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acepcion
Ceremonia típica entre los indios de la costa Noroeste de América del Norte que consiste en celebrar un banquete en el que el anfitrión reparte regalos, o por el contrario, destruye sus propios bienes. Su objetivo es ganar prestigio social.
lugar
Ciudad situada al suroeste de Berlín, junto al río Havel, capital de Brandemburgo. Destaca por sus industrias de alimentación, químicas y farmacéuticas. Formó parte de la República Democrática Alemana y adquirió gran importancia al convertirse en residencia del gran elector Federico Guillermo. Su máximo esplendor se produjo con Federico II el Grande. Potsdam es especialmente famosa por la Conferencia celebrada allí entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945, en la que participaron Stalin, Truman y Churchill, estableciéndose las condiciones de la rendición de Alemania y la ocupación del país por ingleses, rusos y estadounidenses. Potsdam cuenta con algunos edificios notables, como el Pabellón de Sans-Souci, de gusto rococó (siglo XVII), el Palacio Nuevo de gusto francés (siglo XVIII) o el Castillo Charlottenhot, de estilo neoclásico, lugar de retiro del rey de Prusia, Federico el Grande (1712-1786).
contexto
Entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945 se celebró la última de las tres Conferencias tripartitas de los Grandes, la de Potsdam. Aunque se ha hablado de ella muchísimo menos que de Yalta, contiene muchos más elementos que ésta para ser considerada una verdadera Conferencia de la Paz, al menos si se quiere buscar un parangón con la de Versalles. En Potsdam hay acuerdos concretos, se celebra cuando ya ha terminado la guerra -naturalmente en Europa, y a Europa se refieren los protocolos- y en ella se ratifica la victoria. En su contra, hay que anotar el espíritu de revancha que anima a los reunidos; pero la justificación de 55 millones de muertos parece bastante para el juicio de la guerra, que había acabado apenas dos meses antes. El espíritu de revancha se advierte, incluso, en el lugar elegido para la reunión: el palacio de Sans-Souci, en los arrabales de Berlín, levantado por orden de Federico el Grande y en el que Hitler había proclamado, en 1933, la Constitución del III Reich. Es obligado resumir la Conferencia de Potsdam sobre tres líneas maestras: -Las ausencias. Entre Yalta y Potsdam apenas distaban cinco meses. Sin embargo, las deliberaciones del barrio berlinés serían muy distintas porque distintos eran los participantes y el personalismo político era muy acusado en la época. Nada cambiaba por el lado soviético. Stalin presidía la delegación de la URSS y tenía a su lado -fiel, obediente- a Vyacheslav Molotov, como ministro de Asuntos Exteriores. En los aliados se advertía, ya el mismo día de inauguración, el 17 de julio, una ausencia notable: la del presidente Roosevelt. Roosevelt había fallecido el 12 de abril, sin culminar sus dos grandes ambiciones: el final de la guerra y la creación de las Naciones Unidas. Le sustituyó, tal como prevé la Constitución americana, el vicepresidente Harry Solomon Truman, un ex camisero de Missouri, aupado a los más altos cargos políticos gracias a las actividades del gángster Prendergast en el nada limpio Tammany Hall. Aunque Truman estaba dotado de cierto olfato político -y los norteamericanos le tienen calificado como uno de los grandes presidentes-, su conocimiento de los temas de política exterior puede quedar reflejado en este comentario que hizo en 1941: "Si vemos que Alemania está a punto de ganar la guerra, debemos ayudar a la URSS. Pero, si vemos que es la URSS la que está a punto de ganar, debemos ayudar a Alemania. Que uno y otro se destrocen hasta el mayor grado posible". Y ahora debía entrevistarse con Stalin. Truman, quizá estimulado por la opinión pública, estimaba que Roosevelt había actuado con blandura y que la mejor manera de tratar a los soviéticos era la firmeza. Su primera entrevista con el ministro de Exteriores de la URSS, Molotov, no fue un modelo de diplomacia. Hasta el punto que Molotov le dijo: "Nadie me ha hablado así en toda mi vida". Y Truman le contestó rápido: "Cumplan los acuerdos y nadie le hablará así". La segunda ausencia lo fue a medias. El miedo de Winston Churchill a las elecciones británicas, ironizado por Stalin, resultó profético. Los ciudadanos del Reino Unido fueron llamados a las urnas en el momento internacional más inoportuno. Y el resultado fue sorprendente. Olvidados de la grandeza de Churchill en los momentos decisivos de la guerra, los electores le volvieron la espalda y dieron el triunfo al laborismo. El nuevo premier, Clement Attlee, cuyo desconocimiento de política exterior podía compararse al de Truman, sustituyó a Winston Churchill en plena Conferencia, con las consecuencias que era lógico esperar de tan precipitada decisión. -La realidad bipolar. Los indicios apuntados en Teherán y Yalta -el debate a dos entre Estados Unidos y la URSS, con olvido deliberado de Churchill- afloraron en Potsdam. En las dos primeras Conferencias estaban muy vivos los recuerdos de las resistencia británica o los triunfos del VIII Ejército del mariscal Montgomery. Pero los últimos compases de la guerra habían estado marcados por la potencia material de los Estados Unidos y la avalancha del Ejército Rojo sobre Alemania. Sobraban ya los terceros en discordia. Y Churchill tuvo que actuar en Potsdam con la prudencia que su inseguridad requería. Se había esbozado la posición de cinco grandes en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero las denominaciones de grandeza no se correspondían con la realidad. El Reino Unido de Gran Bretaña ya se había descolgado. No podía olvidarse que Francia estaba presente en el recuerdo de favor y de China sólo se consideraba su impresionante demografía. La demostración sería palpable muchos años después, en el otoño de 1971, cuando las Naciones Unidas realizarán el mayor escamoteo de juegos malabares que la política haya podido llevar a cabo: la sustitución de la China de Chiang por la de Mao en el puesto de miembro permanente del Consejo de Seguridad. Estados Unidos y la URSS, auténticos vencedores de la Segunda Guerra Mundial, quedaban enfrentados con posiciones previas, Estados Unidos pretendía: - La consolidación de un Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de los Tres para arbitrar las soluciones presentes y futuras. - La liquidación de la política alemana, del III Reich, que había sido el detonante de la Segunda Guerra Mundial. - La liquidación de la vieja política italiana y el estudio de sus nuevas estructuras. - La ejecución inmediata de los acuerdos de Yalta en referencia a los territorios liberados de la ocupación nazi. Ésta era la postura de la URSS: - Estudio de los territorios que habían de someterse a la tutela soviética. - Absorción de los países satélites. - Intervención, por la fuerza, para liquidar regímenes contrarios a su visión de la política (consideración muy especial al caso de España). - Estudio de la zona internacional de Tánger, para terminar con los beneficios de la internacionalización. - Estudio de los Mandatos de Siria y Líbano. - Polonia y sus fronteras, a expensas del territorio alemán. - Reparto de la Marina, de guerra y mercante, de los alemanes. - Estudio de las reparaciones a pagar por Alemania. Comparando los dos planes, se observa que la alternativa era clara: o choque frontal o, en el mejor de los caos, un perfecto diálogo de sordos. - Las segundas intenciones. Ni la URSS ni Estados Unidos manifestaban en los planteamientos todo su juego. Las intenciones ocultas eran más importantes que las manifestadas. Stalin pretendía olvidar los acuerdos de conferencias anteriores y poner inmediatamente en práctica un política de fuerza y de hechos consumados. El caso de Truman era más complejo, pero no menos decisivo. A su llegada a la Casa Blanca quedó sobrecogido cuando le informaron del arma que científicos y militares norteamericanos preparaban: la bomba atómica. Un secreto tan celosamente guardado que ni siquiera él, como vicepresidente, conocía. El mismo día que se iniciaron las tareas de Potsdam recibió Truman un mensaje cifrado: "El niño ha nacido de manera satisfactoria". Eso quería decir que la bomba A era una realidad y no un proyecto. El presidente norteamericano tenía en sus manos una baza para jugarla con los criterios de dureza con que había decidido tratar a los soviéticos. Pero los comportamientos del mariscal soviético y del presidente norteamericano fueron bien distintos. Stalin jamás dijo públicamente que no estaba dispuesto a cumplir los compromisos. No los cumplía, y eso era todo. Y no quiere decir esto que los norteamericanos y su presidente no estuvieran al tanto de ello. Truman fue advertido de la situación por su secretario de Estado, Edward Stettinius, y por el embajador en Moscú, Averell Harriman. No había lugar a engaños, pero tampoco declaración de parte. Por el contrario, en cuanto Truman supo la existencia del arma nuclear confió la noticia a Churchill y ambos estuvieron de acuerdo en que deberían decírselo a Stalin, aunque no sabían cómo. El presidente norteamericano relata en sus Memorias que el día 24 -una semana después de estar reunidos-, "...señalé de pasada a Stalin que poseíamos una nueva arma cuya potencia de destrucción era excepcional, pero el jefe del Estado soviético no pareció interesarse demasiado por esta noticia. Se contentó con decir que estaba dichoso por saberlo y que esperaba que haríamos buen uso de ella contra los japoneses". Stalin se había interesado por la noticia, pero no lo demostró. No en balde Eden ha dejado escrito en sus Memorias que el mariscal de la URSS era "el hombre perfecto para una negociación". Y, naturalmente, ordenó de inmediato que se intensificase el proceso de espionaje que ya tenía en marcha desde tiempo atrás. El largo Acuerdo de Potsdam, reflejado en 21 ítems, desde el Establecimiento de un Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores a las Conversaciones Militares, debe resumirse en sus apartados más importantes: - Alemania. Los aliados renuncian al principio de desmembramiento que se había aceptado en Yalta. Pero le resta el 24 por 100 de su territorio en favor de Polonia, que adquiere la zona situada al este de la línea Oder-Neisse, y de la URSS, que se anexiona Könisberg y el norte de Prusia Oriental. Se establece un Consejo de Control aliado, con sede en Berlín, que asume la autoridad de los Cuatro -Estados Unidos, URSS, Reino Unido de Gran Bretaña y Francia- y se encarga del desarme definitivo de los alemanes. Otras competencias de este Consejo son: - La desnazificación; se crea un Tribunal militar internacional para juzgar a los principales criminales de guerra y alentar los procesos entablados contra seis millones de antiguos miembros del partido nazi. - La democratización de la nueva Alemania en lo que afecta al sistema judicial, escolar, etcétera. - La supresión de la excesiva concentración de poder económico: carteles, konzerns, etcétera. - La limitación de la producción, especialmente industrial. - El restablecimiento de la autonomía local, lo que significa la recreación de los lander. - La garantía de las libertades en función de las necesidades de la seguridad militar. - La ocupación de los bienes alemanes en el extranjero. - El desmontaje de las fábricas, evaluándolas en el concepto de reparaciones. Se calculaban éstas, de acuerdo con el criterio de Stalin en Yalta, en 20.000 millones de dólares, repartidos así: 50 por 100 para la URSS; 14 por 100 para el Reino Unido; 12,5 por 100 para Estados Unidos; 10 por 100 para Francia y el resto, sin especificar. - Austria. Los aliados eximen a Austria de reparaciones, pero queda sometida a la autoridad de una comisión aliada, con sede en Viena. - Irán. Las tropas británicas y soviéticas, que ocupan Irán desde 1941, deben evacuarlo inmediatamente. Pero Stalin, que quería establecer una República Soviética en el Azerbaiján, no evacuó el territorio hasta 1946. - Los estrechos. Bósforo y los Dardanelos. Deben celebrarse negociaciones turco-soviéticas sobre la revisión de la Convención de Montreux, de 1936, en favor de la Unión Soviética. - Marruecos. Las tropas deben evacuar Tánger, incorporada desde 1940 al Marruecos español, y la zona volverá a tener su estatuto internacional con la participación de representantes norteamericanos y soviéticos. No era ésta la única mención a España. A propósito de la recién creada ONU, se decía que los Tres Grandes no apoyarán la "candidatura del presente Gobierno español. Este Gobierno, establecido con el apoyo de las potencias del Eje, no posee -vistos sus orígenes, su naturaleza, su pasado y su estrecha vinculación con los países agresores- las calificaciones requeridas para justificar esta admisión". Diez años después, España -que no había cambiado de Gobierno- ingresó en las Naciones Unidas. Quizá sorprenda no encontrar en los documentos de Potsdam una referencia a Japón. Stalin había prometido en Yalta que la URSS entraría en guerra a los tres meses de terminada la guerra en Europa. En esta ocasión no se puede acusar a los soviéticos de incumplimiento de la palabra dada. Alemania firmó su rendición en Compiegne el 7 de mayo de 1945 y su rendición incondicional al día siguiente. Los soviéticos declararon la guerra a Japón el 8 de agosto, exactamente a los tres meses. Pero la suerte favoreció extraordinariamente a la URSS. Estados Unidos lanzó su primera bomba atómica, sobre Hiroshima, el 6 de agosto y la segunda sobre Nagasaki, el día 9. El acta de rendición del Imperio del sol naciente lleva la fecha de 14 de agosto de 1945 y fue firmada por los Altos Mandos militares japoneses y Mac Arthur a bordo del Missouri (un homenaje impensado para el presidente Truman), el 2 de septiembre. Los soviéticos, de hecho, no tuvieron que hacer esfuerzo alguno en su guerra contra Oriente. Pero, de derecho, habían participado en la victoria y podían reclamar -no dejaron de hacerlo, por supuesto- todas las ventajas que habían solicitado en Yalta como condiciones. Los resultados de Potsdam fueron criticados, incluso en Estados Unidos. Summer Welles, una de las voces más autorizadas del Departamento de Estado, afirmaría: "Es una temerosa retirada de la posición que Roosevelt había asumido con firmeza en Teherán y Yalta en favor de la creación de Gobiernos representativos y libremente elegidos en Europa, considerados como salvaguardia esencial de la paz futura". Esa era la palabra presuntamente olvidada: paz. No, no hubo, como pensaba Churchill en 1942, una conferencia de la paz, sino tres remedos de negociación que prepararon el camino para que los aliados de la Segunda Guerra Mundial se convirtieran, poco a poco, en rivales de un nuevo período complicado y difícil: la guerra fría.
Personaje
Pintor
Su progenitor, pintor de bodegones, le inicia en el arte de la pintura. Más tarde, se traslada a La Haya, donde aprende de los consejos de Van Goyen. Ya en Ámsterdam completa sus estudios con Claes Moeyaert y comienza a dibujar animales. Con la naturaleza como punto de partida se va especializando en el retrato de animales. Uno de sus cuadros más representativos es Cuatro toros y Vaca que se refleja en el agua.
Personaje
Político
Graduado por al Universidad de Pennsylvania, en 1908 se instala en Londres y después en París y Rapallo. En Londres fue miembro activo del imaginismo, dando a conocer a nombres como Eliot, M. Moore y James Joyce, entre otros. En París (1920-24) entabla amistad con Hemingway. En Rapallo permanecerá hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. En la década de los treinta manifestó abiertamente sus simpatías por el fascismo, realizando emisiones radiofónicas antialiadas durante la guerra. En 1945 fue detenido, siendo declarado paranoico y, por tanto, irresponsable. Durante doce años permaneció recluido en un sanatorio psiquiátrico cerca de Washington, de donde saldría en 1958 para regresar a Italia. Pound fue un hombre apasionado por todas las facetas de la vida cultural. Creador de mentalidad literaria refinada y culta, de difícil acceso al gran público, ejerció influencia notable en T. S. Eliot y en James Joyce. En 1925 aparecieron en París los dieciséis primeros Cantos, poema gigantesco y caótico, que irían completándose con nuevos Cantos en fechas posteriores (1928, 1933, 1937 y 1940) y, más tarde, Cantos pisanos (1949) y Cantares (1956).
Personaje
Pintor
Hijo del también pintor Frans Pourbus el Viejo, Pourbus el Joven fue el más famoso de toda una dinastía de artistas afincada en Holanda. Trabajó para varias cortes importantes, entre ellas la de Bruselas, Mantua (de 1600 a 1609) y París, a partir de 1609. En Francia estuvo al servicio de la reina María de Médicis, que contó entre otros pintores con la paleta de Rubens. No fue esta la única ocasión en la cual Pourbus tuvo el privilegio de trabajar junto a Rubens, sino que ya se habían conocido en la corte de Vincenzo Gonzaga en Mantua. Pourbus hizo gala de un estilo apabullante, colorista, extremadamente meticuloso en la representación de aparato de un personaje y toda la parafernalia del poder, sin conceder importancia ni a la personalidad ni a las circunstancias de su modelo. Esto le hizo ser codiciado internacionalmente por los altos personajes de las cortes europeas, para quienes trabajó hasta su muerte.
Personaje
Pintor
El Barroco francés, en su vertiente clasicista, tiene a su más importante maestro en Nicolas Poussin. Pintor y dibujante, cuya vida transcurrió casi íntegramente en Roma, es un mito nacional francés, representante máximo de la pujante concepción racionalista y normativa que nacía en su país, en sintonía con los nuevos tiempos de orden social y político del Absolutismo. Nació en Les Andelys, Normandía, en junio de 1594, en el seno de una modesta familia hidalga. Sus primeros dibujos llamaron la atención del pintor Quentin Varin quien, hacia 1610, había acudido a la localidad para trabajar en Notre-Dame-Le-Grand-Andely. De este pintor recibió sus primeras lecciones, pero el interés por la pintura, no bien visto por su familia, le llevó a fugarse en 1612, con dieciocho años, sin dinero ni contactos, a París. Allí trabajó como aprendiz en los talleres de Ferdinand Elle y Georges Lallemand, quienes le introdujeron en el estilo manierista de la llamada "segunda escuela de Fontainebleau" y en el aprecio por las obras del discípulo de Rafael, Giulio Romano. En cualquier caso, el legado manierista incluso en los primeros dibujos de Poussin es escaso, limitándose a la tendencia a representar figuras de esbeltas proporciones y contornos bellamente delimitados. Con todo, su gran influencia serán los grabados de obras de Rafael y, en particular, de obras clásicas romanas realizados por Giulio Romano, a cuyo estudio se dedicó de manera muy intensa, costumbre que ya no abandonaría en el resto de sus días. Esta afición al estilo rafaelesco le prepararía para poder integrarse en un futuro cercano en el entorno artístico de Roma, en que predominaban ya, apagada un tanto la revolución caravaggista, las formas del clasicismo renacido, sin ningún tipo de eco manierista. Pero una experiencia frustrada marcaría de forma decisiva el carácter del joven pintor. Acompañando a un amigo acaudalado, interrumpió sus estudios para marchar al Poitou a probar fortuna. Sin embargo, el hecho de ser considerado como un vulgar criado le obligó a volver andando a París, viaje fatigoso que le provocó una grave enfermedad, la primera de una larga serie. Decepcionado, comenzó a pensar en abandonar la aún provinciana Francia y marchar al paraíso de los artistas, Italia, en donde éstos podían desarrollar sin trabas su labor creativa. Por ello, viajó en 1617 a Florencia, pero hubo de regresar pronto por falta de medios. Vuelto de nuevo a París, trabó amistad con Philippe de Champagne, con quien trabajó algún tiempo en la decoración del Palacio de Luxemburgo. Este trabajo le reportó cierto renombre. Entró entonces bajo la protección del poeta italiano Marino, a cuya inspiración se debe una serie de dibujos de tema mitológico, basados en las "Metamorfosis" de Ovidio que se cuentan entre lo mejor de su creación en este primer periodo francés. Fue con probabilidad el consejo y protección del cavaliere Marino lo que decidió en 1623 a Poussin a marchar a Roma. Tras pasar por Venecia, llegó a la Ciudad Eterna en marzo de 1624, instalándose en Via Paolina, en donde viviría hasta su fallecimiento. Como todos los artistas extranjeros, y en Roma había muchos, pronto se vio en dificultades, dado que la política papal y las clientelas regionales dominaban el panorama, a lo cual se añadió la marcha de su protector, Marino, a Nápoles en ese mismo año, para fallecer un año después. Sin embargo, tuvo tiempo de introducir a Poussin en el círculo de Marcello Sachetti, quien le encargó la Batalla de Gedeón contra los Madianitas, el cual es, quizá, el lienzo de mayor influencia manierista del pintor francés. Pronto este mecenazgo se dirigió hacia dos grandes personajes: el Cardenal Francesco Barberini, sobrino del Pontífice, y Cassiano dal Pozzo, un acaudalado intelectual. Con todo, estos primeros años fueron de penuria en un entorno hostil dominado por los italianos y el debate entre dos vertientes del clasicismo: el clasicismo puro y la vertiente que desembocaría en el llamado Barroco decorativo. Cayó gravemente enfermo en 1625 y no se recuperó hasta 1629. Ante estas contrariedades, se refugió en la colonia francesa en Roma, de la que recibió una decisiva ayuda y que sería, hasta el final, su círculo preferido de amistades. Un cocinero, Jacques Dughet, lo acogió y cuidó hasta su restablecimiento. Con su hija mayor, Anne-Marie, casaría Poussin en 1630, con treinta y seis años ya, matrimonio feliz y duradero. Sin embargo, la falta de descendencia le llevó a adoptar como hijos a los hermanos de su esposa, de los cuales Gaspar Dughet aprendió el oficio de pintor con gran valía, en un estilo muy difícil de diferenciar del original del pintor normando, lo que ha creado no pocos problemas de atribución. En cualquier caso fue una época de gran producción: para el Cardenal Barberini pintó en 1628 La muerte de Germánico, cuadro que le proporcionó gran fama y le reportó, subida su cotización personal, nada menos que sesenta escudos. Desde este momento, su suerte cambiaría. El panorama romano, pasada la polémica sobre Caravaggio y el tenebrismo, estaba dominado por los discípulos de Carracci, entre los que destacaba el Domenichino, en cuyo taller estudió Poussin, los cuales proveían los encargos de los selectos círculos de intelectuales, entre los que se contaba Cassiano dal Pozzo. Este consejero del Cardenal Barberini había empleado a un grupo de artistas en realizar copias de antigüedades romanas para su "Museum Chartaceum", o "Museo de papel". Poussin, que necesitaba abrirse camino, se vinculó a este proyecto, aunque con escasa contribución. Con todo, la inserción en el grupo de estudiosos arqueólogos le abrió las puertas de una formidable biblioteca de grabados y reproducciones de originales romanos y le suscitó un interés definitivo por el arte clásico romano, de forma que a lo largo de su vida se convirtió en el mejor intérprete de la Antigüedad entre los pintores franceses. Por otra parte, una de las mayores influencias sobre Poussin fueron las Bacanales de Bellini y Tiziano. Con Gaspar Dughet se interesó por el paisaje, que exploraban en sus paseos por la Campaña romana junto a su compatriota Claudio de Lorena. Así, las obras de Poussin en este periodo absorben y muestran una serie de influencias variadas: el arte y la literatura clásicos, los colores cálidos del Renacimiento veneciano y la observación de la naturaleza y los efectos de la poderosa luz mediterránea sobre la vegetación. Todos ellos se muestran en obras como Los pastores de la Arcadia o Acis y Galatea. Estos lienzos, repletos de lenguaje alegórico y lirismo, se conocen como "poesie", género que, procedente del Renacimiento, había calado muy hondo en el pintor. El éxito de La muerte de Germánico le abrió las puertas de otros influyentes mecenas. La culminación de esta ascensión fue el encargo recibido para pintar El martirio de San Erasmo para San Pedro del Vaticano, en 1628. En él se muestra ya alejado de sus primeras influencias y se rastrea la de los caravaggistas. El lienzo no satisfizo y levantó críticas. En 1630 se frustró un encargo importante para San Luis de los Franceses y Poussin, decepcionado, renunció a convertirse en un gran pintor de iglesias y palacios. Su clientela será, desde ahora, la de la pujante burguesía intelectual, que apreciaba y entendía el arte, era más liberal en sus gustos y, dada su limitación de recursos y espacio, reclamaba obras más pequeñas. La ausencia de encargos que requirieran grandes figuras para edificios públicos estimuló a Poussin a estudiar la propia monumentalidad interna de los personajes, a través de sus expresiones y emociones, los "affetti", y del lenguaje alegórico; así, por ejemplo, en La inspiración del poeta o El triunfo de David, de 1629 y 1630. Su gran mecenas, como decimos, será el turinés Cassiano dal Pozzo, quien llegó a poseer más de 50 cuadros del autor, su introductor en las más selectas amistades. Para él pintó obras importantes, como El rapto de las sabinas o Moisés hace brotar agua de la roca. En 1632 Poussin era ya miembro de la Academia de San Lucas. Durante los años treinta, el interés de Poussin se dirige a estudiar la expresión de la violencia a través de amplios grupos de figuras. En este campo se sitúan La peste de Azoth y El salvamento de Pirro niño. Es la época en que las figuras, dispersas en un espacio tridimensional claramente definido, actúan como los actores de la escena, a través de un repertorio de gestos adecuados que expresen los affetti, las emociones internas y, en conjunto, el sentido de la escena. Para canalizar racionalmente, hasta un final idealizado, la violencia inherente al pasaje representado y su propia emotividad personal, Poussin realizaba un número elevado de dibujos previos, en que paulatinamente iba cediendo el impulso inicial y surgía un planteamiento armónico de la composición. A pesar de trabajar para los clientes más elevados, como el Cardenal Giulio Rospigliosi o, incluso, el Cardenal Richelieu, el conjunto de obras más importante de los años treinta es el realizado para su fiel Cassiano dal Pozzo entre 1636 y 1640. Son Los Sacramentos, siete cuadros ambientados en un contexto histórico preciso, el de los primeros cristianos del Imperio Romano. Aunque reflejan vagamente el influjo de Aníbal Carracci, Poussin levanta esta magna obra desde la ausencia de precedentes, con un nivel de intimismo y concentración del lenguaje expresivo no igualado por los autores coetáneos. El éxito que una serie de cuatro Bacanales pintadas desde 1635 para el palacio del Cardenal Richelieu en Poitou tuvo en Francia, junto con otra serie de obras para patronos franceses, hizo que la Corona pusiera sus ojos en Poussin. En 1639, el rey Luis XIII decide hacer llamar a París a Poussin para que decore la Gran Galería del Louvre, y lo hace a través de François Sublet de Noyers, superintendente de los palacios reales, y del propio Cardenal Richelieu. Poussin se niega: no desea ese tipo de encargos a los que renunció diez años antes, ni desea verse envuelto en el ambiente intrigante de la Corte francesa, que es el polo opuesto de su apacible vida italiana. Con todo, forzado por la mezcla de amenazas, promesas y presiones de sus amigos franceses, Poussin termina por aceptar y emprende el camino de París en 1640. Allí se le asigna una pensión, un alojamiento en las Tullerías y se le nombra "primer pintor ordinario del rey", honores que no satisfacen al nada ambicioso pintor normando; antes bien, le preocupan. Y sus temores se cumplen uno tras otro. Su trabajo consistiría en la decoración de una serie de paneles de la Gran Galería del Louvre en los que había de representarse el tema de los trabajos de Hércules. Apenas realizó unos cuantos bocetos a pluma. Pocos fueron los trabajos ajenos al proyecto: algunos cuadros para las capillas reales, ocho cartones para los Gobelinos, la serie de Los trabajos de Hércules y El triunfo de la Verdad y alguna obra menor. No gustaba de trabajar con prisa, ni aguantar los constantes y exigentes encargos de los cortesanos parisinos, tan distintos de los mecenas romanos. Pero lo que pudo con él de forma definitiva fueron las envidias e intrigas de Simon Vouet, que hasta la llegada de Poussin era el indiscutible pintor de corte, y del arquitecto Lemercier, protegido de Richelieu. Cansado de este ambiente, en diciembre de 1642 solicita permiso para ir a buscar a su mujer a Roma, permiso que le es concedido. No regresó más a Francia. A su vuelta a Roma comienza la última etapa, de plena madurez, en la que continúa con los trabajos para sus habituales mecenas y algunos nuevos, como Felipe IV de España o Fréart de Chantelou, primo del poderoso Noyers, con quien había trabado profunda amistad en su patria. Para él realizó una segunda serie de Los Sacramentos, que le ocupó desde 1644 hasta 1648, y que ejerció una gran influencia sobre los cuadros pintados durante estos intensos años. Respecto a la primera serie, estos lienzos presentan un mayor control racional y una mayor intensidad dramática, aunque expresada de forma menos retórica. En estos años su mayor preocupación es el estudio de los efectos de la luz sobre las figuras, situadas en un escenario convencional y neutro. Sin embargo, se muestra todavía muy clásico en su concepción del color, al que no asigna un papel definitorio en la pintura, en la que es mero "colorear", subordinado al tema y a su efecto en el espectador. De ahí la necesidad de un tema elevado, no costumbrista o naturalista. Se muestra, pues, precavido ante los incipientes intentos de liberar al color de las formas y elevarlo a la categoría de propiedad de la luz, gobernada por leyes físicas, concepto que desembocará de forma plena en los impresionistas. La evolución que experimenta Poussin en estos años se nota claramente en los paisajes, que adquirirán mayor importancia, hasta el punto de ser posteriormente considerado el fundador de la escuela paisajística francesa de los ss. XVIII y XIX. Si en los años veinte el paisaje era el contexto en que se desenvolvían los affetti, las pasiones de los dioses, ahora reflexiona sobre la armonía de la naturaleza, en la que se inserta el hombre. No incide en los aspectos atmosféricos del paisaje, como Claudio de Lorena, sino en el orden natural que una mente entrenada puede apreciar bajo su aparente encanto. Es, pues, una reflexión exigente y muy conceptual sobre el orden universal. Estas cuestiones aparecen en el Paisaje con el funeral de Foción, su complemento, el Paisaje con las cenizas de Foción, o en Orfeo y Eurídice. Del mismo modo que en el paisaje, se produce un importante cambio en la temática religiosa, en la que ahora predominan los temas de mayor complejidad psicológica o moral, como Eleazar y Rebeca, el Juicio de Salomón o Ester ante Asuero, frente a los temas épicos del Antiguo Testamento que predominan en su primera etapa romana. En ellos se refleja ese esfuerzo por hallar el orden, a través de la geometría, que llega a su cima en la Sagrada Familia de la Escalera. Sus obras, realizadas para unos círculos reducidos de intelectuales, requieren un esfuerzo y una preparación nada desdeñables para apreciar todos sus aspectos. Los autorretratos pintados en 1650 son muy útiles para comprender su personalidad. Habituado a la enfermedad, melancólico y de fogoso ánimo, sus rasgos aparecen severos, aunque algo idealizados. En esta época ya no es un bohemio. Habituado al trabajo intelectual, junto a Dal Pozzo, aparece como un humanista del Renacimiento, con un profundo dominio de las matemáticas, la óptica, la geometría... y las letras clásicas. Llevaba una vida ordenada, meticulosa, en la que trabajaba a diario y se reunía con otros intelectuales amigos, con los que discutía sobre temas elevados, y quienes le escuchaban con reverencia. Era un hombre modesto, ajeno a toda ambición, sobrio, incluso austero. Poseía una modesta fortuna, pero no se relacionaba con la habitual clase alta; despreciaba los ambientes frívolos. Vivía aislado en su mundo creativo, contemplando el mundo desde fuera, sin intervenir, imbuido de un profundo sentido estoico de la vida. A pesar de todo, un punto oscuro empañaba su existencia: la enfermedad que, a partir de los años cuarenta, le producía violentos temblores en la mano, la cual fue agravándose con el paso de los años, hasta impedirle ejercer su amado arte de pintor. Esta enfermedad no fue obstáculo para que alcanzara en los años cincuenta su más profunda madurez. A pesar de verse obligado a descuidar un tanto la técnica, Poussin obtuvo su mayor intensidad en la captación de la espiritualidad oculta, así como en el desarrollo de escenas arquitectónicas, como en La muerte de Safira o Cristo y la adúltera, de 1653. Pero lo más característico de sus últimos años son los paisajes, ahora ya absolutos protagonistas, dueños de la historia que representa. Esto sucede en el Paisaje con Diógenes o la serie de las Cuatro Estaciones, que realizó para el duque de Richelieu entre 1660 y 1664. Son años de continuas enfermedades, achaques y depresiones. El temblor de la mano es casi insoportable, lo que confiere a los cuadros un aspecto peculiar, como de inacabado, que los hace hoy muy modernos pero que en la época fue muy criticado. Entre 1655 y 1664 trabaja poco, pero produce obras sorprendentes como el Paisaje con Orión ciego buscando el sol, Paisaje con Hércules y Caco y, como culminación, el Apolo enamorado de Dafne, que dejó inacabado a su muerte. Son cuadros sombríos, reconcentrados, repletos de filosofía y pesimismo. Sus mejores amigos iban falleciendo y su arte quedaba solo en un mundo de modas cambiantes. Se encerró en sí mismo, su pensamiento se hizo más complejo aún. Reflexionaba continuamente sobre lo vano de los esfuerzos humanos. No pudiendo superar la pena que le causó la muerte de su esposa, falleció Poussin en noviembre de 1665, siendo enterrado en la iglesia de San Lorenzo en Lucina. Dejó su fortuna a sus parientes pobres de Normandía. Tras su muerte comenzaba su patronazgo sobre la Escuela francesa, generando incluso una corriente, el poussinismo, opuesto a la herencia barroca de Rubens. Este clasicismo emergería de nuevo con Jacques-Louis David a fines del XVIII; sus cualidades más formales y abstractas reaparecerían en Ingres, su gran admirador, e influirían en todo el Neoclasicismo europeo. Su presencia en el siglo XIX se produciría a través de su apreciación armónica de la naturaleza, que provocaría la admiración de Cézanne.
lugar
Localizada en el área cultural del sureste de los EEUU, en el Estado de Louisiana, región semitropical al norte del Golfo de México. Esta área se extiende desde la costa atlántica hacia el oeste, hasta encontrarse con Texas. Se trata del asentamiento arcaico más impresionante de Norteamérica gracias al complejo de taludes con el que cuenta. El sitio fue misteriosamente abandonado y con él también la cultura que se había desarrollado allí. El cultivo de plantas autóctonas en esta región se inició a finales del periodo Arcaico (3.000 a.C.), cuando ya vivía en ella una población muy numerosa. En el 1.500 a.C. se construyó una ciudad que los modernos arqueólogos han definido como Poverty Point, cerca de la actual Vickburg, en el Bajo Mississippi. Tenía una gran plaza central y enormes túmulos de tierra que hacían las funciones de plataformas para los templos o para los enterramientos cubiertos. Los arqueólogos creen que la construcción de la plaza data del siglo XV a.C. y el resto de construcciones se habrían terminado hacia el siglo X a.C. El complejo principal lo constituye una serie de seis octógonos concéntricos, cada uno con 1600 m. de diámetro. El exterior tiene un diámetro de casi 1.300 m. Parte de este complejo quedó erosionado por el curso de un río cercano, aunque otras teorías apuntan a la posibilidad de que nunca se terminara de construir. Un ancho talud, al oeste del poblado y alejado del cauce del río, alcanza una altura aproximada de 20 por 200 m. de largo en la base y, mediante una rampa larga, desciende hacia el complejo octogonal. Podemos observar otro talud de menores dimensiones en la parte norte. Poverty Point podría haber sido la expresión final de unas tendencias del Arcaico norteamericano con un largo desarrollo. El primer conquistador español que vio el complejo de Poverty fue Hernando de Soto, quien cruzó el sureste con su ejército entre 1539 - 1542. El problema era que dichos conquistadores portaban multitud de enfermedades que pronto contrajeron los indígenas del lugar, provocando la muerte de muchos de ellos. Entre los artefactos recuperados hay miles de bolas de arcilla cocida. Estas bolas se introducían en los recipientes de comida y evitaban la exposición de éstos directamente al fuego, pues eran muy frágiles y combustibles. Muchas fueron decoradas con motivos animales, con formas de pájaros u hombres. El tamaño era variable, aunque no solían ser de grandes dimensiones. Las actividades económicas principales en Poverty Point fueron la caza, la agricultura y el comercio. Los arqueólogos han encontrado puntas de flecha y lanzas cerca del sitio utilizadas para cazar.