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obra
En este boceto que contemplamos, Fortuny se interesa especialmente por la anatomía del soldado marroquí sin renunciar a estudiar la luz característica de un atardecer norteafricano, acentuando la oscuridad de la piel del hombre, buscando el contraste con los claros ropajes. El atractivo dibujo que muestra el pintor catalán se compenetra con unas rápidas pinceladas con las que refuerza la inmediatez de la acción, dejando de lado el planteamiento preciosista francés para ofrecer la vitalidad característica de la Escuela española, con Goya y Velázquez a la cabeza, que Fortuny conoció tras un rápido paso por Madrid para visitar el Museo del Prado junto a Federico de Madrazo, su futuro suegro.
fuente
Artilugio que cubría las portas de los remos en las embarcaciones griegas.
obra
Asmodea es la imagen más enigmática de las Pinturas Negras que realizó Goya para su Quinta del sordo. Estaba situada en la planta superior, frente a las Parcas; en ella vemos a dos figuras volando que señalan a un peñón. Dos soldados parecen apuntar hacia ellas, mientras un grupo de jinetes a caballo intenta tomar la peña. Posiblemente el pintor haga una referencia a la situación política tan tensa que vive España en los momentos en que fue pintada, con los ecos de la intervención francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis. Quizá los franceses sean esos jinetes que vemos en el plano medio de la composición, mientras Asmodea intenta avisarnos de la demolición del edificio liberal, simbolizado por la peña, de modo que los fusileros aludirían a las depuraciones que vendrían después, cuando Fernando VII implantase con fuerza el absolutismo. El colorido usado por el maestro en esta escena la hace de las más interesantes de la serie; los tonos son aplicados, como en las demás imágenes, a través de largas pinceladas, utilizando la espátula, la cuchara y hasta sus propias manos.
Personaje
contexto
La AEMU nació en 1920, con el nombre de Juventud Universitaria Femenina (JUF) y su primera presidenta fue María de Maeztu, que desarrolló una importante labor. En ese año había 345 mujeres estudiando en la Universidad, de las cuales 100 pertenecían a la AEMU (más del 30 %). María había creado también en 1915 la Residencia de Señoritas en Madrid, a instancias de la Junta de Ampliación de Estudios. Tras su fundación, la JUF se integró de inmediato en la Federación Internacional de Mujeres Universitarias (FIMU), con sede en Londres. La presidenta asistió ya a la I Conferencia internacional, que tuvo lugar ese año en Londres y presentó un informe titulado "Educación Superior para Mujeres". En 1922 fue a la II Conferencia en París, y en ella María reconoció que la situación había empeorado. En líneas generales hay que decir que los primeros años de la JUF son obra de María de Maeztu, que ha contribuido mucho a la incorporación de la mujer a la universidad España había sido uno de los países fundadores de la FIMU y su designación para organizar en España en 1928 la XII Conferencia remató ocho años de intenso trabajo para facilitar a las mujeres el acceso a la educación superior y al mundo profesional (en ese año había ya 1681 universitarias en España). María era la vicepresidenta y Clara Campoamor la secretaria. La Asociación defendía la plena incorporación de la mujer a los estudios universitarios, así como un cambio legislativo para suprimir discriminaciones frente al varón. Desde 1929 hasta 1936 la JUF vive unos años de mayor compromiso con los problemas políticos y sociales de las mujeres, sin abandonar los objetivos anteriores. Su incursión en terrenos no académicos se debe, por una parte, a la influencia de la nueva presidenta, Clara Campoamor, y por otro, a la situación del país. La guerra civil interrumpió el proyecto, que renació en 1953 en Madrid como Asociación española de Mujeres Universitarias. Justina Ruiz de Conde, secretaria de Clara Campoamor, cohesionó el grupo de mujeres que formaría el primer núcleo de la Asociación, tras contactar con mujeres americanas y exiliadas españolas. Entre los 118 nombres de la lista de asociadas de 1955 están: Isabel García Lorca, Pilar Lago, Jimena Menéndez Pidal, Dolores Franco, María Teresa Bermejo -la primera presidenta- M? Elena Gómez, Soledad Ortega, y otras muchas. Sus objetivos eran contribuir al desarrollo de la mujer universitaria y crear un clima de entendimiento y hermandad con las mujeres del mundo, pero también "introducir una cuña liberal en la España franquista". En palabras de Soledad Ortega: "No, no se puede decir que la Asociación tuviera una orientación feminista en sus inicios, desde el principio primó la ida de intentar hacer algo desde dentro". Son mujeres que tuvieron una educación liberal, del ámbito de la ILE, la Residencia de Señoritas y el Instituto Escuela. De 1953 al 55 fueron años de cautela, para evitar enfrentamientos con el régimen, y de 1955 al 61 se produce una cierta apertura a la España liberal. En los años sesenta se promueve un foro de libertad de expresión, debido a las circunstancias políticas y sociales. En la década de los setenta la Asociación se vio inmersa en la encrucijada feminista y vivió una fuerte crisis de identidad entre 1970/73, por influencia de las nuevas generaciones de mujeres y el ascenso de la izquierda. Natacha Seseña, desde la Presidencia, querrá abrir la Asociación a las jóvenes universitarias, y después Jimena Alonso (73/76) supondrá un cambio generacional claro y la evolución hacia el feminismo. Entre 1977/80 su realizan cambios de timón hacia una línea de concordia y actividades culturales de altura. Los años ochenta, entre la democracia y el socialismo, no permitirán que la Asociación consolide su labor cultural y social, y las dificultades económicas son importantes. Durante su existencia, la AEMU realizó una amplia labor cultural, procurando difundir la tradición cultural liberal anterior y abrir un foro para los grandes debates posteriores a la guerra. Coloquios, homenajes (a Ortega y Gasset, a Antonio Machado, a León Felipe, a la ILE, a Américo Castro, etc.) y conferencias, sirvieron como tribuna cultural en el mundo intelectual de Madrid y ámbito de reflexión política, hasta su disolución en 1989.
contexto
La ANME se fundó en Madrid, en noviembre de 1918 para promover los derechos de las mujeres. Querían evitar posturas radicales, de derecha o de izquierda, y ser una asociación de centro. Continuó su actividad hasta 1936, de forma ininterrumpida, siendo la asociación de entreguerras con más estabilidad y alcance, de las muchas que comenzaron entonces. Aunque su actividad se centraba en Madrid, también había socias de otras zonas y su formación era interclasista. Uno de sus objetivos principales fue el derecho al voto, aunque también promovieron iniciativas jurídicas, educativas y sociales. En 1919 ayudó a la formación del Consejo Feminista de España, coordinando así la actividad de su grupo, con otros constituidos en Barcelona (Sociedad Progresiva Femenina y La Mujer del Porvenir), y en Valencia (Sociedad Concepción Arenal y Liga para el Progreso de la Mujer). En sus años iniciales, tanto la ANME como el Consejo Feminista fueron dirigidos por María Espinosa, hasta 1920. Después le sustituyó Dolores Velasco, y ese año se separaron la ANME y el Consejo Feminista de España, que fue presidido entonces por Isabel Oyarzábal, vocal de ANME. Precisamente en 1920 la ANME tuvo enfrentamientos importantes con organizaciones feministas internacionales. La ANME no fue la primera ni la última asociación surgida en Madrid para el logro de los derechos civiles y políticos de las mujeres, pero sí la de mayor trayectoria. De ella surgió en 1919 la JUF (Juventud Universitaria feminista). No tuvo nunca apoyo de partidos políticos ni otras entidades. Celebraban las reuniones en casa de las asociadas, al no tener local propio, salvo un periodo en que compartió local con la JUF. La revista "Mundo Femenino" es la fuente principal para conocer el desarrollo de la ANME y también otras noticias del feminismo nacional e internacional. Se publicó entre 1921 y 1936, y fue dirigida por la maestra Benita Asas Manterola, que también presidió la ANME desde 1924 a 1932. A partir de 1934 la ANME promovió que el movimiento feminista se organizase como partido político, y con ese fin fundó Acción Política Feminista Independiente, que intentará, sin éxito, integrarse en el Frente Popular en 1936. Intentan después presentar una candidatura propia aunque finalmente no lo hicieron, para no quitar votos a la izquierda. La ANME se disolvió, finalmente, durante la guerra civil.
acepcion
Grupo social basado en principios distintos a los del parentesco, como un club o una asociación profesional.
contexto
En 1870 Fernando de Castro y otros intelectuales promovieron una Asociación con el fin de facilitar la educación de las mujeres y la regeneración de la sociedad española. La ideología y doctrina pedagógica de la AEM estaba muy influida por la Institución Libre de Enseñanza, y especialmente por tres intelectuales que habían orientado sus proyectos: el filósofo Krause (antropología armonicista e idealista que influyó en Giner de los Ríos), el pedagogo Pestalozzi (deísmo naturalista, amor por los niños y los débiles, predominio del sentimiento sobre la razón) y el pedagogo Fröebel (creador del kindergarten, con sus ideas sobre el juego, el amor a la naturaleza y la importancia de la mujer en la educación de los niños). La preocupación por conseguir en España un cambio ideológico había llevado a algunos intelectuales en diciembre de 1868 a constituirse en "Asociación permanente para conseguir que se estableciera en España la libertad de religión y la igualdad de cultos". Son veinticinco nombres que aparecen con frecuencia apoyando causas benéficas, a favor de la abolición de la esclavitud, la enseñanza de la mujer, la tolerancia: Gumersindo de Azcárate, Fernando de Castro, Manuel Ruiz de Quevedo, Nicolás Salmerón, Giner de los Ríos, Sanz del Río, Tomás Tapia, Segismundo Moret, etc. Ellos y algunos otros profesores de la Universidad Central promovieron la "Academia de conferencias y lecturas públicas para la Educación de la Mujer", que organizó quince conferencias en la Universidad de Madrid. Fernando de Castro, Rector de la Universidad y promotor de las conferencias dominicales comenzó ese mismo año la Escuela de Institutrices y en 1870 la Asociación par la Enseñanza de la Mujer, que inició su labor con 86 socios. El fin de la Asociación era educar a las mujeres para facilitar la mejora de la sociedad. En esta empresa social se pueden distinguir tres etapas. La primera abarcaría desde 1869 a 1880. Son años de captación de socios y amigos, y de consolidación de las primeras enseñanzas de las Escuelas de Institutrices y Comercio. Fernando de Castro murió en 1874, y sólo pudo ver los años iniciales. Entre 1881 y 1900 se desarrolló la segunda etapa de expansión de la Asociación: nuevo local, revista propia "Instrucción para la Mujer", Asociación de Institutrices y Profesoras de Comercio, carreras nuevas (Correos y Telégrafos, Escuelas Primarias y de Segunda Enseñanza, Escuela Preparatoria y Escuelas de Párvulos, aumento de alumnas, etc.). Pronto empezaron iniciativas similares en provincias (Vitoria, Valencia, Mallorca, Sevilla, Málaga, Barcelona...) y en Madrid (Escuelas para la mujer de la Unión Iberoamericana, etc.). El desarrollo creciente de la AEM exigió la reforma de 1885, el proyecto de construcción de la Casa-Escuela y nuevos Estatutos en 1889, aunque sufrió también la crisis de fin de siglo. La tercera etapa corresponde al s. XX. La AEM consolidó sus relaciones con las iniciativas similares de provincias, orientando la educación de las mujeres según los ideales institucionistas. Comenzaron estudios nuevos: Escuela de Delineantes, mecanógrafas, bachillerato, etc. La antigua escuela de Institutrices perdió alumnas, y las otras se mantenían con esfuerzo. La AEM contó, a lo largo de su vida, con apoyos oficiales y privados. Entre los institucionales tuvo subvenciones del Ayuntamiento de Madrid, varios Ministerios, el Ateneo, el Círculo de la Unión Mercantil, la Sociedad Económica de Amigos del País y algunos bancos. Entre los privados hubo muchos simpatizantes de la ILE. Tras Fernando de Castro, Manuel Ruiz de Quevedo y su mujer Antonia Ahijón se esforzaron por desarrollar el proyecto, con la ayuda de muchos profesores que daban gratis sus clases. Concepción Saiz y otras antiguas alumnas también dieron clases de forma altruista. Cuando en 1953 los profesores exigieron seguir las normas legales en sueldos, la AEM no podrá hacer frente a la situación. También encontró dificultades por motivos ideológicos. No todo el mundo compartía el ideario de la AEM y con frecuencia surgieron recelos y discrepancias en la sociedad, por su carácter aconfesional, sus relaciones con la ILE y la vinculación de algunos profesores con las logias masónicas, cuyas publicaciones se recomendaban. Precisamente su ambiguo planteamiento doctrinal en materia religiosa -aparte de que Fernando de Castro su fundador era un sacerdote que se había separado de la Iglesia- provocó que muchas familias evitaran inscribir a sus hijas. Respecto al número de alumnas que educaron, entre carreras y asignaturas sueltas, tenemos algunos datos incompletos. Los archivos registran 193 institutrices, 360 profesoras de Comercio, y varios miles de alumnas (un folleto de l935 habla de 6000 alumnas y en total parece que más de quince mil recibieron enseñanzas en la Asociación). La influencia de la AEM llegó a muchas chicas jóvenes, sobre todo de familias liberales/la ILE, que después trabajaron en centros oficiales o privados (quizá su influencia mayor fue en las Escuelas de Maestras y promoviendo reformas legislativas). También las conferencias, publicaciones y actividades de la AEM influyeron positivamente a favor de la educación de la mujer, y fomentaron iniciativas similares en otras zonas.