El santuario sería considerado en el mundo céltico como el centro cósmico, donde es posible la comunicación entre divinidades y hombres. También en la iconografía se ve reflejada la presencia de personajes destacados socialmente con rango de sacerdotes, en cierto modo con cualidades y funciones parecidas a los de los druidas galos.La representación más destacable sobre la naturaleza sacerdotal de algunos individuos nos la ofrece un vaso de Arcóbriga, donde se ha pintado una estructura arquitectónica, -¿un templo?-, con una gran puerta entre dos columnas bajo la que se cobija un personaje con un árbol sobre su cabeza, flanqueado por serpientes y gallos; todo ello apenas reconocible a través de un delineado abstracto y simbólico.
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El bronce es el material más utilizado en esta dinastía. Se realizaban con varios moldes de cerámica para cada parte que componía la pieza, una técnica que con la llegada de los Reinos Combatientes fue sustituida por la cera perdida. Tanto la forma como la decoración de estos recipientes, proviene de la cerámica neolítica.
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El vaso de libaciones de Gudea, a modo de alargado cubilete, y que dedicó a su dios personal Ningizhzzida, es un extraordinario ejemplar realzado con un relieve formado por dos serpientes entrelazadas, enmarcadas por dos dragones alados armados con largas hachas, seres del mundo del dios tutelar de Gudea.
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Este vaso ovoidal, de alto cuello y con soporte de cuatro patas de cobre (muy alterado por el óxido), constituye la obra más perfecta de la orfebrería sumeria. Fabricado en plata, presenta un friso con figuras finamente grabadas a buril, entre las que sobresalen cuatro águilas representando a otros tantos Imdugud. Fue regalado por Enmetena (2404-2375) al dios Ningirsu.