La realización de la serie dedicada a las bañistas servirá para acusar a Degas de misoginia. Cuando se observan las imágenes encontramos más ternura que odio en unas obras caracterizadas por la intimidad con la que se trata el tema, como si fuésemos miembros de la familia de las jóvenes. Las claras tonalidades se adueñan de una escena en la que el escorzo de la figura llama nuestra atención.
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Los últimos años de Fortuny nos ofrecen el fuerte debate interior existente en el artista; sus gustos artísticos le llevan a abandonar el cuadro de casacón y hacer una temática de género como este lienzo que contemplamos pero el ritmo de vida que se ha marcado le obliga a pintar obras siguiendo las pautas del mercado como la Elección de la modelo. Fortuny se siente más a gusto con estas obras de pincelada rápida y ejecución pastosa en las que continúa con el estilo de Goya y Velázquez, apostando por la mancha y la indefinición sin abandonar la expresividad del joven, en la línea de la pintura barroca española. Las tonalidades oscuras se adueñan del conjunto, interesándose el maestro por la luz y el naturalismo.
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Según el historiador de Leiden, Orlers, Jan Lievens empezó a pintar a los doce años asombrando a sus vecinos, ejecutando dos años después el retrato de su madre con tal acierto que dejó boquiabiertos a todos. Posiblemente esta imagen del joven soplando sería una de las primeras obras de Lievens, tomando como inspiración a su maestro Pieter Lastman e indirectamente a Caravaggio a través de los Caravaggistas de Utrecht. La figura del joven está realizada con absoluto naturalismo, en primer plano, impactando un fuerte foco de luz sobre su espalda. El rostro del muchacho queda en penumbra, aunque apreciamos sus rasgos y el gesto de su boca soplando. Los pliegues de la camisa están tratados con seguridad y firmeza, resultando una imagen de delicada belleza.
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Ninguna postura debía quedar al margen de los estudios del joven pintor que quería llegar lejos como es el caso de Degas. Así realiza esta joven tumbada en la que la expresividad del rostro es un importante foco de atención, demostrando Degas su faceta de retratista que explotará en la Familia Bellelli.
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Este retrato de hombre joven vestido de rojo se considera obra de Giovanni Bellini, aunque bien podría ser obra de taller. El joven aparece más acartonado e inexpresivo que los grandiosos retratos del maestro, como el de Giovanni Emo. El rojo es el típico color de la Escuela veneciana, muy utilizado en el siglo XV y que llevará a su máxima expresividad Tiziano en el XVI.
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Han pasado casi veinticinco años desde la producción de la serie sobre su hermana, Anna Maria y, en concreto, desde la Muchacha asomada a la ventana del año 1925, momento en que Dalí representaba las formas de los nuevos realismos, que se estaban desarrollando en Europa, sobre todo de la pintura italiana. Durante este recorrido Dalí ha experimentado con todo; ahora nos encontramos, una vez más, con una pintura donde el erotismo, representado por los cuernos de rinoceronte, es el principal protagonista. Igual que la Muchacha asomada a la ventana, Dalí representa una figura femenina bajo el nombre de "Joven Virgen" asomada a una ventana. Sin embargo, su fisonomía está formada por diferentes cuernos de rinoceronte, cuyas formas fálicas construyen su cuerpo. El contenido sexual y el alma casta de la muchacha son los elementos de la composición. La muchacha, ante la desesperación de su castidad, de su virginidad, quiere lanzarse hacia el vacío, es decir, hacia su propio deseo para liberarse de la pureza.
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Murillo representa un profundo cambio en el gusto de los clientes del arte en la España del siglo XVII. Tras la severidad de naturalistas como Zurbarán, Maíno, el joven Velázquez, etc., Murillo proporciona imágenes bellas, iluminadas con suaves tonos dorados y rostros gentiles. Es el caso de esta pintura, realizada con frescura e ingenuidad. Muestra un tema muy explotado en la pintura española, como es el de la maja asomada a la ventana y acompañada de una mujer mayor. En el caso de Goya serán con frecuencia Celestinas exhibiendo a sus pupilas. En el caso de Murillo, la joven parece una muchacha del pueblo, con grandes ojos llenos de confianza y alegría. La dueña parece divertida por lo que ve en la calle y se tapa el rostro para ocultar la risa. La composición del lienzo es muy acertada: se basa en un ángulo recto acodado en la esquina inferior izquierda del marco. El ángulo está subrayado arquitectónicamente por el alféizar y la contraventana de madera, y así como por los personajes, con la jovencita apoyada y la dueña que se asoma. De este modo, gran parte del cuadro queda absolutamente vacío y la mirada del espectador se ve atrapada por las dos simpáticas figuras femeninas, que destacan contra un fondo oscuro sin iluminación ni referencias espaciales.
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El delicado estado de salud de Renoir le obligó a instalarse definitivamente en el Mediterráneo. En 1907 compra en Cagnes la finca "Les Colletes" y se hace construir una casa donde se instalará al año siguiente. Allí recibirá las visitas de sus amigos, entre otros Monet, y de dedicará intensamente a pintar, a pesar de que el reuma y la artrosis le impedían agarrar con fuerza los pinceles por lo que había que atárselos con vendas.Sin embargo, a pesar del sufrimiento físico que padeció el artista en sus últimos años, las obras de esta última época están cargadas de vitalidad y alegría, incluso de cierto romanticismo como podemos apreciar en este retrato de una bella joven, apuntándose a Gabrielle Renard, la prima de Aline, como la modelo que posó para este lienzo. La tela muestra las tonalidades rojas encendidas habituales en estos años, aplicadas con rapidez y empastamiento, creando un aspecto abocetado que contrasta con el dibujismo y la volumetría del rostro. Tras el periodo de crisis que le llevó al dominio del dibujo y el volumen, Renoir parece recuperar el estilo impresionista de la década de 1870.
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En el verano de 1883 Renoir pasa una temporada en Yport donde recibe el encargo de pintar a los hermanos Robert y Aline Nunès. El pintor está viviendo un periodo de crisis -"Hacia 1883 yo había agotado el impresionismo y al final había llegado a la conclusión de que no sabía pintar ni dibujar. Dicho en pocas palabras, el impresionismo llevaba a un callejón sin salida" comentó el propio artista- que le llevará al "periodo seco", crisis que también afectará a sus compañeros Monet, Degas o Pissarro.El estilo impresionista da paso a un dibujo más cuidado, donde las figuras están modeladas con mayor perfección y ubicadas de manera correcta y estudiada en el espacio, mientras los colores son más suaves y fríos. Este retrato es un perfecto ejemplo de la nueva manera de trabajar de Renoir, fórmula que no agradó a los críticos -el irlandés George Moore escribió que en dos años Renoir había destruido por completo su exquisito arte en el que había trabajado durante veinte años-. Sin embargo, nos encontramos ante obras llenas de gracia y belleza, como este exquisito retrato en el que aún podemos encontrar elementos típicos del impresionismo como la sombra coloreada o las pinceladas rápidas y empastadas con las que ha pintado el jardín en el que posa la joven modelo. Y es que pocos artistas han sabido captar la elegancia en sus retratos como Renoir, lo que le llevó a convertirse en uno de los retratistas favoritos de la alta sociedad francesa de fin de siglo.