Iglesia de la Asunción
Localización
Desarrollo
La vieja iglesia medieval de Santa María llegó a ser insuficiente para una población que crece una vez que deja de ser frontera con el reino de Granada. Por esta razón, el obispo don Cristóbal de Rojas y Sandoval promueve la construcción de un nuevo templo parroquial, que se levanta junto a la vieja muralla de la población y al pie del Castillo . Sus obras se iniciaron en 1557 con trazas de Hernán Ruiz II y se prolongaron hasta 1598. Sucediéndose en la dirección de las obras maestros como Sebastián de Peñarredonda, Hernán Ruiz III , Juan de Ochoa, Juan Aranda Salazar y Eufrasio López de Rojas, aunque será el último de los Hernán Ruiz el maestro principal de las obras. Como era tradicional en la tierra, la parroquia se concibió como un edificio de tres naves, muy espaciosas y labradas en magnífica sillería, plan que viene a ser derivación de las parroquias fernandinas o de reconquista. Como en éstas, carece de crucero, y su cabecera es triple, destacando la Capilla Mayor por su amplitud, si bien todas tienen un testero recto. Las naves están formadas por arcos triplicados de medio punto, que se elevan en elegante pilares cruciformes con media columnas bajo dichos arcos, cubriéndose la nave central por un magnífico artesonado de madera de par y nudillo con tirantas, que lleva lacería estrellada de tradición mudéjar en tramos alternantes. Este artesonado fue labrado por los carpinteros de Baena Luis Valverde y Pedro Palomino, bajo diseño del pintor de Córdoba Pedro de Mesa, aunque no todo lo que hoy vemos es original, ya que en 1630 tuvo que ser rehecho en parte, ahora por el maestro Benito de León.
Sólo en las capillas de la cabecera se utilizan bóvedas según era usual, empleándose de acuerdo con la moda de la época bóvedas vaídas para las laterales y una bella cúpula sobre pechinas decoradas por óvalos para la central o presbiterio. Contemporánea al templo es la Sacristía, que se emplaza en el lado de la epístola de la Cabecera. Conserva una hermosa portada, rematando su dintel un entablamento con ornamentación geométrica de óvalos y rombos, todo ello sobre ménsulas. A continuación de esta sacristía y asomando a la nave correspondiente se suceden algunas capillas de finales del siglo XVI y comienzos del XVII, con lúcidas portadas de esa época que ofrecen sistemáticamente pilastras enmarcando el medio punto de ingreso, y sobre ellas, frisos con triglifos, donde a su vez asientan frontones rectos, en un caso roto. En los interiores de esas capillas hay cúpulas con yeserías y labores ornamentales muy interesantes del Seiscientos, siendo las más tempranas las de la capilla del Santo Sepulcro El exterior de la Parroquia muestra una sencilla pero noble arquitectura de cantería, siendo especialmente visible el muro del Evangelio, que da a la Plaza de España. Lo centra entre contrafuertes una portada con columnas acanaladas y frontón curvo de acentuado clasicismo, apareciendo en ella el año 1659. Este dato indica que la Parroquia no fue completada hasta el siglo XVII. Durante esta centuria se edificó la alta torre que, grandiosa, se alza en uno de los ángulos de los pies.
Sus trazas fueron confeccionadas por Hernán Ruiz III en 1592, y a partir de entonces se puso manos a la obra, una vez terminada la fábrica del templo (se sucederán en estos años como maestros de obras el citado H. Ruiz III y Aranda Salazar). El último maestro que interviene en la torre es Eufrasio López de Rojas, que terminara el cuerpo de campanas y el remate en chapitel de la misma. Se piensa (Vicente Estrada Carrillo), que la Puerta del Perdón pueda ser obra suya, al ser él el maestro de obras durante los años de realización de la misma. Del retablo mayor es arquitecto Acisclo Manuel Balén, con Manuel de Miranda y Atanasio Tribaldos como escultores, Pedro Félix Vázquez como dorador y Agustín Roldán y José Jiménez como autores del tabernáculo. Fue realizado en madera tallada y dorado con policromía en rojo y azul. Está organizado en tres cuerpos clásicos: predella, principal y coronamiento. Este esquema se rompe en la calle central -más ancha que las laterales- en la que, ocupando los dos primeros tramos, se incluye un profundo hueco con remate de arco de medio punto con lunetos, enmarcado mediante un moldurón, con orejetas en la parte superior y decorado con hojarascas. En su centro se encuentra la figura simbólica del Espíritu Santo. Están representadas las siguientes escenas: Santiago Peregrino, San Bartolomé (patrón del pueblo), San Pablo, San Pedro, la Asunción de la Virgen y La Crucifixión. El uso de columnas salomónicas nos indica el auge del barroquismo en esta época (1683-1698).
Este asombroso retablo fue restaurado por la Junta de Andalucía en 1992. Existe también un San Juan Bautista, una talla de 119 cm. de altura. Prodigio escultórico de autor desconocido hasta el momento, aunque son muchas las atribuciones que se le hacen, siendo la de Martínez Montañés , la que suena con más fuerza. Se trata de una imagen posando su pie izquierdo sobre una piedra en la que se halla echado, el cordero, lo que permite un sinuoso movimiento de la figura que con su mano derecha señala el símbolo de Cristo. El Crucificado es una talla de 67 cm. De gran corrección anatómica, muestra a Cristo muerto con la cabeza ligeramente inclinada sobre el hombro derecho. Perteneciente a la escuela granadina, es del siglo XVIII. El Cristo de la Expiración es un óleo sobre cobre, de 30,5 x 43 cm. Con el cuerpo levemente contorsionado, se halla clavado con tres clavos en una cruz plana en la que aparece la cartela con el INRI. La pincelada es menuda, de gran calidad y con buen estudio anatómico. El marco original es de taracea, enmarcado a su vez, para aumentar su tamaño, con otro, dorado, con decoración manierista. Se fecha a comienzos del siglo XVII. Acaba de ser restaurado.
Sólo en las capillas de la cabecera se utilizan bóvedas según era usual, empleándose de acuerdo con la moda de la época bóvedas vaídas para las laterales y una bella cúpula sobre pechinas decoradas por óvalos para la central o presbiterio. Contemporánea al templo es la Sacristía, que se emplaza en el lado de la epístola de la Cabecera. Conserva una hermosa portada, rematando su dintel un entablamento con ornamentación geométrica de óvalos y rombos, todo ello sobre ménsulas. A continuación de esta sacristía y asomando a la nave correspondiente se suceden algunas capillas de finales del siglo XVI y comienzos del XVII, con lúcidas portadas de esa época que ofrecen sistemáticamente pilastras enmarcando el medio punto de ingreso, y sobre ellas, frisos con triglifos, donde a su vez asientan frontones rectos, en un caso roto. En los interiores de esas capillas hay cúpulas con yeserías y labores ornamentales muy interesantes del Seiscientos, siendo las más tempranas las de la capilla del Santo Sepulcro El exterior de la Parroquia muestra una sencilla pero noble arquitectura de cantería, siendo especialmente visible el muro del Evangelio, que da a la Plaza de España. Lo centra entre contrafuertes una portada con columnas acanaladas y frontón curvo de acentuado clasicismo, apareciendo en ella el año 1659. Este dato indica que la Parroquia no fue completada hasta el siglo XVII. Durante esta centuria se edificó la alta torre que, grandiosa, se alza en uno de los ángulos de los pies.
Sus trazas fueron confeccionadas por Hernán Ruiz III en 1592, y a partir de entonces se puso manos a la obra, una vez terminada la fábrica del templo (se sucederán en estos años como maestros de obras el citado H. Ruiz III y Aranda Salazar). El último maestro que interviene en la torre es Eufrasio López de Rojas, que terminara el cuerpo de campanas y el remate en chapitel de la misma. Se piensa (Vicente Estrada Carrillo), que la Puerta del Perdón pueda ser obra suya, al ser él el maestro de obras durante los años de realización de la misma. Del retablo mayor es arquitecto Acisclo Manuel Balén, con Manuel de Miranda y Atanasio Tribaldos como escultores, Pedro Félix Vázquez como dorador y Agustín Roldán y José Jiménez como autores del tabernáculo. Fue realizado en madera tallada y dorado con policromía en rojo y azul. Está organizado en tres cuerpos clásicos: predella, principal y coronamiento. Este esquema se rompe en la calle central -más ancha que las laterales- en la que, ocupando los dos primeros tramos, se incluye un profundo hueco con remate de arco de medio punto con lunetos, enmarcado mediante un moldurón, con orejetas en la parte superior y decorado con hojarascas. En su centro se encuentra la figura simbólica del Espíritu Santo. Están representadas las siguientes escenas: Santiago Peregrino, San Bartolomé (patrón del pueblo), San Pablo, San Pedro, la Asunción de la Virgen y La Crucifixión. El uso de columnas salomónicas nos indica el auge del barroquismo en esta época (1683-1698).
Este asombroso retablo fue restaurado por la Junta de Andalucía en 1992. Existe también un San Juan Bautista, una talla de 119 cm. de altura. Prodigio escultórico de autor desconocido hasta el momento, aunque son muchas las atribuciones que se le hacen, siendo la de Martínez Montañés , la que suena con más fuerza. Se trata de una imagen posando su pie izquierdo sobre una piedra en la que se halla echado, el cordero, lo que permite un sinuoso movimiento de la figura que con su mano derecha señala el símbolo de Cristo. El Crucificado es una talla de 67 cm. De gran corrección anatómica, muestra a Cristo muerto con la cabeza ligeramente inclinada sobre el hombro derecho. Perteneciente a la escuela granadina, es del siglo XVIII. El Cristo de la Expiración es un óleo sobre cobre, de 30,5 x 43 cm. Con el cuerpo levemente contorsionado, se halla clavado con tres clavos en una cruz plana en la que aparece la cartela con el INRI. La pincelada es menuda, de gran calidad y con buen estudio anatómico. El marco original es de taracea, enmarcado a su vez, para aumentar su tamaño, con otro, dorado, con decoración manierista. Se fecha a comienzos del siglo XVII. Acaba de ser restaurado.