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monumento
Situado en pleno centro urbano de Capera, en el lugar que ocuparía el foro, se considera que en él confluirían las dos vías principales de la ciudad, el cardo y el decumanus. Se trata de un arco cuadrifonte o "tetrapylon", con planta cuadrada de 8,60 por 7,35 metros y una altura de 12,30 metros. El arco se levanta sobre cuatro pilares que sostienen cuatro arcos de medio punto adornados por una arquivolta que envuelve el trasdós. Cada pilar se asienta sobre un basamento rematado por una cornisa. Los frontales norte y sur presentan dos pedestales adosados en los que se ubicarían las estatuas de quienes encargaron la obra. En el interior hallamos una bóveda de aristas, pero desconocemos cómo se coronaba el arco. El cliente que encargó esta interesante obra fue un tal Marcus Fidius Macer, tal como reza una inscripción en el pilar de la derecha del frente sur. Este hombre fue un insigne ciudadano de Capera, siendo en tres ocasiones magistrado, dos veces duunviro y una vez jefe de los obreros municipales. Se considera una obra de época Flavia, a finales del siglo I.
monumento
Los grandes proyectistas, Charles Percier y Pierre-François-Léonard Fontaine, construyeron poco. Su labor se centró en la reforma de edificios ya existentes y en publicitar las tipologías decorativas estilo Imperio. El arco del Carrusel, de dimensiones más templadas que las del coetáneo Arco de L'Etoile de Chalgrin, es una de sus realizaciones. El Carrousel daba entrada a las Tullerías, precisamente la zona que reorganizaron estos originales seguidores de Durand. Optaron por una recreación del arco romano de Severo, con tres arcos y un tratamiento polícromo de las superficies. La riqueza decorativa se ve mucho más acentuada que en otros proyectos del Imperio. La suntuosidad del arco está subrayada por la cuádriga que lo corona, añadida en 1828; son copias de los famosos caballos de San Marcos que Napoleón robó de Venecia y que fue obligado a devolver tras su derrota en Waterloo, en 1815. A ellos, se añadió una cuadriga con la estatua de la Paz. El arco está decorado con columnas de mármol rojo y blanco, encuadrando los tres arcos. Ambas caras destacan por su riqueza en bajorrelieves, donde se evocan las distintas victorias imperiales.
obra
Arco conmemorativo ubicado en la Plaza del Coliseo, Roma, conmemora la victoria del Puente Milvio sobre Majencio. El arco está obviamente inspirado en el de Septimio Severo con la decoración acrecentada.
monumento
Conmemora la victoria del Puente Milvio sobre Majencio (313) y está decorado en su mayor parte a base de despojos de otros monumentos anteriores: en el ático, ocho relieves de Marco Aurelio, del mismo tamaño que los de Santa Martina: otras tantas estatuas de prisioneros dacios en pedestales, del Foro de Trajano; ocho medallones, de dos metros de diámetro, de un arco de Adriano, y dos relieves monumentales de Trajano en el vano del arco. El arco está obviamente inspirado en el de Septimio Severo con la decoración acrecentada.
obra
Entre 312 y 315 el senado y el pueblo levantan el mayor de los arcos existentes en honor a Constantino, con el sibilino pretexto de "quod instintu divinitatis mentis magnitudine cum exercitu suo tan de tyranno quam de eius omni factione rem publicam iustis ultus est armis" (porque por inspiración de la divinidad y por la grandeza de su espíritu al frente de su ejército liberó a un tiempo, a la república, de un tirano y de sus seguidores, haciendo uso de justas armas...). Era flagrante la imitación, pero no la copia, del Arco de Septimio Severo. Los fustes de giallo antico de las columnas y las placas de pórfido que respaldan los relieves adriáneos, remiten a la arquitectura polícroma de los Flavios y Antoninos. El diseño y la composición del arco así como el ajuste de los relieves al contexto arquitectónico merecen el calificativo de clásicos. La mayor parte de los relieves procede de monumentos de Trajano, Adriano y Marco Aurelio. Se diría que es una exposición o un museo del relieve clásico romano, si no fuera porque las cabezas de los emperadores citados han sido reemplazadas por la de Constantino. Pero de todos modos el arco es tan tradicionalista como pudiera serlo el más acendrado manifiesto de una restauración, por lo menos en el terreno de la estética. Tal fue sin duda la intención que inspiró el programa artístico. Los relieves de Victorias y trofeos de los pedestales de las columnas se inspiran en los del Arcus Novus de Diocleciano y seguramente lo mismo las Victorias y estaciones, y personificaciones de ríos que rellenan las enjutas de los arcos, todas ellas en la línea del clasicismo del siglo III. Lo mismo los dos tondos de los lados cortos del arco, complemento de los ocho de Adriano, discos de 2,35 m de diámetro, uno dedicado al dios Sol, importantísimo entonces, y otro a la diosa Luna, ambos en sus carros de caballos precedidos por los correspondientes luceros. Ambos procuran imitar el refinado estilo de sus modelos y lo consiguen hasta cierto punto, en el ajuste de la composición al marco circular e incluso en la construcción del cuadro. Pero la forma se ajusta al modo de hacer vigente entonces en cuestiones tales como el tratamiento de los paños, de rígidos pliegues paralelos y gran revuelo ornamental de mantos y cendales. Por lo regular no se busca, en el clasicismo constantiniano, el ajuste del ropaje al movimiento natural de la figura, sino a lo sumo a su forma. Y quedan seis relieves de un metro de altura que ciñen el arco por encima de las archivoltas de los vanos laterales. En ellos persiste el friso convencional del triunfo, de los arcos de Tito y Severo, pero enriquecido con las peripecias de la guerra que Constantino desató contra el poder central detentado por Majencio: partida de Milán; asedio de Verona; batalla del Puente Milvio; entrada de Constantino en Roma; discurso desde los Rostra del Foro republicano, distribución de dinero en efectivo (congiarium) en el Foro de César a un público entusiasta y agradecido. Centenares de figuras apretadas, vivaces, que repiten sin apenas variaciones un mismo gesto de títeres de retablo, con las cabezas casi iguales y a la misma altura (isocefalia). El emperador puede parecer un gigante en escenas como la del congianum, porque la estatura es también un exponente de la escala jerárquica. Es el lenguaje sencillo y directo del arte popular, dispuesto a sacrificarlo todo a la comunicación rápida del mensaje. Nunca se había hecho así en la Antigüedad, pero si iba a hacerse en la Edad Media. El modesto relieve sepulcral de tiempos de Trajano que comentábamos al tratar de la escultura del siglo II, recibía aquí el espaldarazo de un monumento oficial de gran porte.
monumento
Arco levantado a finales del siglo XVI en memoria al conde Fernán González, "El Buen Conde", artífice de la independencia de Castilla. Se levanta en solar el que, según la tradición, estuvo levantado el palacio del conde castellano.
obra
En diciembre de 1633 falleció la archiduquesa Isabel Clara Eugenia, gobernadora de los Países Bajos. Como sustituto en este importante cargo fue elegido el cardenal-infante don Fernando de Austria, hermano menor del rey Felipe IV. Tras su llegada a Bruselas en 1634, el nuevo gobernador recibió la invitación de hacer una entrada triunfal en la ciudad de Amberes. Rubens fue el encargado por el concejo anturpiense para realizar los preparativos del engalanamiento de la villa, actividad en la que se involucraron todos los artistas, a excepción de Van Dyck y Gaspar de Crayer.Se diseñaron cinco arcos y cuatro tablados que fueron contemplados por el cardenal-infante durante las dos horas que duró su visita el 17 de abril de 1635. En este programa en honor al nuevo gobernador también se incluía una demanda: una solución al delicado estado económico que vivía la región debido a la agotadora guerra con Holanda.La serie de los seis primeros monumentos dedicados a exaltar a la familia Habsburgo finalizaban con el Arco de Fernando, que daba paso a la Apoteosis de Isabel Clara Eugenia.En el modelo pintado por Rubens se muestra en miniatura la estructura del arco triunfal que sería construido y engalanado con esculturas y pinturas. En el frontón del triple arco se ilustra la reciente victoria de Fernando en Nördlingen. El cardenal, vestido con armadura de ceremonia y capa roja, conduce una cuádriga de caballos blancos. Acompañado de trompeteros y soldados que conducen a los prisioneros y los trofeos obtenidos, se hace coronar por victorias alegóricas a las que se une la Esperanza. Esta imagen triunfal recuerda a la serie de la Vida de Constantino, al ciclo de Enrique IV de Francia o al Triunfo de la Eucaristía.La escena principal está enmarcada por dos estatuas en grisalla que representan al Honor -que tienen en sus manos el cuerno de la abundancia- y la Virtud -con la piel del león y la maza de Hércules-. A ambos lados de estas estatuas se sitúan la Liberalidad y la Providencia, representadas como dos personajes vivos. Sobre los pequeños arcos se ubican los medallones de la Nobleza, en la izquierda, y la Juventud, a la derecha, asociados a la persona de Fernando.Coronando el arco encontramos, hoy apena visibles por las capas de pintura, a Lucifer Laureatus, la estrella de la mañana, simbolizando la luz celeste de la Victoria. A cada lado, dos victorias aladas presentan a los prisioneros encadenados y una acumulación de trofeos, mientras que en el exterior dos glorias aladas hacen sonar las fanfarrias.Las creaciones de Rubens se conservaron gracias al volumen de grabados de Theodor van Thulden acompañado de los comentarios eruditos de Gaspar Gevaerts, la "Pompa Introitus Ferdinandi".