Este monasterio fue construido entre los años 1563-1584 por orden de Felipe II. En reconocimiento por la victoria conseguida en San Quintín, el día de San Lorenzo del año 1557, este monarca decidió construir un monasterio dedicado al santo. El lugar elegido fue la sierra de Guadarrama, cerca de Madrid, la nueva capital de la monarquía. En su construcción intervinieron los arquitectos Juan Bautista de Toledo, verdadero artífice del mismo, Juan Bautista Castelló y Juan de Herrera, difusor de la imagen acabada. El edificio era a la vez un panteón real, un monasterio de jerónimos, una residencia real, una biblioteca y un museo. El Real Monasterio de El Escorial recoge además el gusto artístico del monarca: planta italiana de cuatro grandes patios, jardines franceses, tejados y chimeneas al estilo de Flandes. La ubicación era la de un entorno privilegiado. El rey culto llenó sus estancias de obras de arte, preferentemente flamencas e italianas, muchas de las cuales constituyen hoy los fondos del Museo del Prado. Interesado en la pintura religiosa y en el retrato de corte, realizará encargos a pintores de la talla de Ribera y Juan Fernández Navarrete el Mudo el cual realizó dos grandes cuadros decorativos, la Adoración de los Pastores y el Martirio de San Lorenzo. También contó con el trabajo de artistas extranjeros como Zuccaro, autor del gran retablo. En cuanto a retratistas, el monarca reunió a un excelente grupo de cámara que consagró el retrato de tipo oficial: Antonio Moro, Alonso Sánchez Coello y Juan Pantoja de la Cruz. El Greco también fue llamado a trabajar en el Escorial pero con su trabajo en el Martirio de San Mauricio perdió el favor real. El monasterio sigue conservando hoy su función de convento masculino de clausura, quedando la parte palaciega para el disfrute de los visitantes. Actualmente posee además una importante pinacoteca con obras de Tiziano, El Veronés, Guido Reni, Ribera, El Greco y Velázquez.
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monumento
El triunfo obtenido por las tropas de Felipe II ante los franceses en la batalla de San Quintín el 10 de agosto de 1557 será el principal motivo para la fundación del Monasterio de San Lorenzo, ya que el triunfo coincidió con la festividad del santo. El monarca buscó el lugar apropiado para su emplazamiento, fijándolo a finales de 1562 en las cercanías de Madrid, capital del Estado desde el año anterior. La traza de la planta general corresponde a Juan Bautista de Toledo mientras que a Juan de Herrera le corresponde la mayor parte de la fábrica del edificio. La construcción debía asumir las funciones de residencia real, monasterio y panteón real, combinando de manera acertada lo práctico y lo simbólico. Presenta una planta rectangular, apreciándose la influencia de los hospitales italianos y españoles del siglo XV así como de los monasterios medievales, tomando una cruz como elemento central. El acceso se realiza por la fachada principal, que se halla en el oeste. La Puerta está compuesta por dos cuerpos de columnas con columnas adosadas, dóricas las inferiores y jónicas las superiores, culminado el cuerpo superior por un frontón triangular. Tras pasar la Biblioteca, nexo de unión entre la zona de meditación y de estudio, se accede al Patio de los Reyes, flanqueado por dos torres y dos plantas cuadradas: en la izquierda, el Colegio; en la derecha, el Convento. Ambos espacios son simétricos y presentan cuatro patios, retomando el esquema de los hospitales. El Patio de los Reyes da acceso a la Basílica, elemento central de la construcción. Tiene planta de cruz griega, prolongada la nave central por un vestíbulo sobre el que se halla el coro de los religiosos. Se organiza a partir de un espacio central cubierto con cúpula sobre tambor; en la cabecera se dispuso la capilla mayor, profunda y elevada, a cuyos lados se situaron los retratos familiares de Carlos V y Felipe II. Bajo este altar mayor se ubica el Panteón de Reyes. A uno de los lados de la iglesia encontramos el Patio de los Evangelistas, inspirado en el Palacio Farnesio de Roma. A través de él se accede a la Sacristía y las Salas Capitulares, y en él desemboca la escalera principal. Al norte del edificio, al otro lado de la iglesia, encontramos el Palacio del Rey, comunicado con los aposentos privados del monarca que se ubican alrededor del presbiterio de la Basílica y organizados alrededor del Ppatio de Mascarones. El Palacio Real se articula alrededor de un gran patio, dividido en tres partes por dos crujías ortogonales, donde se emplazan las salas de representación. Al exterior destaca la sobriedad de la construcción ya que las fachadas sólo presentan regulares ventanas, mientras los tejados a dos aguas en pizarra recuerdan a los edificios nórdicos. Los elementos vegetales desaparecen, los figurados se convierten en estatuas y los geométricos se reducen a pirámides y bolas. Cuatro gruesas torres rematan las esquinas, como si de una parrilla se tratara ya que san Lorenzo fue martirizado en una parrilla, según narra la leyenda.
obra
En 1607, fray Gabriel de las Casas reemprende los trabajos del monasterio de San Martín Pinario, superados ya los problemas con el Cabildo de la catedral que habían impedido a la comunidad monástica construir la fachada sur del edificio, la más importante y significativa. La inmensa fachada del monasterio, con su predominio de la horizontalidad y la rítmica secuencia de sus ventanales, tiene una importancia clasicista indudable, casi como una lejana evocación del monasterio de El Escorial; los lienzos murales se distribuyen en cuatro pisos atados por pilastras toscanas gigantes que rematan en pináculos, y en los ángulos, un cuerpo saliente en forma de torre cuadrangular de cinco pisos, rompe con la monótona secuencia de la fachada. En el centro se abre la monumental portada del monasterio que comunica con el claustro procesional, cuyo doble juego de gigantes columnas pareadas se repite en el primer cuerpo flanqueando la puerta, la hornacina con la imagen de San Benito y el volado balcón triple con barandilla de piedra sostenida por mascarones. Sobre la cornisa se yergue la aérea peineta con el escudo real y encima, recortándose sobre el horizonte, San Martín partiendo su capa con el pobre; este remate fue trazado por Fernando de Casas y Novoa en 1738, pero su ímpetu barroco no desentona en absoluto con el clasicismo de la parte inferior.
monumento
La Orden Benedictina tenía uno de sus monasterios frente a la misma catedral de Santiago, junto a la puerta de Azabacherías. Allí se levanta la inmensa mole de San Martín Pinario, emblemático edificio de la ciudad. En el año 912 el obispo Sisnando dedicó a san Martín un oratorio, consagrando en el año 1102 la iglesia el propio obispo Gelmírez. El edificio románico original fue destruido cuando se construye el actual monasterio. La iglesia fue levantada en el año 1590 por el maestro Mateo López, en un estilo barroco que se anticipa a su tiempo. Gracias a una bula papal puede construirse al revés, con los pies al este y la cabecera al oeste. Presenta planta de cruz latina enmarcada en un rectángulo, con capillas abiertas a la nave, cubierta con bóveda de cañón con casetones y cúpula en el transepto. En el interior destaca el retablo del altar mayor, una pieza barroca proyectada por Fernando Casas Novoa y realizado por Diego de Romay. La fachada presenta tres cuerpos sostenidos por columnas en los que sobresale la decoración, rematada con un friso dedicado a san Martín repartiendo la capa con el pobre. Para acceder a la puerta de la iglesia se salva el desnivel del terreno con una escalera, obra de Fray Manuel de los Mártires, que muestra movida planta en una sucesión de tramos curvos evocando modelos franceses. Casas Novoa también es el autor de la conclusión del claustro.
monumento
En esta población se alza el monasterio de Nuestra Señora de la Asunción, de monjas cistercienses. Su origen se remonta al siglo X, siendo restaurado en el siglo XII por la infanta doña Sancha. A principios del siglo XVI fue suprimido, destinando sus rentas a financiar un colegio de la orden en Salamanca y su comunidad trasladada al cercano cenobio de Villabuena, pero la destrucción de éste por una riada obligó a unir ambas comunidades nuevamente en San Miguel. Durante los siglos XVII y XVIII fue totalmente remozado. Como otros monasterios sufrió las consecuencias de la Desamortización y sus monjas fueron exclaustradas, hasta que en 1861 se restauró la vida religiosa, integrándose en la Federación Bernarda de la Regular Observancia. Del monasterio sólo puede visitarse la iglesia, de planta de cruz latina y con los brazos apenas desarrollados. De una sola nave, dividida en seis tramos por arcos de medio punto con bóveda de lunetos y cúpula de media naranja. El resto del monasterio sólo puede visitarse con permiso. A mano izquierda del coro está la sala capitular (siglo XVIII), a la que se accede por una portada románica. Frente a la sala capitular hay una escalinata monumental, que acoge la obra más notable del monasterio, una virgen románica con el niño (siglo XII), en piedra, de 1,18 metros, sentada en un trono, con tres diablillos como escabel y unos ángeles en sus hombros que le apartan la toca para descubrir mejor su rostro. El monasterio posee, además, dos claustros: el de la Portería o del Palacio, del siglo XVII, de pequeñas dimensiones; y otro del siglo XVIII muy amplio, también de dos pisos, con balaustrada abierta en el segundo. En los ángulos del claustro bajo hay ocho capillas, con puertas de madera, y en ellos retablos con imágenes de los siglos XVI y XVII.
museo
Hay dos monasterios en estrecha relación con la vida del Santo, el de Suso o de arriba, y el de Yuso o de abajo. El monasterio de Yuso fue fundado por el rey García, y fue ampliándose en la medida en que los diferentes abades necesitaban más espacio, hasta el siglo XVII en que se concluyó definitivamente. Aquí fueron descubiertas las "Glosas Emilianensis", primeras letras del idioma castellano. En la biblioteca se conservan códices, pergaminos de los siglos X al XIV, ceremoniales miniados de gran valor y el llamado "Becerro Galiano", en el que figura el voto de San Millán del siglo XIII. En el Salón de los Reyes se pueden contemplar pinturas de fray Juan Rizzi. Son también destacables el claustro, la magnífica escalera del siglo XVII y la Sacristía, de finales del XVI. En el Museo del monasterio se guardan las célebres arcas de San Millán y san Felices, realizadas en oro y marfil. En 1992 se inauguró, dentro del recinto del monasterio, el Aula de la Lengua, dedicada a realizar actos protocolarios relacionados con el idioma castellano. El Monasterio de Suso, separado del anterior por dos kilómetros de distancia, destaca por su sencilla arquitectura mozárabe en parte excavada en la roca. En él se puede visitar el cenotafio de San Millán del siglo XII o las tumbas de los siete infantes de Lara.
monumento
El monasterio benedictino de San Pablo del Campo, el único románico existente en la ciudad de Barcelona, fue fundado antes del año 911 por el conde Gifré Borrell. Almanzor destruyó la primera construcción durante su ataque a Barcelona en 985, pero la comunidad fue restaurada en el siglo XI. La iglesia presenta planta de cruz griega, con un claustro anexo de planta cuadrada, de pequeñas dimensiones, fechado en el siglo XIII. La Sala Capitular es gótica, del siglo XIV. La iglesia se convirtió en parroquia en 1835, albergando en sus dependencias una escuela y después un cuartel. Declarado monumento histórico-artístico en 1879, fue objeto de restauraciones entre 1896 y 1907. En 1927 el arquitecto Josep Goday proyectó la destrucción de los edificios anexos. Las inundaciones, las lluvias, el desgaste provocada por el polvo y la suciedad han motivado numerosos desperfectos. En julio del año 2002 se han iniciado obras de restauración con una aportación de 330.556 euros por parte de la Fundación Caja Madrid.
monumento
Uno de los monasterios más antiguos de Santiago, fue fundado por Alfonso II en el siglo IX para guardar la tumba del Apóstol, cuya custodia estaba en aquellos tiempos encomendada a los benedictinos. Edificio de gran tamaño, fue finalizado entre los siglos XVII y XVIII, cerrando la Plaza de la Quintana por su lado oriental El monasterio está dedicado a San Paio, nombre gallego de Pelayo, nacido en las cercanías de Tuy y martirizado en Córdoba en el año 925, al que se venera en toda Galicia. Su inmensa fachada de muros de granito presenta un bello enrejado en sus 48 ventanas. Hay que apreciar también las portadas del siglo XVII, la cúpula y el Museo de Arte Sacro, entre cuyas maravillosas piezas se halla el antiguo altar de mármol del Apóstol.