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Arte Antiguo de España

Desarrollo


Mucho menos frecuentes son las representaciones musivarias en las tumbas, aunque su existencia está también documentada. Existen algunas laudas funerarias musivas, esto es, lápidas que cubren las tumbas con motivos decorativos e inscripciones realizadas en mosaico. Aunque la mayor parte de estas representaciones son ya de época cristiana, existen algunas que carecen de símbolos cristianos y podrían ser consideradas aún como paganas. Casi todas ellas se concentran en el litoral mediterráneo español, siendo frecuentes sobre todo en Tarragona y sus alrededores. Especialmente interesante es, sin embargo, una procedente de Itálica, en la que se documenta una primera lauda pintada, con el nombre de la difunta (María) y una decoración vegetal y figurada muy similar a la que posteriormente figuraba en la lauda definitiva, confeccionada ahora en mosaico y aplicada por encima de la anterior. Con ello parece claro que nos encontramos ante una lauda provisional, hecha quizás en un primer momento, en tanto se encargaba -o llegaba- la definitiva. En algunas de las de Tarragona existen también motivos similares, aunque en algunos casos puede llegar a representarse la figura del difunto.Sin embargo, el conjunto de carácter funerario más importante que se conserva en la Península Ibérica es sin lugar a dudas el de Centcelles, en un mausoleo funerario del siglo IV d. C. ubicado en las cercanías de Tarragona. La cúpula de la cámara principal se encuentra decorada con un revestimiento de pintura y mosaico distribuido de la siguiente forma: de abajo arriba aparecen un friso corrido con escenas de caza, en la que se ve la partida de los cazadores, la caza y el regreso con las piezas cobradas.

Por encima, otro friso con dieciséis cuadros de distinto tamaño con escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento, delimitados por columnas salomónicas con capiteles jónicos; entre ellos se incluyen Adán y Eva, Daniel en el foso de los leones, la adoración de los Magos, Jonás, el Arca de Noé, etc., temas, como podemos ver, todos ellos cristianos. A continuación, una franja de círculos cruzados superpuestos que da paso al friso superior, el de mayor altura, en el que cuatro cuadros anchos de forma trapezoidal están separados por otros tantos estrechos. Las escenas representadas en aquellos están casi completamente perdidas; sólo queda parte de un lector y de otras figuras ricamente vestidas. En cambio, los paneles estrechos estaban ocupados cada uno por una figura de un joven, de magnífica factura, representando una de las estaciones del año. La parte superior de la cúpula ha perdido casi toda su decoración; sólo quedan unas cabezas bastante estropeadas, pero que conservan aún los suficientes rasgos como para ver en ellas los retratos de algunos personajes importantes, probablemente los de los dueños del mausoleo. El investigador alemán Helmut Schlunk, a quien se debe en buena medida la restauración del monumento, propuso como hipótesis de trabajo que la figura central de estos personajes, al que con más probabilidad se puede adscribir la propiedad del monumento, fuera en realidad el emperador Constante, muerto en las Galias en el año 350.

No existe base arqueológica, sin embargo, para considerar como totalmente cierta esta sugerente posibilidad, tal y como han hecho constar otros autores. Pese a que el edificio se trata sin lugar a dudas, por los temas representados, de un monumento ya cristiano, lo hemos incluido en este estudio por su carácter excepcional en el conjunto de los monumentos funerarios de época romana y porque muchos de sus elementos constitutivos se remontan a prototipos imperiales. Así, por ejemplo, las escenas de caza las encontramos en numerosos sarcófagos paganos, y también en pinturas y mosaicos no estrictamente funerarios, respondiendo a una moda muy difundida en el siglo IV d. C., como una de las actividades más nobles de los ciudadanos ricos; al lector, que mediante el cultivo del espíritu se prepara para enfrentarse con el mundo de ultratumba, ya lo hemos visto también como un motivo frecuente en los sarcófagos paganos, y como tal lo encontraremos también entre los cristianos; y otro tanto ocurre con los jóvenes que representan las estaciones del año, uno de los temas alegóricos y simbólicos más frecuentes en el ámbito funerario y profano del mundo tardorromano.

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