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Capítulo veinte Del lenguaje y afectos que usava el padre principal o señor para amonestar a su hijo a la humildad y conocimiento de sí mismo para ser acepto a los dioses y a los hombres, donde pone muchas consideraciones al propósito con maravillosas maneras de hablar y con delicadas metáphoras y propíssimos vocablos Hijo mío muy amado y muy querido, nota lo que te diré. Nuestro señor te ha traído en esta hora donde te quiero hablar cerca de lo que deves guardar todos los días de tu vida. Y esto hago porque eres mi hijo muy amado y estimado, más que toda piedra preciosa, más que toda pluma rica, que no tengo más que a ti. Tú eres el primero y el segundo y el postrero. He acordado, he pensado de dezirte algunas cosas que te cumple, por la obligación que te tengo, que soy tu padre y madre. Quiero hazer mi dever, porque si mañana o ese otro día dios me llevare y quitare de sobre la tierra, porque es todopoderoso, porque estamos subjectos a la flaqueza humana y a la muerte, y nuestra vida sobre la tierra es muy incierta. Pues hijo mío, nota y entiende lo que te diré. Vivas muchos días sobre la tierra en servicio de dios, y seas bienaventurado. Mira que seas avisado, porque este mundo es muy peligroso, muy dificultoso, y muy desasosegado y muy cruel y temeroso y muy trabajoso. Y por esta causa los viejos con mucha razón dixeron: "No se escapa nadie de las decendidas y subidas de este mundo, y de los turbellinos y tempestades que en él hay, o de las falsedades y solazamientos y doblezes y falsas palabras que en él hay.

Muy engañoso es este mundo: ríese de unos; gózase con otros; burla y escarnece de otros. Todo está lleno de mentiras; no hay verdad en él. De todos escarnece". Quiérote dezir, hijo, lo que te conviene mucho notar y poner por obra, porque es cosa digna de ser estimada y guardada como oro en paño y como piedras preciosas en cofre, porque lo dexaron como tal los viejos y viejas, los canos y ancianos nuestros antepasados, que bivieron en este reino y señorío, conversaron entre la gente de este pueblo y tuvieron dignidades y principados. Estos, que fueron muy grandes señores y tuvieron la dignidad del reino y senado, no se ensubervecieron ni se engrieron, mas antes se humillaron y anduvieron encorvados y inclinados hazia la tierra, con lloros y lágrimas y suspiros. No se estimaron como señores sino como pobres y peregrinos. Estos nuestros antepassados de quien descendimos vivieron en grande humildad en este mundo. No vivían en presumpción y sobervia y altivez y desseo de honras; y aunque vivieron en grande humildad, como está dicho, fueron reverenciados y tenidos en mucho, y puseyeron las dignidades del reino. Fueron señores y capitanes, y tuvieron la autoridad para matar y para hazer guerras, y mantuvieron al sol y a la tierra con carne y sangre de hombres. Y aunque por la misericordia fueron grandes y reinaron sobre la tierra, y regieron la república que nuestro señor que está en todo lugar los encomendó, y juzgaron y tractaron las causas de la república, y consolaron y favorescieron a la gente popular, no por esso perdieron su humildad, ni se ensubervecieron, ni hizieron cosas indignas de sus personas.

Y aunque eran ricos y poderosos, y puseyeron mucho vienes que nuestro señor los dio, y gozavan de flores y de perfumes y de mantas ricas de todas maneras, y tenían grandes casas, y gozaron de comeres y beveres de todas maneras, y puseyeron armas y atavíos muy ricos y muy gloriosos, como son ricos barbotes, ricas borlas para la cabeça y orejeras muy ricas, de manera que hazían temblar a todos con su magestad, ¿por esto perdieron por ventura algo de su humildad y gravedad?, ¿por ventura desbaneciéronse, ensalçáronse?, ¿por ventura por esto menospreciaron a los que eran sus inferiores, o tuviéronlos en poco?, ¿por ventura por esta causa se les alteró el seso o perdieron el juizio? No, por cierto. Antes eran bien hablados y muy humildes y de gran criança, y respectavan a todos, y se abaxavan hasta la tierra, y se tuvieron como nada; y cuanto más eran honrados y estimados, tanto más lloravan y se entristecían y suspiravan, y se inclinavan y se abaxavan. De esta manera, hijo mío, vivieron en el mundo los viejos de quien descendimos, tus avuelos y visabuelos y tartaravuelos que nos dexaron acá, de quien descendiste. Pone los ojos en ellos; mira sus virtudes; mira su fama y el resplandor y claridad que nos dexaron; mira el espejo y dechado que ellos dexaron, y ponlo delante de ti, y tenlo delante tus ojos; mírate en él y verás quién eres; mira que pongas su vida delante tus ojos, y luego conocerás las faltas que tienes y las rajas y manchas que hay en ti.

Otra palabra quiero que oyes de mí, hijo mío muy amado, y nótala con gran diligencia. Sábete que has nacido en un tiempo muy trabajoso y en tiempo de mucha pobreza, porque yo, tu padre, estoy muy alcançado, tengo mucha penuria. Aunque nuestros antepasados fueron grandes y ricos, no heredamos de ellos aquella riqueza ni valor, mas antes tenemos gran falta de todas las cosas. La pobreza es la que se enseñorea y tiene sobre nosotros su principado. Somos tus padres ancianos y viejos y muy necessitados. Hijo mío, si quieres ver esto ser ansí, mira el hogar de esta casa, mira donde se haze el fuego, y verás que no hay sino pobreza y gran necessidad, que apenas alcançamos abastança de comida y bevida, y asimismo padecemos necessidad de vistuario y por todas partes padecemos frío; no tenemos con qué nos cubrir. Y míranos y verás que todos los huessos se nos parecen de flaqueza y necessidad de mantenimientos, y esto por la bondad de nuestro señor y por nuestros pecados. Y mira a tus primos menores y a tus primas; mira si tienen abundancia; mira si están gordos y rezios, y si tienen las cosas necessarias, y si les sobran los mantenimientos y les vestiduras. ¿No lo ves cuales andan, en suma pobreza? Todos están llenos de cumplida miseria. En tal estado, en tanta pobreza, no hay oportunidad de levantar la cabeça, ni de tener brío, porque esto sería cosa de borrachos y gente muy vil tener presumpción o altivez en tanta pobreza y miseria como hay dentro de esta casa, y como la tienen los que en ella moran es ocasión de humildad y de tristeza y de traer la cabeça baxa porque en tal tiempo has nacido.

Y para que te lo diga todo, escúchame, que tu primo hermano, el cual es mayor que tú, N, no le ves, no tomas de él exemplo, de él aviso, de la manera que dios le ha humillado, que ya usa del regimiento del pueblo, ya está en dignidad, ya tiene poder para juzgar las causas de la gente popular y de sentenciar y castigar a los delincuentes, y tiene autoridad para matar a los criminosos. Ya tiene autoridad para reprender y castigar, porque ya está en la dignidad y estrado; ya tiene el principal lugar, donde le puso nuestro señor; ya le llaman por estos nombres: tecuctlato, tlacatecutli; por estos nombres le nombran todos los populares. Este está puesto en esta dignidad por la falta de personas más prudentes y más sabios para regir este señorío o pueblo. No hay personas nobles y de gran caudal y de gran genealogía; ya todos han faltado. Si huviera uno tan solamente de aquéllos, huviera nuestro señor señalado uno de ellos, y a alguno de ellos tomado de la república por su rey y señor. No sé en qué ha de parar aquel mancebillo que está llorando por el oficio que tiene. Por ventura en él se perderá, o por ventura le ha puesto nuestro señor hasta que parezca otro mejor que haga mejor el oficio. No tiene, por cierto, falta de amigos y conocidos nuestro señor. A este tu primo hermano, ante que tomase el cargo, bien viste cómo bivía. ¿Andava burlando o haziendo niñerías? ¿Andava como desvergunçado y desbaratado? ¿Andava muy erguido? ¿No era muy humilde? Cierto, andava inclinado y sin muestra de ninguna pompa ni fantasía.

Orava a nuestro señor dios con gran devoción. Velava de noche y se postrava de rodillas y de codos a la medianoche a orar y a suspirar delante de dios, y ansí está agora en esta costumbre. Levantávase luego de mañana y tomava la escoba y varría, y limpiava con el aventadero los oratorios. Y agora, ¿qué te parece cómo vive? ¿Cómo anda? ¿Anda sobervio o fantástico? ¿O acuérdase por ventura que es señor? Tan humilde es agora y tan obediente, y ansí llora y suspira y ora con gran devoción a nuestro señor. No ves agora que jamás dize: "yo soy señor, yo soy rey". Assí vela de noche agora, y assí varre, y assí ofrece encienso como de antes. Aunque tú eres primo hermano mayor, sobrepújate, hijo mío, este tu hermano menor en todas las buenas costumbres. Nota, hijo, esta palabra, que lo que te tengo dicho te sea espina y aire frío, que te apliques para que te haga humillar y bolver en ti. Mira, hijo, que has nacido en tiempo de trabajos y aflicciones, y te ha embiado dios al mundo en tiempo de gran pobreza. Mira que yo soy tu padre; mira qué vida passamos yo y tu madre, que no somos tenidos en nada, ni hay memoria de nosotros, aunque nuestros antepassados fueron grandes y poderosos. ¿Dexáronnos aquella potencia y grandeça? No, por cierto. Mira a tus parientes y a tus afines que no tienen ser ninguno en la república, sino que viven en pobreza y como desechados. Y aunque tú seas noble y generoso y de claro linaje, conviene que tengas delante tus ojos cómo has de vivir.

Nota, hijo, que la humildad y el abaxamiento de cuerpo y del alma, y el lloro y las lágrimas y el suspirar, ésta es la nobleza y el valer y la honra. Mira, hijo, que ningún sobervio ni erguido ni presumptuoso ni bollicioso ha sido electo por señor. Ninguno descortés, malcriado, ni deslenguado ni atrevido en hablar, ninguno que habla lo que se le viene a la boca ha sido puesto en el trono y estrado real. Y si en algún lugar hay algún senador que dize chocarrerías y palabras de burla, luego le ponían un nombre, tecucuecuechtli, que quiere dezir "trohán". Nunca a ninguno fue dado algún cargo notable de la república que fuesse atrevido o disoluto en hablar o en burlar. Estos tales se llaman cuacuachictin, que es nombre de hombres alocados pero valientes en la guerra; también los llamavan a éstos otomi tlaotonxinti, que quiere dezir "otomi trasquilados y alocados". Estos eran grandes matadores, pero teníanlos por inhábiles para cosa de regir. Aquellos que regieron los tiempos passados las repúblicas y los exércitos de las guerras, todos fueron gente muy dados a la oración y devoción, a las lágrimas y suspiros, muy humildes, obedientes, no erguidos ni presumptuosos, muy cuerdos y prudentes, muy pacíficos y reposados. Ya sabes, hijo mío, bien tienes en la memoria que el señor es como coraçón del pueblo. A éste le ayudavan dos senadores para lo que toca al regimiento del pueblo: uno de ellos era pilli, y otro era criado en las guerras; el uno de ellos se llamava tlacatecutli, y el otro tlacochtecutli.

Otros dos capitanes ayudavan al señor para en las cosas de la milicia: el uno de ellos era pilli, y el otro criado en la guerra, aunque no era pilli; el uno de ellos se llamava tlacatéccatl, y el otro se llamava tlacohcálcatl. De esta manera, hijo mío, va el regimiento de la república; y estos cuatro ya dichos, tlacatecutli y tlacochtecutli y tlacatéccatl y tlacochcálcatl, no tenían estos nombres y estos oficios por heredad o propiedad, sino que eran electos por la inspiración de nuestro señor, porque eran más hábiles para ellos. Nota bien lo que te digo, muy amado hijo mío, hijo muy estimado, que no te ensubervezcas ni te altivezcas si por ventura fueres tomado para alguno de los oficios ya dichos. Por ventura dios te llamará para alguno de ellos; o por ventura te quedarás sin ninguno y vivirás como hombre común y popular. Y si fueres llamado y elegido para alguno de estos oficios, otra y otra vez te encargo que no presumas de ti, ni te estimes por grande y valeroso y principal, porque esto es cosa con que dios mucho se enoja. Si por ventura merecieres alguna dignidad, y por ventura merecieres ser algo, si por ventura merecieres ser electo para algún oficio de los ya dichos, sé humilde y anda muy humilde y inclinado y baxada la cabeça y recogidos tus braços, y date al lloro y a la devoción o tristeza y a los suspiros, y a la subjección de todos. Sé subjecto a todos y humilde a todos. Y nota, hijo mío, que esto que te he dicho de la humildad y subjección y menosprecio de ti mismo, ha de ser de coraçón delante dios nuestro señor. Mira que no sea fingida tu humildad, porque entonce dezirse ha de ti titoloxochton, que es "hipócrita"; dezirse ya de ti también titlanixiquipile, que quiere dezir "hombre fingido". Mira que nuestro señor dios ve los coraçones y ve todas las cosas secretas por muy ascondidas que estén, y oye lo que rebolvemos en nuestro coraçón todos nosotros cuanto bivimos en este mundo. Mira que sea pura tu humildad y sin mezcla de ninguna sobervia; mira que tu humildad delante de dios sea pura como una piedra preciosa muy pura y muy fina; mira que no muestres una cosa de fuera y tengas otra de dentro.

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