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Datos principales


Tipo

Táctica

Categoría

Marino

Desarrollo


La experiencia de la I Guerra Mundial demostró que la única manera de que los buques mercantes lucharan contra los ataques de los submarinos y la aviación enemiga era navegando agrupados y en formación. Esta táctica fue adoptada a lo largo de la II Guerra Mundial, cuando la presión de los U-Boote alemanes hacía insoportables las pérdidas para una nación acosada como la británica. Un convoy se componía de entre 5 y 70 buques, navegando bajo el mando de un solo comandante, generalmente un almirante retirado del servicio activo, y escoltados por cuantos buques de guerra era posible reunir en un momento determinado. La escolta militar se componía habitualmente de barcos rápidos y de pequeño tamaño, especializados en la lucha antiaérea y antisubmarina -fragatas, destructores y corbetas-. En los primeros años de la lucha por las rutas marítimas, era habitual que la escolta de un convoy se compusiera de un solo destructor. Pronto los aliados se dieron cuenta del éxito que esta táctica les reportaba, de tal forma que, por ejemplo, en 1939, de los 114 buques hundidos por los alemanes, sólo 4 estaban integrados en un convoy. A pesar de ello, la presión italo-alemana sobre la economía británica era terrible, pues amenazaba con estrangular sus rutas de abastecimiento. La invasión de Francia por parte de Alemania acabó por poner al borde del precipicio la debilitada economía británica, dependiente en gran medida de la llegada de recursos de sus colonias y de la ayuda norteamericana.

Con la invasión de Francia, el control nazi sobre los puertos de la costa atlántica y el establecimiento de bases para sus submarinos hizo que las pérdidas de buques británicos fueran muy cuantiosas. Sólo la ayuda norteamericana, cediendo 50 destructores a cambio del derecho de uso de algunas bases en las Indias Occidentales, hizo que la situación comenzara a revertir. Aun así, la lucha por el dominio de las rutas marítimas continuó durante los años siguientes. En 1941, los submarinos alemanes consiguieron hundir cerca de dos millones de toneladas de navíos mercantes. Un año después, el total de pérdidas de la flota aliada fue de 6.266.000 toneladas, principalmente gracias al control de los submarinos alemanes de áreas de importancia estratégica como el Caribe y las costas sur y este de los Estados Unidos, sobre todo en los primeros meses del año. La situación cambió cuando, en agosto de 1942, Estados Unidos organizó un sistema de convoyes que comunicaba Nueva York con Cayo Oeste (Florida) y Guantánamo (Cuba), más tarde extendido hasta Aruba, Trinidad y Río de Janeiro. Un comité anglo-norteamericano se encargaba de organizar todos los aspectos técnicos referentes a los convoyes: horarios, disposición, etc. El desarrollo de una nueva tecnología de detección marina, con el ASDIC y el RADAR, de combate submarino, con las cargas de profundidad, y de detección aérea, con el uso de aparatos de gran radio de acción, redujo considerablemente las pérdidas y la capacidad de ataque de los submarinos alemanes.

A partir de marzo de 1943, sin embargo, los aliados debieron enfrentarse a una nueva táctica alemana: el ataque en formación de los submarinos alemanes, los "lobos" de Dönitz, integrando agrupaciones de entre 8 y 20 aparatos. La lucha en el mar, a pesar de ello, se decantó finalmente del lado aliado gracias a su capacidad para captar las comunicaciones entre los submarinos enemigos, a la eficacia de sus armas y a la introducción en los convoyes de portaaviones de escolta, que obligaban a los submarinos enemigos a prolongar hasta el límite su navegación en inmersión. La introducción del "schnorkel" en los submarinos alemanes fue demasiado tardía como para cambiar el curso de los acontecimientos, de tal forma que a finales de 1944 las pérdidas de los atacantes hacían que dejaran de ser rentables los ataques a los convoyes aliados. Además, las altas velocidades que eran capaces de alcanzar algunos buques de línea de gran tonelaje, como el Queen Elizabeth o el Queen Mary, por encima de los 14 nudos, les ponían fuera del alcance de los submarinos alemanes. A lo largo de la guerra, los alemanes dispusieron de un total de 1.200 submarinos, de los cuales 700 fueron puestos fuera de combate por los aliados y cerca de 100 más por otros motivos. Las pérdidas humanas se acercaron a los 32.000 marinos. Por parte británica, 30.000 personas perdieron la vida a causa de los ataques de los submarinos alemanes, mientras que las pérdidas materiales, entre aliados y países neutrales, se acercaron a los quince millones de toneladas, lo que representa alrededor de un 30 % del total. La lucha por las rutas marítimas tuvo, aparte del Atlántico, otro escenario principal: el Ártico. La ayuda prestada por Gran Bretaña y Estados Unidos a la Unión Soviética tenía en el Ártico, a partir de octubre de 1941 y hasta mayo de 1945, su línea de abastecimiento, que resultó vital para lograr la resistencia soviética al invasor alemán y, posteriormente, para emprender y continuar el contraataque final de las tropas de Stalin.

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