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monumento
La importancia de Medinaceli en la conquista del valle del Jalón fue fundamental para los generales romanos. No en balde, en esta localidad soriana queda uno de los arcos triunfales más importantes de la Península Ibérica. Asentado sobre la roca natural, posiblemente se trataría de una de las puertas de la muralla que rodeaba la villa. También se apunta a su uso como indicador de los límites entre los "conventus" jurídicos de Clunia y Caesaraugusta. El arco se conserva en buen estado y presenta unas medidas espectaculares: 8,50 de altura; 2,05 de anchura y 13,10 de largo. Está configurado por tres arcos de medio punto, todos dovelados, presentando cierta sintonía con el arco de Septimio Severo en Roma. El arco central mide casi cinco metros de luz. En el entablamento que corona el monumento se pueden apreciar las marcas de las letras de bronce que configuraban una inscripción dedicatoria, que algunos autores relaciona con los nietos de Augusto, Lucio y Gayo César, a los que estaría dedicado el arco.
obra
Los grandes proyectistas, Charles Percier y Pierre-François-Léonard Fontaine optaron por una recreación del arco romano de Severo, con tres arcos y un tratamiento polícromo de las superficies. La riqueza decorativa se ve mucho más acentuada que en otros proyectos del Imperio. La suntuosidad del arco está subrayada por la cuádriga que lo corona.
monumento
Construido para la Exposición de 1888, Vilaseca levanta esta obra con un material hasta entonces inusual en este tipo de construcciones: el ladrillo. En realidad se trata de una experiencia reciente que parte de la Editorial Montaner y Simón, realizada por Domémech, si bien aquí su uso es de tipo funcional. Años después, el mismo Doménech recurriría a este material con un sentido mucho más vivo en el café-restaurante de la Exposición, tratado como elemento decorativo y haciéndolo contrastar con otros materiales.