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Capítulo deziocho Del lenguaje y afectos que los señores usavan, hablando y doctrinando a sus hijas cuando ya havían llegado a los años de discreción, exhortándolas a toda disciplina y honestidad interior y exterior y a la consideración de su nobleza, para que ninguna cosa hagan por donde afrenten a su linaje. Háblanlas con muy tiernas palabras y en cosas muy particulares Tú, hija mía, preciosa como cuenta de oro y como pluma rica salida de mis entrañas, a quien yo engendré, que eres mi sangre y mi imagen, que estás aquí presente, oye con atención lo que te quiero dezir, porque ya tienes edad de discreción. Dios criador te ha dado uso de razón y de habilidad para entender, el cual está en todo lugar y es criador de todos. Y pues que es assí que ya entiendes y tienes uso de razón para saber y entender cómo son las cosas del mundo, y que en este mundo na hay verdadero plazer ni verdadero descanso, mas antes hay trabajos y aflicciones y cansancios estremados, y abundancia de miserias, pobrezas. ¡Oh, hija mía, que en este mundo es lugar de lloros y aflicciones y de descontentos, donde hay fríos y destemplanças de aire y grandes calores del sol, que nos aflige, y es lugar de hambre y de sed! Esto es muy gran verdad y por experiencia lo sabemos. Nota bien lo que te digo, hija mía, que este mundo es malo, penoso, donde no hay plazeres sino descontentos. Hay un refrán que dizen que no hay plazer sin que no esté junto con mucha tristeza, que no hay descanso que no esté junto con mucha aflición acá en este mundo.

Este es dicho de los antiguos que nos dexaron para que nadie se aflige con demasiados lloros y con demasiada tristeza. Nuestro señor nos dio la risa y el sueño, y el comer y el bever con que nos criamos y bivimos. Dionos también el oficio de la generación con que nos multiplicamos en el mundo. Todas estas cosas dan algún contento a nuestra vida por poco espacio para que nos aflijamos con continuos lloros y tristezas. Y aunque esto es assí y éste es el estilo del mundo, que están algunos plazeres mezclados con muchas fatigas, no se echa de ver ni aun se teme, ni aun se llora, porque vivimos en este mundo, y hay reinos y señoríos y dignidades y oficios de honra, unos cerca de los señoríos y reinos, otros cerca de las cosas de la milicia. Esto que está dicho es muy gran verdad, que passa assí en el mundo, mas nadie lo considera, nadie piensa en la muerte, solamente se considera lo presente que es el ganar de comer y bever y buscar la vida, edificar casas, y trabajar para vivir, y buscar mugeres para casarse; y las mugeres cásanse, passando del estado de la mocedad al estado de casado. Esto, hija mía, es assí como he dicho. Pues nota agora y oye con asosiego que aquí está tu madre y señora de cuyo vientre saliste como una piedra que se corta de otra, y te engendró como una yerva que engendra a otra; assí tú brotaste y naciste de tu madre. Has estado hasta aquí como durmida; agora ya has despertado. Mira y oye y sábete que el negocio de este mundo es como te tengo dicho.

Ruego a dios que bivas muchos días. Es menester que sepas cómo has de bivir y cómo has de andar tu camino, porque el camino de este mundo es muy dificultoso. Y mira, hija mía, palomita mía, que el camino de este mundo no es poco dificultoso, sino es espantablemente dificultoso. Ten entendido, hija mía primogénita, que bienes de gente noble, de hidalgos y generosos; eres de sangre de señores y senadores que ha ya muchos años que murieron y reinaron y puseyeron el trono y el estrado del reino, y dexaron fama y honra a las dignidades que tuvieron, y engrandescieron su nobleza. Nota, hija mía, quiérote declarar lo que digo: sábete que eres noble y generosa; considérate y conócete como tal; aunque eres donzellita, eres preciosa como un chalchíuitl, como un zafiro, y fueste labrada y esculpida de noble sangre, de generosos parientes; vienes de parientes muy principales y ilustres. Esto que te digo, hija mía, bien lo entiendes, porque ya no andas amontonando la tierra y burlando con las texuelas y con la tierra con otras niñas, que ya entiendes y tienes discreción y usas de razón. Mira que no te deshonres a ti misma; mira que no te avergüences a ti misma; mira que no avergüences y afrentes a nuestros antepassados señores y senadores; mira que no hagas alguna vileza; mira que no te hagas persona vil, pues que eres noble y generosa. Ves aquí la regla que has de guardar para bivir bien en este mundo, entre la gente que en él vive; mira que eres muger; nota lo que has de hazer de noche y de día.

Deves orar muchas vezes y suspirar al dios invisible y impalpable que se llama Yoalli Ehécatl. Demándale con clamores y puesta en cruz en el secreto de tu cama y de tu recogimiento. Mira que no seas dormidora; despierta y levántate a la medianoche, y póstrate de rodillas y de codos delante de él, y inclínate y cruza los braços; llama con clamores de tu coraçón a nuestro señor dios, invisible y impalpable, porque de noche se regocija con los que le llaman. Entonce te oirá; entonce hará misericordia contigo; entonce te dará lo que te conviene y aquello de que fueres digna. Y si por ventura ante del principio del mundo te fue dada alguna siniestra ventura, algún hado contrario en que naciste, orando y haziendo penitencia como está dicho se mejorará y nuestro señor dios lo abonará. Mira, hija, que de noche te levantes y veles y te pongas en cruz; echa de presto de ti la ropa; lávate la cara; lávate las manos; lávate la boca; toma de presto la escoba para barrer; barre con diligencia; no te estés perezosa en la cama; levántate a lavar las bocas a los dioses y a ofrecerlos encienso, y mira no dexes esto por pereza, que con estas cosas demandamos a dios para que nos dé lo que cumple. Hecho esto, comiença luego a hazer lo que es de tu oficio, o hazer cacao, o a muler el maíz, o ahilar o a texer. Mira que deprendas muy bien en cómo se haze la comida y bevida para que sea bien hecha. Deprende muy bien a hazer la buena comida y buena bevida, que se llama comer y bever delicado para los señores, y a solos ellos se da, y por esto se llama tetónal tlatocatlacualli tlatocáatl, que quiere dezir "comida y bevida delicada que a solos los señores y generosos les conviene".

Y mira que con mucha diligencia y con toda curiosidad y aviso deprendas cómo se haze esta comida y bevida, que por esta vía serás honrada y amada y enriquezida, donde quiera que dios te dé la suerte de tu casamiento. Y si por ventura venieres a necessidad de pobreza, mira, deprende muy bien y con gran advertencia el oficio de las mugeres, que es hilar y texer. Abre bien los ojos, ver cómo hazen delicada manera de texer y de labrar, y de hazer las pinturas en las telas, y cómo ponen las colores, y cómo juntan las unas con las otras para que digan bien, las que son señoras y hábiles en esta arte. Deprende bien cómo se urde la tela y cómo se ponen los lizos en la tela, cómo se ponen las cañas entre la una tela y la otra para que passe por el medio la lançadera. Mira que seas en esto muy avisada y muy mirada y muy diligente; mira que no dexes de saber esto por negligencia o por pereza, porque agora que eres moçuela tienes buen tiempo para entender en esto, porque tu coraçón está simple y hábil y es como chalchíuitl fino y como zafiro, y tiene habilidad porque aún no está amanzillado de algún pecado; está puro y simple y limpio sin mezcla de alguna mala afección. Y también porque aún vivimos los que te engendrarnos, porque tú no te heziste a ti, ni te formaste; yo y tu madre tuvimos este cuidado y te hezimos, porque ésta es la costumbre del mundo. No es invención de alguno; es ordenación de nuestro señor dios que haya generación por vía de hombre y de muger para hazer multiplicación y generación.

Y entre tanto que somos, bivimos, y en nuestra presencia y antes que muramos, antes que nos llame nuestro señor, conviénete mucho, hija mía muy amada, mi paloma, mi primogénita, que entiendas en estas cosas dichas y las sepas muy bien para que después de nuestra muerte puedas vivir honrada y entre personas honradas, porque andar a coger yervas y a vender leña o a vender axí verde, o sal, o salitre a los cantones de las calles, esto en ninguna manera te conviene, porque eres generosa y desciendes de gente noble y hidalga. Por ventura acontescerá lo que no pensamos y lo que nadie piensa, que alguno se aficionará a ti y te demandará, y si no estás esperta en las cosas de tu oficio mugeril, ¿qué será entonce? ¿No nos darán con ello en la cara, y no nos çaherirán, que no te enseñamos lo que era menester que supieses? Y si por ventura entonce ya fuéremos muertos, yo y tu madre, murmurarán de nosotros, porque no te enseñamos cuando vibíamos, y dirán: "Mal siglo hayan porque no enseñaron a su hija". Y tú provocarás contra ti riñas y maldiciones; tú serás causa de tu mal. Y si ya fueres diestra en lo que has de hazer, no havrá ocasión entonce de que nadie dé riña; no tendrá lugar la reprehensión; entonce con razón serás loada y honrada, y tendrás presumpción, y te estimarás como si estuvieses en los estrados de los que por sus hazañas en la guerra merecieron honra; presumirás de la rodela como los buenos soldados. Y si por ventura ya fueres diestra en tu oficio, como el soldado en el exercicio de la guerra, entonce, donde estuvieres, acordarse han de nosotros, y nos bendicirán y honrarán por tu causa.

Y si por ventura no hizieres nada bien de lo que has de hazer, maltratarte han, apalearte han, y por ti se dirá que con dificultad te labarás, o que no tendrás tiempo para rascar la cabeça. De estas dos cosa sólo dios sabe cuál te ha de caber y para cuál de ellas te tiene: o que, siendo diligente y sabia en tu oficio, seas amada y tenida; o que, siendo perezosa y negligente y boba, seas maltratada y aborrecida. Mira, hija mía, que notes muy bien lo que agora te quiero dezir; mira que no deshonres a tus passados, ni siembres estiércol y polvo encima de sus pinturas, que significan sus buenas obras y fama; mira que no los infames; mira que no te des al deleite carnal; mira que no te arrojes sobre el estiércol y hediondez de la luxuria. Y si has de venir a esto, más valdría que te muriesses luego. Mira, hija mía, que muy poco a poco vayas aprovechando en las cosas que te tengo dicho, porque si pluguiere a nuestro señor que alguno te quisiere y te pida, no le deseches, no menosprecies la voluntad de nuestro señor, porque él le embía. Recíbele, tómale, no te escuses, no deseches, no menosprecies, no esperes a tres vezes que te lo digan, no te hurtes, no te escabullas burlando. Aunque eres nuestra hija, aunque vienes de parientes nobles y generosos, no te jactes de ello, porque ofenderás a nuestro señor y apedrearte ha con piedras de estiércol y de suziedad. Quiero dezir que permitirá que cayas en vergüença y confusión por tu mala vida, y también él se burlará de ti, y dirán: "Ya quiere; ya no quiere".

Mira que no escojas entre los hombres el que mejor te parece como hazen los que van a comprar las mantas al tiánquez o mercado. Recibe al que te demanda, y mira que no hagas como se haze cuando se crían las maçorcas verdes, que son xilotes o elotes, que se buscan las mejores y más sabrosas. Mira que no dessees a algún hombre por ser mejor dispuesto; mira que no te enamores de él apasionadamente. Si fuere bien dispuesto el que te demandare, rescíbele; y si fuere mal dispuesto y feo, no le deseches. Toma aquél porque te le embía dios, y si no lo quisieres rescebir, él burlará de ti. Deshonrarte ha, trabajando haver tu cuerpo por mala vía, y después te pregonará por mala muger. Mira, hija mía, que te esfuerçes, y mira muy bien quién es tu enemigo; mira que nadie burle de ti; mira que no te des a quien no conoces, que es como un viandante que anda vellaqueando y es vellaco. Mira, hija, que no te juntes con otro sino con sólo aquel que te demandó. Persevera con él hasta que muera. No lo dexes, aunque él te quiera dexar, aunque sea pobrecito labrador, o oficial, o algún hombre común de baxo linaje. Aunque no tenga qué comer, no le menosprecies, no le dexes, porque poderoso es nuestro señor de proveeros y honraros, porque es sabidor de todas las cosas y haze mercedes a quien quiere. Esto que he dicho, hija mía, te doy para tu doctrina, para que te sepas valer. Y con esto hago contigo lo que devo delante dios. Y si lo perdieres y lo olvidares, sea a tu cargo, que yo ta hize mi dever. ¡Oh, hija mía muy amada, primogénita, palomita, seas bienaventurada y nuestro señor te tenga en su paz y reposo!

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