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Datos principales


Rango

Arte Español del Siglo XVIII

Desarrollo


Con distintos lenguajes emanados del Barroco clasicista, con dominio de la sintaxis de este estilo aprendido con sus maestros y en la asimilación de tratados de arquitectura, la obra de Rodríguez fue coherente, si bien en ocasiones aparecen modos más severos, que no por falta de ornamentación son neoclásicos. Sus obras estuvieron directamente vinculadas a las Obras Reales hasta 1760 cuando, cesado por decisión de Carlos III, surgieron otros cargos y clientes con necesidades distintas, que sólo aparentemente produjeron un estilo nuevo, más funcional, severo y desornamentado. En el obrador de Palacio, además de los dibujos para el palacio de Aranjuez (1733), participó en la capilla y escalera del Palacio Nuevo en las primeras fases constructivas (Madrid, Biblioteca Nacional). Estos plantean distintos desarrollos espaciales y monumentales, adecuados al ceremonial de Corte, con un estilo dependiente del proyecto general de Juvarra. Al mismo período pertenece la Sección transversal de una iglesia con planta central (Madrid, Museo Municipal, 1738), obra de alzados murales italianizantes combinados con un camarín a la española, de un modo que nadie -salvo Rodríguez- podía hacerlo en España en esa época. En tiempo de Felipe V (1700-1746) Ventura Rodríguez realizó el Túmulo funerario del cardenal Molina (1744), grabado por J. B. Palomino al año siguiente. La estampa muestra cómo, inspirándose en la tradición de Bernini y Juvarra, surgen las formas de un templete octogonal sobre pedestales y escalinatas, con columnas unidas por un entablamento mixtilíneo de tramos cóncavos y convexos, coronado por un remate, cuya fantasía desbordada recuerda las culminaciones de algunos campanarios de Borromini.

La fuerza de los órdenes de fuste desnudo se impulsó, frente a los antiguos estípites churriguerescos y la decoración hispana, cuajada de emblemas, representando el fin de una época, como inmediatamente se vería en el de Felipe V, diseñado por J. B. Sacchetti en 1746. El proyecto para la Sacristía de la Capilla de San Isidro en San Andrés de Madrid (1748) presenta similitudes conceptuales con la adición de A. Procaccini en la Colegiata de La Granja (1729-1739). Rodríguez, adaptándose al edificio preexistente, imprimió un ritmo curvilíneo a la fachada, con pilastras en los ángulos para integrarla lateralmente en la obra seiscentista y con cuatro semicolumnas, en el centro, que acentuaban el eje axial, mediante la alineación de ventanas que culmina en el ático abalaustrado del remate, inspirado en el del Palacio Nuevo.

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