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El claustro es la parte más espectacular del monasterio. En él se pueden advertir las pervivencias románicas, con sus capiteles vegetales que recuerdan a los de las Claustrillas o a otros de la zona palentina, como los de Aguilar de Campoo.
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Durante el siglo XVIII, la poderosa abadía de San Martín Pinario va a renovar y completar sus fábricas, interviniendo en los trabajos la mayoría de los arquitectos de renombre de la época, desde Fernando Casas hasta fray Manuel de los Mártires.
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Uno de los documentos más importantes de toda la época medieval es el plano de Saint Gall que se conserva en la biblioteca de esta localidad suiza. Gracia a él podemos observar cómo los monjes realizaron el proyecto de un monasterio. El plano fue dibujado poco antes del año 829 en tinta roja sobre cinco hojas de pergamino, siendo encargado por el abad Gozberto. Con este plano podemos reconstruir idealmente el proyecto, que concebía el monasterio como una pequeña ciudad autosuficiente. Las construcciones se organizaban alrededor de la gran iglesia abacial, diseñada con planta basilical, dos ábsides y dos torres a los pies. En el lado sur se ubicaría el claustro, centro de la vida religiosa. En la zona este se encuentran los dormitorios; el refectorio en el sur y en el oste la bodega. La zona este del monasterio está ocupada por el convento de los novicios, el cementerio, la huerta con su respectiva casa, los gallineros y la casa del palafrenero. Otra iglesia enlaza el convento novicial con el hospital, a cuyo alrededor se localizan la cocina, los baños, la enfermería, la casa del médico y el huerto con las plantas medicinales. En el norte encontramos la biblioteca, la casa del abad, la escuela y la hospedería. En el ala oeste se ubican las caballerizas, la entrada principal, las viviendas de los siervos y los edificios de las granjas. En el sur se hallan la residencia de los peregrinos, un nuevo grupo de granjas, la cocina anexa a la panadería y la cervecería y tras estas estancias los molinos. Los dormitorios de los artesanos y otra granja completan el conjunto. En estas pequeñas ciudades sagradas podemos apreciar normas de trazado urbanístico que habían sido abandonadas en las ciudades de la época. A causa de la ambición del proyecto nunca se levantó este monasterio, pero sirvió como referencia para los arquitectos cistercienses del siglo XII.
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Una de las piezas más interesantes del monasterio es el claustro. El lado oriental es del siglo XVI, pero las tres crujías restantes son de época tardorrománica. Las crujías norte y sur tienen 16 arcadas sobre columnas pareadas y el lado occidental presenta 19 arquerías. En la decoración de los capiteles destaca la ausencia de elementos figurativos, empleando una decoración vegetal de elevada calidad.
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La primera noticia documental que tenemos sobre la fundación del monasterio de San Andrés del Arroyo es un privilegio de Alfonso VIII, de 23 de abril de 1181, por el que compensaba a la condesa doña Mencía de Lara -que ya figura como abadesa- de los 2.000 áureos que le debía, concediéndole la iglesia de San Millán, cerca de Villasandino. El monarca siguió acrecentando el patrimonio del monasterio con numerosas donaciones, lo que confirma que San Andrés del Arroyo si no es una fundación real como Las Huelgas, al menos obtuvo grandes beneficios por parte de Alfonso VIII. El monasterio de San Andrés es una réplica en pequeño del de las Huelgas. Al igual que en la abadía burgalesa, la entrada principal de la iglesia se halla en un lado de ésta, como era habitual en los monasterios femeninos. Un pórtico lateral se extiende a lo largo del muro norte, como el de los Caballeros, formado por una serie de arcos de medio punto. La iglesia, en su cabecera, es una copia de las Huelgas. Está formada por una capilla central poligonal, precedida de un tramo recto; flanqueándola, dos capillas de planta cuadrada, tipología de cabecera utilizada en otros ejemplos, como veremos. La construcción llega hasta el transepto, quedando sin concluir el posible proyecto original. El claustro es la parte más espectacular del monasterio. En él se pueden advertir las pervivencias románicas, con sus capiteles vegetales que recuerdan a los de las Claustrillas o a otros de la zona palentina, como los de Aguilar de Campóo. Entre las dependencias claustrales destaca la sala capitular, donde se hace notar la influencia de la arquitectura burgalesa, cubierta con una esbelta bóveda octopartita que la aproxima, más que otros monasterios, a los sistemas empleados en Las Huelgas o en Cañas. Por todas las connotaciones que Arroyo tiene con Las Huelgas podemos creer que son fábricas coetáneas, cuyas obras se están realizando a lo largo del segundo cuarto del siglo XIII. Por otra parte, dada la protección real de ambos monasterios, no nos extrañaría que algunos maestros de Las Huelgas interviniesen aquí en San Andrés, ya que tanto el pórtico como la iglesia o el claustro no sólo repiten las mismas estructuras, sino que los motivos ornamentales, en algunas partes, parecen haber salido de la misma mano. Las desamortizaciones decimonónicas llevarían al monasterio a la ruina pero en 1931 el conjunto sería declarado Monumento Histórico Artístico, lo que permitió a la Dirección General de Bellas Artes en 1958 realizar una importante labor restauradora
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Entre las dependencias claustrales destaca la sala capitular, donde se hace notar la influencia de la arquitectura burgalesa, cubierta con una esbelta bóveda octopartita que la aproxima, más que otros monasterios, a los sistemas empleados en Las Huelgas o en Cañas.
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La condesa doña Mencía de Lara funda en 1181 el monasterio con la ayuda de Alfonso VIII. La planta de la iglesia es una imitación reducida de Las Huelgas, tanto por el pórtico lateral como por su cabecera. Constituida por un ábside poligonal precedido de un tramo recto, y dos capillas laterales de planta cuadrada. El hemiciclo del presbiterio se cubre con bóveda de ocho nervios que concurren en una clave común; el tramo recto y las capillas con bóvedas de crucería simple. Los soportes de la cabecera son de tipo hispanolanguedociano. El transepto, no acusado en planta, daba paso a tres naves de las que sólo se construyó la central, para coro de las monjas, y un tramo de la norte.