Templo de Osorkón II (Bubastis). Osorkón II

La invasión de los hicsos supondrá un súbito corte con el Imperio Medio. El país experimentó gracias a ellos un cambio tal de carácter, que nunca más volvió a ser el mismo. Egipto no será ya nunca un Estado de funcionarios competentes y nada más, sino que al lado de ellos habrá lugar para el soñador y el aventurero, el reformador religioso y el amante de novedades, en suma, para tipos humanos que darán de Egipto una imagen nueva.

El Medio y Bajo Egipto, desde Hermópolis al Delta, llegó a estar dominado por las colonias militares libias. Sheshonk inició un largo reinado, colocó a sus hijos al frente de las plazas militares e inició una importante expansión hacia Palestina. Desde mediados del siglo VIII reinará en Tanis un nuevo linaje, el de Petubastis, fundador de la XXIII Dinastía.

Faraón egipcio (1504-1450 a.C.) miembro de la XVIII Dinastía y sucesor de Tutmosis IV. Mantiene la hegemonía asiática a través de la diplomacia, aunque Suppiluliuma de Hatti provoque las primeras complicaciones en el Imperio. Le sucedió su hijo Amenofis IV.

La ciudad construida por Amenofis IV-Akhenatón en la orilla derecha del Nilo tenía tres calles, aproximadamente paralelas al río, como las principales arterias en sentido norte-sur, y tres ramblas, perpendiculares a ellas, dividían la ciudad en tres sectores. Unicamente para el central se impuso un plano ordenador. Los otros dos quedaron a merced de los nuevos pobladores. Se implantó un módulo de casa individual, más parecida a una casa de campo que a una vivienda urbana. Las calles eran anchas y de aspecto moderno; no estaban pavimentadas, pero sí limpias de arena y de guijarros y orladas de árboles. Todas las casas podían abastecerse de agua del Nilo, entonces potable, o de pozos abiertos en sus proximidades.

Tras la llamada Herejía de Atón se produce un periodo de crisis hasta la llegada de Horemheb al trono. Nombró como sucesor a Ramsés I, iniciador de la saga de Ramesidas entre los que destacan Ramsés II y Ramsés III para volver a un periodo de abierta crisis. Entre 1333-1069 a.C. que se desarrolla esta etapa se manifiesta un creciente poder de los sacerdotes en detrimento del faraón. Su poder llegará a tal extremo que convertirán sus puestos en hereditarios.