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Datos principales


Desarrollo


Capítulo dezinueve Que en acabando el padre de exhortar a la hija, luego delante de él toma la madre la mano, y con muy amorosas palabras la dize que tenga en mucho lo que su padre la ha dicho y lo guarde en su coraçón como cosa muy preciosa. Y luego comiença ella a disciplinalla de los atavíos que ha de usar y de cómo ha de hablar y mirar y andar, y que no cure de saber vidas agenas, y el mal que de otros oyere nunca lo diga. Más aprovecharían estas dos pláticas dichas en el púlpito por el lenguaje y estilo que están, mutatis mutandis, que muchos sermones a los moços y moças Hija mía muy amada, muy querida palomita, ya has oído y notado las palabras de tu señor padre. Has oído las palabras preciosas y que raramente se dizen ni se oyen, las cuales han procedido de las entrañas y coraçón en que estavan atesoradas. Y tu muy amado padre bien sabe que eres su hija, engendrada de él; eres su sangre y su carne. Y sabe dios nuestro señor que es assí, aunque eres muger, imagen de tu padre. ¿Qué más te puedo dezir, hija mía, de lo que está dicho? ¿Qué más puedes oír de lo que has oído de tu señor y padre? El cual te ha dicho copiosamente lo que te cumple hazer y guardar. Ni ninguna cosa ha quedado de lo que te cumple que no la haya tocado. Pero por hazer lo que estoy obligada para contigo, quiérote dezir algunas palabras. Lo primero es que te encargo mucho que guardes y que no olvides lo que tu señor padre ya dixo, porque son todas cosas muy preciosas.

Porque las personas de manera como él raramente publican tales cosas, y que son palabras de señores y principales y sabios, preciosas como piedras preciosas muy bien labradas. Mira que las tomes y las guardes en tu coraçón y las escribas en tus entrañas. Si dios te diere vida, con aquellas mismas palabras has de doctrinar a tus hijos y hijas, si dios te los diere. Lo segundo es que mires que te amo mucho, que eres mi querida hija. Acuérdate que te truxe en mi vientre nueve meses, y desque nacieste criástete en mis braços; yo te ponía en la cuna y de allí en mi regalo, y con mi leche te crié. Esto te digo porque sepas que yo y tu padre somos los que te engendramos, madre y padre, y agora te hablamos doctrinándote. Mira que tomes nuestras palabras y las guardes en tu pecho. Mira que tus vestidos sean honestos y como conviene; mira que no te atavíes con cosas curiosas y muy labradas, porque esto significa fantassaría y poco seso y locura. Tampoco es menester que tus atavíos sean muy viles o suzios o rotos, como son los de la gente baxa, porque estos atavíos son señal de gente vil y de quien se haze burla. Tus vestidos sean honestos y limpios, de manera que ni parezcas fantástica ni vil. Y cuando hablares, no te apresurarás en el hablar, no con desasosiego sino poco a poco y asosegadamente. Cuando hablares, no algaras la boz ni hablarás muy baxo sino con mediano sonido. No aldelgazarás mucho tu voz cuando hablares o cuando saludares, ni hablarás por las narizes, sino que tus palabras sean honestas y de buen sonido, y la voz mediana; no seas curiosa en tus palabras.

Mira, hija mía, que en el andar has de ser honesta; no andes con apresuramiento ni con demasiado espacio, porque es señal de pompa andar despacio, y el andar deprisa tiene resabio de desasosiego y poco asiento. Andando llevarás un medio, que ni andes muy deprisa ni muy despacio, y cuando fuere necessario andar deprisa, hazerlo has assí; por esso tienes discreción. Para cuando fuere menester saltar algún arroyo, saltarás honestamente de manera que ni parezcas pesada y torpe, ni liviana. Cuando fueres por la calle o por el camino no lleves inclinada mucho la cabeça o encorvado el cuerpo, ni tampoco vayas muy levantada la cabeça y muy erguida, porque es señal de mala criança. Irás derecha y la cabeça poco inclinada. No lleves la boca cubierta o la cara con vergüença; no vayas mirando a manera de cegajosa; no hagas con los pies meneos de fantasía por el camino; anda con assiego y con honestidad por la calle. Lo otro que deves notar, hija mía, es que cuando fueres por la calle, no vayas mirando acá ni acullá, ni bolviendo la cabeça a mirar a una parte y a otra; ni irás mirando al cielo, ni tampoco irás mirando a la tierra. A los que topares, no los mires con ojos de persona enojada, ni hagas semblante de persona enojada. Mira a todos con cara serena. Haziendo esto no darás a nadie ocasión de enojarse contra ti. Muestra tu cara y tu disposición como conviene y de la manera que conviene, de manera que ni lleves el semblante como enojada ni tampoco como risueña.

Mira también, hija, que no te des nada por las palabras que oyeres yendo por el camino, ni hagas cuenta de ellas, digan lo que dixeren los que van o vienen. No cures de responder ni cures de hablar, mas haze como que no lo oyes ni lo entiendes, porque haziendo de esta manera nadie podrá dezir con verdad: "dixiste tal o tal cosa". Mira también, hija, que nunca te acontezca afeitar la cara o poner colores en ella, o en la boca, por parecer bien, porque esto es señal de mugeres mundanas, carnales. Los afeites y colores son cosas que las malas mugeres y carnales lo usan, y las desvergunçadas que ya han perdido la vergüença y aun el seso, y andan como locas y borrachas; éstas se llaman rameras. Y para que tu marido no te aborrezca, atavíate, lávate y lava tus ropas, y esto sea con regla y con discreción, porque si cada día te lavas y lavas tus ropas, decirse ha de ti que eres limpia y que eres demasiado regalada; llamarte han tapepetzton, tinemáxoch. Hija mía, éste es el camino que has de llevar, porque de esta manera nos criaron tus señoras antepasadas de donde vienes. Las señoras nobles, ancianas y canas y abuelas, etc., no nos dixeron tantas cosas como yo te he dicho; no nos dezían sino algunas pocas palabras. Dezían de esta manera: "Oíd hijas nuestras, en este mundo es menester vivir con mucho aviso y recato. Oye esta cumparación que agora diré, y guárdala, y de ella toma exemplo y dechado para vivir. Acá en este mundo vamos por un camino muy angosto y muy alto y muy peligroso, que es como una loma muy alta y que por lo alto de ella va un camino muy angosto, y a la una mano y a la otra está gran profundidad, hondura sin suelo, y si te desviares del camino hazia la una mano o hazia la otra, cayerás en aquel profundo; por tanto conviene con mucho tiento seguir el camino".

Hija mía muy tiernamente amada, palomita mía, guarda este exemplo en tu coraçón, y mira que no te olvides que éste te será como candela y como lumbre todo el tiempo que vivieres en este mundo. Sólo una cosa, hija mía, me resta por dezirte para acabar mi plática. Si dios te diere vida, si vivieres algunos años sobre la tierra, mira hija mía muy amada, palomita mía, que no des tu cuerpo a alguno; mira que te guardes mucho que nadie llegue a ti, que nadie tome tu cuerpo. Si perdieres tu virginidad, y después de esto te demandare por muger alguno y te casares con él, nunca se havrá bien contigo ni te tendrá verdadero amor, siempre se acordará de que no te halló virgen, y esto te será causa de gran aflicción y trabajo. Nunca estarás en paz; siempre estará tu marido sospechoso de ti. ¡Oh, hija mía muy amada, mi palomita! Si vivieres sobre la tierra, mira que ninguna manera te conozca más que un varón. Y esto que agora te quiero dezir, guárdalo como mandamiento estrecho. Cuando fuere dios servido de que tomes marido, estando ya en su poder, mira que no te altivezcas; mira que no te ensubervezcas; mira que no le menosprecies; mira que no des licencia a tu coraçón para que se incline a otra parte; mira que no te atrevas a tu marido; mira que en ningún tiempo ni en ningún lugar le hagas traición, que se llama adulterio; mira que no des tu cuerpo a otro, porque esto, hija mía, muy querida y muy amada, es una caída en una sima sin suelo, que no tiene remedio ni jamás se puede sanar, según el estilo del mundo.

Si fuere sabido y si fueres vista en este delicto, matarte han, echarte han en una calle para exemplo de toda la gente donde serás por justicia machucada la cabeça y arrastrada. De éstas se dize un refrán: "Provarás la piedra y serás arrastrada, y tomarán exemplo de tu muerte". De aquí sucederá infamia y deshonra a nuestros antepasados, señores y senadores, de donde venimos, de donde naciste, y ensuziarás su ilustre fama y su gloria con la suziedad y polvo de tu pecado. Assimismo perderás tu fama y tu nobleça y tu generosidad; tu nombre será olvidado y aborrescido. De ti se dirá el refrán que fueste enterrada en el polvo de tus pecados. Y mira bien, hija mía, que aunque nadie te vea, ni tu marido sepa de lo que passa, vete dios, que está en todo lugar. Enojarse ha contra ti, y despertará la indignación del pueblo contra ti, y se vengará como él quisiere, o te tullirás por su mandado, o cegarás, o se te podrirá el cuerpo, o vendrás a la última pobreza, porque te atreviste y te arrojaste contra tu marido. O por ventura te dará la muerte y te pondrá debaxo de sus pies, embiándote al infierno. Nuestro señor misericordioso es; pero si hizieres traición a tu marido, aunque no se sepa, aunque no se publique, dios que está en todo lugar, él hará en vengança de tu pecado que nunca tengas contento ni reposo ni tengas vida asosegada, y él provocará a tu marido que siempre esté enojado contra ti y siempre te hable con enojo. Mira, hija mía, muy amada, a quien amo tiernamente, mira que vivas en el mundo con paz y con reposo, con contento, essos días que bivieres; mira que no te infames; mira que no amanzilles tu honra; mira que no ensuzies la honra y fama de nuestros señores antepasados de los cuales vienes; mira que a mí y a tu padre nos honres y nos des fama con tu buena vida. Hágate dios muy bienaventurada, hija mía primogénita, y llégate a dios, el cual está en todo lugar.

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