Busqueda de contenidos
video
Rommel había reforzado como había podido al VII Ejército de Normandía, pues estaba convencido, a pesar de las maniobras de distracción aliadas, de que la invasión se produciría en esa zona. En junio, las divisiones de infantería 716 y 352 se hallaban entre los ríos Orne y Vire; a su izquierda se hallaba la 91 ? de infantería y el 6? Regimiento de Paracaidistas. Las divisiones de Infantería 709 y 243 ocupaban la península de Cotentan, teniendo al sur a la 30 Brigada Móvil. En el flanco derecho se hallaba la División 711 de infantería; en El Havre estaba la 346, también de infantería Entre Caen y Falés se encontraba la 21 Acorazada, mientras que hacia el interior de situaban en reserva las divisiones acorazadas 12 SS, la 116 y la Panzer Lheer. Más al norte, ocupaban el terreno las también acorazadas 2? y 1? SS. Por último, al sur de Avranches se encontraba la 77 División de infantería y, en Rennes, la 5? División de paracaidistas. El éxito de la defensa debería depender de las baterías costeras y de las divisiones situadas inmediatamente en la costa.
contexto
Pero ¿qué entendemos por pintura protogótica? Quien siga de cerca la evolución de los estudios sobre nuestra pintura medieval sabrá que este término se utiliza para designar distintos períodos de la evolución de esa pintura o, mejor dicho, para definir períodos con límites cronológicos y aun conceptuales muy diversos. Resumiendo la cuestión e intentando aunar las distintas posiciones, se podría decir que la pintura protogótica es aquella que presenta suficientes rasgos, tanto formales como iconográficos, en sus más diversas acepciones ambos, para que no se la identifique como románica y que no muestra aún los caracteres propios de la pintura de influencia toscana (florentina y sienesa, aunque también de la Italia meridional). La pintura heredera de Giotto, Simone Martini, los Lorenzetti, etc., entró pronto en tierras hispánicas, primero en las islas Baleares y ya en el segundo cuarto de siglo XIV en Cataluña. En la Península, los murales de la capilla de San Miguel del monasterio barcelonés de Santa María de Pedralbes, terminadas por Ferrer Bassa en 1346, son los primeros testimonios conservados (aparte los libros miniados) de la influencia toscana. Sin duda, hubo manifestaciones previas y las obras que pintó Ferrer Bassa con anterioridad a las del monasterio de Pedralbes ya debían ser plenamente italianizantes. Pero esta pintura italianizante no arraigó en la sociedad de la época hasta la segunda mitad del siglo XIV. En la primera, lo protogótico y lo italogótico coexistieron, si bien esta última manera estilística sólo aceptada en los círculos cortesanos y por la clase religiosa más ilustrada. Si el desarrollo de la pintura protogótica, su encabalgamiento con la de raigambre italiana y su presencia residual hasta finales del siglo XIV, y aún principios del XV, ofrece pocas dudas, éstas se presentan al tener que deslindar lo protogótico de lo románico. Tal cuestión es la que ha hecho que la pintura protogótica o, lo que es lo mismo, la primera pintura gótica (hay que advertir de entrada que no coincide cronológicamente ni con la primera arquitectura gótica ni con lo que se puede llamar escultura protogótica) haya tenido una fortuna crítica muy diversa, empezando por su propia denominación.
Personaje
Literato
Nacido en el seno de una familia de pocos recursos, se educó de manera autodidacta, adquiriendo variados y profundos conocimientos. Fundó dos periódicos e intervino en política. Dedicado a la escritura, es uno de los mejores prosistas del siglo XVIII inglés. Su mejor obra es "Robinson Crusoe", publicada en 1719, un alegato a favor del espíritu humano de superación ante la adversidad. Un año más tarde, ante el éxito de la obra, publica una segunda y tercera partes. Otras novelas suyas son "El coronel Jack" (1722), "Memorias de un caballero" (1724) o "Lady Roxana" (1724). Como periodista publica "Diario del año de la peste", en 1722. En su época de juventud hace públicos escritos de crítica política como "El verdadero inglés" (1701), que le supondrá ser condenado, e "Himno a la picota" (1704), inspirado en estos hechos. Junto a Jonathan Swift es uno de los mejores novelistas en lengua inglesa de la época.
acepcion
Muy extendida en América y zonas de Africa, consistía en la deformación del cráneo de bebés o niños pequeños mediante la colocación de dos tablas de madera alrededor de la cabeza, alargándola progresivamente. La finalidad de la deformación craneal era un cierto tipo de ideal de belleza.
Personaje
Pintor
Pocos artistas muestran las contradicciones de su tiempo de la misma manera que Degas; participó en las exposiciones impresionistas y criticó los principios básicos de este movimiento; se inspiró en los maestros del pasado y sus escenas rebosan modernidad; defendía la línea sobre el color y se destapará como uno de los mejores coloristas del momento en algunas obras. Odiaba los honores oficiales y quería triunfar en el Salón. Estas curiosas paradojas las encontramos en la trayectoria artística de uno de los grandes genios del siglo XIX. Hilaire Germaine Edgar Degas nace en París el 19 de julio de 1834. Su familia paterna era de origen franco-italiano y se dedicaba a la Banca, mientras que la de su madre estaba vinculada con el negocio del algodón en Nueva Orleans. Edgar será el primogénito de una familia que se verá aumentada con tres nuevos retoños, dos niñas y un niño. La relación con su madre debió ser muy estrecha, afectándole enormemente su pérdida en 1847, cuando el joven tenía trece años. Dos años antes había sido matriculado en el Lycée Louis-le-Grand, en régimen de internado hasta su graduación, siete años después. Su padre, Auguste, deseaba que Edgar cursara estudios de Derecho, a pesar de haber demostrado su talento como dibujante en sus años en el Lycée. Durante un corto periodo de tiempo accedió a los deseos paternos, matriculándose en Derecho, pero pronto se cansó, abandonó el hogar familiar y se instaló en un estudio. Vistos los deseos del joven, su padre decidió financiar el aprendizaje artístico de Edgar, reconociendo su error inicial. Bien es cierto que Auguste Degas era un espíritu refinado, gran amante de la buena música y de las pinturas del Quattrocento, lo que hizo más comprensible la atracción por la pintura de su hijo. En 1853 se matricula en el taller de Louis Lamothe, pintor de temas históricos y discípulo de Ingres. Durante dos años copió bajo la atenta mirada de su maestro un buen número de obras en el Louvre, preparándose para el concurso de la Escuela de Bellas Artes, donde obtener la pensión que le llevaría a Italia, como soñaban todos los jóvenes pintores en aquellos momentos. Gracias a Degas, Edgar Valpinçon - propietario del Baño turco de Ingres - accedió a presentarlo a la Exposición Universal celebrada en París en 1855. Ese mismo año Edgar ingresaba en la Escuela de Bellas Artes, abandonándola meses después para realizar un viaje por su cuenta a Italia. Allí permanecerá por un periodo de tres años, dedicándose a copiar las pinturas de los grandes maestros del Renacimiento y las esculturas clásicas que poco a poco afloraban a la superficie gracias a las excavaciones arqueológicas. Los frescos de Rafael y Miguel Ángel en la Capilla Sixtina serán las principales atracciones para el joven pintor. En Roma se rodeará de los artistas franceses que estudiaban becados por el Estado. Su relación será muy intensa con Gustave Moreau, pintor que también tenía sus propios recursos para vivir en la Ciudad Eterna. Junto a Moreau sentirá enorme atracción por Giotto, Mantegna o Botticelli, así como por los maestros venecianos - Tiziano, Veronés y Tintoretto - . El predominio del color en la Escuela veneciana le llevará a interesarse por Delacroix, el maestro del Romanticismo francés. También en Italia se inclinará por el arte del grabado, encontrando un inestimable punto de referencia en Rembrandt y los pintores holandeses del Barroco. En Florencia inició una de sus primeras obras importantes, la Familia Bellelli, para la que tomó como modelos a su tía Laura y a sus primas. En los meses finales de 1859 Degas regresa a París. Su padre considera que se debe ganar la vida realizando retratos, temática en la que ha demostrado sobradas dotes. Sin embargo, Degas desea obtener el mayor triunfo posible en el panorama artístico parisino y eso pasaba por el Salón de París, iniciando una serie de obras con temática histórica que tenían gran éxito en dicho certamen. En ellas se aprecia una marcada influencia de Delacroix e Ingres junto a Mantegna y Piero della Francesca, intentando innovar ese gastado género. Buena muestra de estas obras es la titulada Jóvenes espartanos. En 1862 realiza su primera escena en la que se refleja la vida moderna. Se trata de Antes de la salida, en la que inicia su temática de hipódromos y carreras de caballos. Ese año se relacionó por primera vez con Manet, a quien encontró en el Louvre. Degas estaba copiando un cuadro de Velázquez para realizar un aguafuerte. Manet pondrá al joven artista en contacto con el Realismo, aunque Edgar se resistiera en un principio a asumir la filosofía del movimiento. También será Manet quien le presente a James M. Whistler, artista interesado especialmente por el color como estimulante del espectador. Quizá este contacto permitiera a Degas conocer en profundidad los grabados japoneses, tan de moda por aquellas fechas entre los artistas modernos. Otra de las interesantes influencias para estos pintores será la fotografía, que se empezaba a desarrollar con éxito en aquellos años. Degas incorporará estas dos novedades en sus obras al interesarse desde el primer momento por cuestiones de perspectiva. Los retratos serán la temática favorita del pintor durante la década de los sesenta - Edmondo y Thérèse Morbilli o James Tissot son buenos ejemplos -. En 1868 se integra en la tertulia del Café Guerbois, liderada por Manet, iniciándose una estrecha amistad entre los dos pintores. Allí también se relacionaría con Claude Monet, Alfred Sisley y Paul Cézanne, aunque no sintiera ninguna atracción por su pintura al aire libre. Su rendición incondicional al Realismo se produjo tras leer una novela de los hermanos Goncourt titulada Manette Salomon. Bien es cierto que los temas elegidos por él serán muy selectivos, prefiriendo las escenas de ballet, los cafés, las bañistas o las planchadoras. Igual que los demás pintores de su generación, Degas sufrió las consecuencias de la Guerra Franco-Prusiana de 1870. Formó parte de la Guardia Nacional y participó en la defensa de París ante las tropas prusianas. Después se retiró al campo, alejándose de los sucesos de la Comuna, condenando la brutal represión del movimiento aunque no simpatizara con él. Es en estos momentos cuando se inicia el deterioro de su visión. Al año siguiente marchó a Londres y vendió varios cuadros al marchante Durand-Ruel. Al regresar a París pintará la Clase de danza, mostrándose en plena madurez. Entre 1872 y 1873 Degas viajará a Nueva Orleans, junto a su hermano René, para conocer a los miembros de su familia materna. En tierras norteamericanas realizó algunos retratos y una obra magnífica, Mercado de algodón. La idea de crear una exposición independiente al Salón oficial empieza a cuajar entre los artistas en 1873. El propio Degas ya había planteado a sus amigos la organización de un Salón del Realismo. La primera exposición del grupo, llamado despectivamente Impresionista por el crítico Louis Leroy, se celebró en 1874. Participaron Monet, Renoir, Morisot, Cézanne y Sisley, entre otros. Degas también puso su granito de arena, igual que en las restantes siete exposiciones del grupo impresionista. Sólo dejó de participar en una de ellas. El fallecimiento de su padre en 1874 reveló la mala situación económica por la que atravesaba la familia, existiendo un buen número de deudas. Esto provocó que Degas tuviera que vender sus cuadros para poder vivir, algo que hasta entonces no había hecho. Esta crisis financiera se prolongaría hasta 1880. Sus máximas obsesiones en la década de los setenta serían las escenas de ballet y los grabados. Pocos artistas han dado una visión tan completa de las entrañas de la danza como hará Degas. Pasaba largas jornadas contemplando los extenuantes ensayos de las jóvenes - Ensayo del ballet en el escenario - sintiéndose especialmente atraído por ese mundo. Quizá también exista un motivo económico al ser vendidos estos temas más fácilmente por su marchante. Respecto a los grabados, su obsesión fue tal que un amigo dijo que era "una plancha de cobre ennegrecida con tinta de imprimir". Los temas elegidos para los grabados son similares a los de sus óleos y pasteles. Esperando a los clientes muestra su atracción por la temática de la prostitución, anticipándose a su gran continuador, Henri de Toulouse-Lautrec. La fama de Degas empezó a crecer en la década de los setenta, vendiendo un buen número de cuadros con cierta facilidad. Sin embargo, las tensiones entre los miembros del grupo impresionista y Degas eran cada vez mayores. Gracias a Camille Pissarro las críticas fueron suavizadas y la unión de los integrantes del movimiento parecía asegurada. Pero Degas se fue convirtiendo en un personaje solitario, dejando de exponer con otros artistas e incluso no exhibiendo sus obras al público. A partir de ese momento surge el aspecto legendario en su vida, mostrándole como un hombre amargado, de mal carácter, misógino y arrogante. La depresión le pudo acompañar en algunos momentos, mientras que las enfermedades serán continuas durante mucho tiempo, siendo considerado por algunos contemporáneos como un hipocondríaco, especialmente por su problema visual. Una de las técnicas favoritas del artista será el pastel, perfeccionándolo durante años mediante la superposición de diferentes capas. El colorido sería cada vez más sugerente, resultando obras de especial delicadeza como el Barreño o En la sombrerería. Algunos de los colores conseguidos por Degas inspirarían a Paul Gauguin y Henri Matisse. Otra faceta destacada de su arte es la escultura, realizando numerosas estatuas de caballos, bailarinas o bañistas desnudas, llegando a ser considerado por Renoir como el mejor escultor moderno, por delante incluso de Rodin. El carácter del artista se hace cada vez más agrio con el paso del tiempo, mostrando de manera abierta sus prejuicios sociales, criticando la democracia y la educación de las clases trabajadoras. Los cambios vividos al iniciarse el siglo XX le convierten en un hombre ultraconservador y tradicionalista. Desde 1900 el artista redujo mucho su producción, renunciando a trabajar a partir de 1912. Emplearía modelos reales, aunque también se valía del amplio repertorio de posturas que había realizado anteriormente, llegando a calcarlas e invertirlas para crear nuevas imágenes. En estos últimos años destaca su faceta de coleccionista, adquiere una importante cantidad de cuadros a los marchantes Vollard y Durand-Ruel, llegando a cambiarlos por sus propias obras. En su colección estaban representados los más diversos maestros: desde Ingres hasta Cézanne, pasando por Delacroix, Gauguin e incluso Van Gogh. De su alumna Mary Cassatt poseía un amplio repertorio, igual que de Berthe Morisot. En 1912 Degas ve cómo su casa es demolida y su ama de llaves le abandona. Este anciano obstinado gusta de pasear y recordar los viejos tiempos. Mary Cassatt le buscó una persona que le cuidara, eligiéndose a su sobrina Jeanne Fèvre. Sus últimos meses los pasó postrado en la cama, falleciendo el 27 de septiembre de 1917 en París.
obra
No es muy amigo Degas, cuando se autorretrata, de ofrecer referencias del lugar donde se encuentra. Lo mismo ocurre con el Autorretrato de 1855 como con el Autorretrato con sombrero. En esta imagen muestra un cielo nublado y un presunto paisaje, quizá para no despistarnos de la figura, la verdadera protagonista de la composición. Edgar viste como un burgués, como si estuviera en la Opera, con sus guantes de cabretilla, su chistera o su levita oscura. La atención se centra en el rostro, algo carente de expresión, pero iluminado por un foco de luz procedente de la derecha. En esta parte del lienzo podemos observar un mayor dibujismo igual que en la mano derecha, para pasar a una ejecución más rápida en el resto de la obra. Los colores oscuros recuerdan al retrato tradicional del Barroco.
contexto
La figura de Degas guarda cierto paralelismo con la de Manet en su relación con el Impresionismo. Nunca se consideró integrante del movimiento, si bien frecuentó su ambiente y participó en sus exposiciones. Sus diferencias se constatan en su oposición radical a pintar al aire libre, así como en la postura que adoptó en la cuestión del dibujo y la forma, sustancialmente divergente de los planteamientos impresionistas, tal como lo demuestran sus palabras: "Una pintura es, ante todo, un producto de la imaginación del artista. No deberá ser nunca una copia. Sí, después, puede añadir dos o tres acentos de la naturaleza, evidentemente esto no hará ningún mal. Es mucho mejor dibujar lo que no se ve sino en la memoria. Es una transformación durante la cual la imaginación colabora con la memoria y tú sólo reproduces lo que has captado, esto es, lo necesario". Y es que no sólo sus ideas le separaron del común de los pintores impresionistas, sino que también incidirían en ello su carácter, sus gustos, su formación e, incluso, sus orígenes. Edgar Degas (1834-1917) nació en París, perteneciendo a una familia burguesa de origen italiano. Tras recibir una sólida formación en humanidades y leyes decidió ser pintor, entrando, en 1854 y como discípulo, en el taller de Lamothe, quien a su vez lo había sido de Ingres. Un año después cursó estudios en la Escuela de Bellas Artes, formación que completó posteriormente con espaciadas y periódicas temporadas en Florencia y Nápoles. En esta primera época de su trayectoria artística, y fiel a la tradición, cultivó de modo preferente el retrato y la pintura histórica, siendo La familia Bellelli (París, Museo d'Orsay) su primera muestra significativa. El descubrimiento de las estampas japonesas, su encuentro en 1862 con Manet y su participación en las tertulias del café Guerbois le decidirían a convertirse en "el pintor clásico de la vida moderna" y, en consecuencia, a abandonar toda tentación de practicar la pintura historicista. Su clasicismo, que aún perduraba, se vio enriquecido y modernizado gracias a la fotografía y a la estampa japonesa, llevándole a realizar composiciones descentradas, con perspectivas audaces, en las que aparecen figuras cortadas parcialmente que logran prolongar el cuadro más allá del marco. A este período de búsqueda y de transición, que se prolongará desde 1865 hasta 1875, pertenecen La dama de los crisantemos (Nueva York, Metropolitan), Retrato de madame Camus (Washington, National Gallery), La bebedora de Ajenjo (París, Museo d'Orsay), Café concierto des Ambassadeurs (Lyon, Museo de Bellas Artes), La cantante del guante (Cambridge, Massachusetts, Fogg Art Museum) y Almacén de algodón en Nueva Orleans (Pau, Museo de Bellas Artes). Muestras en las que, junto a escorzos violentos, se manifiesta una de las preocupaciones del autor: "Trabajar mucho en efectos nocturnos, lámparas, velas, etc. Lo curioso no es mostrar siempre la fuente luminosa, sino el efecto de la luz. Esta parte del arte puede hoy convertirse en algo inmenso". A partir de 1874, y en su deseo de demostrar con hechos lo que quiere decir, Degas acometería la elaboración de una serie limitada de temas concretos con el objeto de manifestar plásticamente las múltiples posibilidades que propicia el tratamiento de un solo asunto. Esos temas versaron sobre las carreras, las planchadoras, las sombrereras, las bailarinas y las mujeres en el aseo. Producto del primer tema reseñado fueron Las carreras delante de las tribunas y Caballos de carreras en Longchamps (París, Museo d'Orsay), únicas composiciones que Degas realizó al aire libre y en las que el artista, a través de caballos y jinetes, investiga y da solución a las sensaciones de luz y de velocidad. Cuadros en los que se da, según quería el artista, "una combinación original de líneas y tonos que se imponen", y en los que se perciben las enseñanzas propiciadas por su afición a la fotografía en cuanto a la consecución de primeros planos, a las proyecciones en profundidad, a la desarticulación del espacio y de la perspectiva y a los efectos de luz y de contraluz. Una afición que no sólo le llevó a utilizar sus propios clichés, sino también las instantáneas debidas al mayor Muybridge, publicadas en 1878, en las que se descomponía el galope de un caballo. En las series dedicadas a las planchadoras y las sombrereras el pintor se acerca a la vida moderna, plasmando agudamente diversas actitudes. De modo especialmente acertado lo hace con las, mencionadas en segundo lugar, fechadas en torno a 1885, logrando composiciones inéditas a base de conjugar la representación de curiosos sombreros y tocados, amén de clientas que son observadas desde los más insólitos rincones. Fue, no obstante, la serie dedicada a las bailarinas la que más éxito alcanzó. Degas se inspiró para realizarlas en los espectáculos de danza clásica programados en la Opera de París. El baile le permitía, mucho mejor que otros temas, descomponer el movimiento, dado que le fue factible examinar todas las posturas realizadas por una bailarina en particular o por el conjunto de un ballet en general, bien como espectador tras los bastidores, bien desde el foso de la orquesta, bien como testigo de los ensayos correspondientes. Fruto de esta observación minuciosa es la captación que hace el artista de ademanes y gestos momentáneos, captación que traslada a sus pinturas con un naturalismo propio de la técnica fotográfica. El Foyer del ballet en la ópera, La clase de baile, Repetición del ballet en el escenario y Fin del arabesco (París, Museo d'Orsay), junto con una abundante producción de pasteles sobre el mismo tema, constituyen un buen exponente de esa mezcla de tradición y modernidad propia de Degas. A partir de 1880 el artista fue sustituyendo gradualmente la pintura al óleo por el pastel, más dúctil y susceptible de retocar. Gracias a procedimientos personales y a la calidad de un fijador especial renueva la técnica, la enriquece combinándola con la aguada, el temple o el barniz y abre más sus posibilidades alternando la aplicación del polvo en seco o vaporizado. Denis Rouart, que estudió las técnicas de Degas, lo explica así: "Reducía de este modo el polvo de color al estado de pasta y trabajaba esta pasta con una brocha más o menos dura, o bien, si el agua estaba vaporizada sobre el pastel poco espeso, obtenía en lugar de una pasta una aguada que extendía con el pincel". Es esta técnica la que emplea en la realización de la última de las series citadas, la de las mujeres en el aseo, serie presentada en la octava y última exposición de los impresionistas, en 1886, bajo el título Serie de desnudos de mujeres bañándose, lavándose, secándose, peinándose o siendo peinadas. En esta ocasión Degas se propuso ofrecer una nueva visión del desnudo, presentándolo bien de espaldas, bien desde arriba, pero casi nunca de frente. Un nuevo enfoque que el pintor justificó diciendo que "hasta ahora, el desnudo había sido presentado en posturas que presuponían un público. Pero mis mujeres son gente sencilla, honesta, que sólo se ocupa de su esmero físico. He aquí otra: está lavándose los pies y es como si yo la mirara por el ojo de la cerradura". En los últimos años de su vida, prácticamente ciego, se concentró en el pastel, pintando desnudos y bailarinas con ricos cromatismos, agrandando el tamaño de las figuras, dando visiones cercanas sobre fondos abstractos y tendiendo a un arte de síntesis, fruto de los recuerdos y la memoria. Degas, que se prodigó en la ejecución de óleos, pasteles y dibujos, también practicó el grabado, más concretamente el monotipo, y modeló estatuas de mujeres, bailarinas y jinetes.