Busqueda de contenidos

obra
Este lienzo es parte del encargo del Cardenal Massimi, realizado hacia 1647, dentro del cual pintó su Moisés y Aarón delante del Faraón. El tema de Moisés niño, al igual que en la obra del mismo título de 1645, procede del historiador romano de origen judío Flavio Josefo. La disposición, similar a la de aquél, contrasta de manera poderosa los dos grupos: el de las mujeres, llenas de un afecto maternal hacia el niño, y los hombres, a la derecha, quienes, asombrados o enfurecidos, asisten a la ofensa que Moisés hace al faraón. La escena, de intenso colorido, está realizada sobre la base de diferentes tonalidades de naranja. Con todo, tanto este lienzo como su hermano padecen los efectos de la técnica preparatoria de Poussin, que ya hemos mencionado: primero aplicaba una capa de rojo, y sobre ésta una fina película de pintura negra, sobre la que realizaba la preparación en gris-verde. El afloramiento de la capa negra ha contribuido a proporcionar un tono oscuro a los lienzos, desvirtuando los colores.
obra
Cataluña es la que ofrece dentro de la Península Ibérica un mayor número de sarcófagos antiguos, que demuestran la existencia de relaciones directas y frecuentes con los talleres de Roma y con los de Francia. Entre ellos, se encuentran algunas piezas que tienen sus mejores paralelos en el Norte de África, pero éstos son, en cualquier caso, inferiores en número y calidad a los españoles, con lo que se plantea la duda de dónde puede localizarse el taller común. El sarcófago de Leocadio de Tarragona es obra de un taller que también dejó otras obras en Cartago, pero en él se contiene una excepción iconográfica muy significativa: el rollo de la ley que recibe Moisés de la mano divina está abierto en el extremo y sobre él se ha grabado un crismón, con el sentido de reunir en una misma transmisión la ley mosaica y la de Jesucristo.
obra
Dios llamó a Moisés al monte Sinaí donde procedió a darle las tablas del testimonio escritas por su propio dedo. Cuando Moisés bajó del monte encontró a los israelitas adorando un becerro de oro que habían construido durante su ausencia por lo que, encendido en cólera, rompió las Tablas de la Ley. Este es el momento elegido por Rembrandt para la ejecución de este soberbio lienzo. La figura del profeta se presenta inconmensurable, ocupando la mayor parte del espacio, levantando las dos tablas que contienen los Diez Mandamientos escritos en hebreo - ayudado posiblemente el artista por sus amigos judíos - para proceder a su destrucción. Su rostro transmite más bien resignación o pena que rabia.La iluminación dorada característica del maestro impacta sobre la figura, resbalando por su cuerpo para crear sugerentes contrastes lumínicos que acentúan el volumen. La pincelada en esta década de 1650 se ha hecho más suelta, siguiendo la "manera áspera" que le caracteriza en su últimos años. Las tonalidades continúan siendo oscuras, en sintonía con el naturalismo aprendido de su maestro Pieter Lastman.
obra
En 1647 recibía Poussin el encargo de parte de Pointel, a la sazón en París, de pintar un lienzo sobre el tema de Moisés salvado de las aguas. Para ello realizó Poussin varios ensayos y estudios de composición, uno de los cuales contemplamos ahora. Aunque representa la escena completa, se encuentra por desgracia mutilado en la parte superior, lo cual viene a notarse en la falta de aguada en dicha parte. El dios Nilo aparece ya en su postura definitiva, con la cornucopia en la mano izquierda.
obra
Este dibujo del Louvre presenta escasas variaciones respecto a la obra definitiva, Moisés salvado de las aguas, que Poussin pintó por encargo de Pointel en 1647, aunque en su vida realizara otras dos versiones. En él se aprecia con qué meticulosidad trabajaba en la búsqueda de una composición final que satisficiera su deseo de armonía y solidez geométrica, lo cual le llevaba a realizar numerosos dibujos a veces con mínimas variaciones.
obra
Fue realizada en 1638, pero se desconoce quién fue el solicitante. Sí sabemos que perteneció a André Le Nôtre, maestro jardinero del rey Luis XIV, a quien lo regaló. Vuelve en él Poussin a narrar un pasaje de la vida de Moisés, como realizó en Moisés niño pisa la corona del faraón, o en otros dos Moisés salvado de las aguas. El niño Moisés, para evitar las iras del faraón, quien había ordenado la muerte de los niños hebreos, es abandonado en las aguas del Nilo por Jocabed, su madre para evitar su muerte. La cestilla del niño es encontrada por las sirvientas de la hija del faraón, quien lo adopta y lo cría como egipcio. La escena recoge el momento en que Moisés es recatado de las aguas del Nilo, representado como dios fluvial. La princesa egipcia, que aparece apoyada en una sirvienta, adopta un gesto típicamente romano. Como producto de su evolución, apunta ya en esta obra la que será la tónica en cuanto al color en el decenio siguiente: el predominio de los grises y los tonos frescos. Por otra parte, cada vez concede un papel más importante al paisaje, de un sereno equilibrio. Esta voluntad monumental ha sido calificada de "anti-barroca". Es, como postura filosófica, una reflexión sobre el Destino y los designios de la Providencia divina.
obra
Poussin ya había pintado varias veces esta escena, como se puede ver en el Moisés salvado de las aguas del Louvre. De todas las versiones, ésta de 1651 es la que se aproxima más a los esfuerzos del artista por dotar de un contexto histórico verosímil a la escena, siempre dentro de sus posibilidades de investigación arqueológica. Para ello se inspira en el mosaico del templo de Preneste, conservado en Palestrina, que representa un paisaje de época romana, y otros restos arqueológicos conocidos en el momento. Es, asimismo, la que refleja un mayor sentido del movimiento, la de mayor dinamismo en la composición, y en definitiva, una mayor alegría en conjunto.
obra
El Salvamento de Moisés de las aguas, por la hija del faraón, es otra de las historias del Antiguo Testamento elegida por Nicolás Poussin para sus obras. Una vez más, el paisaje pugna por robar protagonismo a las figuras, dada su belleza y extensión. La composición está centrada por la princesa egipcia, que llega a la orilla en su barca. La rodean como flores sus sirvientas, jóvenes, hermosas y vestidas con los más bellos colores. Junto a ellas, tumbado, está el río Nilo, como un anciano barbado acompañado de la esfinge que lo identifica.
obra
Manet tenía pensado realizar una obra con la temática de Moisés salvado de las aguas, trabajando en algunos dibujos preparatorios, pero la obra definitiva no se concluyó para dejar paso a la Ninfa sorprendida. En este trabajo se puede apreciar la elevada calidad como dibujante del joven artista, que se mantendrá en mayor o menor medida a lo largo de toda su carrera. Recurre a las cuadrículas para organizar su composición, posando para la figura de la hija del faraón su futura esposa, Suzanne Leenhoff. El expresivo rostro de la joven es el elemento de mayor atractivo del conjunto. El paisaje estaría inspirado en los alrededores de la propiedad de la familia Manet en Gennevilliers, al norte de París.