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monumento
En este retrato de Isabel II el clasicismo hispano con todas sus connotaciones autóctonas -incluido el realismo- no está ausente, llegando a sus últimas consecuencias. Los aires románticos se combinan con esas soluciones en armónico eclecticismo que se traduce desde el equilibrio en la disposición de la caída de los paños y en la actitud hierática y dignísima de la efigiada, a ese ambiente humano que la inunda y en esa ternura que irradia el jovencísimo rostro de la soberana. De esta obra se hicieron dos versiones en mármol -una de ellas junto a la de su marido en la Biblioteca Nacional- y ésta en bronce de la plaza de Isabel II, ante el Teatro Real. El modelo se concluyó en 1855.
monumento
Iniciado durante la época de pensionado en Roma que disfrutó el autor, entre 1878 y 1881, este grupo escultórico representa la apoteosis de Isabel la Católica marchando a la realización de nuestra unidad nacional. Se trata de un conjunto fundido en bronce, donde la reina, montada a caballo, se muestra coronada y con manto, portando en su mano derecha la cruz de Covadonga. Junto a ella figuran el cardenal González de Mendoza, con traje talar y los Evangelios, y el Gran Capitán, cuyas manos sujetan una espada desenvainada y las bridas del corcel real. El pedestal, por su parte, muestra una concepción historicista, muy al gusto de la época.
obra
Iniciado durante la época de pensionado en Roma que disfrutó el autor, entre 1878 y 1881, este grupo escultórico representa la apoteosis de Isabel la Católica marchando a la realización de nuestra unidad nacional.
monumento
Situada en la plaza que lleva su mismo nombre, encontramos el monumento al polígrafo y ensayista del siglo XIX, José Amador de los Ríos, nacido en Baena en 1818 y condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica.