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Datos principales


Desarrollo


Capítulo dezissiete Del razonamiento, lleno de muy buena doctrina en lo moral, que el señor hazía a sus hijos cuando ya havían llegado a los años de discreción, exhortándolos a huir los vicios y a que se diesen a los exercicios de nobleza y virtud Hijos míos, escuchad lo que os quiero dezir, porque yo soy vuestro padre. Yo tengo cuidado y rijo esta provincia, ciudad o pueblo por la voluntad de los dioses, aunque lo que hago lo hago con muchas faltas y defectos delante de dios y de los hombres que me miran. Tú que estás presente, que eres el primogénito y el mayor de tus hermanos, y tú que también estás presente, que eres el segundo, y tú que eres el tercero, y tú que estás allá a la postre, sabed que estoy triste y afligido, porque pienso que alguno de vosotros ha de salir inútil y para poco, y alguno ha de salir de poca habilidad y que no sepa hablar, y que ninguno de vosotros ha de ser hombre ni ha de servir a dios. No sé si alguno de vosotros ha de salir hábil y ha de merecer la dignidad y señorío que yo tengo, o por ventura ninguno de vosotros lo será. Por ventura en mí se ha de acabar este oficio o esta dignidad que yo tengo. Por ventura nuestro señor ha determinado que esta casa en que vivo, la cual edifiqué con muchos trabajos, se caya por tierra y sea como muradal y lugar de estiércol, y que mi memoria se pierda y no haya quien se acuerde de mi nombre, ni haya quien haga memoria de mí, sino que en muriendo me olviden todos. Oíd, pues, agora que os quiero dezir cómo os sepáis valer en este mundo, cómo os havéis de llegar a dios para que os haga mercedes.

Y para esto os digo que los que lloran y se afligen y suspiran y oran y contemplan, y los que de su voluntad con todo coraçón velan de noche y madrugan de mañana a barrer las calles y caminos, y limpiar las casas, y componer los petates y icpales y adereçar los lugares donde dios es servido con sacrificios y ofrendas, y aquellos que tienen cuidado luego de mañana de ofrecer encienso a dios, los que hazen esto se entran a la presencia de dios y se hazen sus amigos y resciben de él mercedes, y les abre sus entrañas para darles riquezas y dignidades y prosperidades, como es que sean varones esforçados para la guerra. En estos exercicios y en estas obras conoce dios quién son sus amigos y quién ora con devoción, y les pone en las manos oficios y dignidades de la milicia para derramar sangre en la guerra, o de la judicatura donde se dan las sentencias. Y los haze madres y padres del sol para que ellos le den a comer y a bever, no solamente al sol, que está encima de nosotros, pero también a los dioses del infierno, que están debaxo de nosotros. Y estos tales son reverenciados de los soldados y gente de la guerra. Todos los tienen por madres y padres, y esto porque tuvo por bien nuestro señor dios de hazerlos esta merced, y no por sus merecimientos; o los da habilidad para merecer la silla y estrado del señorío y regimiento del pueblo o provincia, y pone en sus manos el cargo de regir y governar la gente con justicia y rectitud, y los pone al lado del dios del fuego, que es el padre de todos los dioses, que reside en el alverque de agua y reside entre las flores, que son las paredes almenadas, embuelto entre unas nubes de agua.

Este es el antiguo dios que se llama Ayamictlan y Xiuhtecutli. O por ventura los haze señores que se llaman tlacatecutli y tlacochtecutli; o los pone en otra dignidad alguna más baxa, según que está la orden de la república. En diversos grados les da alguna dignidad para que sean honrados y acatados; o les da a merecer alguna cosa preciosa entre los senadores y señores, como es el oficio y dignidad que agora yo tengo y uso, como soñado y sin merecimiento mío, no mirando nuestro señor cuán poco yo merezco. No tengo esta dignidad de mío, ni por mis merecimientos y por mi querer. Nunca yo dixe: "quiero ser esto; quiero tener esta dignidad", sino que lo quiso assí nuestro señor, y ésta es misericordia que se ha hecho conmigo, que todo es suyo y todo lo da nuestro señor y todo viene de su mano, porque ninguno conviene que diga: "quiero ser esto" o "quiero tener esta dignidad", porque ninguno escoge la dignidad que quiere. Sólo dios da la que quiere a quien quiere, y no tiene necessidad de consejo de nadie, sino sólo su querer. Oíd otra tristeça y angustia mía que me aflige a la medianoche cuando me levanto a orar y hazer penitencia: mi coraçón piensa diversas cosas y anda subiendo y descendiendo como quien sube a los montes y descendiendo a los valles, que ninguno de vosotros me dais contento, ninguno de vosotros me satisface. Tú, N, que eres el mayor, no parece en tus costumbres ninguna mayoría ni ninguna mejoría; no parece en ti sino niñerías y muchacherías; no parece en ti costumbre ninguna de mayor o de primogénito.

Y tú, N, que eres el segundo, y tú, N, que eres el tercero, no parece en vosotros ninguna cosa de cordura; no tenéis cuidado de ser hombres, sino que parece que por ser menores y porque dios os hizo el segundo y tercero no tenéis cuidado de vosotros mismos. ¿Qué ha de ser de vosotros en este mundo? Mirad que descendéis de parientes generosos y señores; mirad que no descendéis de hortolanos o de leñadores. ¿Qué ha de ser de vosotros? ¿Queréis ser mercaderes que traen en la mano un báculo y a cuestas su carga? ¿Queréis ser labradores o cavadores? ¿Queréis ser hortolanos o leñadores? Quiéroos dezir lo que havéis de hazer. Oíldo y notaldo: tened cuidado del areito y del atabal y de las sonajas y de cantar; con esto despertaréis a la gente popular y daréis placer a nuestro señor dios que está en todo lugar; con esto le solicitaréis para que os haga mercedes, y con esto meteréis vuestras manos en el seno de sus riquezas, porque el exercicio de tañer y cantar solicita a nuestro señor para que haga mercedes. Y procurad de saber algún oficio honroso, como es el de hazer obras de pluma, y otros oficios mecánicos, también porque estas cosas son para ganar de comer en tiempo de necessidad. Mayormente que tengáis cuidado de las cosas de la agricultura, porque estas cosas la tierra las cría. No demandan que las den de comer o de bever, que la tierra tiene este cuidado de criarlas. Todas estas cosas procuraron de saber y hazer vuestros antepassados, porque, aunque eran hidalgos y nobles, siempre tuvieron cuidado de que sus tierras y heredades fuessen labradas y cultivadas, y nos dexaron dicho que de esta manera hizieron sus antepassados.

Porque si solamente tuvieres cuidado de tu hidalguía y de tu nobleza, y no quisieres entender en las cosas ya dichas, en especialmente en las cosas de la agricultura, ¿con qué mantendrás a los de tu casa? Y tú, ¿con qué te mantendrás a ti mismo? En ninguna parte he visto que alguno se mantenga por su hidalguía o nobleza tan solamente. Conviene que tengáis cuidado de las cosas necessarias a nuestro cuerpo, que son las cosas de los mantenimientos, porque esto es el fundamento de nuestro vivir y nos tienen palmas. No sin mucha razón se llama tonacáyutl tomio, que quiere dezir "nuestra carne y nuestros huessos", porque con él vivimos y esforçamos y andamos y trabajamos. Esto nos da alegría y regocijo, porque los mantenimientos de nuestro cuerpo hazen a los señores y a los que tienen cuidado de la milicia. No hay en el mundo ningún hombre que no tenga necessidad de comer y bever, porque tiene estómago y tripas; no hay ningún señor ni senador que no coma y beva; no hay en el mundo soldados y peleadores que no tengan necessidad de llevar su muchila. Los mantenimientos del cuerpo tienen en peso a cuantos biven, y dan vida a todo el mundo, y con esto está poblado el mundo todo. Los mantenimientos corporales es la esperança de todos los que viven para bivir. Mirad, hijos, que tengáis cuidado de sembrar los maizales y de plantar magueyes y tunas y frutales, porque según lo que dixeron los viejos, la fruta es regocijo de los niños, regocija y mata la sed a los niños.

Y tú, muchacho, ¿no desseas fruta? ¿Dónde lo has de haver si no la plantares y criares en tus heredades? Notad agora, pues, hijos, del fin de mi plática, y escribildo en vuestra memoria y en vuestro coraçón. Muchas cosas havía que dezir, mas sería nunca acabar. Solas dos palabras quiero dezir, que son muy dignas de notar y que los viejos nos las dexaron dichas y encomendadas. Lo uno es que tengáis gran cuidado de hazeros los amigos de dios, en que está en todas partes y es invisible y impalpable; a él conviene darle todo el coraçón y el cuerpo. Y mira que no desvíes de este camino; mira que no presumas; mira que no te altivezcas en tu coraçón, ni tampoco desesperes, ni te acobardes en tu coraçón, sino que seas humilde delante de dios y tengas esperança en dios, porque si te faltare esto, enojarse ha contra ti, porque ve todas las cosas secretas y te castigará como a él le pareciere y como quisiere. Lo segundo que devéis de notar es que tengáis paz con todos; con ninguno te desvergüences y a ninguno desacates. Respecta a todos; ten acatamiento a todos; no te atrevas a nadie; por ninguna cosa afrentes a ninguno; no des a entender a nadie todo lo que sabes; humíllate a todos, aunque digan de ti lo que quisieren; calla, y aunque te abatan cuanto quisieren, no respondas; mira que no seas como culebra, descomedido con nadie; no te arremetas a nadie, ni te atrevas a nadie; sé sufrido y reportado, que dios bien te ve y responderá por ti, y él te vengará; sé humilde con todos, y con esto te hará dios merced y te dará honra.

Lo tercero que devéis de notar es que no perdáis el tiempo que dios os da en este mundo; no pierdas día ni noche, porque nos es muy necessario, bien assí como el mantenimiento para el cuerpo; en todo tiempo suspira y ora a dios; demanda a dios lo que has de vestir; ocúpate en cosas provechosas todos los días y todas las noches; no te defraudes del tiempo, ni lo pierdas. Básteos esto, y con esto hago mi dever. Por ventura si se os olvidara y se os perdara o lo gastareis de balde, hazed como os pareciere. Y yo he hecho lo que devía. ¿Cuál de vosotros lo tornará para sí? ¿Por ventura tú, que eres el mayor y el primogénito, o tú, que eres el segundo o tercero; o por ventura tú, que eres el menor de todos, serás avisado y remirado y entendido, o, como dizen, serás adivino y entenderás los pensamientos de los otros, y serás como quien ve de lexos las cosas y las entiende y las guarda y escribe en su coraçón sin dezirlas a nadie? Cualquiera de vosotros que esto hiziere, hará gran bien para sí y bivirá sobre la tierra loengo tiempo.

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