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La fundación del monasterio burgalés de San Pedro de Cardeña se produce en el siglo IX. La construcción que ahora podemos contemplar es una amalgama de estilos, ya que se conservan elementos de época románica como la torre o el claustro, fechados en el siglo XII; la iglesia está fechada en el siglo XV y fue construida por Pedro del Burgo, conservando en su interior una excelente sillería de estilo gótico-mudéjar. En una de las capillas se encuentra el panteón donde estuvo enterrado el Cid y su esposa, doña Jimena. La sala capitular del monasterio se construyó en el siglo XII y alberga hoy el museo de la institución, destacando un Apostolado de Ribera y El Redentor de Juan de Juanes. El monasterio fue declarado Monumento de Interés Artístico en junio de 1931.
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El trabajo de cantería alcanza gran versatilidad en la arquitectura románica aplicada a la construcción de monasterios e iglesias. Gracias a la sillería y a su perfecta trabazón se construyen muros más anchos, altos y regulares, con estructuras monumentales cubiertas con bóvedas. La bóveda de cañón y el arco de medio punto son los elementos arquitectónicos que mejor definen este nuevo estilo, esbozado ya en el monasterio de San Pedro de Arlanza (Burgos) y plenamente desarrollado en conjuntos como el monasterio de San Pedro de Dueñas (León). La arquitectura románica está estrechamente ligada al dominio de la talla de la piedra y, más concretamente, de la caliza, roca fácil de tallar, resistente, abundante en los países mediterráneos y capaz de evocar solemnidad y distinción. Con ella se labraron la sillería de los muros, las dovelas de arcos y bóvedas y las decoraciones escultóricas de tímpanos y capiteles. Los gruesos muros de los edificios románicos están formados por dos paredes de sillares regulares y un relleno de sillarejo entre ambas. Su grosor, reforzado con contrafuertes, permite cubrir grandes superficies con bóvedas y contrarrestar sus empujes laterales. La apertura de puertas y ventanas en estos gruesos muros origina vanos con anchas jambas y profundos arcos abovedados, como el procedente de la iglesia del monasterio de San Pedro de Dueñas, iglesia que comenzó a construirse bajo el mandato del abad Diego, en el siglo XII. Este arco es también un ejemplo de cómo la construcción arquitectónica se completaba con los programas iconográficos tallados en los capiteles, en este caso decorados con bellas escenas de caza y de lucha entre hombres y animales, símbolo de la victoria de la fe sobre el caos y las tinieblas.
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En el monasterio de Sant Pere de Casserres, fundado por los vizcondes de Osona el año 1006, se consagró la iglesia en torno a 1050. Es un ejemplo claro de la influencia lombarda en el primer románico catalán, a pesar de que tiene planta casi cuadrada de tres naves separadas por pilares que sostienen una cubierta con bóvedas de cañón. Un amplio presbiterio precede el ábside central. La decoración lombarda aparece en el exterior de la cabecera con sus características arcuaciones y bandas.
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Fotografía cedida por el Servicio de Promoción e Imagen turística del Gobierno de Navarra.
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La cabecera presenta triple ábside y elevadas proporciones, descansando sobre una cripta de cuatro naves.
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Fotografía cedida por el Servicio de Promoción e Imagen turística del Gobierno de Navarra.
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Uno de los elementos más interesantes del monasterio navarro de San Salvador de Leyre es su cripta. Es la parte más antigua del edificio y se accede a través de una portada románica. Se trata de una sala de tres naves cubierta con bóvedas de cañón, apoyadas sobre potentes columnas de escasa altura, dando la sensación de estar hundidas en el suelo, creando una curiosa sensación de pesadez y rudeza por la magnitud de los capiteles que sustentan, con una decoración sencilla de época románica. La cripta fue panteón de los reyes navarros durante un tiempo por lo que se conservan sarcófagos de época medieval.