ciudad a partir de 12 de agosto. Estos trabajos coincidieron con la inauguración en Numancia del monumento erigido a los Héroes Numantinos por el mecenas soriano Ramón Benito Aceña e inaugurado por el Rey Alfonso XIII, lo que les proporcionó una amplia repercusión. Pero su enfrentamiento con el periodista Pérez Rioja, al que expulsó de Numancia; su incumplimiento de depositar los materiales hallados en Numancia en la Diputación de Soria, mandándolos a Alemania, y sus malos modos, conllevó una reacción social en su contra, solicitando que las excavaciones en Numancia fueran hechas por españoles (Gómez Santacruz, 1914:-55-59; Jimeno y Torre, 1999). Así, para los trabajos en la ciudad de Numancia se nombró una Comisión de Excavaciones Arqueológicas, que desarrolló su labor desde 1906 a 1923, de la que fueron alma los arqueólogos José Ramón Mélida y B. Taracena (VV.AA., 1912; Mélida, 1922; Mélida Taracena, 1924; Taracena, 1941). Schulten pudo seguir excavando y consiguió permiso, para 1906, por la intervención de Saavedra y su promesa de devolver los materiales, que habían sido enviados a Alemania (Mañas, 1983: 301), aunque, a partir de este momento Schulten centró sus trabajos, entre 1906 y 1912, en los campamentos romanos, localizados en el Talayón del cercano pueblo de Renieblas, y en las instalaciones militares del cerco de Escipión en torno a Numancia (fig. 3). Los campamentos de El Talayón o Gran Atalaya de Renieblas A siete kilómetros de Numancia, en el cerro de El Talayón (Gran Atalaya a partir de la traducción de Schulten) de Renieblas excavó, desde 1908 a 1913 restos de cinco campamentos romanos, contiguos y en parte superpuestos. Los dos primeros serían obra del ejército de Catón y del año 195 a.C., capaces tan sólo para una legión. El tercero, del tiempo de Nobilior, del año 153 a.C., edificado siguiendo en 1o esencial el modelo polibiano. Los campamentos cuarto (quizás de verano) y quinto (quizás de invierno) son coetáneos y acaso del mismo general. Sitúados en gran parte en la llanura, parecen construidos después de la ciudad de Numancia, acaso en los años 75 y 74, consecuencia de las guerras sertorianas. Actualmente se está llevando a cabo la revisión de estos campamentos por el Instituto Arqueológico Alemán en colaboración con el Plan Director de Numancia (Luik, 1997 y 1999; Breuer et alii, 1999). Estos campamentos fueron descubiertos por Schulten en 1908. Con anterioridad Eduardo Saavedra había relacionado estas ruinas con parideras para el ganado, ya que aprovechando los muros y los cimientos romanos se habían construido encerraderos (Saavedra, 1861: 32). El campamento de Nobilior es el mejor conservado de los cinco, ya que está asentado en un cerro estéril y no afectado por los trabajos agrícolas que han destruido grandes trozos del campamento V. Schulten llevó a cabo el desescombro de los derrumbes de piedra de los muros, y fue descubriendo las líneas de los cuarteles y otras construcciones del campamento (fig. 4). La circunvalación y los campamentos escipiónicós Schulten (1945: 168) partió de la información proporcionada por Apiano (se lamenta de que ésta no fuera tan exacta como la proporcionada por Josefo para Massada). Según Apiano, tras la campaña contra los vacceos avanzó Escipión para invernar en la región de Numancia. "No mucho después habiendo instalado sus dos campamentos cerca de Numancia, puso el uno a las órdenes de su hermano Máximo, y el otro bajo su propio mando". Como los numantinos incitaran a los romanos a entablar batalla, prefirió encerrar a los numantinos y rendirlos por hambre. "Por lo cual, levantó 7 castillos alrededor de la ciudad y empezó el asedio" y ordenó rodear la ciudad con un foso y una valla. "El perímetro de Numancia era de 24 estadios; el de la valla más del doble". Cuando tuvo esta obra acabada, para una mejor protección, más allá de esta fosa y a poco intervalo construyó otra, guarneciéndola de estacas, y levantando un muro de ocho pies de ancho y diez de alto, sin contar las almenas. Se levantaban torres por todas partes, a un plethro (30 m) de distancia unas de otras. "Y no siendo posible cercar la laguna cercana, construyó a través de ella una valla de la misma altura y anchura, para suplir la muralla". En lugar de puentes sobre el Duero construyó dos castillos, desde los que tendió vigas de madera, atadas con cuerdas sobre la parte ancha del río; clavadas en ellas había muchos hierros agudos y dardos (Schulten, 1937: 296-297). Schulten indica que a pesar de la poca concreción facilitada por los textos clásicos, "con los trozos conservados y la disposición del terreno se puede construir la línea de bloqueo de Escipión con precisión suficiente", ya que "en la parte bañada por los ríos y acompañada por alturas, la circunvalación está determinada por la topografía misma" (Schulten, 1945: 161-162). De hecho, en su primer escrito sobre Numancia, el año 1905 (antes de iniciar sus excavaciones), ya señaló la probable situación de los campamentos, y a excepción de uno, el de Castillejo, para todos los demás halló restos en los sitios indicados. Esto le llevó a afirmar que la disposición del terreno determinó el curso de la circunvalación y que los cerros de laderas escarpadas, separadas de Numancia por los ríos Duero y Merdancho, a modo de fosos naturales, parecen haber sido creados ex profeso para la instalación de una línea de bloqueo. El texto de Apiano no deja claro si los dos campamentos iniciales formaban parte del cerco o no. No obstante, Schulten juega con el número total de 9 instalaciones militares. Sitúa los dos campamentos principales en El Castillejo, donde se instalaría Escipión, y en Peña Redonda, en el que situó a su hermano Máximo; añadió a éstos otros 5 campamentos más en Alto del Real, Dehesilla, La Rasa, Valdevorron y Travesadas; así como los 2 castillos ribereños, que situó en La Vega, donde se une el río Tera al Duero, y en El Molino de Carrejo, donde se une el Merdancho al Duero (fig. 8). Los campamentos del Castillejo y Peña Redonda, situados diametralmente opuestos, ofrecían la mejor posición para la defensa de toda la empalizada y mayor control visual (figs. 5 y 6). Schulten do-cumentó restos de la muralla del cerco, que mediría unos 9000 m. (48 estadios) entre el castillo ribereño del Molino y el campamento de la Dehesilla, luego entre Dehesilla y Alto Real, entre el Castillejo y Valdevorron y entre el Merdancho y Peña Redonda; el resto la dedujo de la posición del terreno y la topografía. La anchura de la muralla en los sitios donde se había conservado era de unos 4 m (Apiano da la medida de 8 pies, 2,40 m), pero Schulten entiende que se refiere al remate de la muralla, y la altura sería de 10 pies, unos 3 m, sin contar el parapeto. Entre El Molino y La Dehesilla encontró huellas de las torres de madera del cerco (de dos pisos, el de abajo para catapultas y el de arriba para las señales), restos de los agujeros u hoyos para los postes; los dos anteriores junto a la muralla y los posteriores a unos 5 m. Tenía la torre aproximadamente una superficie de unos 4 x 5 m, lo que permitiría situar dos catapultas (cada una de 2 x 1,5 m) (fig. 7). La distancia calculada por Schulten entre el cerco y el cerro numantino sería de 100 a 300 m, entre Alto Real y Dehesilla (las catapultas tenían un alcance de unos 300 m), aumentando a 600 m en las alturas del Merdancho, pero en el campamento de Peña Redonda desciende a 200 m. Por el contrario, en la llanura oriental es de 500 m en el campamento de Valdevorrón y de 1000 en el Castillejo, que explica Schulten por no estar esta zona protegida naturalmente y necesitar espacio de visión. La laguna con una longitud aproximada de unos 700 m, todavía se reconoce entre los campamentos de Valdevorrón y Castillejo; su anchura de unos 100 m sería atravesada por la valla citada por Apiano, de la misma anchura y altura que la muralla. Del foso no ha quedado resto, aunque Schulten piensa que estaría solamente en la llanura oriental, ya que en el resto era suplido por las pendientes naturales y cauce de los ríos. Gómez Santacruz versus Schulten El Abad Gómez Santacruz (1914) en su libro "El Solar Numantino" refutó los trabajos de Schulten y planteó, por un lado, la contradicción existente entre el seguimiento incondicional de la narración que el autor alemán hace de Apiano, sólo por creerla tomada de Polibio (testigo presencial y amigo de Escipión), y, por otro, se pregunta ¿por qué el investigador alemán, que acepta en todas sus partes la narración de Apiano, confunde los términos campamento y fuerte utilizados diferenciadamente por este autor? Gómez Santacruz consideró incorrecta la interpretación que Schulten realiza del número de cam-pamentos citados por Apiano, ya que éste afirma que Escipión construyó "dos" campamentos lo más inmediato que pudo a Numancia. Le sorprende a Gómez Santacruz que el profesor alemán, que asume en todas sus partes la narración de Apiano, no diferencie el distinto significado en griego y en latín de los términos campamento y fuerte. Aducía el Abad que Schulten no había entendido lo que dice Apiano, que afirma que Escipión edificó dos campamentos y siete fuertes, por lo tanto debió haber buscado en las inmediaciones de Numancia dos campamentos y siete fuertes y no sólo siete campamentos como interpreta el profesor alemán. En relación con la primera cuestión, trató de demostrar Gómez Santacruz que lo que había encon-trado Schulten en lo que llamaba las alturas que rodean a Numancia, denominadas Castillejo, Alto Real, Dehesilla, Rasa, Peña Redonda, Valdevorrón y Travesadas, no eran todos campamentos ni todos estaban en alto; y que la narración de Apiano, dada la topografía del terreno que ocupa la colina y sus inmediaciones, es en muchos puntos inadmisible, por lo que concluye afirmando, o que no se remonta, como afirma el profesor alemán, a Polibio, testigo presencial del sitio, o que este testigo presencial desfigura los hechos y, por tanto, que la narración de Apiano no merece completa fiabilidad. Entiende Gómez Santacruz que Polibio, interesado, sobre todo, en resaltar el triunfo de su protector y amigo íntimo Escipión, exageró los trabajos que hizo el general romano en las inmediaciones de Nu-mancia para "embellecer el relato y agigantar las proporciones de la hazaña", recurriendo a la autoridad de Tito Livio, que indica que este proceder era cosa corriente en los generales e historiadores de entonces. El Abad aduce que Schulten buscó sus siete campamentos, en vez de buscar los dos campamentos y los siete fuertes que menciona Apiano, precisamente donde era materialmente imposible que Escipión los construyera, ya que interpreta que las zonas del Castillejo y Peña Redonda eran barrio de Numancia. De Travesadas y Valdevorrón, que están al Este de Numancia, encontró vasos numantinos, muros y restos del incendio de la ciudad, por lo que entiende que esos dos fuertes, Travesadas y Valdevorrón, estaban dentro del recinto de Numancia, por lo que sería necesario admitir que el cónsul acampó dentro de la ciudad y antes de sitiarla. En cuanto a La Rasa comenta que allí aparecen sólo los cimientos de cuatro muros que cerrarían un recinto de aproximadamente 1.800 metros superficiales, lo que lleva a dudar sobre su condición de campamento. Sobre el Alto Real y Dehesilla indica que son los únicos que ofrecen alguna defensa natural y ocupan una posición estratégica; pero, en el primero, solamente encontró restos de muros tan escasos como informes, y algunos fragmentos de cerámica que el profesor alemán juzga romana, concluyendo que si en cualquier sitio que se encuentren restos de muros y cerámica romana hay que admitir la existencia de un campamento de Escipión, dice que no siete, sino setecientos campamentos se podrían descubrir en las inmediaciones de Numancia. En relación de los planteamientos de Gómez Santacruz hay que destacar el acierto de su observación sobre la confusión por Schulten de los términos campamento y fuerte. Pero no es asumible hoy su argumentación sobre los límites de la ciudad, ya que planteaba una extensión tan grande de Numancia que consideraba urbanas las zonas de Travesadas y Valdevorrón e interpretaba como barrios de la ciudad El Castillejo, a un kilómetro, o Peña Redonda, al otro lado del río Merdancho. Pero esta crítica era válida referida a Schulten, ya que este autor, junto con los demás investigadores del momento, asumía una enorme extensión de la ciudad, apoyándose en los datos de Apiano. Así, Apiano indica para el perímetro de Numancia unos 24 estadios (Mélida, 1922: 170) que, con la equivalencia de 185 metros por estadio, suponen un total de 4440 m de perímetro, resultando una superficie de unas 150 ha, lo que no responde a la realidad de la topografía y la documentación arqueológica. La extensión de este perímetro, abarcaría desde el Duero hasta el Este de Valdeborrón y desde la iglesia de Garray al caserío de Carrejo. Así, Schulten ajustándose al texto de Apiano imaginaba a Numancia sin defensa exterior, alcanzando hasta la confluencia del Duero y el Merdancho e incluyendo el arrabal de Saledilla, dedicando el terreno de las vertientes hasta un total de 93 hectáreas para acoger los pueblos refugiados y coronada por una acrópolis murada de 7,2 hectáreas (Schulten, 1905 y 1945). Esta interpretación fue compartida en general y así lo expresaba Mélida (1922: 173), cuando decía "es bien admisible la común opinión, fundada en esas mismas circunstancias, de que en la meseta debió vivir la parte principal de la población, y en las vertientes la población rural y el ejército". Esta mayor extensión, se quiso ver confirmada por el hallazgo de restos de casas y calles en la vertiente oriental norte, junto a la ermita de los Mártires y, aún más abajo, al lado del actual cementerio de Garray. La consideración de estos hallazgos llevó a conjeturar un cálculo para la extensión de la ciudad de más de 1000 m de Norte a Sur, y de unos 800 de Este a Oeste, suponiendo que la vertiente occidental y sur, por sus características, no debieron permitir fácilmente la expansión del poblado; pero sí se interpretaron como cuadras de la ciudad los restos descubiertos al sudeste, junto a la finca de Carrejo, en la vega del río Merdancho. Pero lo hallado en esta zona se limitaba al algunos bocados de caballo y elementos de arreo, que ahora sabemos que corresponden a restos de la necrópolis celtibérica. Los datos aportados por Apiano y Orosio y los cálculos realizados en la bibliografía tradicional sobre la superficie ocupada por Numancia están lejos de ajustarse a la evidencia arqueológica, ya que ni la ciudad alcanza las 22 ha, planteadas por Taracena como más ajustadas a la realidad arqueológica, ni mucho menos las 150 ha, que se deducen del perímetro dado por Apiano. Los estudios actuales (Jimeno y Tabernero, 1996), ajustados a las evidencias arqueológicas, sobre la extensión de las diferentes ciudades superpuestas, proporcionan una valoración bastante diferente de aquélla; así la ciudad del 133 a.C. tendría una superficie de casi 8 ha (7,6 ha y 7,2 ha para Schulten); la del siglo i a.C. estaría próxima a las 9 ha y la romana imperial alcanzaría las 11 ha; aunque habría que añadir a la ciudad del 133 a.C., probablemente una zona no construida entre el muro defensivo localizado en la ladera y el núcleo urbano (nunca superior a las 4 ha), y a la ciudad imperial romana una superficie, de difícil valoración, ocupada por asentamientos artesanales y el arrabal de Saledilla, fuera del recinto murado, en la zona Este (no menos de 5 ha). o Las revisiones posteriores Los trabajos que posteriormente recogieron y trataron el cerco de Numancia han seguido, por lo general, la propuesta de Schulten; no obstante, resulta significativo el resumen-valoración, que Taracena incluye en su Carta Arqueológica de Soria (1941: 81-82), indicando que las excavaciones del investigador alemán proporcionaron algunos restos del muro de circunvalación hecho por Escipión, obra de cuatro metros de espesor máximo defendida hacia la ciudad por torres cada 10 y aún cada 20 y 24 metros; ruinas bien definidas en Peñarredonda (al sur de Numancia), donde se apreciaban los cuarteles de caballería y las casas de los Tribunos; restos en Castillejo (al Norte de la ciudad), donde se superpusieron los campamentos de Marcelo, Pompeyo y Escipión, conservando el primero las plantas del Pretorio y casa del Tribuno; restos informes del llamado puesto de artillería de Valdevorrón (al Este) y de los fuertes de Travesadas (al Nordeste) y Dehesilla y Alto Real (al Oeste); muros bien distribuidos y conservados del castillo ribereño del Molino (al Sur, junto al río Merdancho) y algo de los supuestos de Vega y Saledilla al Noroeste y Nordeste, respectivamente. Además, documentó una villa en Peñarredonda y otra en Peñas Altas de época imperial, otra entre este sitio y Contadero, en el Merdancho, y edificios muy destruidos en Valdelilo; así como restos de la vía romana en Travesadas (Morales, 198S y 1995: 127-191). En esta descripción de Taracena se observa como diferencia entre campamentos y fuertes, sin duda por la influencia de los planteamientos de Gómez Santacruz, y cómo relativiza los restos encontrados y la deficiente información de algunos de los lugares propuestos por Schulten. El investigador alemán localizó nueve instalaciones militares romanas de las cuales, según Sanmartí y Principal (1997: 2) sólo seis son seguras, ya que la revisión que realizan de los materiales muebles conservados en el Rómisch-Germanisches Zentralmuseum de Maguncia y las prospecciones realizadas sobre el terreno no aportan materiales muebles o inmuebles en los lugares de la Rasa, Alto del Real y Dehesilla. En este último cerro, Schulten excavó restos de una potente muralla, de 4 m de espesor, que encerraba una superficie de 14 a 16 Hectáreas, aunque los materiales recogidos corresponden a ce-rámicas romanas altoimperiales. No obstante, se han hallado, posteriormente, algunos restos de ánfora correspondientes al momento del cerco (Morales, 1995: 147). Sanmartí y Principal comentan también las localizaciones de Saledilla y Valdelilo, ya que Schulten consideró inicialmente el primer lugar como un barrio de Numancia (Schulten 1908: 140) pero, poste-riormente, cambió de opinión, y pensó que se trataba de un establecimiento militar dejado por los romanos tras la toma de la ciudad (Schulten, 1909: 6); en este sentido se posicionan estos autores (San-martí, 1992: 419; Sanmartí y Principal, 1997; Principal, 2000: 276), aunque ha sido también interpre-tado como un asentamiento tardocelubéríco del siglo i a.C. y de época altomperial (Morales, 1995: 166). En Valdelilo, pequeña elevación situada hacia el norte del cerro de Peñas Altas, fueron decubiertas construcciones con materiales correspondientes a una villa altoimperial del siglo i-ii d. de C. (Morales, 1995: 171-173), pero entre los materiales recogidos pudieron estudiar material de importación (Sanmartí y Principal, 1997: 4) (fig. 8). Según Schulten, Alto Real deparó claras huellas del campamento, con el hallazgo de vasos romanos, entre los que destaca un ánfora; pero indica que los muros descubiertos están mal construidos y destrozados por el cultivo, siendo irregulares estructuras que relaciona con tropas ibéricas auxiliares. Sanmartí en su revisión no halló ningún material de este lugar que corresponda al cerco, deduciendo que no existen hallazgos muebles ni inmuebles que apoyen esta localización. No obstante, existen materiales ánfóricos claros en la Peña Judía, próxima al Alto del Real, que sí pueden corresponder a uno de los establecimientos militares del cerco (Jimeno y Martín, 1995: 188; Morales, 2000: 235). Por lo tanto, la numismática y los restos de cerámica importada y material anfórico (tipos Dressel 1A y Campamentos Numantinos), aportan mayor seguridad a los lugares de Peñarredonda, Castillejo, Valdevorrón, Travesadas y el Molino de Carrejo (Sanmartí, 1985; Jimeno y Martín, 1995; Sanmartí y Principal, 1997). A estos lugares se unen con restos cerámicos la Vega, Valdelilo, Peña del Judío y De-hesilla, con algún fragmento anfórico (Morales, 1995: 147). Más problemáticos resultan los restos de la Rasa y Alto Real. Utilizando la diferencia en el texto de Apiano entre campamentos y fuertes, ya destacada por Gómez Santacruz, Morales (2000 y 2001) ha realizado, recientemente, una nueva revisión de los planteamientos de Schulten, haciendo "una interpelación más completa y exacta" del texto de Apiano, aferrándose a la "Habilidad, detallismo y exactitud que caracterizan la obra de Polibio, testigo presencial de los hechos que narra, así como la Habilidad con que Apiano nos la ha transmitido, los datos que encontramos en este texto sobre la construcción del cerco de Numancia pueden aceptarse como totalmente fiables" (fig 8). Pero Apiano no da ninguna exactitud sobre los lugares donde se situaron los campamentos, ni los fuertes, ni sobre la extensión y características de cada uno, por lo que su "fiabilidad" se limita, como mucho, al número de campamentos, fuertes y castillos ribereños, por lo que es evidente que este aspecto es necesariamente interpretable. A esto hay que añadir que la "recopilación" de Apiano del texto de Polibio se realiza casi trescientos años más tarde, ya que escribió su "Historia de Roma" en la primera mitad del siglo II d.C, en un contexto social, político e ideológico diferente y con una perspectiva distinta de la que existía en Roma en época de Escipión y Polibio. Según se deduce del texto de Apiano, después de la campaña contra los vacceos, desde el país de los caucenses avanzó para invernar en la región de Numancia (donde se le unió Yugurta con 12 elefantes, saeteros y honderos), ocupado siempre en algún saqueo y en devastar los campos de alrededor. Después instaló sus dos campamentos cerca de Numancia. Pero como los numantinos incitaran a los romanos a entablar batalla, prefirió encerrar a éstos y rendirlos por hambre. Por lo cual, levantó 7 castillos alrededor de la ciudad y empezó el asedio; además, para controlar los ríos construyó dos castillos, es decir, se habla de un total de once instalaciones militares. Un problema inicial se centra en la ubicación de los dos campamentos, citados por Apiano sin mayor precisión, como situados cerca de Numancia, que Schulten determina en Castillejo (al frente de Escipión) y Peña Redonda (al frente de Máximo). Pero no deja claro si estos campamentos o alguno de ellos formaban parte del cerco o quedaban en la retaguardia inmediata para controlar mejor el dispositivo de asedio. En este esquema hay que tener en cuenta la revisión llevada a cabo de los materiales y, sobre todo, de las monedas de los campamentos del Talayón de Renieblas, documentando que el campamento V, atribuido por Schulten a las Guerras Sertorianas, tuvo ocupación en época de Escipión (fig. 4). El estudio de las monedas del campamento V, realizado por Hildebrandt (1979: 238-271), puso al descubierto los problemas para fijar la cronología de los dos últimos campamentos instalados en el Talayón de Renieblas, referidos por Schulten a las Guerras Sertorianas. Los datos aportados por las monedas, a excepción de una datada en el 108-107 a.C., apuntan a época escipiónica (135 a 130 a.C). Esta cronología se vio apoyada por la revisión de los materiales cerámicos, en un primer momento de las ánforas tipo Campamentos Numantinos (CC NN), luego los restos cerámicos del campamento V (Sanmartí, 1985 a: 130-161; 1985 b: 133-141; 1992: 417-430), posteriormente el estudio de las cerámicas de importación procedentes de los campamentos numantinos (Sanmartí y Principal, 1997), datando los campamentos IV y V de Renieblas en época escipiónica. A estos trabajos hay que añadir el realizado por Romero Carnicero (1990: 257-296) sobre las lucernas de los campamentos numantinos, estableciendo coincidencia de ejemplares entre las instalaciones del cerco escipiónico y los campamentos de Renieblas. No obstante, otros trabajos apoyan la datación sertoriana de los campamentos IV y V de Renieblas. Así, el estudio de las fíbulas tipo Alesia (Luik, 1997) y según Morales (2000: 238) la "glans plúmbea inscripta" de Q. SERTO PROCOS, citada en prensa, hablan a favor de una datación más tardía; en menor medida, la moneda citada anteriormente, fechada en el 108-107 a.C. En este sentido, pueden ser esclarecedores en un futuro inmediato los trabajos topográficos, que se han venido realizando por un equipo del Instituto Arqueológico Alemán (Breuer et alii, 1999), en colaboración con el Plan Director de Numancia, sobre el Campamento V, iniciados en 1997 y recientemente concluidos, que pro-porcionaran la información de sus aspectos constructivos, así como su estructura y organización. Por lo tanto, una de las cuestiones es determinar el papel que jugó el campamento de Renieblas, situado a 7 km de Numancia y con un excelente control sobre el entorno numantino. Es necesario concretar si sólo tuvo una ocupación esporádica, como apoyo a la llegada de Escipión, o estuvo en funcionamiento mientras se construyeron los campamentos, fuertes y cerco en torno a Numancia, para ser abandonado a continuación o, si por el contrario, este establecimiento fue significativo en el dispositivo del cerco escipiónico. El abandono de Renieblas resulta problemático, ya que la superposición de campamentos en este cerro (la elevación mayor en las inmediaciones de Numancia), desde el inicio de los conflictos bélicos en esta zona, apoya la importancia estratégica que tenía este emplazamiento para el control del territo-rio numantino por los ejércitos romanos, así como por su situación y comunicación más directa con el Valle del Ebro, a través de la ciudad de Arecoratas (Muro de Agreda?). Por lo tanto, tenía la posibilidad de controlar todo el cerco desde una retaguardia próxima, convirtiéndose en una pieza importante de apoyo y con su ocupación impedían, sobre todo, que este lugar favorable fuera utilizado por posibles enemigos. Además, un contingente militar de la envergadura del cerco de Numancia necesitaba un campamento de retaguardia e, incluso, se plantea la posibilidad de su continuidad después de la toma de Numancia, ya que la presencia de cerámicas de barniz negro en Renieblas V, fechadas en el tercer cuarto del siglo u (150-125 a.C), así como la referencia numismática, antes referida, apoyan esta posibilidad (Sanmartí, 1992: 419; Principal, 2000: 276). La continuidad de algunos establecimientos romanos para asegurar la conquista del territorio resulta lógica; así, junto a Renieblas V, se ha apuntado la posibilidad de que Saledilla fuera un puesto militar dejado por los romanos tras la toma de la ciudad (Sanmartí, 1992: 419), ya que su proximidad a la ciudad habría hecho imposible el mantenimiento de tropas en este sitio (Schulten, 1909: 6). La referencia de estos trabajos y algunos hallazgos de cerámicas realizados han dado pie para plan-tear algunas rectificaciones en la interpretación de los campamentos y fuertes del cerco escipiónico, aunque manteniendo básicamente las líneas generales, tal como las trazó Schulten, con los campamen-tos principales en Castillejo y Peña Redonda, y asumiendo el mismo esquema de circunvalación y los lugares propuestos por el investigador alemán, a excepción de la Rasa (sustituido por cerro Cañal), e incorporando dos nuevos cerros o lugares, para completar los siete fuertes citados en el texto de Apiano: uno al Oeste, Peña Judía, entre los fuertes de Alto del Real y Dehesilla; otro al Este, Valdelilo (del que se conoce material de importación de las excavaciones de Schulten, estudiado por Sanmartí y Principal), entre el fuerte de Valdevorrón y el campamento de Peña Redonda (Morales 2000 y 2001) (fíg. 8). CONCLUSIONES: A MODO DE REFLEXIÓN El estudio de los materiales hallados en el entorno de Numancia, sobre todo las ánforas y las cerá-micas de importación, ha contribuido enormemente a establecer uno de los parámetros esenciales, como es el establecimiento de una cronología fiable para la investigación del complejo campamental romano. Pero el panorama expuesto anteriormente permite formular algunas preguntas: ¿en todos los lugares del entorno de Numancia en los que se encuentre algún resto cerámico, de la época del cerco, se debe situar un establecimiento militar?; en este sentido iba la crítica de Gómez Santacruz contra Schulten, diciendo que no siete, sino setecientos campamentos se podrían descubrir en las inmediaciones de Numancia (Gómez Santacruz, 1914: 93-97). Otro tema es el papel jugado por el campamento V de Renieblas en la estrategia de Escipión sobre Numancia. Por otro lado, ¿cómo se explica que algunos fuertes, cuyo término implica una menor extensión que la de campamentos, como Valdevorrón y, sobre todo, Dehesilla (si se admite su cerco murado de 16 Ha) ocupen una superficie tan grande o mayor que la de los campamentos principales de Castillejo y Peña Redonda? Finalmente, cabe hacerse la pregunta sobre la total fiabilidad del relato de Polibio que transmite Apiano. No ponemos en tela de juicio esta información, pero es evidente que la "imprecisión" de sus datos, en relación con el número y ubicación de las instalaciones militares del cerco escipiónico, conlleva inevitablemente la necesidad de hacer diferentes lecturas e interpretaciones. Otro aspecto a abordar en el futuro es el de las reconstrucciones que Schulten realizó de los campamentos, centrándose en aquéllos que proporcionaban mayor información, como el campamento III de Renieblas y El Castillejo y Peña Redonda del cerco numantino, a los que aplicó el modelo campamental polibiano, pero que dista bastante de la realidad arqueológica observada (fíg 6). Es necesaria una metodología que supere la convencional prospección del terreno y la fácil ecuación, pero excesivamente simple, de donde se encuentren restos cerámicos de época escipiónica, necesariamente debe de situarse un campamento. La información de los trabajos de prospección convencional debe de contrastarse con otras técnicas de trabajo que permitan definir esta información, para poder determinar la entidad, extensión y características del yacimiento. Se requieren nuevos enfoques en la investigación con la utilización de la base cartográfica analógica y digital; así como de nuevas técnicas de muestreo, como la documentación fotográfica aérea y de satélite con relación a tomas de infrarrojos para la revisión, individualización y descripción de las estructuras que componen el cerco romano; de las tomas fotogramétricas aéreas para lectura estereoscópica, que permita realizar levantamientos topográficos y control de microrrelieves; de las tomas de infrarrojo termográfico, realizadas con scanners con detectores fotovoltáicos para analizar el contenido de humedad del subsuelo, para la interpretación de las estructuras arqueológicas; de las tomas espaciales, manipulación de imágenes a través de la modificación del color, del tratamiento numérico o digitalización y del filtraje óptico. Toda esta información proporcionará la base inmejorable para llevar a cabo un tratamiento del conjunto de la información en SIG, que permitirá el estudio de la ubicación lógica de los campamentos, de su visibilidad e intervisibilidad y del control que ejercen sobre Numancia, proporcionando la información necesaria para llevar a cabo la contrastación, que permita confirmar o rechazar las propuestas planteadas. LA PRESENTACIÓN ACTUAL DE LOS CAMPAMENTOS Y EL CERCO ROMANO La Dirección General de Patrimonio y Promoción Cultural de la Junta de Castilla y León, desde 1994 viene desarrollando un Plan Director, que tiene como misión coordinar el conjunto de actua-ciones (conservación, restauración, junto a las de investigación, didáctica, difusión e infraestructura general) a acometer en Numancia y en los campamentos romanos y cerco de Escipión. Una vez en-cauzados los trabajos en la ciudad, ha llegado el momento de abordar la investigación de este importante tema, que permitirá en el futuro aproximar a los visitantes a la explicación y visualización espacial del cerco romano de Escipión (Jimeno 2000). o Mesa de cemento y señalización de los campamentos del cerco Actualmente, la información a los visitantes sobre este tema es un tanto exigua y poco clara, ya que se cuenta solamente con la mesa de cemento, que muestra el cerco de Escipión con la situación de los campa-mentos, según la interpretación de Schulten, instalada en 1976 por la Excma. Diputación de Soria, con motivo de la conmemoración del XXI Centenario de la Epopeya Numantina, que ayuda a situar visualmente la posición y orientación topográfica de los campamentos, cuya señalización con hitos blancos ha sido renovada recientemente para su mejor visualización desde Numancia. Los trabajos de investigación planteados más arriba permitirán una presentación más acorde y con los medios técnicos actualizados. o Aula Arqueológica de Garray Complemento importante y referencia para la información sobre el cerco de Numancia es el Aula Arqueológica instalada en Garray, por el Ayuntamiento de esta localidad, situada al pie de Numancia. Dos culturas enfrentadas El Aula Arqueológica, realizada por la empresa arqueológica Areco, está instalada en las antiguas escuelas de Garray, que de esta manera mantienen su capacidad de enseñar una parte singular de su legado histórico. El Aula consta de dos salas en las que se han recreado las dos culturas o mundos enfrentados: el numantino o celtibérico, que ocupa la primera, y el romano, instalado en la segunda, aparecen separados simbólicamente por la recreación de la muralla (vallum) del Cerco Romano, que es necesario atravesar para pasar de un espacio a otro. o Sala Celtibérica Esta Sala, que recrea el mundo militar y funerario, está presidida por el ejército numantino, que dejando atrás la muralla de la ciudad se dirige al asalto del Cerco. La maqueta, que ocupa el centro de la sala, y los diferentes paneles permiten conocer las características topográficas de Numancia y del Cerco Romano, así como la manera de hacer la guerra y su importancia en el mundo celtibérico. Finalmente, a través de la muralla se puede penetrar en el ritual funerario del guerrero celtibérico. Antes de atravesar la muralla de estacada de madera, que simboliza el Cerco Romano, un guerrero numantino ofrece sus armas como ayuda para pasar al otro lado. o Sala Romana Esta Sala, que recrea el mundo militar de la época, está presidida por una gran escena que simula al ejército romano defendiendo el Cerco, que deja atrás un campamento, simbolizado en la reconstrucción de un barracón de legionario, al que se puede entrar y saludar a su ocupante, para ver su vestido y armamento. Los paneles explicativos amplían esta información sobre la milicia romana. La maqueta del centro de la Sala reproduce en detalle los aspectos más destacados de uno de los campamentos romanos del Cerco y un vídeo aporta la información necesaria para conocer las características de las legiones romanas y sus movimientos tácticos. Un panel final explica la leyenda y realidad de la caída de Numancia después de veinte años de enfrentamiento y once meses de asedio, que la convirtieron en mito y símbolo de la lucha de un pueblo por su libertad. BIBLIOGRAFÍA APRAIZ, R. de (1963): El cuadro de Alejo Vera. Celtiberia, 26: 240-242. BREUER, P.; LUIK, M.; MÜLLER, D. (1999): Zur wie-deraufnahme Archáologischer Forschungen in del Rómischen Lagern bei Renieblas (Prov. Soria). Madrider Mitteilungen, 40: 125-145. BURILLO, F. (1994): Segeda. En "Leyenda y Arqueología de las Ciudades Prerromanas de la Penín-sula Ibérica", vol II, Madrid: 95-105. BURILLO, F. (1998): Los Celtíberos. Crítica, Barcelona. CEAN BERMÚDEZ (1832): Sumario de las Antigüedades Romanas que hay en España. Imprenta de Miguel de Burgos, Madrid . CORTÉS Y LÓPEZ, M. (1836): Diccionario Geográfi-co-Histórico de la España Antigua, t. III. Madrid. DELGADO, A.; OLÓZAGA, S.; FERNÁNDEZ GUERRA (1877): Excavaciones hechas en el cerro de Ga-rray, donde se cree que estuvo situada Numan-cia. Boletín de la Real Academia de la Historia, I: 55-58. GAMER, G.; ORTEGO, T. (1970): Nuevas observaciones sobre el campemento romano de Almazán (Soria), Celtiberia, 39: 67-69. GÓMEZ SANTACRUZ, S. (1914): El Solar Numantino. Refutación de las Conclusiones Históricas y Ar-queológicas defendidas por Adolf Schulten, Profesor de la Universidad de Erlangen, como re-sultado de las Excavaciones que practicó en Numancia y sus inmediaciones. Imprenta de la Revista de Archivos Bibliotecas y Museos, Madrid . GONZÁLEZ SIMANCAS, M. (1926): Las fortificaciones de Numancia. Excavaciones practicadas para su estudio. Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, riúm. 74, Madrid. HILDEBRANDT, H. J. (1979): Die Rómerlager von Numantia. Datierung anhand der Münzfunde. Madrider Mitteilumgen, 20: 238-271. JIMENO, A.; MARTÍN, A. (1995): Estratigrafía y numismática: Numancia y los campamentos. En M.P. García y Bellido y R.M. Sobral (eds.): La Moneda Hispánica. Ciudad y Territorio. Anejos del Ar-chivo Español de Arqueología, XIV: 180-190 . JIMENO, A. (2000): Numancia. Pasado sentido, pasado vivido. Trabajos de Prehistoria, 57 (2): 175-193. JIMENO, A.; FERNÁNDEZ, J.J.; REVILLA, M.L. (1990): Numancia. Guía del Yacimiento. Asoc. de Ami-gos del Museo Numantino, Soria. JIMENO, A.; TABERNERO, C. (1996): Origen de Numancia y su evolución urbana. Homenaje al Pro-fesor Manuel Fernández-Miranda, Complutum Extra, 6 (I): 415-432. JIMENO, A.; TORRE, J.I. de la (1999): Gómez Santa-cruz, Schulten y el pensamiento de su época. Celtiberia, 93: 551-575. LOPERRÁEZ, J. (1788): Descripción Histórica del Obispado de Osma, con tres disertaciones sobre los sitios de Numancia, Uxama y Clunia. Imprenta Real, Madrid. LUIK, M. (1997a): Fibels von Typ Alesia aus den romischen Lagern um Numantia, Archa"ologis-ches Korrespondenzblattz, 27: 463-479. LUIK, M. (1997b): Die rómischen Militáranlagen der Iberischen Halbinsel. Von der Zeit der Republik bis zum Ausgang des Prinzipats. Jahrbuch des Rómisch-Germanischen Zentralmuseums Main, 44: 213-275. LUIK, M. (1999): Neue forschungen zu den romischen Lagern bei Numantia Provinz Soria (Spa-nien). En N. Gudea (ed.): XVII International Congress of Román Frontier Studies, Zalau: 261-266. MAÑAS, J. (1983): Eduardo Saavedra, ingeniero y humanista. Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Ed. Turner, Madrid. MÉLIDA, J.R. (1922): Excursión a Numancia pasando por Soria. Ed. Ruiz Hermanos, Madrid. MÉLIDA, J.R.; TARACENA, B. (1924): Ruinas de Numancia. Memoria descriptiva. Memoria de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, 61, Madrid. MORALES, F. (1985): Garray. Junta de Castilla y León y Ayuntamiento de Garray. MORALES, F. (1995): Carta Arqueológica. Soria. La Altiplanicie Soriana. Excma. Diputación Provin-cial de Soria, Soria. MORALES, F. (2000): Una reinterpretación de la circunvalación escipiónica de Numancia. Revista d'Arqueología de Ponent, 10: 227-241. MORALES, F. (2001): El cerco de Numancia revisado. Revista de Soria, 34: 61-73. ORTEGO, T. (1967): Numancia: guía breve histórico-arqueológica. Guías de Conjuntos Arqueológi-cos de la Dirección General de Bellas Artes. Gráficas Surianas. Soria. PASTOR, J.M. (1966): Sobre la identificación de Se-gontia con Medinaceli y la localización, junto a ella, de un posible "castra". Celtiberia, 90: 215-233. PRINCIPAL, J. (2000): Vajilla de barniz negro de los Campamentos del Cerco de Numancia (Garray, Soria). En X. Aquilué; J. García; J. Guitart (co-ords.): La cerámica de vernís negre deis segles II i I aC: Centres productors mediterranis i comercializado a la Península Ibérica. Museo de Ma-taró, Museu D'Arqueología de Catalunya-Empú-ries, Universitat Autónoma de Barcelona, Mataré: 269-279. QUESADA, F. (1994): La imagen del Héroe. Los antiguos iberos en la plástica española del s. XDC. Revista de Arqueología, 162: 37-47. RAMAGOS A, J. (1972): Las monedas de los Campamentos Numantinos. Acta Numismática II: 87-96. ROMERO CARNICERO, M.V. (1992): La Romanización en la Provincia de Soria. Panorama y Perspectivas. 2? Symposium de Arqueología Sortaria, Excma. Diputación Provincial de Soria, Soria. SANMARTÍ, E. (1985a): Las ánforas romanas del campamento romano de Peña Redonda (Garray, Soria). Empuries, 47: 130-161. SANMARTÍ, E. (1985b): Sobre un nuevo tipo de ánfora de época republicana, de origen presumible-mente hispánico. Ceramiques Gregues i hel-lenistiques a la Península Ibérica, Monografías Emporitanas, VII: 133-141. SANMARTÍ, E. (1992): Nouvelles données sur la chronologie du camp de Renieblas V á Numance (Soria, Castilla-León, Espagne). Documents d'Ar-chéologie Méridionale, 15: 417-430. SANMARTÍ, E.; PRINCIPAL, J. (1997): Las cerámicas de importación, itálicas e ibéricas, procedentes de los campamentos numantinos. Revista d'Arqueología de Ponent, 7: 1-39. SAAVEDRA, E. (1877): Excavaciones hechas en el cerro de Garray, donde se cree que estuvo situada Numancia. Boletín de la Real Academia de la Historia, t. I, Madrid: 55-58. SAAVEDRA, E. (1861): Descripción de la Via Romana entre Uxama y Augustobriga. Real Academia de la Historia, Madrid. SCHULTEN, A. (1905): Nvmantia. Eine topographis-ch-historische Untersuchung. Weidmannsche Bucchhandlung, Berlín. SCHULTEN, A. (1908): Les campa de Scipion á Nú manee. Premier Rapport (fouilles de 1906). Bulletin Hispanique, X: 128-156. SCHULTEN, A. (1909): Les campa de Scipion á Nú manee. Deuxiéme Rapport (fouilles de 1907) Bulletin Hispanique, XI: 1-24. SCHULTEN, A. (1927): Nvmantia. Die Ergebnisse de¡ Ausgrabungen 1905-1912. vol, III. Die lager de¿ Scipio, Munchen. SCHULTEN, A. (1929): Nvmantia. Die Ergebnisse dei Ausgrabungen 1905-1912, vol. IV. Die lager be Renieblas, Munchen. SCHULTEN, A. (1937): Las Guerras de 154-72 a. de J.C., Fontes Hispaniae Antiquae, fase. IV, Barce-lona. SCHULTEN, A. (1945): Historia de Numancia. Ed. Barna, Barcelona. SCHULTEN, A. (1953): Cincuenta y cinco años dé investigación en España. Ed. Rosa de Reus, Reus. TARACENA, B. (1941): Carta Arqueológica de España. Soria. Instituto Diego Velazquez, C.S.I.C., Madrid. TORRE, J. I. de la (1998): Numancia: usos y abusos de la tradición historiográfica. Complutum, 9: 193-212. VV.AA. (1912): Excavaciones de Numancia. Memoria de las Excavaciones presentada al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes por la Comisión Ejecutiva de las Excavaciones de Numancia. Imprenta José Blass, Madrid.
contexto
Por Alfredo Jimeno Martinez Dpto. de Prehistoria. Facultad de Geografía e Historia. Universidad Complutense. 28040 Madrid. INTRODUCCIÓN: OCIO, TURISMO Y ARQUEOLOGÍA El interés por el patrimonio arqueológico es creciente. La demanda y consumo del pasado es cada vez mayor. Lo que hace sólo unos años era objeto de aprecio para unos pocos, hoy lo es de un amplio sector de la sociedad. Así lo indica el incremento de las visitas a los museos y yacimientos arqueológicos. Esta tendencia en la sociedad actual hacia la consideración del patrimonio cultural y arqueológico como bien común, es la mejor base para su propia comprensión y defensa por la sociedad (Criado y González, 1993). Esta demanda está siendo encauzada a través del turismo cultural, que trata de satisfacer una de las aspiraciones de la sociedad de bienestar, como es el tiempo de ocio. Uno de esos elementos atractivos para llenar este tiempo es el encuentro con el yacimiento arqueológico y con el pasado, que se convierte así en uno de los recursos turísticos. En este sentido, el bien arqueológico tiene que competir con otros múltiples atractivos de la oferta turística (Greffe, 1990; Criado y González, 1993; González, 1996). Esto es bueno si, partiendo del estudio e interpretación científica y de la protección y conservación de los restos arqueológicos, los yacimientos sirven para proporcionar una mayor comprensión del pasado, mostrar al público otros tiempos y espacios y despertar la actitud crítica, en relación con nuestro tiempo y cultura (Criado y González, 1993). Es decir, se trata de utilizar los bienes patrimoniales como recurso cultural por su valor de uso, estético e informativo, permitiendo a través de su disfrute satisfacer necesidades y proporcionar bienestar (Ballart, 1997: 62). En este contexto social los arqueólogos tienen el deber, tanto hacia sus colegas, como hacia el público en general, de explicar qué hacen y por qué. Para cumplir este objetivo, los arqueólogos deben involucrarse en la divulgación, asegurando su apoyo en la documentación aportada por el registro arqueológico. Además la Arqueología es una disciplina que se desarrolla rápidamente y cambia constantemente; por ello es necesaria la información directa del investigador (Reynaud, 1990). En los últimos años, los arqueólogos y administraciones del Estado Español están mostrando sensibilidad hacia la necesidad de proyectar su labor y hacer el pasado comprensible, en sintonía con la demanda social, renovando totalmente el mensaje, transmitiendo ideas, conceptos, procesos y emociones (Schouten, 1987:243). Con cierto retraso respecto a otros países europeos, ya que en Inglaterra, desde 1984, English Heritage y su correspondiente en el País de Gales, como administraciones comerciales y autónomas, crearon agencias para la presentación de la Arqueología al público (Cracknell y Corbishely, 1986; Emery, 1987). También, en Francia, al quedar la Arqueología fuera de los programas escolares, se desarrolló un ambicioso programa para crear en yacimientos y Museos medios de incentivación pedagógica y de animación, en colaboración con los arqueólogos responsables de los yacimientos (Reynaud, 1990;VV.AA., 1996). EL PASADO PENSADO: NUMANCIA COMO SÍMBOLO La resistencia numantina es un referente universal de la lucha de un pueblo por su libertad o de la victoria del débil contra el fuerte; por eso ha sido utilizada como símbolo por todas las ideologías a lo largo de la Historia (Torre, 1998: 193). Tras la pérdida de la ubicación de Numancia, a partir del siglo VII, ya los Reyes de León indican que sitúan Zamora, la capital de su reino, sobre la antigua Numancia, buscando bases de identidad para su reino y la nueva ciudad en el pasado indígena. La primera reconstrucción de Numancia, de mediados del siglo XVI, es la imaginada por Lipsio (Ortego, 1967:6). A partir de la información de las fuentes literarias recrea Numancia a modo de ciudad medieval amurallada circularmente, con sus calles en retícula y un edificio central, que se asemeja a una iglesia con su torre. El cerco de Escipión, completamente circular, está constituido por una doble muralla concéntrica, que deja espacios, en medio, para los campamentos y asentamiento de los legionarios. El cerco romano queda separado de la ciudad en una de sus partes por un foso y en la otra por el río Duero, controlado por fortines de los que penden rastrillos para controlar sus aguas. La siguiente referencia gráfica, que se conoce de Numancia, es el croquis de Loperraez (1788), en el que situó los restos visibles del yacimiento, pero representando el cerro de forma circular con tres círculos concéntricos, aparentemente resaltados, que recuerdan la muralla de Numancia y las dos líneas del cerco representadas por Lipsio. La emergencia de los sentimientos y aspiraciones nacionalistas conllevó el impulso de los estudios de Arqueología e Historia, enfocados a la búsqueda de identidades nacionales en el pasado. En España estos ideales se vincularán al pasado prerromano -iberos, celtas y celtíberos-, escogiéndose aquellos episodios y ciudades destacadas por su resistencia frente al invasor, como Numancia y lo numantino, como propaganda del emergente nacionalismo liberal decimonónico, junto a Sagunto y Viriato (Ayarzagüena, 1993; Díaz Andreu, 1993; Torre, 1998:198). Estos planteamientos desencadenaron las primeras excavaciones en Numancia, iniciadas en agosto de 1803, mediante una moción que hizo el vascófilo D. Juan Bautista Erro, con un enfoque filológico, ya que se trataba de hallar restos con inscripciones que permitieran relacionar la lengua de los antiguos numantinos con la vasca. La interpretación de una de las cerámicas halladas con caracteres ibéricos, le llevó a la conclusión de que Numancia "pertenecía a una de las glorias de la nación bascongada", pues "la lengua bascongada era la general de aquellos héroes" (Erro, 1806:171 -173; Torre, 1998:196). Las ideas románticas de unidad nacional y resistencia patria se verán reforzadas a partir de 1808, como respuesta y rechazo hacia la amenaza extranjera, plasmada en la invasión francesa de Napoleón, que hará aflorar la necesidad de rescatar, nuevamente, las viejas imágenes heroicas de la Historia de España. Así, pintores, como Madrazo, desarrollaron temas sobre el pasado heroico: "El jefe numantino Megara obligando a los romanos a capitular" o "La destrucción de Numancia", que sólo llegaron a esbozarse (Arras, 1986; Reyero, 1987; Diez, 1993; Torre, 1998). Se vuelve a representar La Numancia de Cervantes en el sitio de Zaragoza, buscando la identificación con los numantinos en la heroica defensa de la patria y se crea en Soria el Batallón de Voluntarios Numantinos, a los que se les consideraba hijos de los numantinos y herederos de la misma causa en su lucha por la libertad contra un poder extranjero (Rabal, 1889; Pérez Rioja,1959; Torre, 1998:197).También será utilizada Numancia para desarrollar un sentimiento provincial soriano, que afianzara el nuevo diseño de la provincia de Soria, surgido de la reestructuración de Javier de Burgos, en 1833, que conllevó una "democratización" del vocablo Numancia, siendo empleado por todos los sorianos como un elemento histórico de identificación colectiva (Pérez Romero, 1994). En la difusión del conocimiento y la idea de Numancia tuvo gran incidencia la publicación de diferentes síntesis históricas donde se divulgaban las noticias conocidas acerca de la gesta numantina, como las de Ceán Bermudez (1832), Sumario de las Antigüedades Romanas que hay en España y el Diccionario Geográfico-Histórico de la España Antigua de Cortés y López (1836). A esto hay que añadir la influencia que ejercerán los manuales de Historia de España, como el del Padre Mariana, reeditado en 1828, que servirá de base literaria a la pintura y representaciones históricas del siglo XIX (Quesada, 1994: 37; Torre, 1998:198-200). Era práctica habitual para el Estado y la Corona durante el siglo XIX la adquisición de obras de arte que ilustrasen ideológicamente al público (Reyero, 1989:48-49). En 1856 el Gobierno de Isabel II creaba las Exposiciones Nacionales de BellasArtes, que fomentarán la pintura histórica al servicio de la Monarquía. Como tema fijo de la Academia figurará en ésta y en otras exposiciones posteriores "El Último Día de Numancia" (Torre, 1998:198-199). El paréntesis impuesto por la inestabilidad política, con la sucesión de Amadeo I de Saboya (1869-1873) y la tercera Guerra Carlista (1872-1876), hizo que el tema numantino se mantuviera ignorado hasta la Restauración de Alfonso XII (1874-1885), donde volverá a estar presente en las Exposiciones de 1876 y 1881, pintado respectivamente por Rafael Enríquez y Alejo Vera (Lam. I). Generalmente estos cuadros eran adquiridos por el Gobierno y la Corona, no por su belleza, sino por el tema escogido (Reyero, 1987; Diez, 1993). Será ahora cuando Numancia sea declarada Monumento Nacional (1882). EL PASADO ENSEÑADO: NUMANCIA COMO REFERENTE Desde comienzos de la investigación prehistórica a principios del siglo XIX, la representación gráfica del más remoto pasado jugó un papel importante al lado del "pasado narrado". Los libros co-menzaron a incluir dibujos y grabados, para ilustrar de forma imaginativa los acontecimientos escritos, creando modelos que serían repetidos durante décadas, proyectándose oficialmente la idealización del pasado (Ruiz Zapatero y Álvarez Sanchis, 1995: 217,1997:265; ÁlvarezSanchís et//alii, 1995:31). Ni el conocimiento proporcionado por los primeros trabajos arqueológicos sobre determinados yacimientos, ni los debates de la investigación sobre los pueblos de España sirvieron para cambiar de perspectiva. Un ejemplo, en este sentido, lo proporciona Numancia; así el conocimiento aportado por las excavaciones del XIX, sobre las características reales de la ciudad (Saavedra, 1877), quedó solamente en el ámbito de los intelectuales, pues a nivel general continuó manejándose una imagen idealizada. Así, Alejo Vera, aunque pinta su cuadro "El último Día de Numancia" catorce años después de las excavaciones de la Real Academia de la Historia, dota a Numancia de una muralla de grandes sillares, siendo, incluso, criticado por su falta de verismo histórico (Apraiz 1963; Torre, 1998: 199). Pero será este cuadro el que transmita la imagen de Numancia, al servir como referencia para ilustrar la mayor parte de los libros de texto y de los Manuales de Historia de España utilizados en las escuelas, a finales del siglo XIX y gran parte del XX (Torre, 1998:199). Por otro lado, la enseñanza del Patrimonio y de la Historia ha tenido en el aula una concepción elitista, ya que las obras emblemáticas del patrimonio han sido y siguen siendo las más utilizadas, con lo que más se trabaja en el aula. Casi todos hemos recibido esa concepción elitista, creando, a menudo, imágenes del pasado que sólo han existido en la mente de los ilustradores, vinculadas a una historia de grandes hazañas y grandes hombres (Ruiz Zapatero y Álvarez, 1997: 270). Mientras, las creaciones de las clases populares, los utensilios herramientas, los pequeños objetos o las soluciones técnicas para el trabajo o la vida diaria han seguido siendo olvidadas, en gran medida. No se trata de rechazar ese patrimonio emblemático, sino de avanzar hacia criterios más abarcadores de la realidad histórica: vida cotidiana, condiciones de trabajo, desarrollo tecnológico, papel de la mujer, etc. (IBER, 1994). LA RECONSTRUCCIÓN MENTAL DEL PASADO Y SU DIFICULTAD La reconstrucción del pasado se realiza a partir de los modelos que implícitamente se tienen en la mente, principalmente transmitidos en la escuela o en las recreaciones de la cinematografía y de los có-mics (Santacana, 1996; Ruiz Zapatero, 1997:285). Difícilmente se podrá trasmitir una visión diferente del pasado con la mayoría de los restos arqueológicos visitables, ya que, generalmente, se presentan materiales, estructuras arquitectónicas y sucesión de muros incomprensibles, incluso, para los propios arqueólogos. Al mismo tiempo, es frecuente presentar en los museos o exposiciones didácticas, que complementan la información de los yacimientos arqueológicos, los materiales recuperados tal y como han aparecido, aunque nada más tengamos una parte de ellos, sin proporcionar algunas referencias necesarias para su comprensión. Sirvan como ejemplo las vitrinas con pesas de telar y fusayolas, acompañadas del escueto letrero con su nombre y sin proporcionar las referencias de su posición en el telar o en el huso; al igual que las armas y útiles metálicos, generalmente desprovistos de su parte orgánica, son mostrados exclusivamente por sus hojas metálicas y por tanto desprovistas de su empuñaduras y astiles. Se hace necesario aportar los medios necesarios que evidencien la manufactura y características del objeto arqueológico, superando las transformaciones sufridas por el paso del tiempo, para hacerlos comprensibles y reconstruibles para la imaginación del visitante (Minissi y Ranellucci, 1992:35; Hernández, 1994: 74-76). Los arqueólogos mostramos los hallazgos y trabajos en clave exclusivamente arqueológica, como estamos acostumbrados a leerlos o interpretarlos. Este panorama termina haciendo la visita a los museos y yacimientos, frecuentemente, incomprensible y, por lo tanto, aburrida. Esto explica que sean los conjuntos monumentales que han llegado hasta nosotros en un estado excepcional de conservación, los que pueden ser comprendidos, como ocurre con Pompeya; pero en este caso no hay que olvidar que su presentación actual es el resultado, en gran medida, de reconstrucciones más o menos afortunadas llevadas a cabo en el siglo pasado (Santacaña, 1996: 8). Otro aspecto a valorar, para la presentación de la comprensión de la Arqueología, estriba en que el mundo que muestra y reconstruye, casi siempre, es un mundo rural, es decir el que corresponde a las sociedades cazadoras-recolectoras o agropecuarias. Esto choca con la transformación que ha sufrido la sociedad en los últimos años, pasando de una sociedad eminentemente rural a otra mayoritariamente urbana. Pero además, en el medio rural actual la influencia urbana es muy fuerte, porque sus gentes desarrollan una mentalidad urbana, ya que permanecen más tiempo en contacto con elementos urbanos, a través de la televisión, vídeo, internet, etc., que con los esencialmente rurales. Como consecuencia de esto, una gran parte de la población, sobre todo los más jóvenes, carecen de referencias e imágenes sobre el funcionamiento de las sociedades rurales: los modos de vida, las actividades artesanales, el utillaje y sus transformaciones, los sistemas de cultivo, el concepto de tiempo y espacio (Santacana, 1996:10). EL PASADO COMO EXPERIENCIA VIVIDA Elección de un yacimiento para su puesta en valor La elección de un yacimiento arqueológico para su acondicionamiento y puesta en valor no se debe contemplar únicamente desde la perspectiva de los monumentos, fáciles exponentes por sus características y valor artístico de atracción turística -la exigencia de monumentalidad de los sitios a visitar es consecuencia de la Arqueología Clásica del XIX y principios del XX-. Los yacimientos arqueológicos, por el contrario, sin desechar la monumentalidad y facilidad de comprensión, deben de ofrecer aspectos de la vida cotidiana y rural, ya que de otra manera estaríamos condicionando el conocimiento de amplias partes del patrimonio arqueológico al gran público (Reynaud, 1990: 37). En esta elección debe de atenderse también el impacto sobre el público y su rentabilidad (tanto cultural, como económica). Las bases de elección a su vez pueden ser cambiantes y políticas: a la monumentalidad se opone la muestra de una arqueología más cotidiana y rural (así no quedarían marginadas amplias partes del Patrimonio Arqueológico al gran público); a la facilidad de comprensión, la complejidad y la riqueza diacrónica de un sitio, lo que conlleva un mayor esfuerzo en el acondicionamiento para ayudar al visitante a cubrir su curiosidad y responder a sus preguntas. Cada vez se valoran más aspectos integradores, como facilidades de acceso y visita, o la relación del sitio elegido con la potenciación integral de una zona o región, en el desarrollo de una política de turismo cultural (Reynaud, 1990; Pearce, 1990; Brandt, 1992). Museos al aire libre y espacio vivido La dualidad esencial, que ahora se debate, por una parte pretender dar vida a la historia de manera amena y ajustarse por otra a la autenticidad y a los datos científicos, está presente ya desde los primeros museos al aire libre (Cleere, 1984; Pearce, 1990; Reynaud, 1990, Brandt, 1992; Darvill, 1995; Ruiz Zapatero, 1998). Estos museos son los antecedentes de los parques arqueológicos actuales. Estuvieron inicialmente influenciados por las Exposiciones Universales del siglo pasado, realizadas en París, en 1867 y 1878, donde varios países utilizaron la reconstrucción de casas tradicionales como continente o marco para difundir sus productos típicos. Destacaron los edificios de las colonias francesas y las colecciones etnológicas suecas, que fueron presentadas porArtur Hazelius creando interiores colmados de figuras con atuendos tradicionales, formando cuadros vivos de la vida popular, que le serviría de base para el montaje del primer museo al aire libre, el Skansen, presentado en 1890. También Holanda reprodujo la sala de una casa de la ciudad frisona de Hindeloopen, que fue contemplada con admiración por Bernhard Olsen, fundador después del museo danés de Lyngby, manifestando que a diferencia de lo que ocurría con la exposición sueca la experiencia aquí es vivida, "así que hube penetrado en la sala comprendí que era la forma de organizar un Museo Popular", ya que "la impresión de hallarse dentro de la sala era más importante que el problema de la autenticidad de la arquitectura" (Jong y Skougaard, 1992:153). Los primeros museos al aire libre pretendían preservar una identidad que se veía amenazada por una serie de profundos cambios, como consecuencia de la industrialización y urbanización, que provocó la emigración hacia las ciudades, la pérdida de las viejas tradiciones en el crisol de las grandes ciudades, la agresión contra la belleza del paisaje y posteriormente contra la arquitectura rural. Esta reacción conllevaba la idea de que las raíces de un pueblo están en la comunidad rural lo que condujo a relacionar las tradiciones rurales con la identidad nacional. Esta situación hizo brotar una serie de museos al aire libre en los países nórdicos, como el Skansen de Suecia (1891), el del Pueblo Noruego (1899, 1897), el danés de Lyngby (1901), el Arnhem de los Países Bajos (1912), el Beamish en Gran Bretaña; así como, en Finlandia y Norte de Alemania (Atkinson, 1987; Jong y Skougaard, 1992:154; Shafernich, 1994; Santacana, 1995:100). Este fenómeno no se produjo en el Mediterráneo o Sur de Europa. Probablemente en ello tuvo mucho que ver el peso, en esta zona, de la tradición histórica del mundo clásico greco-romano, con la que se vinculaba un pasado esplendoroso y monumental, muy diferente del medio rural preindustrial. Además, los materiales empleados en la construcción, piedra y barro, hacían los edificios menos transportables (Jong y Skougaard, 1992:155). Los cambios radicales ocurridos en España y Europa: la configuración de una España descentralizada, la Unión Europea, la Europa de las regiones, la inmigración de trabajadores extranjeros, son aspectos que han llevado a plantear de nuevo los problemas de identidad. Todo ello contemplado bajo una nueva valoración del Patrimonio Histórico, como bien de disfrute común y en la necesidad de entender el pasado en la dinámica de la interrelación grupo humano-medio. En este marco la puesta en valor de yacimientos arqueológicos tiene la finalidad general de defender, proteger y difundir el Patrimonio Arqueológico, poniéndolo a disposición de la sociedad para que lo disfrute (Pierdominici y Tibali, 1988; Querol, 1993; García y Caballero, 1993; Morales, 1999). Pero cada yacimiento debe valorar, inicialmente, sus características esenciales y a partir de este potencial desarrollar unos fines y objetivos específicos, que son los que le darán su peculiaridad y personalidad. Se pueden plantear diferentes objetivos: exhibir, impresionar y entusiasmar, intrigar, enseñar técnicas básicas, promover la acción, ilustrar un proceso, informar y estimular la toma de conciencia (Ruiz Zapatero, 1998). Generalmente, cada yacimiento o parque arqueológico contempla todas, in-terrelacionadas en mayor o menor medida de acuerdo con sus fines. No obstante, hay yacimientos o parques arqueológicos que están más concebidos para la contemplación, la información o la didáctica (¿cómo se hace?, ¿cómo funciona? o ¿qué significa?), aunque todas ellas puedan darse juntas (García y Caballero, 1993). Se debe contemplar qué se va a enseñar o transmitir y, también, "para quién" o "a quién", pudiendo coexistir distintos programas de comunicación. Así, la información para los visitantes, en general, es compatible con la práctica didáctica para grupos escolares y actividades experimentales, que intenta reproducir condiciones de vida y de trabajo, para grupos determinados (García y Caballero, 1993). NUMANCIA: HACIA UNA ACTUACIÓN INTEGRAL Este yacimiento, que mantuvo siempre un aspecto indígena rural frente a la monumentalidad más difundida, ofrece unas características idóneas para llevar a cabo un proyecto de puesta en valor (Jimeno et alii, 1990), ya que a la amplia difusión y conocimiento de su gesta histórica se une su situación cercana, solamente a 7 Km, a una capital de provincia como Soria y el paso de una carretera nacional como es la de Madrid a Logroño, con un acceso fácil, ya que la carretera asfaltada llega hasta el mismo yacimiento. Las excavaciones a lo largo del siglo XIX y, sobre todo, las de la Comisión de Excavaciones, desde 1906 a 1923, pusieron al descubierto el trazado de dos ciudades, una más antigua celtibérica y sobre ella otra posterior, de época romana, acomodada a la estructura de la anterior (VV.AA, 1912; Mélida y Taracena, 1924; Jimeno el alii, 1990). La amplia superficie excavada, unas seis hectáreas (algo más de la mitad de la ciudad) permite conocer el trazado urbanístico de ambas. La conservación de esta superficie tan extensa supuso a lo largo de los años un problema insuperable, ya acusado, desde un primer momento, por la Comisión de Excavaciones que, como comenta Mélida (1922:188), se vio obligada a cubrir con tierra los hondos huecos abiertos entre los muros romanos (se había levantado "el postizo romano" para descubrir la ciudad celtibérica), dejando sólo visible su parte superior "para evitar la destrucción completa de lo descubierto y conservarlo". Este problema de conservación conllevó a lo largo de los años el abandono progresivo de Numancia, provocando el desánimo y desolación de los numerosos visitantes que se acercaban a este simbólico yacimiento. Esta situación sensibilizó a los arqueólogos y a la Junta de Castilla y León, para poner en marcha, a partir de 1994, un Plan Director, que apoyado en la investigación arqueológica y la revisión de las excavaciones antiguas, ofreciera a los visitantes la contemplación de aquellas estructuras urbanas recuperables (Fernández y Val, 2000), que a través de un itinerario de visita, proporcionaran una comprensión de la ciudad. Este plan tienen como misión coordinar el conjunto de actuaciones (conservación, restauración, junto a las de investigación, didáctica, difusión e infraestructura general) a acometer en este yacimiento para dotarlo de la imagen, adecentamiento, conocimiento y proyección social. Es evidente que la revalorización de un yacimiento arqueológico pasa por sus posibilidades de presentación al público y de la infraestructura con que se le dote. Pero además, es conveniente contemplarlo en el marco de una política de potenciación general de su territorio, con las implicaciones económicas correspondientes en las poblaciones próximas (Garray y Soria) y la generación de infraestructura necesaria; pero también en un entorno más amplio al estar en la puerta de acceso a la zona del Valle, a los puertos de Piqueras y Oncala, y a la comarca de Tierras Altas, zonas de gran valor paisajístico, ecológico y paleontológico (ruta de las icnitas de dinosaurio, entre Soria y La Rioja). Atendiendo a estas consideraciones, se desarrolla la política de intervención que se está siguiendo en Numancia, tanto en los campos de la investigación y conservación como en el de la difusión. La investigación es la base de conocimiento esencial del yacimiento arqueológico, a la que se supeditan las demás actuaciones. La excavación arqueológica está enfocada, por un lado, a la solución de los problemas que tiene planteados Numancia, en el contexto del mundo celtíbero-romano y, por otro, al conocimiento e interpretación adecuada de las estructuras urbanas, contemplando la posibilidad de su conservación y reconstrucción para la presentación al público. La investigación se inició con la excavación de la necrópolis celtibérica de Numancia y de los sistemas de defensa; así como la revisión de las excavaciones antiguas. Esta actividad, a través de la Arqueología de Campo, con actuación directa sobre el yacimiento, a lo largo de los meses de julio y agosto, ofrece una ampliación del marco didáctico de la ciudad, posibilitando una perspectiva completa de la actividad arqueológica y de su proceso. Pero además la excavación de la necrópolis celtibérica ha aportado una información básica para la comprensión de la organización socio-económica de los númantinos, y la documentación de los diferentes recintos habitacionales nos permitirá conocer aspectos importantes de su evolución urbanística, lo que redundará en una mejor comprensión de Numancia y en unas mayores posibilidades para la didáctica y presentación al público. En el campo de la conservación y difusión se intervino inicialmente para el acondicionamiento de las zonas más significativas del yacimiento, en renovación permanente; en segundo lugar se puso en marcha un plan didáctico de visita de carácter informativo. En un primer momento, aprovechando la rehabilitación de las casas, construidas a principio de siglo para la familia del Guarda y para apoyo de los trabajos de la Comisión de Excavaciones Arqueológicas, que se encontraban en estado ruinoso, se acometieron una serie de actuaciones encaminadas a proporcionar una información básica a los visitantes. Estos llegaban atraídos por la historia del yacimiento y sacaban la nefasta impresión de que solamente se veían hierbas y algunos muros. Así la casa del Guarda (Lám. II) se destinó a recepción y a instalar una exposición permanente, que proporcionara una visión sobre la historia y evolución de la ciudad, desde las primeras ocupaciones prehistóricas hasta la época medieval. Está organizada en banda corrida con doce textos acompañados por dibujos, fotos, planos, esquemas y reconstrucciones. Como elemento esencial para la comprensión de los restos arqueológicos, se articula un itinerario de visita, ordenando y seleccionando doce puntos en la estructura urbana de la ciudad. La reducción de la visita a estos puntos vino condicionada por la imposibilidad económica y técnica que presenta el tratamiento, recuperación y mantenimiento de toda la superficie descubierta. Éstos doce puntos fueron reexcavados y limpiados y, posteriormente, cubiertos con una malla geotextil que aísla el suelo e impide que la vegetación altere las estructuras arqueológicas, todo ello oculto bajo una capa de grava, que facilita el drenaje y posibilita una mejor delimitación y visualización de las estructuras constructivas. En cada uno de estos puntos se instalaron paneles-atriles con un breve texto explicativo, dibujos de plantas, reconstrucción de las estructuras y casas, que ofrecen una información sobre los diferentes aspectos urbanísticos y constructivos. Para seguir este itinerario el visitante recibe en recepción un tríptico-guía con el plano de la ciudad, donde se relacionan los doce puntos a visitar, acompañados de dibujos y reconstrucciones, con una breve explicación de cada uno de ellos. Uno de estos puntos está dedicado a uno de los aspectos de mayor interés para los visitantes, como es la explicación y visualización espacial del cerco romano de Escipión, para lo que se cuenta con una mesa de cemento, instalada en 1976, con la posición y orientación topográfica de los campamentos, que están señalizados con hitos blancos para su visualización desde Numancia (Lám. III). El cerco escipiónico, así como los campamentos de La Atalaya de Renieblas (utilizados por los generales romanos anteriores a Escipión) es el vehículo importante para ofrecer una visión de Numancia integrada en su entorno paisajístico, por lo que se está acondicionando un itinerario o recorrido en torno a Numancia, que ofrezca al interesado la posibilidad de visitar y ampliar los conocimientos ambientales, naturales (mostrando los cambios del paisaje por la acción antrópica) y arqueológicos de la zona, sobre todo el recorrido y reconocimiento de la topografía de los siete campamentos del cerco escipiónico y el de La Atalaya. Con esta actuación se pretende también imbricar el Patrimonio Arqueológico con el Natural, lo que conlleva superar la mera contemplación de un sitio arqueológico como testigo mudo del pasado, para observarlo dentro de un marco espacial, lo que permite superar la mera visión estática por una perspectiva dinámica. Recientemente, la presentación inicial del yacimiento al público se realiza a través de un vídeo y CD ROM, con reconstrucciones en 3D y montaje cinematográfico con efectos especiales, que proporciona al visitante las claves necesarias sobre la historia de la ciudad y las características constructivas y una referencia básica para una mejor comprensión del itinerario de visita y del conjunto de la ciudad. El visitante puede seguir el itinerario a través de la información de los paneles, pero también tiene la opción de realizar una visita guiada acompañado por Guías-Arqueólogos, becados por la Fundación Duques de Soria, que muestran a los visitantes la ciudad y los introducen en la práctica de actividades de la vida cotidiana celtíbero-romana, a través de un proceso progresivo de información, documentación y participación activa del público en actividades de molienda o textiles. Para ello se han reproducido molinos y telares verticales, sobre los que se explica su funcionamiento y manejo, así como los productos que molían y con los que tejían. También el yacimiento dispone de un libro-guía, editado en colaboración con la Asociación de Amigos del Museo Numantino, que ofrece al visitante el marco necesario para poder entender no sólo los aspectos de la cultura material, sino el proceso histórico de la ciudad en el contexto del mundo celtibérico y romano. Otro plano de la difusión se realiza a través de la Escuela Arqueológica (en colaboración con la Universidad Alfonso VIII de la Diputación de Soria), dirigida a chicos de 9 a 13 años, a los que se ofrece, a lo largo de cuatro semanas, la posibilidad de seguir y participar en el proceso arqueológico. De forma práctica se les pone en contacto con la investigación arqueológica y con la realización de prácticas artesanales antiguas, como molienda, fabricación y cocido de pan, forja del hierro, actividad textil y elaboración de cerámica, como vehículo de aproximación a la forma de vida celtibérica. Este trabajo con los niños ha sido un medio importante para cambiar la idea, que la sociedad próxima al yacimiento tenía, justificadamente, de Numancia, como algo abandonado y en la que solamente se veían piedras y hierbas, ya que los niños han sido los mejores transmisores hacia los mayores de las posibilidades que ofrecía este yacimiento arqueo-lógico (Lám. IV). Reconstruir para comprender El itinerario establecido inicialmente está en constante renovación y mejora, procurando aportar con las sucesivas actuaciones una mejor comprensión de los diferentes puntos de visita, a lo que contribuyen las reconstrucciones realizadas en los dos últimos años. En este sentido, hay que tener en cuenta que los restos arqueológicos, descubiertos en las excavaciones de principios de siglo, correspondientes a viviendas y edificios, conservan únicamente algunas hiladas del arranque de sus paredes. Transmiten sólo una visión plana u horizontal, que dificulta su comprensión, al carecer de las referencias de altura y volumen y, por tanto, de espacio, que es el que aporta la verdadera dimensión para que la experiencia pueda ser vivida. Para comprender estos restos de casas era necesaria la reconstrucción de algunas, que sirviera de referencia para las demás. Por otro lado, la existencia de dos ciudades superpuestas ha permitido el levantamiento de dos casas, de distinta época, que facilitan la comprensión de dos espacios domésticos y el establecimiento entre ellos de semejanzas y diferencias. Estas reconstrucciones se han realizado a partir de la información arqueológica disponible, contrastada con otros yacimientos celtibéricos. A su vez, se han realizado análisis para conocer la composición y procedencia de los materiales empleados en la construcción (piedra, adobes, madera), complementados con la información recogida para la reconstrucción ambiental. Los problemas fundamentales en este tipo de reconstrucciones arqueológicas vienen dados por el desconocimiento de la solución de alturas, cubiertas y ventanas. Para solventarlos ha sido necesario, a partir de la información arqueológica, utilizar los recursos etnográficos y el asesoramiento de artesanos o gentes que han mantenido las técnicas tradicionales de construcción y que han trabajado en coordinación con los arqueólogos, experimentados en este tipo de reconstrucciones (Jimeno et alii, 2000). La casa de época celtibérica Las excavaciones de Schulten, realizadas en 1905, proporcionan la documentación más completa de una serie de casas celtibéricas de la ciudad antigua. Se han reconstruido dos de estas casas, que comparten medianería, aunque solamente una se ha acondicionado para la visita. Según la información y los dibujos de Schulten las casas son de planta rectangular, de 12 m de largo, divididas en tres estancias y pegada su pared posterior a una muralla, de 6 m de grosor. Pero los trabajos de limpieza e investigación, previos a la reconstrucción, permitieron conocer que las casas y la muralla quedaban separadas, ya que lo que el investigador alemán había interpretado como una potente muralla de 6 m correspondía en realidad a una pequeña acera, una estrecha calle de ronda y una muralla de 2 m de grosor. La base de las casas era de piedra, realizada con grandes cantos rodados, que forman parte del con-glomerado terciario que constituye la base del cerro, sentados por su cara plana, o bien, si están cortados y ligeramente labrados, dispuestos en dos filas por hilada y recibidos con barro, con espesores en torno a los 0,45 m. El recrecido de las paredes era de postes de madera y gruesos adobes de forma paralelepipédica. bien documentados en Numancia. Algunos adobes conservaban por la cara que estuvo dispuesta al interior una capa de enlucido de tierra y cal, como el que se ha utilizado para el recubrimiento de las paredes. La madera -vigas quemadas- más frecuente aparecida en las excavaciones es de pino y roble. En la reconstrucción se han empleado este tipo de maderas, trabajadas a mano y con azuela; así como enebro y chopo, cuya existencia conocemos por los análisis polínicos. Las cubiertas sabemos que eran vegetales, ya que no se ha encontrado un solo resto de teja. A esto hay que añadir la referencia de Estrabón, de que los iberos cubrían con ramaje sus casas. Atendiendo a esta información, la cubierta se ha reconstruido con gavillas de paja de centeno, sistema que todavía se utiliza, en algunos pueblos de la zona, para techar las majadas o encerraderos de ganado. Para esa tarea se ha contado con una persona que continúa realizando este tipo de cubiertas a la manera tradicional (Lám. VA). Las casas tenían un corral con un pequeño cobertizo para los animales y tres estancias, como vivienda. A la primera se accedía desde la calle y en ella se hallaban los molinos circulares de mano, para la molienda de bellotas y cereal, y el telar, para fabricar las prendas de vestir. A través de una trampilla abierta en el suelo se bajaba a la bodega o cueva. La habitación central con el hogar en el suelo era el centro de reunión familiar, donde se comía y dormía, reclinados en los bancos corridos, construidos contra la pared, o sobre una estera en el suelo. La despensa, situada al fondo, servía para guardar alimentos y los útiles agrícolas (Lám. V B). La cueva o bodega es uno de los departamentos típicos de la casa celtibérica, Cada casa tenía una, al menos. Están excavadas en el manto natural, ahondando en él 1,5 m ó 2. Son rectangulares o cuadradas y se utilizaron para guardar provisiones, pues al fondo y en los ángulos, o alineadas junto a las paredes, es donde se hallaron tinajas y vasijas de todo género. No obstante, algunas cuevas debieron tener otros usos no domésticos. El tramo de muralla celtibérica También se ha levantado un tramo de la muralla, de unos 30 m de largo, separada de las casas celtibéricas reconstruidas por una estrecha calle. Su anchura es de 2 m. Consta de una base de piedra con relleno central hasta 3,5 m de altura, para rematar en un parapeto de adobe de 40 cm de ancho, por 1,5 m de altura, reforzado con postes de madera, que deja un pasillo de ronda (Lám. VI). Esta reconstrucción del cierre defensivo, como elemento delimitador de la ciudad, ofrece a los visitantes una referencia básica para comprender los límites del espacio urbano. La vista desde la altura de la muralla proporciona una perspectiva nueva, pudiendo contemplar sus características defensivas y su control del espacio, así como la perspectiva del yacimiento y su trazado urbano. La casa de época romana La Comisión de Excavaciones encontró enormes dificultades para diferenciar, dentro de las manzanas, dónde acababa una vivienda y empezaba otra, pues los espesores de los muros no eran siempre determinantes, ni tampoco la disposición de las diferentes partes de la vivienda. No obstante, consiguió interpretar adecuadamente algunas, de las cuales se ha seleccionado una de la manzana cinco. Se trata de una de las casas más frecuentes, que mantiene muchas de las características constructivas anteriores, como las paredes de piedra, apenas sin trabajar. Estaban realizadas con sillarejos desigualmente labrados, recibidos con barro y dispuestos en dos hiladas o caras en los muros más gruesos, de unos 60 a 70 cm de espesor; siendo sencilla en los más débiles, que miden 30 ó 40 cm. Las excavaciones solamente han documentado tejas romanas, en zonas parciales, como en el barrio sur y algún edificio de corte romano. Por lo general, las casas, realizadas en piedra, estaban cubiertas, como en la ciudad celtibérica, con techumbres vegetales, pero se conoce el empleo de lajas de piedra para pequeñas construcciones adjuntas, como el horno de pan (Lám. VII A). También se han documentado algunos espacios empedrados utilizados para cuadras o patios, pero los pavimentos más generalizados son de tierra apisonada. Los enlucidos más frecuentes son de tierra y cal, aunque se conocen trozos pintados de color rojo, característico de la decoración clásica, y aún de otros colores y con adornos. La casa reconstruida conserva el umbral de la entrada desde la calle, con los huecos de los quicios para el ajuste de una puerta de doble hoja, que daba acceso a un patio abierto, en el que se aprecian los restos de un supuesto depósito de agua y la estructura semicircular del horno de pan. Desde aquí, a través de un pequeño vestíbulo, destinado a tareas de molienda y tejido, se pasa a la cocina con mesa, bancos corridos, hogar elevado y boca del horno de pan. A ella se abre una pequeña habitación ciega o alcoba, con su cama para dormir. A su vez, el vestíbulo permite el acceso a otra habitación dormitorio y desde ésta se pasa a la cuadra-granero, donde se guardaban los aperos agrícolas, que comunica con pequeño corral exterior para los animales (Lám. VII B). Implicación de la sociedad: actuaciones en Garray (Soria) Uno de los problemas que desde el Plan Director se acusó, en los primeros momentos de su puesta en funcionamiento, era la nula implicación que Numancia tenía en su entorno social inmediato. Esta implicación se ha plasmado ya en la realización de un Aula Arqueológica en el pueblo de Garray, dedicada al tema monográfico del Cerco de Numancia, promovida por el Ayuntamiento, con la ayuda de Proynerso y la colaboración de la Junta de Castilla y León y Patronato de Turismo de Soria. El Aula Arqueológica Dos Culturas enfrentadas El Aula Arqueológica está instalada en las antiguas escuelas de Garray, que de esta manera mantienen su capacidad de enseñar una parte singular del legado histórico (Lám. VIII superior). El Aula consta de dos salas en las que se han recreado las dos culturas o mundos enfrentados: el numantino o celtibérico, que ocupa la primera, y el romano, instalado en la segunda. Ambos aparecen separados simbólicamente por la recreación de la muralla (vallum) del Cerco Romano, que es necesario atravesar para pasar de un espacio a otro. Sala Celtibérica Esta Sala, que recrea el mundo militar y funerario, está presidida por el ejército numantino, que dejando atrás la muralla de la ciudad se dirige al asalto del Cerco. La maqueta, que ocupa el centro de la sala, y los diferentes paneles permiten conocer las características topográficas de Numancia y del Cerco Romano, así como la manera de hacer la guerra y su importancia en el mundo celtibérico. Finalmente, a través de la muralla se puede penetrar en el ritual funerario del guerrero celtibérico. Antes de atravesar la muralla de estacada de madera, que simboliza el Cerco Romano, un guerrero numantino ofrece sus armas como ayuda para pasar al otro lado (Lám. VIII inferior). Sala Romana Esta Sala, que recrea el mundo militar de la época, está presidida por una gran escena que simula al ejercito romano defendiendo el Cerco, que deja atrás un campamento, simbolizado en la reconstrucción de un barracón de legionario, al que se puede entrar y saludar a su ocupante, para ver su vestido y armamento. Los paneles explicativos amplían esta información sobre la milicia romana. La maqueta del centro de la Sala reproduce en detalle los aspectos más destacados de uno de los campamentos romanos del Cerco y un video aporta la información necesaria para conocer las características de las legiones romanas y sus movimientos tácticos. Un panel final explica la leyenda y realidad de la cuida de Numancia después de veinte años de en-frentamiento y once meses de asedio, que la convirtieron en mito y símbolo de la lucha de un pueblo por su libertad Escenificación popular La inauguración del Aula Arqueológica, en julio de 1999, y la participación del grupo de legionarios romanos L"g/0 IV Macedónica supuso un acicate para que los habitantes de Garray decidieran vestirse de celtíberos y tuviera lugar, en el yacimiento de Numancia, la primera representación, un tanto espontánea, de un episodio de las Guerras Numantinas, que tuvo gran éxito al convocar a más de 1500 personas. Esta participación del pueblo, unos 200 actores, se ha repetido por segundo año, contando con una mejor infraestructura, tanto en el ámbito de dirección escénica (a cargo de la Productora El Mirón), como de espacio y graderío para la disposición del público, superándose todas las previsiones, ya que han asistido más de 2 000 personas con gran acogida en los medios de comunicación. Esta repre-sentación que se consolidará en los años sucesivos, además de constituir un marco de integración del pueblo con su historia vivida, es previsible que se convierta en un elemento importante de la proyección de la historia de Numancia y del mundo celtibérico. VALORACIÓN Y CONSIDERACIONES FINALES Este Plan Arqueológico iniciado en Numancia a partir de 1994 cuenta ya con estudios de impacto de público (Zurinaga, 1999) y encuestas oficiales realizadas por la Junta de Castilla y León (están pendientes de la entrega definitiva) que nos permiten adelantar una valoración e incidencia de las actuaciones realizadas en el yacimiento, que en el año 1999 ha recibido a 50 871 visitantes (Fig. 3 A). El estudio de público se planteó para conocer el perfil del visitante de Numancia, la valoración que éste hacía del yacimiento, la motivación de la visita, la capacidad de conocimiento y la aprehensión de lo visitado, así como su rentabilidad social y económica (Zurinaga, 1999:209). Este trabajo se realizó en los dos primeros años de funcionamiento del Plan Director, 1994 y 1995. Se acusa, a partir de 1993, un incremento lento pero progresivo de visitantes, coincidiendo con el impacto que tuvo en los medios de difusión el descubrimiento de la necrópolis celtibérica, el inicio de las primeras actuaciones en el yacimiento y la disponibilidad de Guías-Arqueólogos; todo ello unido al incremento que se empezaba a acusar en ese momento del turismo interior y del turismo cultural (Zurinaga, 1999:211) . La incidencia de visitantes muestra de forma genérica a lo largo de visita de las reconstrucciones de las casas (las encuestas valoran muy positivamente este tipo de actuación) y el inicio de las representaciones escénicas de las Guerras Numantinas. El visitante de Numancia -ubicada en un foco secundario de turismo como es la provincia de So-ria- es tanto turista de tipo residencial y sedentario, que acude cíclicamente a Soria en periodo vaca-cional por lazos familiares u opciones personales, como de tipo itinerante o de hotel que conlleva desplazamientos continuados, siendo una de las escalas Soria junto con Numancia. Los focos de origen más frecuentes son además de Soria, Madrid, Cataluña y País Vasco, es decir flujos centro y norte-noreste, respondiendo a su ubicación geográfica y a las zonas mejor comunicadas con Soria y Numancia, beneficiándose de la proximidad a Soria y del paso por Garray de la N-111, que pone en comunicación el centro con el norte peninsular (La Rioja, Navarra y País Vasco) (Zurinaga, 1999: 215). Hay que tener en cuenta que el turismo satisface en la sociedad actual algunas de las mayores as-piraciones del estado de bienestar, como es el tiempo de ocio (vacaciones, jubilación, fin de semana, etc.). Este interés creciente por el Patrimonio Histórico y Arqueológico puede y debe de ser encauzado hacia la rentabilidad económica y/o social (Criado y González, 1993; Pardo, 1993; González, 1996). Pero si queremos que nuestro rico Patrimonio Cultural pueda ser valorado adecuadamente y ofrezca una rentabilidad social y/o económica, es necesario elaborar el producto; es decir, invertir en su acondicionamiento para que pueda ser luego demandado. Pero para que este producto atractivo sea además rentable, son necesarios otros dos factores: que éste sea bueno y que tenga una adecuada gestión (Pardo, 1993). De acuerdo con estas orientaciones se están enfocando las actuaciones en Numancia, ofreciendo en los últimos años una oferta mejor presentada (más entendible) y más diversificada, que llegue a un número más amplio y variado de personas, ya que la atracción que representa la visita al propio yacimiento (con las estructuras reconstruidas y el vídeo en 3D), se ha visto enriquecida por el acceso al Aula Arqueológica de Garray, dedicada monográficamente al Cerco de Numancia. A su vez, a los niños de 9 a 14 años se les ofrece la participación en la Escuela Arqueológica de Numancia, a la que asisten 400 alumnos (meses de julio y agosto). A esta oferta hay que añadir la posibilidad de recrear y vivir la propia historia a través de la participación con el pueblo de Garray en las representaciones de las Guerras Numantinas, con la actuación de 200 personas y la asistencia de más de 2 000 espectadores, en el último año. A los especialistas e interesados en el mundo celta y celtíbero están destinados los Cursos de la Fundación Duques de Soria sobre Numancia, a los que han asistido más de 100 alumnos, con la participación de más de 30 profesores españoles y extranjeros. Numancia además es un gran centro de actividad arqueológica y de formación de alumnos en la práctica arqueológica, a través de la incorporación de unos 60 alumnos a los trabajos de excavación, que se realizan anualmente. Este conjunto de actuaciones conlleva la implicación laboral para unas 25 personas de forma fija o temporal, realizando trabajos de vigilantes (3 permanentes y 2 de apoyo en Numancia y 1 permanente en el Aula), de guías (1 permanente y 3 temporales), de artesanos y profesores de la Escuela Arqueológica (3 profesores y 4 artesanos temporales). A estos empleos hay que añadir los implicados en las empresas que trabajan en Numancia para su mantenimiento, a cargo de Arquetipo, y Areco que ha reconstruido las casas y acondicionado el itinerario, que suponen empleo temporal para otras 7 personas. Debe contarse también con el aporte que los visitantes de Numancia representan para los tres restaurantes y hostales que funcionan en Garray. Numancia empieza a ser un pequeño embrión de desarrollo en su entorno inmediato, lo que tiene una mayor importancia en una zona marginal como es la provincia de Soria, cuyas posibilidades de desarrollo, dadas sus características, están vinculadas a la oferta de su territorio como lugar de esparcimiento. Todo ello en la dinámica del ocio cultural, en la que deben de jugar un papel predominante de forma integrada su riqueza histórica (en la que interviene de modo importante el patrimonio arqueológico) y natural-paisajística unida a los demás recursos. Por tanto, la puesta en valor de los yacimientos arqueológicos requiere una buena elaboración. Para ello no basta sólo el esfuerzo que la Administración Autonómica (es la que realiza la mayor aportación),la Diputación Provincial, a través del Patronato de Turismo, y el Ayuntamiento de Garray están realizando en los últimos años, muchas veces con ayuda de fondos europeos (en el caso de Numancia, a través de Proynerso) o la Fundación Duques de Soria. Cada vez es más necesaria la implicación decidida de la iniciativa privada que, en el caso de Numancia, se ha iniciado tímidamente con la participación de empresas como Renault o la inmobiliaria soriana Hercesa y en ocasiones de Caja Duero y Caja Rural. Pero esto es sólo un punto de arranque para desarrollar iniciativas de cara al futuro, buscando una gestión ágil y dinámica que sepa aprovechar adecuadamente las posibilidades que ofrece este yacimiento para generar los fondos ne-cesarios que reviertan en su conservación, mejora constante y renovación de conocimientos a través de la investigación, acorde con lo que demanda la sociedad. BIBLIOGRAFÍA ÁLVAREZ SANCHÍS, J.; HERNÁNDEZ, D.; MARTÍN, M.mD. (1995): "Prehistoria e Historia Antigua en la enseñanza secundaria. Tradición e innovación en los textos escolares". IBER. Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia, 6: 31-38. APRAE, R. de (1963): "El cuadro de Alejo Vera". Celtiberia, 26: 240-242. ARRAS, J.E. (1986): Los orígenes del fenómeno de la pintura de historia del siglo XX en España. Academia, 62, Madrid. ATKINSON, E (1987): "El Museo al Aire Libre de Beamish". Museum, 155: 132-138. AYARZAGÜENA, M. (1993): "LaArqueología Prehistórica y Protohistórica Española en el siglo XIX". Espacio, Tiempo y Forma. Prehistoria y Arqueología, 6: 399-412. BALLART, J. (1997): El Patrimonio Histórico y Arqueológico: valor y uso. Ed. Ariel. Barcelona. BRANDT, R. W. (1992): "How to present an archeological site to the public". EnArchaeological Sites in Europe: con-servation, maintenance and enhancement. Council of Europe. Estrasburgo. CEAN BERMÚDEZ, J.A. (1832): Sumario de las Antigüedades Romanas que hay en España. Imprenta de D. Miguel de Burgos. Madrid. CLEERE, H.F. (1984): "World cultural resource Management: problems and perspectives". En H.F. Cleere (ed.): Approaches to theArchaeologicalHeriíage. Cambridge University Press. Cambridge: 125-131. - (1995): "Cultural Landcapes as World Heritage". En Conservation andManagement ofArcheology. English Heritage. Londres: 63-68. CORTÉS Y LÓPEZ, N.T. (1836): Diccionario Geográfico-His-tórico de la España Antigua, III. Imprenta Real. Madrid. CRACKNELL, S.; CORBISHLEY, M. (1986): Presenting Ar-chaeology toYoung People. CBA Research Report, 64. Councí 1 for BritishArchaeology. Cambridge. CRIADO, F. (1993): "Límites y posibilidades de la Arqueología del Paisaje". SPAL, 2: 9-55. - (1996): "Hacia un modelo integrado de investigación y gestión del Patrimonio Histórico: la cadena interpretativa como propuesta". Boletín del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, 16: 73-78. CRIADO, F. y GONZÁLEZ, M. (1993): "La socialización del Patrimonio Arqueológico desde la perspectiva de laAr-queología del Paisaje". Actas del XXII Congreso Nacional de Arqueología (Vigo 1993): 51-57. Vigo. DARVILL, T. (1995): "Valué systems in Archaeology". En A. Cooper, A. Firth, J. Carinan y D. Whaetley (eds.): ManagingArchaeology. Ed. Routledge. Londres: 40-47. DÍAZ ANDREU, M. (1993): "The Past and the Present: the Search for Roots in Cultural Nationalism. The Spa-nish Case". En J.G. Beramendi, R. Máiz y X.M. Núñez (coord.): Nationalism in Europe: Past and Present, 1. Servicio de Publicaciones de la Universidade de Santiago. Santiago de Compostela: 199-218. DÍEZ, J.L. (ed.) (1993): La pintura de historia deis. XIXen España. Catálogo de la Exposición. Museo del Prado. Madrid. EMERY, A. (1987): "The Presentaron of Monuments to the Public". Resource Archaeology - What'sNext: 53-58. ERRO, J.B. (1806): Alfabeto de la Lengua Primitiva de España y explicación de sus más antiguos monumentos, inscripciones y medallas. Imp. Ri pul les. Madrid. FERNANDEZ, J.J. y VAL, J. del (2000): "Propuesta para la divulgación del Patrimonio: la adecuación de los yacimientos y las denominadas aulas arqueológicas en Castilla y León, ejemplos de la provincia de Soria". Soria Arqueológica, 2: 319-342. GARCÍA, A. y CABALLERO, L. (1993): "La comunicación del parque arqueológico". Seminario de Parques Arqueológicos. Ministerio de Cultura. Madrid: 234-268. GONZÁLEZ, M. (1996): "El ocio y el reciclado; la conversión del vestigio arqueológico en producto de consumo". Boletín del Instituto Andaluz, de Patrimonio Histórico, 14: 24-27. GREFFE, X. (1990): La Valeur Economique du Patrimoine. La demande et I 'offre de monuments. Ed. Anthropos. París. IBER, EQUIPO DIRECTIVO (1994): "El Patrimonio Histérico-Artístico, una nueva dimensión curricular"./B£7f. Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia, 2: 4-6. HERNÁNDEZ, F. (1994): Manual de Museología. Ed. Síntesis. Madrid. JIMENO, A. (1999): "Arqueología y ocio cultural: Numan- cia". Arqueoweb. Revista sobre Arqueología en Internet, l(http: //www. ucm.es/info/arqueoweb). JIMENO, A.; FERNÁNDEZ, J.J. y REVILLA, M.A. (1990): Nu-mancia. Guía del Yacimiento. Asociación de Amigos del Museo Numantino. Soria. JIMENO, A.; SANZ, A. y BENITO, J.P. (2000): "Numancia: reconstruir para entender". Revista de Arqueología, 233: 6-9. JONG, A. y SKOUGAARD, M. (1992): "Los primeros museos al aire libre. La tradición de los museos de tradiciones". Museum, 175, XLIV, 3: 151-157. LOPERRÁEZ, J. (1788): Descripción Histórica del Obispado de Osma, con tres disertaciones sobre los sitios de Numancia, Uxama y Clunia. Imprenta Real. Madrid. MÉLIDA, J.R. (1922): Excursión a Numancia pasando por Soria. Ed. Ruiz Hermanos. Madrid. MÉLIDA, J.R. yTARACENA, B. (1924): Ruinas de Numancia. Memoria descriptiva. Memoria de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, 61, Madrid. MINISSI, F. y RANELLUCI, S. (1992): Museografía. Ed. Bon-signori, Roma. MORALES, J. (1998): Guía práctica para la interpretación del Patrimonio. El arte de aceptar el legado natural y cultural al público visitante. Junta de Andalucía. Madrid. NILSSON, B. (1988): "Los museos de historia cultural y la ecología humana: una integración necesaria". Museum, 160: 213-216. ORTEGO, T. (1967): Numancia: guía breve histórico-ar-queológica. Guías de Conjuntos Arqueológicos de la Dirección General de Bellas Artes. Graneas Sorianas. Soria. PARDO, J. (1993): "L'arqueolog, entre l'aministració i la gestió". Jornades sobre la situado profesional deis l'arqueólogs. Museu Arqueológic de Barcelona. Barcelona: 2-14. PEARCE, S. (1990): ArchaeologicalCuratorship, XVI. Lei-cester Museum, Studies Series._Leicester. PÉREZ RIOJA, J.A. (1959): "Soria en la Guerra de la Independencia". Celtiberia, 17: 37-65. PÉREZ ROMERO, E. (1994): "La ciudad inmóvil". En C. Ál-varez (coord.): Soria entre dos siglos. Archivo Histórico Provincial de Soria. Soria: 29-38. PIERDOMINICI, M.C. yTIBALI, M. (1988): "II ParcoArchaeo-logico: Analisi di una problemática". Bolletino D 'Arte, 35-36: 135-1551. QUEROL, M.A. (1993): "Filosofía y Concepto de Parque Arqueológico". Seminario de Parques Arqueológicos. Ministerio de Cultura. Madrid: 13-21. QUESADA, F. (1994): "La imagen del Héroe. Los antiguos iberos en la plástica española del s. XIX". Revista de Arqueología, 162: 37-47. RABAL, N. (1889): Soria. España sus Monumentos y Arte -su Naturaleza e Historia. Ed. Daniel Cortezo. Barcelona. REYERO, C. (1987): Imagen histórica de España (1850-1900). Espasa Calpe. Madrid. (1989): La pintura histórica en España: esplendor de un género en el siglo XIX. Cuadernos de Arte Cátedra, 26. Madrid. REYNAUD, J.F. (1990): "Mise en valeur des sites arquéo-logiques". Les Nouvelles de l'Archéologie, 41:47-52. RUÉ ZAPATERO, G. (1997): "Héroes de piedra en papel: La Prehistoria en el cómic". Compluíum, 8: 285-310. (1998): "Fragmentos del pasado: la presentación de sitios arqueológicos y la función social de la Arqueología". En P. González Mareen (ed.): Actes del II Semi-nari d'Arqueología i Ensenyament (Bellaterra, 1998). Treballs d'Arqueología, 5: 7-34. RUÉ ZAPATERO, G. y ÁLVAREZ, J. (1995): "Prehistory, Story-Telling, and illustrations: The Spanish past in School Textbooks (1880-1994)". Journal ofthe European Archaeology, 3:213-232. RUÉ ZAPATERO, G. y ÁLVAREZ, J (1997): "La prehistoria enseñada en los manuales escolares españoles". Complu-tum, 8: 265-284. SAAVEDRA, E. (1877): "Excavaciones hechas en el cerro de Garray, donde se cree que estuvo situada Numancia". Boletín de la Real Academia de la Historia, I, Madrid: 55-58. SANTACANA, J. (1995): "Los parques arqueológicos en Europa. Noticia de unos espacios didácticos desco-nocidos hasta ahora en España". IBER. Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia, 3: 100-112. - (1996): "Interrelació entre docencia i investigado enAr-queologia". En Arqueología i Ensenyament Treballs d'Arqueología, 4: 8-37. SHAFERNICH, S.M. (1994): "Open-air museums in Denmark and Sweden: a critica! review". Management and Cu-ratorship, 13(1): 9-37. SCHOUTEN, F. (1987): "La función educativa del museo: un desafío permanente". Museum, 156: 240-243. TORRE, J.I. de la (1998): "Numancia: usos y abusos de la tradición historiográfíca". Compluíum, 9: 193-212. W.AA. (1912): Excavaciones de Numancia. Memoriade las Excavaciones presentada al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes por la Comisión Ejecutiva de las Excavaciones de Numancia. Imprenta José Blass. Madrid. W.AA. (1996): "Revivre le passé gráce á l'archéologie". Dossiers d'Archaeologie, 216. ZURINAGA, S. (1999): "LaArqueología al servicio del turismo cultural: Numancia y el público". Nvmantia, Arqueología en Castilla y León, 7: 207-217.
obra
Es obligado en la arquitectura celtibérica referirse a Numancia. La ciudad comprendía un perímetro entre 20-24 hectáreas, rodeado de una muralla de piedra de sección trapezoidal. La trama urbana de este espacio oval se organiza en retícula con dos largas calles paralelas recorriendo el eje principal y otras once calles cruzando a éstas, sin olvidar la que las circunda junto a la muralla. Así, queda establecida una retícula de cierta uniformidad ocupada por manzanas de casas. Aunque las viviendas o aceras que hoy observamos son de época romana, el trazado celtibérico coincidió aproximadamente con éste, salvo alguna rectificación, lo que prueba el excelente conocimiento que los celtíberos tenían de los sistemas de planeamiento griegos y romanos a principios del siglo II a. C.
contexto
Por José Ignacio de la Torre Echávarri Universidad Complutense de Madrid. 1.- INTRODUCCIÓN En la historia de la humanidad, desde antaño se han admirado las hazañas de los pequeños pueblos que han presentado oposición y resistencia a los grandes imperios, máxime si lo hacían mediante hechos de armas en defensa de su libertad. En España, Numancia ha jugado en éste sentido un papel destacado en nuestra historia, ocupando una posición privilegiada desde la antigüedad hasta nuestros días. Numancia ha sido siempre algo más que una ciudad celtibérica, y el mito que nació tras su destrucción en el 133 a.C. lo hizo siguiendo ya entonces un camino diferente del que pudiéramos considerar como puramente histórico - si consideramos la historia como opuesta a la interpretación mítica -, ya que fueron las primeras noticias trasmitidas por los autores clásicos sobre su resistencia y destrucción quienes comenzaron la creación de una visión deformada de los acontecimientos. De esta forma, los tres elementos que van a conformar el mito - el hecho histórico, el símbolo que representa y por último el yacimiento arqueológico -, siguieron caminos diferentes y en ocasiones opuestos, configurando así una imagen desnaturalizada de Numancia. Por ello el contenido de la Historia de Numancia ha sido casi siempre selectivo, pretendiendo que el símbolo sobrepasase al hecho histórico en la memoria colectiva. Así, se tenderá a magnificar la gesta en favor de determinados intereses ideológicos, políticos y sociales, llegando a convertir a Numancia en un símbolo nacional y transformando su nombre en un mito fundido "en el crisol de las leyendas". Por eso no es de extrañar que la lucha militar de Numancia haya venido empleándose durante los últimos dos milenios como si su intención hubiese ido más allá de la defensa de su propia independencia ante la romanización, siendo también necesaria para defender a la cristiandad durante la reconquista leonesa y castellana; para consolidar históricamente el Imperio de Felipe II desde el corazón de Castilla; como símbolo de la nación vascongada; ó como historia patriótica que inspiró los nobles ideales románticos de unidad nacional, de resistencia y de abnegada lucha por la libertad para salvar a España de la invasión napoleónica. Será a partir del siglo XIX, durante el auge de los movimientos románticos, cuando se comience a construir una imagen de los orígenes de la nación española y una toma de conciencia colectiva de la nacionalidad, que van a llevar a buscar en los hechos pasados las raíces históricas sobre las que se asiente la identidad nacional del emergente nacionalismo liberal español. De esta forma figuras como Numancia van a servir para rastrear la "esencia" española en el "inicio de los tiempos históricos", y van a significar su uso político por las ideologías españolas más variadas en los dos últimos siglos, siendo empleada para despertar el apoyo de los isabelinos durante las guerras carlistas, por el nacionalismo liberal romántico y posteriormente por Restauracionistas, Tradicionalistas, Regeneracionistas, Monárquicos, Republicanos y Franquistas. 2.- PRIMEROS ENSAYOS HISTORIOGRÁFICOS A lo largo de la historia se han producido desajustes entre la realidad histórica y arqueológica de Numancia y su simbología, pues hubo momentos en los que su gloria y grandeza quedaron olvidadas, dependiendo de las circunstancias de los diferentes periodos históricos. La primera ocasión en la que esto sucede es como consecuencia de la crisis que sufrió el mundo romano con la entrada de los godos en la Península Ibérica en el siglo V d.C., así como por la posterior inestabilidad y el vacío institucional provocados por la invasión musulmana en el s. VIII, que tendrán como resultado el olvido de Numancia, ya que la última referencia histórica que tenemos es la que en el siglo VII proporciona el Anónimo de Rávena, situándola, al igual que en el siglo III d.C. el Itinerario de Antonino, en la vía 27 que unía Uxama y Augustóbriga. Durante el periodo de la reconquista y repoblación llevada a cabo por los reinos cristianos leonés y castellano, se rescatará el recuerdo de su gesta pero se trasladará a un emplazamiento diferente y distante del original, esto es a Zamora. El leonés será el primer intento de emplear a Numancia desde un punto de vista nacionalista, llevándola incluso a hacerla cambiar de emplazamiento para que ocupase el suelo en que más tarde iba a ser reedificada Zamora y justificar con ello el cambio de capitalidad del reino, argumentando conceptos históricos y religiosos que hicieron que su "nueva ubicación" fuese respetada durante siete largos siglos. Esta situación se vio favorecida y alentada, como denunciará posteriormente Eduardo Saavedra (1890), por el interés que tenía el Ayuntamiento de Zamora, que "más empeñado cada vez en ser heredero de la numantina gloria, alentaba con premios todo trabajo dirigido, no a averiguar la verdad, sino a demostrar que no había otra fuera de la que a su pueril vanidad cuadraba, y de ahí que se hayan escritos tantos y tantos tomos,..." , como fue el caso de Sandoval (1615), Valcárcel (1647) o Agustín de Rojas también en el siglo XVII. En el Renacimiento, una vez expulsados los árabes de España y dando por concluida la reconquista, se vuelve a ubicar Numancia en su primigenio y correcto emplazamiento. Será Antonio de Nebrija en 1499 el primero que vuelva a situar a Numancia, como así lo indicara Plinio, cerca de la fuente del Duero, al igual que lo hará el canónigo de la catedral de Zamora Florián de Ocampó (1543). Aún así, también habrá quién pretenda enclavarla durante el siglo XVI en la misma Soria como es el caso de los humanistas sorianos Pedro de Rúa, López de Gómara y Mosquera de Barnuevo. No será hasta mediados del siglo XVI cuando se venga a romper con la tradición historiográfica medieval acerca del emplazamiento de Numancia en Zamora, y podemos apreciar en el reinado de Felipe II (1556-1598) uno de los puntos álgidos en el empleo del símbolo de Numancia coincidiendo con el momento de esplendor que está viviendo el Imperio español. A partir de éste instante comienzan a florecer toda una serie de crónicas, libros de viajeros y obras literarias que rescatan el tema de Numancia como base ideológica que justifica el imperialismo de Felipe II, ubicándola en su correcto emplazamiento sobre el cerro de la Muela de Garray. En éste sentido, la tragedia de Cervantes La destrucción de Numancia (1582) será la obra más importante, no sólo del Siglo de Oro español, sino de las realizadas sobre tema numantino, acentuándose a partir de ese momento el contenido simbólico e ideológico que desempeña la ciudad, a la vez que se realza su interés universal por el gran número de reediciones y traducciones que va a tener la obra. Además supondrá un punto de inflexión en la idea que se tenía de Numancia, ya que a partir de ahora, cuando se haga necesario expresar ideales de resistencia a ultranza ante el enemigo, o bien los sueños de libertad del pueblo, se hará a partir de la representación de la tragedia cervantina. Sin embargo, habrá autores que seguirán sosteniendo hasta la posterior época ilustrada que Numancia se encontraba situada en Zamora, propiciando el empleo de un símbolo separado de su realidad y de la correcta ubicación histórica, pese a que, como ya apuntamos, desde los siglos XV y XVI se habían descrito sus ruinas en Garray, e incluso Lipsio a mediados del siglo XVI había realizado un grabado de las ruinas de Numancia y el cerco que estableció Escipión en torno a la ciudad. A partir de la Ilustración hay autores que pretenden buscar las primeras explicaciones científicas al cambio de ubicación de Numancia, tratando de zanjar la problemática historiográfica. Estos son los casos del Padre Flórez (1751), fray Francisco Méndez (1766) y Loperráez (1788), siendo éste el primero que advierta sobre la necesidad de realizar excavaciones para corroborar la verdad y desmentir a aquellos que la situaban en Zamora, adjuntando el primer croquis topográfico de Numancia (Loperráez 1788: 288). 3.- NUMANCIA COMO SÍMBOLO DEL NACIONALISMO ROMÁNTICO El XIX es el siglo de los nacionalismos románticos basados en la exaltación de una serie de sentimientos de identidad que van a definir a cada nación, vinculando las motivaciones políticas predominantes en la época con la evocación del pasado histórico legendario de los diferentes pueblos, creándose unos lazos de unión entre presente y pasado y la búsqueda de unas señas de identidad nacional y de un pasado común que justifique el nacionalismo político, con el fin de encontrar en la antigüedad los hechos heroicos que acontecieron a nuestros antepasados y que acunaron la gloria de la nación. El mejor vehículo para evocar y reafirmar este pensamiento se va a encontrar en las representaciones artísticas decimonónicas. Desde mediados del siglo XVIII había comenzado a cobrar importancia la pintura histórica para ilustrar y enseñar a la sociedad ciertos sentimientos e ideales a través de la representación de temas extraídos de la historia antigua de España, llevando a cabo una "relectura ideológica del pasado" (Reyero 1989) que alcanzará su mayor aceptación y difusión en la época romántica, actuando como vehículo de expresión de las ideas románticas y nacionalistas con una clara finalidad didáctica que está vinculada en nuestro país al sistema de enseñanza que imparte la Academia de Bellas Artes de San Fernando (Ibid.), la cual elegirá temas artísticos de la historia antigua, en muchas ocasiones extraídos de la obras del Padre Mariana o de Florián de Ocampo, tales como la guerra saguntina, Viriato ó Numancia. En este sentido, la Academia solicitó, el 22 de diciembre de 1754, para la "prueba de repente" en el concurso de Escultura de Primera Clase la realización de la obra "Scipion acompañado de dos soldados admirando á vista de la hoguera en que se abrasaron los Numantinos" (Henares 1977: 212). Y poco después, el 28 de agosto de 1760, se pidió como asunto para los mismo premios la "Humillación de Mancino ante Numancia" (Ibid.: 219), tema que volverá a ser propuesto por la Academia para sus Premios de pintura el 13 de julio de 1796 (Ibid.: 235). Pocos años después, el 24 de Julio de 1802 (Ibid.: 237) la Academia de San Fernando propondrá como tema a representar por los alumnos para los premios de pintura de Primera Clase, El final de Numancia. Será ésta la primera vez que aparezca el asunto del último día de Numancia y de su destrucción, concurso en que presentó Juan Antonio de Ribera su cuadro la Destrucción de Numancia. En 1803 se realizaron las primeras excavaciones en Numancia, al auspicio de la Sociedad Económica de Amigos del País de Soria dirigidas por el filólogo vasco Juan Bautista Erro. Por esta época comenzaba a tomar cuerpo la teoría vascoiberista que pretendía explicar el origen del pueblo y de la lengua vasca desde el punto de vista filológico y antropológico, marco en el que Erro analizó las inscripciones y signos aparecidos en las vasijas numantinas. La hipótesis tradicional pensaba que los vascos representaban un vestigio de los antiguos iberos desde el punto de vista filológico y antropológico, y así Salvador Sampere y Miquel concluía que "... los vascos eran una familia de los Iberos, con la misma lengua y llegados al mismo tiempo, o que estaban ya en España cuando llegaron los Iberos, y estos, en lo que hace a la provincia de Soria, se sobrepusieron a ellos, pero adoptando la lengua Vasca, bien olvidando la propia suya, bien mezclándola hasta el extremo de formar un dialecto mixto que hoy se interpreta fácilmente por la actual lengua Euskera". En éste contexto Numancia volvió a ser empleada, no sólo como elemento de estudio y de análisis, sino también como soporte ideológico. Erro creía que el nombre de Garray se le dio al pueblo de fundación medieval situado en la base de Numancia en recuerdo del trágico fin de la ciudad, y se derivaría de una raíz vasca que significa lugar quemado. Posteriormente, al realizar las excavaciones se encontró, entre otros objetos, una vasija de barro que presentaba una inscripción leída por Erro a partir del euskera como "aziac", que traducida al castellano significaba "semillas". Erro concluía por tanto que "Este pequeño monumento de las antigüedades de Numancia nos ofrece dos útiles nociones acerca de la historia de esta memorable ciudad: primera, que la escritura Euscaruna era de uso comun y corriente entre sus naturales; y segunda, que la lengua bascongada era la general de aquellos heroes que derramaron con solo su nombre el horror enmedio de las familias de Roma, y enmedio de los exércitos de esta poderosa madrastra del mundo. Esta es una verdadera histórica que la corroboraré y haré manifiesta en las memorias de esta ciudad: materia que no se ha tocado por ninguno de nuestros historiadores y que pertenece á las glorias de la nación bascongada " (sic, Erro 1806: 171-173). Como vemos, Numancia es usada de nuevo desde un punto de vista nacionalista, y si antes lo fue para los leoneses en sus pretensiones de reconquista, ahora lo será para demostrar que la raíz indígena de la Península Ibérica, tanto lingüística como étnica, es vasca, y la aportación histórica de Numancia pasaba a representar un brillante ejemplo de éste pueblo, no sólo para justificar las teorías filológicas sino que también el episodio de su trágico final constituía "una de las glorias de la nación bascongada". En ésta misma línea contamos con la explicación de Echave, quién creía que Numancia era una población vasca: "cuyo nombre, derivado de la raíz éuscara Umancia, significa laguna, lugar pantanoso, aludiendo a los pantanos que, según las historias antiguas, la rodeaban y aún hoy se manifiestan en la época de invierno ó de las grandes lluvias" (cit. en Rabal 1890: 102). 4.- EL CONCEPTO DE RESISTENCIA NUMANTINA Numancia va a ser objeto de constantes y reiteradas alusiones, y su gesta va a servir de referencia directa durante las confrontaciones bélicas que se van a suceder en España durante la primera mitad del siglo XIX. Esto es, se rescatarán sus hazañas y se alentará a la lucha y al tópico de la resistencia numantina durante el periodo de la Guerra de Independencia contra las tropas de Napoleón, y posteriormente, por parte de los partidarios de Isabel II y Espartero, durante la I Guerra Carlista. La Guerra de Independencia despertó en las conciencias de los intelectuales, de los artistas y de la población española una reacción de patriotismo ante la invasión francesa que hará aflorar la necesidad de rescatar nuevamente las viejas imágenes heroicas de la historia de España, para de este modo abogar por la unidad y la resistencia contra la amenaza extranjera. Fiel reflejo de esto es la actitud mostrada por el pintor José de Madrazo, quién, encontrándose en Roma con una beca de la Academia de San Fernando, se mostró resuelto, según Carderera (cit. en Díez 1993: 124), a "no pintar más que cuadros de su patria" con escenas evocadoras de la resistencia de los pueblos peninsulares frente a la dominación romana en Hispania, entre ellos La destrucción de Numancia, de la que llegó sólo a bosquejar la composición antes de ser conducido prisionero al Castel Sant´Angelo por las tropas napoleónicas. La Numancia de Cervantes volvió a ser representada durante una de esas situaciones dramáticas que se vivieron durante la dominación francesa de España, como fue el sitio de Zaragoza (Marrast 1995), seguramente en un intento por parte del general Palafox de alentar a los sitiados, incitándolos a la resistencia contra el invasor, haciendo que se sintiesen identificados con los numantinos en la defensa de su patria, relacionando la realidad del presente que estaban viviendo en España con su pasado heroico. También durante la guerra de Independencia la Junta de Soria, dependiente de la Junta Central del Reino, creó en 1810 un regimiento de milicias constituido por 800 sorianos que se dieron el nombre de Batallón de Voluntarios Numantinos (Rabal 1890; Pérez-Rioja 1959; Saenz García 1964: 27-28), considerándose herederos de la misma causa que los numantinos, ya que tan sólo había cambiado el nombre del invasor, Escipión era reemplazado por Napoleón en sus pretensiones de conquista. Poco después, al publicarse el 8 de Mayo de 1811 la primera Gazeta Extraordinaria con los partes de Durán, se alentaba al levantamiento y a la resistencia, y cómo no, no podía faltar para ello las alusiones a Numancia y a "los habitantes del nacimiento del Duero, hijos de los Numantinos" (Latorre 1996: 37-38). Tras la Guerra de la Independencia se produjo un fuerte rechazo social a lo extranjero como reacción a la invasión napoleónica. Por esa misma época Antonio Sabiñón (1813) escribió la obra Numancia, tragedia española, y Mesoneros Romanos apuntaba (cit. en Marrast 1995: 27) que "por los años 1815-1816 vibraba de entusiasmo el público madrileño, cuando Maíquez declamaba los versos de la Numancia". Tras la caída del Antiguo Régimen el mito de Numancia se vio "democratizado" (Pérez Romero 1994), y convertico en un elemento histórico de identificación colectiva. Esto se observa también a nivel provincial, sobre todo a raíz de 1833 cuando Soria pase a convertirse, a partir de la reestructuración provincial de Javier de Burgos, en una provincia más, llegando a ser Numancia uno de los fundamentos históricos sobre los que se asiente la nueva provincia y la enseña soriana por excelencia. Reflejo del reconocimiento y de la importancia ideológica y social que tendrá Numancia en la vida cotidiana será la respuesta que la "numanciamanía" tendrá en comercios, cafés, calles, periódicos y asociaciones (Pérez Romero 1994). Soria estuvo incluida en la zona fiel a Isabel II y los liberales durante la I Guerra Civil Carlista (1833 y 1840). Es importante reflejar que cuando las autoridades políticas y militares liberales hagan referencia en sus proclamas y manifiestos a la recién gestada provincia de Soria, ésta aparecerá como la "heredera de las glorias de Numancia", o cuando animen a la resistencia y a la lucha a sus paisanos sorianos lo harán retomando el nombre y las acciones de Numancia. Durante este periodo, el Gobierno Civil y la Junta Provisional de Gobierno de la provincia de Soria publicaban bandos alentando a la población a defender la Constitución de 1837 así como el derecho al trono de Isabel II y a su "legítima causa" relacionando su lucha con la de Numancia: "Recordad a Numancia que todavía existe en vuestros corazones", para luchar contra los que "pretendían mancillar Castilla", denominando a los sorianos como "descendientes de la antigua Numancia" o "descendientes de Mégara". Más adelante, durante la Regencia de Espartero (1841-1843), continuará empleándose a Numancia de igual modo para apoyar al gobierno vigente. A mediados del siglo XIX se extendieron por toda Europa las ideas románticas de identidad nacional, patriotismo, pasado común de los pueblos, que harán que recobren interés los temas de la historia antigua de los diferentes pueblos para buscar en el pasado las raíces nacionales. Así, en Francia, Alemania, Escocia, Irlanda,... se ensalza a pueblos prerromanos como los galos, germanos, escotos, britones, etc., que se opusieron a la dominación romana y que sirvieron para encarnar los ideales de identidad nacional y crear una conciencia colectiva con fundamentos históricos que vinculara a estos pueblos prerromanos de Europa con la realidad presente de las respectivas naciones. En el caso de España las ideas románticas están basadas casi siempre en temas de la misma naturaleza: la unidad nacional, la resistencia, el culto a las grandes figuras y a los héroes: Retógenes, Indivil, Viriato e incluso el Cid o el Quijote, y la exaltación de las gestas de la historia nacional, tales como Sagunto y, cómo no, Numancia y los numantinos, quienes con su resistencia fueron tenidos como modelo a seguir, mostrándose su heroísmo como propaganda nacionalista, lo que va a suponer, por el significado que tenía para el país y la importancia que se da a las excavaciones en el sitio, que se potencie también la búsqueda de otras identidades nacionales anteriores a los romanos. 5.- SAAVEDRA Y LA CONFIRMACIÓN CIENTÍFICA DE NUMANCIA. Todas las investigaciones realizadas hasta mediados del siglo XIX configuraban un estado de opinión en relación a la situación geográfica de Numancia y sus ruinas (VV.AA. 1912), pero aún se hacía necesaria la confirmación científica de su ubicación para poder corroborar todas las noticias y los datos anteriormente publicados. Esto ocurrirá con la entrada en el escenario numantino de Eduardo Saavedra, quién en 1853, al estudiar las carreteras de la provincia de Soria, tomó contacto por vez primera con Numancia, realizando excavaciones a su cuenta en el cerro de La Muela de Garray. Como precedente a los primeros trabajos científicos continuados que iban a llevarse a cabo en Numancia entre 1861 y 1867, y en los que Saavedra realizó las oportunas excavaciones, solicitadas casi un siglo antes por Loperráez para corroborar los textos clásicos y confirmar de manera definitiva su localización en Garray, "la situación geográfica de Numancia queda determinada de una manera indudable" (Saavedra 1861: 30), acompañando esta afirmación de un plano que la sitúa en el cerro de La Muela. Con ello, Saavedra se ganó el título de descubridor moderno de Numancia, premiándole la Real Academia de la Historia por su trabajo en 1861. Los trabajos en Numancia, realizados por una Comisión de la Real Academia de la Historia, van a coincidir prácticamente con el tercer periodo de la Etapa Isabelina (1862-1868) que dará estabilidad social a España y permitirá que se realicen las excavaciones de manera ininterrumpida. El reinado de Isabel II va a ser, junto con el de Alfonso XII, uno de los momentos históricos más importantes para revalorizar Numancia y emplear su nombre y su imagen como símbolo para la defensa de la monarquía española. En éste sentido se llevó a cabo la conmemoración del XX Centenario de la Epopeya Numantina, pues es bien sabido que los centenarios son una invención de finales del siglo XIX (Hobsbawm 1989), con un marcado carácter nacionalista y político. En el fondo de la cuestión están los intereses que tienen los diferentes gobiernos por impulsar acontecimientos históricos concretos reinterpretando los hechos en favor de sus propias visiones históricas. De ésta forma, en 1862, un año después de la conmemoración de la Epopeya Numantina y de que se hubiesen iniciado los trabajos en el yacimiento, Sans Cabot pintó un cuadro de estilo romántico e idéntica finalidad a la del cuadro realizado anteriormente por Martí y Alsina y en la línea de las intenciones del gobierno isabelino, es decir, subordinando "el verismo histórico a la idea didáctica de base, la resistencia a ultranza frente al odiado enemigo" (Quesada 1994), ya que se trata de una alegoría histórica, con la visión gloriosa de los numantinos ante el templo de "la inmortalidad, tratando de forma similar la gloria que la decadencia" (Reyero 1987: 32). Las excavaciones arqueológicas concluyeron en el año 1867 con la presentación por parte de Saavedra y Fernández Guerra de una Memoria en la que se informaba sobre los resultados de los trabajos realizados. En ella se volvía a insistir en que "...no puede quedar ya duda que fue Numancia después de su primera destrucción". Con esta conclusión definitiva, la Real Academia de la Historia y la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos se comprometieron a conservar las ruinas descubiertas en el cerro, y Eduardo Saavedra consiguió que el gobierno indemnizase a los propietarios de las tierras que habían sido removidas por las excavaciones y que ya no podían ser utilizadas (VV.AA. 1912). Sin embargo, las alteraciones políticas que se produjeron en 1868, con la muerte de Narváez y la Revolución "Gloriosa" que trajeron el destronamiento y el exilio en Francia de Isabel II, hicieron que los trabajos en el cerro se interrumpieran al verse cortadas las asignaciones económicas, y al interrumpir el nuevo gobierno liberal el pago anual de una indemnización a los dueños de los terrenos las zonas excavadas quedaron enterradas de nuevo y en parte cultivadas. Durante una década Numancia va a permanecer en un segundo plano, coincidiendo con la inestabilidad sociopolítica producida por la sucesión al trono español con la llegada de Amadeo I de Saboya (1869-1873) y por la III Guerra Carlista (1872-1876), que harán que Numancia permanezca ignorada hasta el advenimiento del siguiente periodo monárquico, la Restauración de Alfonso XII (1874-1885). El yacimiento, con todo, continuará estando de actualidad en España en estos momentos. De hecho, en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1876 se volverá a presentar de nuevo el tema de Numancia, esta vez de manos del pintor filipino Rafael Enríquez, recuperándose su simbolismo como reflejo de los valores morales de la naturaleza hispana, siendo empleada en las composiciones artísticas y literarias, e incidiendo de nuevo en la distorsión del hecho histórico, sobre todo a partir de la Exposición Nacional de 1881, en la que Alejo Vera presentó su cuadro "El último día de Numancia" con el que obtuvo el primer premio (Díez 1993: 330). Este será el lienzo más célebre de los realizados sobre Numancia, inspirado en los últimos momentos de la destrucción según la narración del Padre Mariana (1828: 264) (sic) " por conclusión perdida del todo la esperanza de remedio se determinaron á acometer una memorable hazaña, esto es, que se mataron a sí y a todos los suyos, unos con ponzoña, otros metiéndose las espadas por el cuerpo (...). La crítica de la época denunció que se le concediese más importancia al dramatismo y al sacrificio de los numantinos que al verismo histórico (El Demócrata, 4 de Junio de 1881), y en La Correspondencia de España (23 de mayo de 1881) se alababa "la bonita disposición del conjunto", aunque se reprochará el tema escogido por Vera, "un tanto gastado el asunto y tal vez, por lo mismo, escaso de interés". Esta va a ser la primera vez que se considere a Numancia escasa de interés por el desgaste al que se había visto sometida su imagen. Es ésta una crítica curiosa y aislada, ya que no vamos a encontrar comentarios similares hasta la llegada de las ideas regeneracionistas a inicios del siglo XX. No obstante, la imagen que la sociedad adquirirá de Numancia es la que le transmitió Vera, a la postre inspirado en el Padre Mariana, hasta tal punto que su obra será reproducida para ilustrar la mayor parte de los libros de texto y de los manuales de historia de España empleados en las escuelas. Más tarde, y según la época, se podrá acompañar esta imagen de Numancia de un mensaje educativo, de una moraleja histórica que sirva de ejemplo del amor patrio a la libertad y a la independencia. Hasta al momento, Numancia solamente había sido reconocida por la Real Academia de la Historia, ya que el Gobierno se había limitado a conceder las ayudas para la excavación y conservación de sus ruinas, pero ahora se reclamaba su consagración nacional por el significado que tenía para la historia de España. Por ello, coincidiendo con la Restauración monárquica, Numancia va a ser declarada Monumento Nacional, según una Real Orden del 25 de Agosto de 1882 (VV.AA. 1912). Este reconocimiento oficial llevará a nuevas reclamaciones por parte de los propietarios de los terrenos, así como a la aparición de nuevos elementos honoríficos sobre las ruinas numantinas. En 1886, de nuevo se volvió a colocar un pedestal en Numancia, ésta vez a cargo del regimiento de San Marcial, último batallón que permaneció de guarnición en Soria y que en el momento de su despedida de la ciudad decidió hacerlo honrando: "A los héroes de Numancia", para de éste modo dejar constancia de lo que había supuesto la ciudad y su nombre para el Ejército, llevándolo incluso un regimiento español desde 1718, durante el reinado de Felipe V, hasta nuestros días (Argente y Colín 1994: 57). Pese a que había sido declarada por el Gobierno como Monumento Nacional, se habían levantado dos monumentos conmemorativos, su hazaña había sido evocada en representaciones pictóricas como alegoría de su simbolismo, se había celebrado la conmemoración del XX Centenario de su Epopeya, y se habían practicado excavaciones para rescatar sus restos, todo ello fue sin embargo en detrimento del yacimiento, que conocerá a partir de entonces su crepúsculo, permaneciendo sus restos, si no en el olvido, sí en un segundo plano hasta que Schulten en 1905 y, posteriormente, una nueva Comisión española reemprendan otra serie de campañas arqueológicas. Esta desatención tuvo reflejó en el campo ideológico y en el malestar de ciertos intelectuales sorianos, conscientes de que el abandono que sufría Numancia no era sino reflejo del olvido que iba a sufrir la provincia de Soria. Rabal transmite la idea que se tenía de Soria a finales del siglo XIX al recoger la imagen que vendían los ciegos por las calles: "Nunca la gente de Soria / hizo gran bulto en la historia", aunque según él "ignoraba el autor de estos versos que Soria es la legítima heredera de las glorias de Numancia (...), ignoraba que en la guerra de la Independencia un puñado de voluntarios numantinos derrotó a la famosa Guardia Imperial" (Rabal 1889: VI), recordando que Soria era una provincia importante por su tradición, su historia, sus monumentos, etc., y volviendo a emplear a Numancia desde el punto de vista local para respaldar esta idea, pues "La provincia de Soria cuenta entre sus poblaciones antiguas la inmortal Numancia" y aunque sólo fuese por este legado sería capaz "de figurar dignamente en el concierto general de las provincias de España" (Ibid.). El olvido de Numancia y de sus restos provocó que por esta época renaciese de nuevo la polémica sobre la ubicación de Numancia, por la aparición en el cerro de Temblajo, en Zamora, donde algunos eruditos ya habían situado anteriormente a la ciudad celtibérica, de unas ruinas romanas junto con un ladrillo que presentaba la leyenda ONUMANCIAI. Los análisis de expertos como Hübner determinaron que se trataba de una inscripción falsa, pero posteriormente Eduardo Saavedra (1890: 10) llegó a la conclusión de que era auténtica pero no estaba relacionada con Numancia, pues debía leerse Officina NVMANTIAN I, es decir, Taller de Numaciano, concluyendo la disputa diciendo que: "Quedan, pues, los zamoranos en pacífica y honrada posesión de su ladrillo tan celebrado, y los sorianos en la ya disputada por nadie del solar de Numancia". 6.- NUMANCIA ANTE LA CRISIS DEL 98: REGENERACIONISMO FRENTE A TRADICIONALISMO A finales del siglo XIX, mientras el resto de países europeos están afianzando sus dominios ultramarinos, en España van a vivirse años de desastre. Estamos en las postrimerías del Imperio colonial español con la pérdida de nuestras últimas posesiones importantes tras la derrota en la guerra de Cuba, las sublevaciones en Marruecos, y sobre todo por las consecuencias que tuvo la Paz de París de 1898, en la que España tuvo que ceder a los Estados Unidos de América sus últimas colonias en Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La sociedad española va a sufrir una crisis en varios campos, económico, político y social, que se refleja en la crisis paralela de los valores espirituales, ideológicos e intelectuales, sobre todo en la década 1895-1905, que vendrá marcada por la contraposición de dos ideas antagónicas: la decepción heredada de la crisis del 98 que lleva a los tradicionalistas a refugiarse en el pasado de España; y el espíritu de renovación buscado por los regeneracionistas preocupados por los problemas del país y que abogan por la necesidad de reconstruir nuestra cultura. Los tradicionalistas reflejarán su preocupación por España mediante la exaltación de las glorias pasadas y denunciarán los males presentes que se venían arrastrando desde hacía tiempo. "¡ Me duele España!", llegó a decir Unamuno defendiendo la necesidad de una renovación espiritual a través de ciertos valores, como el buscar la esencia de España y rescatar las pasadas glorias nacionales, lo que les conducirá a posturas idealistas buscando superar la desazón nacional que se estaba viviendo. Ahí entrará en juego Numancia, pero al mismo tiempo también se van a revitalizar otras referencias nacionales que encarnaban valores patrios, como por ejemplo Don Quijote, que además veía coincidir el centenario de su primera edición con la inauguración de un nuevo Monumento a Numancia en 1905. Para Unamuno (1905) "los males de la patria residen en que ya no hay Quijotes". Para los tradicionalistas Numancia será uno de esos símbolos nacionales que podían ayudar al país a superar la crisis de valores "en estas postrimerías de la decadencia española, cuando el desastre abate las frentes de los conquistadores del mundo y por doquier resuenan ayes doloridos y quejas amargas por la pérdida de nuestro dilatado y rico imperio colonial, la grandeza y el heroísmo de Numancia perduran, sirviendo de estímulo constante a los defensores de la integridad nacional, que no vacilan en derramar su sangre e inmolar sus vidas en el sacrosanto altar de la Patria, en holocausto de su libertad e independencia" (Arambilet 1904). Muchas otras fueron las voces y las plumas que reclamaban que la soluciones a la crisis había que buscarlas en el interior del país, y más aún, en nuestro pasado. Incluso aquellos que se mostraron contrarios a una política colonial apreciaron la debilidad del país y buscaron sus causas en los problemas que España arrastraba desde hacía tiempo. Y es que no se podía olvidar que "¡Al pronunciarse el nombre de Numancia, la mente se encuentra llena de gloriosos recuerdos y el corazón se siente henchido de generosos entusiasmos! (...)¡Nombre que al pronunciarse en estos tiempos parece que el corazón se ensancha y el espíritu se eleva y vuelve á aquella época de pasadas glorias, que no por ser pasadas dejan de ser grandes, y por grandes respetables! (Joaquín de Ciria 1905). Esta situación provocará al mismo tiempo en otros intelectuales españoles un replanteamiento ideológico, político y filosófico que hará que se forme la corriente regeneracionista que pretendía crear un nuevo estado social en España, buscando cambiar la mentalidad del país abriéndose paso en el contexto del pesimismo nacional. Estos regeneracionistas tachaban al pensamiento tradicionalista de "estéril" y abogaban por analizar "los males de la patria" desde posiciones más críticas, sobre todo en lo relativo al pasado de España, para intentar remediar los problemas existentes. Se trataba de una conciencia crítica de la nacionalidad común española, de su historia y de su presente. Numancia se presentaba como si su misma existencia fuese necesaria para salvar a España, y lógicamente hay autores que denuncian como falso este camino, rechazando consecuentemente alguna de las interpretaciones que se dan de la ciudad. De este modo, algunos autores atacaron la idea de una España conformada a partir de su historia, siendo además totalmente contrarios a transmitir a las generaciones futuras en las escuelas una idea idílica de la misma. Desde las páginas de una edición especial que la Prensa Soriana hizo para homenajear a los caídos del 2 de Mayo de 1808 criticaba Machado que "Nuestro patriotismo ha cambiado de rumbo y de cauce. (...); que las más remotas posibilidades del porvenir distan menos de nosotros que las realidades muertas en nuestras manos. Luchamos por liberarnos del culto supersticioso del pasado". En este sentido Joaquín Costa (1914) llegó a decir: "Deshinchemos esos grandes nombres: Sagunto, Numancia, Otimba, Lepanto, con que se envenena nuestra juventud en las escuelas, y pasémosles una esponja". A partir del momento en que Numancia es tenida como un símbolo nacional y ejemplo de lo que fue España, y debería haber seguido siendo, sobre todo a la vista de los recientes avatares coloniales, el hecho histórico de nuevo va a verse distorsionado y comienza a ser empleado a conveniencia, para reconstruirse la historia según intereses ideológicos particulares, quedando el trasfondo histórico en la base, así van a seguir descuidándose sus restos y el yacimiento continuará aletargado en el olvido. A esta situación de abandono aludirían las denuncias de Saavedra en 1899 y 1901 al comunicar a la Academia los desperfectos que se habían originado en Numancia y de la inutilidad de seguir pagando las rentas a los colonos de Garray para que no cubriesen las excavaciones practicadas ya que apenas quedaba nada de lo descubierto (Saenz García 1964: 51). Estas denuncias realizadas por Saavedra no restaban importancia a Numancia, antes todo lo contrario, hacían meditar sobre la miseria de la situación en que se encontraba el yacimiento y la grandeza de su significado. La crisis ideológica y de identidad que estaba padeciendo España había hecho que se diese el clima propicio para el cultivo de ideales patrióticos. Máxime cuando a partir del año 1902 accedió al trono Alfonso XIII, iniciándose con él el periodo de la Restauración monárquica, que hará imprescindible la necesidad de reforzar la idea de unidad nacional, de la grandeza de la patria y de reafirmar la resistencia contra lo exterior, que perdura como consecuencia de las reacciones derivadas de la crisis del 98. Ahora parecerá como si los monumentos dedicados anteriormente a la memoria de Numancia no fuesen suficientes para lo que la ciudad celtibérica había aportado a la historia de Soria y de España. Habiendo, como había, servido durante mucho tiempo de soporte ideológico al nacionalismo español y el provincialismo soriano, se hacía necesario corresponderla con algo que reflejase la gesta de sus héroes y devolviese a Numancia parte de lo que con su historia había hecho por España. El antecedente en la construcción del nuevo Monumento estaba en el hecho de que en septiembre de 1903 el Rey Alfonso XIII y los Príncipes de Asturias acudieron a Soria y, según Ramón Benito Aceña, quedaron defraudados al ver los cerros desnudos, "donde nada indica al viajero ó al caminante que allí existió indomable la inmortal Numancia". Y esto pareció herir la sensibilidad y el orgullo del diputado soriano, para quién "Numancia estaba esculpida en el corazón de los sorianos y de todos los españoles por eso se hacía necesario para demostrar a las generaciones presentes y futuras la gratitud y el respeto de un pueblo hacia aquellos héroes de la independencia nacional" (Benito Aceña 1906). La idea de la construcción este monumento conmemorativo hizo que se crease una campaña de opinión favorable en todos medios de comunicación de la época, tanto a nivel local como nacional. A la sazón, La Andalucía Moderna (1904), en esta época de pesimismo social y de desgracia para España, indicaba como "la grandeza inmortal de Numancia era merecedora de haber sido celebrada en mármoles y bronces en los días venturosos en que el sol no se ponía en los dominios de España; pero ésta generosa idea es ahora grandemente oportuna en estos días de desgracia". La reanudación de los trabajos arqueológicos La inauguración del Monumento despertó la idea de la necesidad de reanudar los trabajos arqueológicos en el cerro de La Muela de Garray. La prensa, tanto a nivel nacional como provincial, desarrolló una campaña para reclamar la atención de la opinión pública española y de la administración sobre el abandono y olvido de Numancia, así como para que se reemprendiesen las excavaciones en Numancia, y estuvo respaldada por la por la actuación de los políticos sorianos conservadores D. Ramón Benito Aceña y el Vizconde de Eza. Así, en el libro publicado por Ramón Benito Aceña (1905: 167), con motivo de la inauguración del Monumento a los numantinos se dice:"...no se habló de otra cosa entre las personas ilustres de Soria que de lo que importaba hacer las excavaciones y de los medios de resucitar el antiguo expediente que acerca de tal asunto debía existir en el Ministerio de Instrucción pública y Bellas artes...". y el rescatar estos restos constituía para Gómez Santa Cruz (1914: 78) una "aspiración nacional", lo que resume bien a las claras la idea e intención que se tenía acerca de Numancia, anteponiéndose siempre el significado patriótico de las ruinas antes que en su valor científico. Ramón Benito Aceña, Gómez Santa Cruz, e incluso el alemán Adolf Schulten exhortarán en repetidas ocasiones al patriotismo y al espíritu nacionalista que desprende Numancia para conseguir sus propósitos. Y es importante remarcar este hecho porque va a suponer un condicionante para la investigación, ya que a partir de éste momento, cuando se reinicien los trabajos en Numancia, los resultados estarán estrechamente vinculados a las convicciones ideológicas expuestas anteriormente, y sus interpretaciones se harán, no en base a lo excavado, sino que estarán condicionadas por la gran carga ideológica. Por eso, será bastante corriente el leer en las conclusiones de los trabajos realizados acerca de la necesidad de "levantar el postizo romano" para buscar los restos de la ciudad indígena de las fuentes clásicas, como representativos de la resistencia y la independencia de la "raza española". Los trabajos de Schulten Por estas fechas la historia de Numancia traspasó las fronteras de España y comenzó a atraer el interés de investigaciones europeos. Así, el 11 de Agosto de 1905 llegó Adolf Schulten a Soria acompañado, al igual que dos milenios antes lo hiciese Escipión, de una "cohors amicorum" compuesta por especialistas de primer orden en sus respectivos campos científicos: C. Koenen como arqueólogo, el general H. C. Lammerer como topógrafo y el geólogo Jensen, para trabajar por encargo de la Academia de Gottingen y que contaron con el patrocinio del Kaisser Guillermo, correspondiendo de este modo a su nombramiento de Coronel honorario del Regimiento de Dragones de Numancia (VV.AA. 1912). Antes de su llegada a España para excavar en Numancia Schulten (1905) publicó un artículo en el que realizaba un examen directo de las ruinas y de lo investigado y escrito hasta entonces de ella y de la guerra numantina, lo que demuestra que era conocedor de los trabajos de Saavedra en la ciudad, y que estos le sirvieron de apoyo para realizar los suyos, y como lo demuestra el hecho de que se guió por los planos que Saavedra había trazado con motivo de las campañas que realizó entre 1861 y 1867 en Numancia, y sin embargo fue capaz de apuntarse el descubrimiento, pretendiendo arrebatarle el título de descubridor de Numancia a Saavedra al afirmar que: "No había duda, bajo la ciudad romana yacía una ciudad más antigua ibérica, destruida por el fuego: ¿Habíamos encontrado a Numancia!",. Schulten llego a decir de las excavaciones de Saavedra que "descubrieron tan sólo los restos de una ciudad romana, y nada de una más antigua ibérica"... "Así se alimentó nuevamente la duda, y otra vez quedó incierta la situación de Numancia" (cit. en Gómez Santa Cruz 1914), dando a entender que a él se debe la demostración científica con toda seguridad. Schulten (1933) afirmó que "La noticia del encuentro de la célebre ciudad, buscada en vano hacía 40 años, se extendió como un rayo por todo el país...". Por otra parte, podemos apreciar como el profesor alemán vuelve a recalcar malintencionadamente lo de buscada en vano desde hace cuarenta años, ignorando los trabajos de Saavedra, para seguir apareciendo, casi tres décadas después, como el descubridor de Numancia. Lo que si es cierto es que en el plano científico Numancia había estado durante medio siglo desarreglada, como anteriormente había advertido Saavedra, y como ahora lo volvía a hacer Schulten: "La coincidencia del descubrimiento de la ciudad ibérica con la visita regia llamó la atención general sobre esta Numancia casi olvidada y utilizada para sacar piedra por los aldeanos". Pero una cosa es denunciar el hecho del descuido y olvido en que se encontraban sumidas sus ruinas, y otra muy distinta el que tratase de aparecer retiradamente ante la opinión pública como el descubridor de Numancia. Conviene recordar una vez más que en 1882 ya había sido reconocida Numancia como Monumento Nacional; que ya se habían construido monumentos en el cerro a lo largo del siglo XIX; y que, como hemos recogido a lo largo de este trabajo, otros muchos historiadores e investigadores habían identificado Numancia con el cerro de La Muela, e incluso se habían efectuado excavaciones (1803 y 1861-1867). Aún así, el trato dispensado tanto por la opinión pública como por el resto de investigadores españoles a Schulten fue, en un principio, bastante correcto, reconociendo los méritos de su labor científica en unos terrenos que significaban tanto para España, y así lo reflejaban, fuese presentado por Eduardo Saavedra en la Real Academia de la Historia para ser nombrado Miembro Correspondiente de la misma, en dónde además informó de sus trabajos (Boletín R.A.H. 1905, tomo XLII, 484) diciendo que Numancia "está debajo de la romana, y no adyacente, como hasta entonces se había creído", aunque todos los hallazgos anteriores se habían realizado siempre en el cerro, y Saavedra nunca lo dudó. Reacciones antischulten: sus trabajos en los campamentos A raíz de la edición alemana de Numancia (1914) surgió en España toda una literatura "antischulteniana". Pero la realidad es que ya desde el inicio de los trabajos de Schulten en Numancia (1905) comenzaron las críticas hacia el profesor alemán y hacia su labor científica. Discusiones que trascendieron el marco meramente científico y crearon un foro nacionalista y patriótico contrario a Schulten, ya que hirió el orgullo de personajes de la época, no sólo entendidos en la materia, sino también la opinión pública sensibilizada por las declaraciones del profesor alemán, y por detalles como el echar a los representantes de la prensa soriana del cerro mientras estaba realizando su primera campaña en Numancia, "creyéndose dueño por derecho de conquista de Numancia" (...)"A buena hora iba a consentir ningún castellano que un extranjero le echara de Numancia" (Gómez Santa Cruz 1914: 57). A esto hay que unir el hecho de que tras la generación del 98 se produjese un sentimiento de solidaridad y rechazo contra todo lo extranjero, decía Unamuno que había que "españolizar Europa", y es posible que de una reacción similar se queje Schulten cuando acuse a los españoles de reclamar Numancia para España y él tenga que trabajar en los campamentos romanos. En palabras del propio Schulten "tenían a mal que unos extranjeros hubieran descubierto el lugar célebre y reclamaban para España la continuación de las excavaciones. Unos exaltados pidieron el retiro inmediato de los extranjeros" (en Gómez Santa Cruz 1914: 55). La primera consecuencia de la reacción nacionalista antischulteniana fue la de no permitir que continuase realizando excavaciones en la ciudad, que pasó a ser excavada por una Comisión española: "Los españoles solicitaron que se hicieran las excavaciones en Numancia por españoles, como afortunadamente se consiguió, para honor de España y provecho de la ciencia"( Gómez Santa Cruz 1914), mientras que a Schulten se le concedieron los trabajos en los campamentos romanos y en el cerco escipiónico desde el año 1906 hasta el 1912. Llegados a éste punto, creemos que hay que diferenciar dos aspectos principales en las críticas realizadas a Adolf Schulten, por un lado están los juicios a su labor científica, y por otro las opiniones que se centraron en el apartado personal. Estas últimas fueron las más radicales, y en ocasiones llevaron, como ocurrió con Gómez Santa Cruz, a tratar por todos los medios de restar importancia a los trabajos de Schulten por sus comentarios realizados hacia España, Castilla y los castellanos, y es que parecía subsistir en Schulten un rencor no superado por no habérsele dejado continuar con las excavaciones en la ciudad y se puede apreciar de manera velada en el artículo que publicó en la revista Deutsche Rundschau (1913) en él se ensañó violentamente contra España y en particular contra Castilla, proponiendo la desaparición de Castilla como único medio de civilizar a los descendientes de los celtíberos, desfigurando los hechos en éste artículo para infravalorar a España. Schulten había pasado de expresar su gratitud en repetidas ocasiones a los sorianos, a decir en la revista alemana que: "quedásemos los castellanos reducidos a la condición de colonos de los catalanes, único modo de que dejemos de ser africanos y de que nos incorporemos a Europa" (Schulten 1913, cit. en Gómez Santa Cruz 1914). Si tenemos en cuenta la histórica rivalidad castellano-catalana no es de extrañar que fuese considerado como una ofensa para los castellanos, tanto en los intelectuales como en el gran público de la época. Además no fue una frase aislada sino que hirió la sensibilidad y el orgullo castellano provocando con declaraciones similares: "Es de esperar que se realice en nuestra época lo que consiguieron los cartagineses y los romanos, los godos y los árabes: la colonización de la planicie castellana, la separación de África, la conexión de Europa". E incluso haciendo actualismos al pretender enlazar sus declaraciones con la Historia de España: "Ante todo tienen los íberos como rasgo característico la falta de cultura, la incapacidad de ser cultos ellos mismos y de asimilarse la cultura ajena. Eso es una herencia maldita del continente africano. La burla francesa de que África empieza en los Pirineos es una verdad como un templo" (Schulten 1913, cit. en Gómez Santa Cruz 1914). No obstante, pese a sus opiniones acerca de los españoles Adolf Shulten (1914: 7) empleará a Numancia con la intención de ensalzar el orgullo que suponía la historia de ésta ciudad para Europa: "el nombre de Numancia será siempre repetido, para no olvidarse nunca mientras subsista una cultura europea" "Podemos pues muy bien afirmar que la lucha heroica de la pequeña Numancia contra la prepotencia de Roma posee un interés universal...". La Comisión Española de Monumentos y Excavaciones Se corría el riesgo de que los trabajos de los investigadores alemanes quedasen de nuevo tapados y desaprovechados como había ocurrido anteriormente, ya que los agricultores tenían que cultivar sus tierras para poder subsistir, una vez terminado el plazo de tiempo de cesión de los terrenos para la realización de la campaña de excavaciones de 1905. Para que esto no ocurriese era necesario que el Estado adquiriese los terrenos del cerro, y siendo "como debe ser aquel venerado suelo propiedad nacional, los trabajos de excavación podrán llevarse a cabo de un modo permanente, y los resultados obtenidos no se perderan, como lo ocurrido hasta ahora" (Vera 1905), ya que lo que importaba era, según la recién creada Comisión de Monumentos (VV.AA. 1912), que el solar numantino, y todos sus gloriosos restos fuesen desenterrados y: "quedasen de propiedad nacional y protegidos como correspondía a su altísima significación en la historia de la patria". A estas reclamaciones vino a sumarse el hecho de que en la opinión pública madrileña se reflejase el impacto de vergüenza que suponía el abandono por parte del Estado español de las gloriosas ruinas, y dado el pensamiento de la época era algo que no se podía consentir, había que rescatarlas del olvido en el que habían estado sumidas durante cuarenta años. E incluso se llegó a emplear el argumento de que Alemania pudiese adquirir la propiedad del terreno "y llegar el solar numantino a ser de propiedad extranjera" (Vera 1905). Detrás de estos planteamientos se escondía la vergüenza que suscitaba que fueran investigadores extranjeros los que realizasen estos trabajos, en este lugar sagrado para la Patria, "...esto acusa un lamentable abandono y un poquito de sonrojo para nuestra hidalguía y quijotesca condición" (El Noticiero de Soria 1905). A partir de ahora será la Comisión de Excavaciones la responsable de reemprender los trabajos en Numancia, en adelante en nombre de España, para así rescatar sus gloriosos restos del olvido. Numancia pasó de este modo, dada "su altísima significación en la historia de la patria" (Gómez Santa Cruz 1914), a ser una aspiración nacional reflejándose en la prensa soriana y nacional y refrendado por las instituciones y sociedades sorianas el interés por que el Estado adquiriese en propiedad los terrenos del solar numantino y por que se descubriese de forma definitiva toda la planta de Numancia y las medidas necesarias para su protección. El primer paso lo dio el Vizconde de Eza al donar sus terrenos en el cerro de La Muela, de manera que a muy poco coste podría realizarse una obra nacional, en la que está interesado el honor de España (Jimeno y de la Torre 1997). En marzo de 1906 quedó constituida por Real Orden la Comisión científica, que comenzó sus trabajos en la primavera de ese mismo año, estando presidida por Saavedra, cincuenta años después de sus primeros trabajos encaminados a demostrar la exactitud científica de Numancia. Siendo ya como eran los terrenos propiedad nacional, y volviéndose a conceder las excavaciones a investigadores españoles, quedando determinado el "no consentir que ningún extraño hiciera excavaciones en aquel sitio, declarado monumento nacional, propiedad del Estado, y en el cual el gobierno de España había dispuesto que las hiciera la comisión española". (Gómez Santa Cruz 1914). De este modo se inicia en Numancia la etapa de investigación más dilatada en cuanto a la continuidad de sus trabajos, sin que esto coincida con ninguna conmemoración histórica (Jimeno y de la Torre, 1997). Numancia había sido empleada como ejemplo del heroísmo hispano, pero ahora la Comisión Ejecutiva consideraba su valor científico como "una riqueza arqueológica nacional", y se "había llegado a acometer como empresa nacional el descubrimiento total de Numancia, siendo la Comisión la encargada de verificarlo, tanto por lo que tal ciudad representa en la Historia patria, como por el interés arqueológico...(VV.AA. 1912: 3). Quedaba demostrado bien a las claras la finalidad de las excavaciones, más interesadas en descubrir la planta de la ciudad y aumentar la colección de objetos que en dar a conocer los resultados, al no publicarse los resultados de los primeros trabajos en el yacimiento, de hecho, no será hasta 1912, coincidiendo con la llegada de Mélida a la presidencia de la Comisión de Excavaciones, cuando se publique la primera Memoria con el resumen de los escasos datos conocidos de las campañas anteriores, así como el plano de las ruinas descubiertas hasta entonces, realizado por el arquitecto Aníbal Álvarez. La concienciación de la época y de los miembros de la Comisión se ve de manera clara en los resultados de sus trabajos de investigación ya que estaban claramente condicionados por una serie de convicciones ideológicas asumidas previamente, de manera que al excavar se interpretaba lo encontrado en función de lo que se quería encontrar en Numancia, denotándose claros planteamientos a priorísticos. Así, al realizarse los trabajos de excavación había que "levantar el postizo romano" para conservar lo indígena y revivir "la página gloriosa que en la historia patria llena con indelebles rasgos la gloriosa Numancia". Se veían dos ciudades: la celtibérica que pereció en el 133 a.C. ante Escipión y otra reconstruida celtíbero-romana, de ésta manera, en base a la teoría ideológica neoromántica de que eran más importantes los restos del pasado prerromano, del sustrato indígena hispano, se definían siempre los restos romanos como pobres y de escasa importancia, "Como es sabido, en Numancia se encuentran muy pocos objetos romanos, y, en general, de poca importancia" decía Mélida (1917: 19), mientras los restos celtibéricos serían realmente los destacables por sus llamativas representaciones en las cerámicas, sus instrumentos, por los adornos (VV.AA. 1912). Vemos incluso como el afán de patriotismo lleva incluso a criticar los conceptos y alusiones que los propios autores clásicos hacían de los numantinos acerca del grado de barbarie de los mismos, si bien este término se ha visto desfigurado de su etimología primigenia y ha sido empleado con fines despectivos, subyace la idea de enaltecer lo hispano. Aunque sólo hubiese sido por demostrar el hecho de "cuán injustificado estaba el nombre de bárbaros con que los romanos designaban a los celtíberos" para Gómez Santa Cruz (1914: 83) hubiesen sido necesarias las excavaciones en Numancia, y en este mismo sentido La Comisión (VV.AA., 1912) llegó a decir incluso que era imposible que fuesen unos bárbaros los que pudieron comer en las lujosas vajillas numantinas. Las excavaciones de la Comisión dirigida por Taracena y Mélida se sucedieron hasta 1922, año en que las aportaciones de dinero concedidas por el Estado para los trabajos en Numancia se vieron cortadas, pero esto no sólo ocurrió en Numancia sino en el resto de yacimientos españoles a excepción de Medina Azahara. Esto fue debido a que en 1923 se inició la dictadura del general Primo de Rivera, y el cambio de régimen afectó a las concesiones presupuestarias que se vieron interrumpidas durante un año, pero las excavaciones en la ciudad se dieron por finalizadas. Desde los últimos trabajos en los años veinte por Mélida, Taracena y González Simancas Numancia quedó aparentemente abandonada, y desde entonces los trabajos científicos y documentales en el yacimiento han sido escasísimos. Numancia en los libros de texto La historia nació en el siglo XIX como una disciplina encaminada a la educación cívica, con la intención de emplear el pasado para crear una conciencia nacional española y una sensibilización patriótica. Por eso desde época romántica su enseñanza se hará obligatoria en la educación, mostrando lo que es patrimonio común y lo que ha contribuido a configurar lo español. Con esta finalidad aparecerán los primeros libros de texto que van a ejercer una importante labor como vehículos pedagógicos y van a contribuir a la difusión social de los hechos históricos que más interesan destacar, inculcando a los estudiantes en las escuelas sentimientos patrióticos mediante la exaltación del pasado glorioso. De esta forma la historia "patriótica" y "heroica" de Numancia va a continuar siendo un referencia constante en los manuales escolares españoles. Estas nociones influirán en la visión de las generaciones posteriores y en el gran público mucho más que las obras especializadas dirigidas a un auditorio más reducido y selecto, y por lo general más crítico y menos influenciable en su estado de opinión. Además, los libros de texto se van a ser ilustrardos adecuadamente para que así tengan más efecto en la educación. En el caso de Numancia la imagen repetida constantemente va a ser la del cuadro de Alejo Vera sobre El Último día de Numancia. Ruiz-Zapatero y Álvarez Sanchís (1994: 217) señalan que en los libros de texto españoles de finales del siglo XIX (desde 1880) se empleó el pasado con dos propósitos principales: "para reforzar el nacionalismo español de la burguesía emergente, y proporcionar lecciones morales para el presente y el futuro". De ésta forma se aboga por un nacionalismo con base histórica, de ahí la importancia que en ésta época toman los estudios y las representaciones referentes a estos temas de orgullo patrio para buscar una continuidad ideal entre los pueblos prerromanos y los Estados o naciones modernos. De ésta manera el pasado es usado, según Ruiz-Zapatero y Álvarez Sanchís (1994: 217), para construir e ilustrar los valores del presente que se desea. Así, los libros escolares de la época van a interesarse por rescatar la idea de Numancia como "el sepulcro de las legiones romanas" (Paluzie y Cantalozella 1886:16), y el libro de Callejo Fenández (1886: 29-31) enseñaba que "Numancia se convirtió en una plaza de héroes: antes que los romanos lograran formalizar el cerco, fueron acuchillados y destrozados completamente por los valerosos numantinos". Y toda vez que la situación era ya irreversible "No quedaba a aquellos héroes más recurso que humillarse o morir, y prefirieron lo último, lanzándose al campo enemigo y sembrando la muerte al recibirla". Termina el relato de Numancia comparando el trágico final de Numancia con el de Sagunto: "Imitando la conducta de los saguntinos, los habitantes de Numancia mataron a sus mujeres e hijos y dieron fuego a la ciudad, a los quince meses de sitio y muchos años de guerra." En el caso que nos ocupa, hemos visto como se ha usado el mito de Numancia para divulgar las ideas políticas a través del arte, de la literatura. El patriotismo del que se hicieron eco tanto la opinión pública como los investigadores de inicios del presente siglo, también tendrá reflejo en los manuales empleados en las escuelas españolas. Por ésta época se enseñaba que "De rodillas deberíamos invocar los nombres de Sagunto y de Numancia", ya que "los numantinos pelearon como leones, siendo Numancia durante años el cementerio de Roma. Concluyendo al final que los numantinos murieron ó se mataron para que de ésta forma ninguno fuese cogido vivo para ser esclavo (Benejam 1914), y todo debido a que el carácter de "nuestros heroicos antepasados", "heroicos patriotas hispanos" u "honorables hispanos" que habitaban en "el corazón de España en lucha contra el Imperio latino" ó en "esa Castilla que debía ser centro del mayor Imperio de la tierra quedaba un núcleo de audaces y valientes guerreros dispuestos a morir antes que ser esclavos de Roma". La finalidad de estas lecturas históricas de Numancia estaba en dejar constancia de que "Así acabó la heroica Numancia, con igual Honor y abnegación que Sagunto; Roma dominó a España, pero el patriotismo y la heroicidad de los españoles no quedaron extintos", para de éste modo poder hacer proyección histórica del hecho y extraer una moraleja patriótica que era lo que se buscaba: "la Historia de España ha registrado, con posterioridad a la gesta de Numancia, otros muchos hechos de análoga grandeza. Dios quiera que nuestro pueblo jamás pierda esas características; ello será garantía de que nuestra España perdure en la Historia como ejemplo de los pueblos, y sus hijos puedan sentir el noble orgullo patriótico que supone el inapreciable título de españoles", y así termina el relato de una de las "grandes gestas de nuestra raza" (Marull: "Sagunto y Numancia"). Señalaban de Selas (1930) y Ruiz-Zapatero y Alvarez Sanchis (1994) que desde 1920 y hasta la Guera Civil española la finalidad de los libros de texto había sido la de ir preparando a los estudiantes para el futuro a través de una serie de lecciones útiles tomadas del pasado de España. Hemos visto, que en lo que respecta a Numancia, esta intención ya estaba patente desde finales del siglo XIX, pero desde luego, a partir de la Dictadura de Primo de Ribera (1923), y posteriormente con el Régimen Franquista se acentuará, haciendo que las interpretaciones que se dieron al hecho histórico de Numancia lo fuesen a partir de una serie de intereses ideológicos concretos. Dentro de éstos rasgos convenía resaltar el amor a la patria que habían demostrado los numantinos, además de hacer hincapié en los escolares en la definición de Numancia como "el terror de la República" (Asensi, 1929), denominación recogida posteriormente con frecuencia en los libros de época franquista, para remarcar en la juventud el "miedo" y la "resistencia" ofrecida a esa forma de gobierno. No ocurrirá lo mismo durante la Guerra Civil española, ya que durante la contienda la España Republicana si que abogará por hacer uso de Numancia, si bien no como ideal del patriotismo español, sí como ejemplo de resistencia heroica de un pueblo ante la amenaza de un poder inperial. De ésta forma Alberti rescató la obra de la "Destrucción de Numancia" de Cervantes, realizando en 1937 una versión de la misma en el teatro de la Zarzuela (Marrast 1995), utilizando el tema numantino para animar a todos los que defendían la España republicana mientras las tropas de Franco cercaban Madrid. Numancia con su resistencia se convierte en algo más que un símbolo, con claros tintes políticos, ideológicos y psicológicos, es el mejor ejemplo del no pasarán. Y el drama de Cervantes también es convertido nuevamente en un instrumento movilizador de masas, aunque no se correspondería con las bases mismas sobre las que la obra fue construida por su primer autor (Hermenegildo 1994). Las enseñanzas franquistas El resultado del planteamiento expuesto anteriormente queda reflejado en los libros de texto de la época franquista, aunque ya durante la Guerra Civil, en el "III Año Triunfal", Pemán (1938) escribía en la "Historia de España contada con sencillez", un libro que según el autor iba a ser el "texto oficial para las escuelas públicas de la Nación", y en el que se daban las consignas que habían de ser seguidas por los maestros para hacer "que los niños futuros tomen definitivamente partido por España". Procurando con esto "sobreexcitar y utilizar esa gran fuerza infantil, hasta ahora tan desaprovechada en España, que es el entusiasmo y la facilidad para `tomar partido´...". Entre los hechos gloriosos y contagiosos que debían enseñarse a los niños estaba la historia de Numancia: "Tocarla (aludiendo a las campañas romanas en la Meseta, en la Castilla de después) era como tocarle a España el corazón". Resaltando el lado dramático. "En Numancia, el hambre era tal, que los defensores llegaron en algún momento a comer la carne de sus compañeros muertos", mientras se dejaba de lado la realidad histórica que parecía no tener tanta importancia, produciéndose errores e imprecisiones en los datos históricos, como por ejemplo en algo que podría parecer tan sencillo como la duración de la contienda: 9, 10, 11, 12 y hasta 14 ó 18 años duró la guerra Numantina, así como la duración del asedio de la ciudad que para García Tolsa (1954) llegó a durar hasta cuatro años, poniendo de manifiesto que de lo que se trataba era de resaltar en los libros el valor, el coraje, la resistencia de los numantinos, el amor a la libertad y a la Patria, y el destacar que los antiguos españoles, personificados en los numantinos, no podían ser considerados ni "brutos" ni salvajes", o es que "acaso aquellos héroes de Numancia, hicieron su comida de carne humana, en una vajilla pintada artísticamente con pájaros y flores". Lo que si está claro es que la interpretación de la historia en época franquista no es en algunos casos radicalmente distinta de la idea de historia de finales del siglo XIX, ya que muchos de sus postulados fueron construidos sobre fundamentos basados en la tradición historiográfica decimonónica. No obstante, no cabe duda de que el régimen de Franco exageró y manipuló los hechos históricos en su propio interés (Valls 1984; 1993; 1994), con un nacionalismo extremo. De hecho, en los primeros años de la etapa franquista, Luis Ortiz Muñoz (1940) advertía sobre la necesidad de controlar la educación en las escuelas como forma de transmitir los conceptos patrióticos a las generaciones futuras, y como único modo de contrarrestar las enseñanzas transmitidas por la educación laica de la época republicana: ...no triunfará la nueva España si no conquista la Escuela". De este modo, los libros de texto son escritos "para que las almas infantiles se eduquen ya, siempre, en el amor noble y puro a la gran Patria española", remarcando la importancia y el valor de la historia en la "formación del espíritu del niño. Sobre todo desde el punto de vista patriótico y moral". Dentro de este esquema de cambios ideólogicos el régimen franquista hará que se difundan las teorías interpretativas de origen germánico, desarrollándose una corriente ideológica progermánica, identificada con lo celta que es lo que proporciona cohesión y dinamismo, y es el signo de identidad que nos vincula a Europa y nos separa de África. En éste sentido, en 1941 Martínez Santa Olalla publicó su Esquema Paletnológico de la Península Ibérica, con unos postulados que Beltrán (1960) calificaría como "postura radical pan celtista", y en donde se despreciaba lo íbero y se revalorizaba lo céltico, que él identifica con lo europeo. "Si alguna vez el temperamento de una raza se ha demostrado hasta extremos aparentemente sobrehumanos, esta fue la lucha de los numantinos por defender sus ideales de independencia con bravura sin precedentes" (Ballesteros, 1942: 24), ya que "el hecho de Sagunto y el de Numancia, son ejemplos famosos de heroismo en la Historia de España" (Manual de la Historia de España, 1939), por que "los celtíberos fueron gente noble y amante de la libertad... Para ellos, como para todos los españoles buenos patriotas, el morir luchando por la patria era un honor" (Martí Alpera, 1955). Del mismo modo en el libro de Maillo (1942) se indicaba que: "cuando entraron en la ciudad las tropas romanas, sólo hallaron en ella ruinas, cenizas y cadáveres, muestras preciadas del estoico valor y el amor a la independencia de la noble raza española, que prefiere la muerte a perder la libertad y el honor. De hecho, en el libro de Trillo ( Trillo et alii, 1942) se decía que Numancia con su ejemplo había servido de estímulo para las tropas nacionales durante la Guerra Civil, siendo "El germen de heroísmo empleado por nuestros soldados en Oviedo, Belchite, el Alcázar de Toledo, etc., hay que buscarlo en Numancia. Entonces, como ahora, el español no se asustó por el número y armamento de sus enemigos". y se acompañaba ésta lectura con el recordatorio de que tanto antes (siglo II a. C.), como ahora (en la época franquista), ¿España, grande! ¡España, Libre! (Serrano del Amo, 1950). Y hasta tal punto se reconocía lo que Numancia había aportado a la patria con su gesta, que en la letra del himno a España realizado por Eduardo Maquina, en su tercera estrofa se decía: ¡Viva España! La Patria con Numancia / decidió morir / ¡ y España es inmortal!... CONCLUSIONES Con este trabajo se ha querido demostrar como Numancia ha sido empleada a lo largo de la historia con un marcado e intencionado carácter ideológico y político, más allá de su hecho histórico, dotando a la imagen de Numancia de un aurea mítica y simbólica que contrastaba con la patente desatención que paralelamente sufrían sus restos. La primera ocasión es que esto queda patente se produjo con motivo de la Reconquista cristiana a partir del corazón de Castilla y con la posterior consolidación de España como una potencia europea y colonial en tiempos de Felipe II, llegando incluso a variarse la ubicación del yacimiento mientras se hacía uso de su nombre. Será a partir del siglo XIX, debido a la importancia que cobran para los intelectuales románticos los hechuos históricos colectivos que contribuyen a desarrollar una conciencia y una identidad nacional al comenzar a relacionarse el nacionalismo con la historia y la cultura. Numancia pasará así a servir de respaldo al nacionalismo español y a los gobiernos liberales del siglo XIX. Posteriormente, en el presente siglo, serán empleados su carácter nacional y patriótico como aspectos primordiales de un nacionalismo de carácter no liberal durante las dictaduras de Primo de Rivera y e el franquismo, al buscar "nacionalizar el pasado" y estudiar la historia de la nación española para definir España y vincular a los ciudadanos con el régimen a través de la enseñanza del pasado en las escuelas. BIBLIOGRAFÍA Arambilet, S. (1904): Soria y su Tierra. Madrid. Argente, J.L y Colín, C. (1994): El nombre de Numancia. El Museo Numantino, 75 años de la Historia de Soria, pp. 53-60, Soria. Asensi, P.F. (1929): Compendio de Historia de España, Valencia. Ayarzagüena, M. (1993): La arqueología prehistórica y protohistórica española en el siglo XIX. Espacio, Tiempo y Forma. Prehistoria y Arqueología, 6: 393-412. Beltrán Martínez (1972): Las investigaciones arquológicas en Numancia. Crónica del Coloquio Conmemorativo del XXI centenario de la Epopeya Numantina: 37-43. Monografías Arquológicas, Departamento de Prehistoria y Arqueología, Zaragoza. Benejan, J. (1914): España. Sobre su Historia. Imp. y Lib. Vda. de S. Fabregues, Barcelona. Benito Aceña, r. (1906): El Monumento a Numancia, Soria. Calleja Fenandez , S. (ca.1912): Historia de España. Ed. Saturnino Calleja S.A., Madrid. Calleja Fenandez , S. (1914): Nociones de Historia de España. Ed. Saturnino Calleja S.A., Madrid. Champion, T. (1997): The power of the image. The Cultural Life of Images. Visual Representation in Archaeology (B. Molyneaux, ed.). Routledge, Londres: 213-229. Cirujano, P., Elorriaga, T., y Pérez Garzón, J.H. (1985): Historiografía y Niacionalismo Español (1834-1868). Centro de Estudios Históricos, Madrid. Costa, J. (1914): Crisis política de España. Doble llave al sepulcro del Cid" . Madrid. De Selas, F. (1930): Nociones de Historia de España. Librería y Editorial María Auxiliadora, Sevilla. Diez, J.L. (ed.)(1993): La pintura de historia del s.XIX en España. Museo del Prado, Madrid. Erro, J.B. (1806): Alfabeto de la Lengua Primitiva de España y explicación de sus más antiguos monumentos, inscripciones y medallas por don Juan Bautista Erro y Azpiroz, contador principal por S. M. de Rentas Reales, Propios y Arbitrios de la Ciudad y Provincia de Soria. Imprenta de Ripullés, Madrid. Florez, E. (1751 1800 ): España Sagrada, Madrid. Fox, I. (1997): La invención de España. Nacionalismo liberal e identidad nacional. Cátedra, Madrid. García Tolsa, J. (1954): Historia de los pueblos de España. Vicens Vives, Barcelona. García y Bellido, A. (1960): Adolf Schulten. Ex. Archivo Español de Arqueología, 33. Madrid. Gómez Santa Cruz, S. (1914): EL SOLAR NUAMNTINO. Refutaciones de las onclusiones históricas y arqueológicas defendidas por A. Schulten, profesor de la Universidad de Erlangen, como resultado de las excavaciones que practicó en Numancia y sus inmediaciones. Madrid. Henares Cuellar, I. (1977): La teoría de las artes plásticas en la segunda mitad del siglo XVIII. Madrid. Hermenegildo, A. (Ed.) (1994): La destrucción de Numancia. Castalia, Barcelona. Hobsbawm, E.J. (1989): La Era del Imperio (1875-1914). Barcelona. Jimeno, A. y de la Torre, J.I. (1997): Numancia y Regeneración. II Congreso Nacional de Historiografía, C.S.I.C, Málaga. Latorre Macarrón, J.M. (1996): Periódicos de Soria (1811-1994). Soria Edita, Soria Loperraez, J. (1788) Descripción Histórica del Obispado de Osma, con tres disertaciones sobre los sitios de Numancia, Uxama y Clunia. Imprenta Real, Madrid. Maillo, A. (1942) Camino. Libro de lectura comentado. Salvatella, Barcelona. Mariana, Juan de. (1591, ed. 1828): Historia General de España. Imprenta de los hijos de D. Catalina Piñuela, Madrid. Martí Alpera. (1930): Nueva Enciclopedia Escolar. H. de S. Rodríguez. Martínez Santa Olalla (1941): Esquema Paletnológico de la Península Ibérica. Madrid. Marull, T. B.: Sagunto y Numancia. Dalmán Carles, Pla. S.A., Gerona-Madrid. Marrast, R. (1995 ): (Introducción y notas). Numancia, Miguel de Cervantes. Cátedra, Madrid. Mélida, J.R. (1918): Excavaciones en Numancia. Trabajos realizados en 1916 y 1917. Memoria n? 29, J.S.E.A., Madrid. Mélida, J.R. (1922): Excursión a Numancia pasando por Soria y repasando la historia y las Antigüedades numantinas". Madrid. Méndez, F. (1766): Noticias sobre la vida, escritos y viajes del Rvmo. Mtro. Fr. Enrique Flórez, Madrid. Molyneaux, B. (1997): The Cultural Life of Images. Visual Representation in Archaeolog. Routledge; Londres. Mora, G. y Díaz Andreu, M. (eds.) (1997): El poder visual del pasado: Prehistoria e imagen en los manuales escolares. La Cristalización del Pasado: Génesis y Desarrollo del Marco Institucional de la Arqueología en España. Universidad de Málaga, Málaga. Paluzie Y Cantalozella, E. (1886): Resumen de la Historia de España para los niños. Barcelona. Pemán, J.M. (1938): La Historia de Eapaña contada con sencillez. Escelicer S.L., Madrid. Pérez-Rioja, J.A. (1959): Soria en la Guerra de Independencia, Celtibéria 17. Perez-Rioja, J.A. (1968): Numancia, en fichas. Ensayo de Bibliografía cronológico-temática. Soria. Perez Romero, E. (1994): La ciudad inmóvil, Soria entre dos siglos, pp. 29-38. Cord. Carlos Álvarez. Archivo Histórico Provincial de Soria, Soria. Quesada Sanz, F. (1994: La Imagen del Héroe. Los antiguos iberos en la plástica española del s.XIX, Revista de Arqueología n 162: 37-47, Madrid. Rabal, N. (1889): Historia de Soria. Macondo ed., 1980, Soria. Reyero, C. (1987): Imagen histórica de España (1850-1900). Madrid. Reyero, C. (1989): La pintura de historia en España. Madrid. Ruiz-Zapatero, G. Y Alvarez Sanchis, J. (1995): Prehistory, Story-Telling, And Illustrations: The Spanish Past In School Textbooks (1880-1994). Journal of the European Archaeology, 3: 213-232. Ruiz-Zapatero, G. y Alvarez Sanchis, J. (1997): El poder visual del pasado: Prehistoria e imagen en los manuales escolares. La Cristalización del Pasado: Génesis y Desarrollo del Marco Institucional de la Arqueología en España (G. Mora y M. Díaz Andreu, eds.) Univ. de Málaga, Málaga: 621-631). Ruiz-Zapatero, G. y Alvarez Sanchis, J. (1997): La Prehistoria enseñada en los manuales escolares españoles. Complutum, 8: 265-284. Saavedra, E. (1861): Descripción de la vía romana entre Uxama y Augustóbriga, Memoria de la Real Academia de la Historia IX, Madrid. Reproducido en El noticiero de Soria (1891). Saavedra, E. (1890): El ladrillo de Zamora, en el Recuerdo de Soria, 2? época, n? 1: 9-10; y Celtiberia 34, 1967: 181-184. Saenz García, C. (1964). D. Eduardo Saavedra y Moragas. Faceta Soriana de una biografía gloriosa. Celtiberia, 27. Schulten, A. (1905): Numantia, Eine topographisch-historische Untetsuchung, Berlín. Schulten, A. (1913): Campesinos de Castilla; contribución al estudio de la España de nuestros días, Deutsche Rundschau. Schulten, A. (1914) Mis excavaciones en Numancia (1905-1912). Barcelona. Schulten, A. (1933) Geschichte von Numantia, Munich. Serrano Del Amo, A. (1950). España es Así. Ed. Escuela Española, Madrid. Trillo, Ruiz, Sierra, Orbegozo Y Olmos. (1942): Enciclopedia Escolar en Dibujos. Afrodisio Aguado, Madrid. Valls, R. (1984): La interpretación de la Historia de España y sus orígenes ideológicos en el Bachillerato Franquista (1938-1953). I.C.E. Universidad Literaria de Valencia, Valencia. Valls, R. (1993): La Historia enseñada a lëpoca Franquista. L´Avenc, 169: 71-73. Valls, R. (1994): La manipulación franquista de la Historia enseñada. Historia 16, 218: 120-122. Vera, V. ( 1905, 11 de Septiembre): El Solar Numantino. El Imparcial. Vera, V. ( 1906): El Monumento a Numancia, erigido sobre las ruinas de la Ciudad Celtibérica. Madrid. VV.AA. (1912) Excavaciones de Numancia. Memoria de las Excavaciones presentada al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes por la Comisión Ejecutiva de las Excavaciones de Numancia. Madrid.
contexto
La ciudad de Numancia ocupa la meseta de un elevado cerro de forma almendrada. Su urbanismo se estructuró en torno a dos largas calles paralelas en dirección NO-SO cruzadas por otras once, también paralelas entre sí. Por la parte occidental discurría otra calle en paralelo con la muralla. El espacio comprendido dentro del perímetro eran unas 24 Ha. No se han documentado espacios libres para plaza o foro. La trama de la ciudad es de época romana sobre un trazado originario celtibérico. En conjunto se han descubierto diecinueve calles y veinte manzanas en el total de las 11 Ha. excavadas. Numantia, la capital de los arévacos, destacó desde los mismos comienzos de la sublevación celtibérica contra Roma y su final, tras la resistencia numantina que opuso, ha trascendido a su tiempo y al contexto de la guerra contra el invasor para adquirir los rasgos de una gesta heroica con un alto contenido nacionalista. Ante la ruptura de las relaciones entre Roma y algunos pueblos indígenas -belos y titos- en el 153, tras las reclamaciones que éstos hicieran por el incumplimiento de los pactos con Tiberio Sempronio Graco, muchos de ellos se refugiaron entre los muros de Numancia. Esta ciudad se puso, así, al frente de las guerras celtibéricas y su caída, en el 133 a.C. supuso el final de las mismas. La lucha contra los arévacos y sus aliados y el asedio de Numancia duró veinte años. Publio Cornelio Escipión Emiliano el Africano menor -sobrenombre ganado tras la derrota y destrucción de Cartago-, después de haber depurado y entrenado el ejército que se encontró a su llegada a Hispania en 134, puso sitio a Numancia aislándola totalmente con varios campamentos y un cerco -una valla y un foso- de 9 kilómetros de longitud. Ante la imposibilidad de recibir refuerzos y tras quince meses de asedio, en una resistencia hasta el límite de la inanición, los numantinos se rindieron a Escipión. Los pocos supervivientes que quedaban fueron encadenados y conducidos a Roma para formar parte, junto con el botín conseguido, del desfile triunfal de las tropas y su general a lo largo del Foro de la ciudad.
video
CELTIBERIAN WARS AND NUMANTINE RESISTANCE Throughout the 2nd century BC, Rome conquered Celtiberia an area which spread from the Ebro valley, to the waters of the high Duero, high Tagus and Jalon river. The Roman's advance started from the Mediterranean coast, up the Ebro valley and then across the Iberian and Central mountain ranges, reaching the high Duero, little by little taking the interior of the peninsula. In 179 BC, Tiberius Sempronius Gracchus sent his legions to suppress a Celtiberian uprising that would end in the Roman's victory over the Celtiberians in the battle of Mons Chaunus (probably referring to mount Moncayo). This lead to the Gracchus Treaty, which involved lasting peace and the commitment of Ebro valley Celtiberean's not to build new towns or fortify existing ones. The resumption of hostilities, from the year 154 BC onwards, will move the war further inland, shifting the border to the High Tagus -Jalón and high Duoro. The celtiberian army Celtiberians, renowned for their bravery and speed in combat, went to war on horseback and in groups on foot. They used a tactic that the Romans named concursare, based on quick and surprise movements of attack and retreat. This strategy worked best for them in narrow and steep terrains which hindered mobility, especially against an army with the characteristics of the Romans, perfectly trained, armed and tactically disciplined for formation combat. The Celtiberean's armament was light. As offensive weapons they used: - Double-edged sword with a sharp end, used by the Romans: named "gladius hispanensis". - Daggers, with two kinds of handles: biglobular or pediment ended. - Spears, with iron tips which they were very skillful with. - Sling, to cast stones. As defensive weapons: -Small circular shield or caetra. -Leather and metal helmets, sometimes double-crested. -Breastplates and chainmail. As well as -Leather or metal greaves to protect the legs. In the case of the cavalry, the Celtibereans rode without saddle or stirrups. They just put a rug over the back of the horse, and they used leather straps as reins. As armament they used: -Spears: with metal tips and iron ferrule at the opposite side of a wooden pole. -Sword and shield: the same as those used by infantry. The Roman Army From 153 BC, Rome sent consular armies to Celtiberia consisting of two legions with 4200 men in each joined by mercenary troops. This enabled them to mobilize armies of 35000 and 40000 men, reflecting the importance given by Rome to the war against the Celtibereans. The legion was divided in 60 centuries, of 60 soldiers each, which in order to be more effective were grouped in 30 maniples, made of 2 centuries each. The formation of the Roman Army was divided into several lines: -First line: light infantry, armed with spears, which were thrown at the beginning of combat. Afterwards they withdrew behind the heavy infantry. -Second line: divided in three lines of heavy infantry: hastati, princeps and triarii. They were armed with two javelins and a sword, and were protected with a helmet, breastplate, shield and shin pads. The hastati attacked first, then replaced by the princeps in case they had been weakened, and these by the triarii if necessary. Besides the infantry, Rome's army formation was made up of the cavalry, which was located in the wings of the formation, thus covering both flanks of the infantry. The armament they used was the "spatha", similar to the gladius, but longer; spears with metal endings and wooden poles, chainmail and helmet. They protected themselves with rounded shields made out of wood and iron. As well as the bow in the artillery, the catapult stood out used to launch javelins, and the ballista in order to cast boulders. Battering rams, beams with hooks or spikes were used to attack the walls as they could pull off and make holes in the stones. THE WARS WHICH CHANGED THE CALENDAR In 153 B.C, with the start of the Celtiberean wars, Rome was forced to advance the beginning of their official year, from the idus of march (15th of march) to the kalendas of January (1st January), so that the consuls appointed each year to wage war in Hispania, had enough time to move in and start the campaign in spring. This change of dates marked the beginning of our current year, as our calendar is of Roman heritage. The beginning of the Celtiberian Wars was triggered by the city of Segeda building a new defensive wall. The Romans interpreted this as a violation of peace treaty terms signed with Grachus, so in response an army was sent to the city commanded by Nobilior. As the wall wasn't finished and they were therefore unprotected, the people of Segeda left the city, and went up to the High Duero, reaching Numantia, where they were welcomed as allies and friends. In this unfair way, said Florus, Numantia entered the war, leading the Celtiberic resistance against Rome for 20 years. (153-133 B.C). The city dominated and controlled the broad mountainous ridge of the Iberian range, which connected with the Ebro's valley and plateau, as well as their rich livestock. But it was also supplied through the Duero by merchants who went up the river in small sail boats, carrying amongst other products, wine and cereal. These visits were celebrated by the Numantine people, as it secured the stock to last out the harsh winter. Segeda and Numantine people, who had chosen Caros from Segeda as their leader, achieved a major victory against Nobilior, killing six thousand Romans, on August 23rd 153 B.C., a day dedicated to Vulcan, which was declared ill fated from then on. No Roman General would engage in battle in the future on that day. Nobilior waited for the reinforcements of Masinissa, King of Numidia (in the north of Africa) and ally of Rome, consisting of three hundred riders and ten elephants. To surprise the Celtiberians, he arranged his troops so that the elephants were hidden in the rear. And opening the formation, at a given time, the beasts appeared by surprise, terrifying the Celtibereans and their horses, who fled to seek refuge in the city. From the wall they fired all kind of projectiles and stones, one of them hit the head of one of the elephants. Enraged it altered the rest, and turning against their own people with terrible bellows, they trampled, killed and disbanded the Romans. When the Numantine people saw that the romans were fleeing, they went in their pursuit, killing a good number of them and three elephants, seizing their arms and ensigns. Scipio's siege Numantia's people defeated the Roman generals several times. In the end, Rome had to send Publius Cornelius Scipio Aemilianus, who had destroyed the city of Carthaghe. He, after defeating in the middle Duero the Vaccei, who were allies of the Numantines, isolated the city with a well guarded fence. He made seven settlement camps in the nearby hills, joining them by a solid 9 km of perimeter wall, protected in front by a moat and a wooden palisade, and placing two forts in the meeting point of the rivers Tera and Merdancho with the Duero. The Numantines challenged their invaders several times, but Scipio's patient wait turned out to be the answer. Twenty years of wars and eleven months of siege had passed and food stocks had completely run out; without grain, or cattle, or fodder, they began to eat cooked hides; but these too were soon to be scarce, so they had to turn to the last and terrible resource: eating the dead. The city fell due to starvation in the summer of 133 B.C., each dying in their own way and the survivors being sold as slaves. The city was ruined and its territory divided among the natives who had helped Scipio. Epilogue Numantine resistance against the conquest of Rome and its heroic ending is a symbol of universal reference, due to its bond with something as essentially human as a peoples struggle for freedom and the defence of the weak against the strong. The Numantines attitude shocked the conscience of the conquerors so much that they in turn felt conquered by the Numantine cause, raising their resistance and heroic ending to the limit thus providing a universal dimension and almost reaching legendary status.
obra
termino
acepcion
Divinidad que posee un poder misterioso.