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obra
El primer gran ejemplo de nagara característico de Orissa lo constituye el conjunto de templos de Bhubaneshwar, ciudad que ha capitalizado desde entonces esta región. Entre los cientos de templos, todos ellos consagrados al culto de Siva en diferentes advocaciones, podemos destacar el templo de Mukteshwara por su perfecta armonía entre la proporción arquitectónica y la decoración escultórica. Especialmente famosa es su torana o pórtico que permite el acceso al recinto (constituido por un murete de un metro de altura), gracias a la exquisita labra de la arenisca y a la actitud coqueta de las apsaras (bailarinas celestes) que lo decoran. Como todos los nagara primitivos, sólo presenta la sala del dios y la sala de oración.
obra
Construido bajo el patrocinio de los príncipes Somavamshi, destaca por su perfecta armonía entre la proporción arquitectónica y la decoración escultórica. Especialmente famosa es su torana o pórtico que permite el acceso al recinto.
monumento
El pilono de la fachada que da entrada a este templo -realizado a continuación del de Ramses II- está dividido por contrafuertes en rampa que flanquean un portal en saledizo. A cada lado se encuentran un coloso de Nefertari entre dos de Ramsés, seis figuras en total, todas en pie, encajadas en nichos, pero sin alcanzar la altura de las del otro templo (aquí sólo 10 metros). La sala hipóstila, cuadrada, está reforzada por seis pilares hathóricos, en los que la diosa adopta la forma del mango de un sistro. Sistros también, pero completos, fingen sostener el techo del santuario, donde la estatua de culto es la vaca Hathor protegiendo al monarca, como hacía en los templos funerarios de la XVIII Dinastía. El templo quedó sin acabar, según se echa de ver en las cámaras que flanquean a ésta.
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El pilono de la fachada que da entrada a este templo -realizado a continuación del de Ramses II- está dividido por contrafuertes en rampa que flanquean un portal en saledizo. A cada lado se encuentran un coloso de Nefertari entre dos de Ramsés, seis figuras en total, todas en pie, encajadas en nichos, pero sin alcanzar la altura de las del otro templo (aquí sólo 10 metros).