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En los ajuares funerarios de la dinastía Han, aparecieron gran cantidad de objetos y figurillas de terracota. El tamaño de las figuras durante estos años ha disminuido considerablemente y nos muestran todos los aspectos de la vida: desde el militar lúdico, pasando por connotaciones religiosas. Este guerrero, nos muestra la perfección técnica que alcanzó esta dinastía, así como el enriquecimiento formal que se manifiesta en el dinamismo del personaje.
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El conjunto relieves encontrados en Osuna (Sevilla), han sido reconocidos como expresión del paso de la tradición ibérica a la ya romana o iberorromana. Todos ellos eran piezas aprovechadas para la construcción o el relleno de una muralla de emergencia construida en la ciudad por los pompeyanos, para hacerse fuerte contra los partidarios de Julio César. El tema más frecuente en estos relieves eran las escenas de guerreros, como en este caso, donde el personaje aparece armado con un escudo alargado de origen céltico y falcata.
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Entre 1975 y 1979 se rescató en el lugar conocido como Cerrillo Blanco, de Porcuna (Jaén), el más importante conjunto escultórico de la cultura ibérica. Por lo que se deduce de la excavación del Cerrillo Blanco, en una fecha muy poco posterior al año 400 a. C., se procedió a enterrar allí un gran número de estatuas, que habían sido intencionadamente destruidas, y cuyos pedazos fueron cuidadosamente recogidos y depositados en un gran hoyo hecho al efecto, cubierto después con grandes losas de arenisca. Las muchas estatuas no son idénticas de estilo, pero sí bastante homogéneas, como fruto de un mismo taller en el que pueden distinguirse varias manos. Tampoco son unitarias en temática ni en tamaños, sino un conjunto que va adquiriendo orden según avanzan los estudios sobre ellas. Son en general figuras menores que el natural, que representan guerreros -aislados o en grupos-, personajes de ambos sexos con trajes ceremoniales y atributos o complementos diversos, un individuo que lucha con un grifo, una divinidad literalmente envuelta por los cuerpos de dos cabras; animales diversos -leones, toros, una esfinge, un águila-. Las anatomías de las figuras están bien modeladas, en sus proporciones y en la acertada interpretación de las musculaturas y los movimientos.
Personaje Pintor
Su formación inicial discurre en la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad natal, y luego prosigue en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Allí aprende bajo los consejos de Vázquez Díaz. Durante un año, entre 1945 y 1946, establece su residencia en París, gracias a las becas que le concede la Casa de Velázquez y el Centro Cultural Francés de Madrid. En la Ciudad de las Luces acude a la Escuela de Bellas Artes y aprende la técnica del fresco, que luego emplea en sus composiciones abstractas. Tras contraer matrimonio con una periodista americana se establece en Nueva York. Allí conoce a artistas de la talla de Rothko y Pollock, entre otros. En la década de los cincuenta realiza su primera exposición individual. Uno de los temas que más le interesa es el desarrollo de las vanguardias europeas. Estando en Nueva York la Graham Foundation le ofrece una ayuda para colaborar con unos arquitectos e impartir clases de dibujo y pintura en la New School for Social Researches de Nueva York. A finales de los sesenta regresa a España y se instala en Madrid. Su arte fue fundamental en el arte de los jóvenes pintores que siguen las pautas de la nueva abstracción. José Guerrero se inspiró en el concepto del Color field-painting que surge en Nueva York en los años cincuenta. Su carrera fue reconocida con importantes premios que le otorgaron las autoridades francesas, españolas y estadounidenses. Su obra se encuentra en los principales museos de España y Estados Unidos.