Desarrollo
Heredero del JU 87, el principal avión alemán anticarro, se dotó a este modelo de un mejor armamento con el objetivo de aumentar su capacidad de destrucción de unos carros cada vez más y mejor blindados. La solución adoptada fue dotarle de un cañón antiaéreo Flak 18, de 37 mm., cañón de gran velocidad de boca capaz de disparar un proyectil de mayor tamaño. Una vez suficientemente probada, se decidió fabricar esta nueva arma, que pasó a llamarse Bk 3,7. Su montaje en el JU 87 se realizó mediante una cápsula que a su vez iba instalada hacia fuera de las patas del tren de aterrizaje, gracias a unos soportes que permitían también portar bombas. Las primeras pruebas se realizaron con el arma montada sobre el modelo de avión JU 87D-3, hasta que finalmente se montaron en el JU 87 G-1. Este modelo fue el último y más evolucionado de los Stuka , de los que llegaron a producirse 5.700 unidades.