San José con el Niño Jesús
Datos principales
Autor
Fecha
1597-99
Estilo
Material
Dimensiones
189 x 147 cm.
Museo
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El primer documento relacionado con la decoración pictórica y la ejecución de la arquitectura de los retablos de la Capilla de San José se remonta al 9 de noviembre de 1597. El contrato fue firmado entre El Greco y Martín Ramírez, patrono de dicha capilla, y consistía en la realización de un retablo para el altar mayor y dos para los laterales. La Capilla en cuestión tiene el honor de ser la primera levantada en la Cristiandad dedicada al Santo Patriarca y fue erigida en 1594 con el dinero aportado por el tío del cliente, también llamado Martín Ramírez, tras su fallecimiento. Al altar mayor iría destinado el lienzo de San José con el Niño Jesús y a los laterales San Martín y el pobre y la Virgen con el Niño y Santa Martina y Santa Inés . La obra fue valorada en 1599 por los tasadores en 31.328 reales, el triple que lo que había costado el Entierro del señor de Orgaz . No debemos olvidar que en este encargo de San José se incluía también la arquitectura de los retablos. Estamos ante uno de los primeros ejemplos de la pintura occidental en el que San José es el protagonista principal del cuadro. Vemos su enorme figura en primer plano, representado como un caminante, protegiendo y guiando al Niño. El pequeño se abraza a la cintura del padre mientras éste le protege con su amplia mano izquierda. En la derecha el Santo Patriarca porta un cayado. Representado como un hombre joven, según la ideología católica del siglo XVI producto del Concilio de Trento , muestra su amor paternal hacia Jesús y es coronado por los ángeles de la parte superior.
Tras las figuras se observa el paisaje de la ciudad de Toledo, que ha tenido que ser dividida en dos partes para no omitir ninguno de sus importantes monumentos. Bien es cierto que Doménikos renuncia en la mayor parte de sus obras al paisaje pero cuando recurre a él, sitúa las figuras en primer plano y en un reducido espacio de terreno, con la ciudad en la lejanía; casi siempre emplea tonalidades verdes, azules y grises que le otorgan un cierto aspecto fantasmal y dramático, reforzada esta idea por los oscuros nubarrones. Resulta interesante el contraste entre la zona superior del lienzo y las figuras protagonistas; los ángeles están totalmente escorzados, colocados boca abajo para crear una perfecta sensación de movimiento. Portan varas de lirios que simbolizan la pureza y guirnaldas de laurel y de rosas, símbolos de triunfo y de amor respectivamente. San José y el Niño están estáticos, dando la impresión de haberse detenido en el camino. El canon estético empleado por El Greco abandona la proporción tradicional de uno a siete - la cabeza es la séptima parte del cuerpo - para tomar medidas mucho mayores, de una cabeza por nueve partes de cuerpo. Esto hace que sus figuras tengan una enorme estilización a pesar de la amplitud corporal heredada de Miguel Ángel . Las tonalidades oscuras dominan la composición, destacando entre ellas el brillante color rojo de la túnica de Jesús o el manto amarillo del santo. Gracias a la iluminación se resalta al pequeño Salvador de la Humanidad que mira a los espectadores para hacerlos cómplices de su futuro.
Tras las figuras se observa el paisaje de la ciudad de Toledo, que ha tenido que ser dividida en dos partes para no omitir ninguno de sus importantes monumentos. Bien es cierto que Doménikos renuncia en la mayor parte de sus obras al paisaje pero cuando recurre a él, sitúa las figuras en primer plano y en un reducido espacio de terreno, con la ciudad en la lejanía; casi siempre emplea tonalidades verdes, azules y grises que le otorgan un cierto aspecto fantasmal y dramático, reforzada esta idea por los oscuros nubarrones. Resulta interesante el contraste entre la zona superior del lienzo y las figuras protagonistas; los ángeles están totalmente escorzados, colocados boca abajo para crear una perfecta sensación de movimiento. Portan varas de lirios que simbolizan la pureza y guirnaldas de laurel y de rosas, símbolos de triunfo y de amor respectivamente. San José y el Niño están estáticos, dando la impresión de haberse detenido en el camino. El canon estético empleado por El Greco abandona la proporción tradicional de uno a siete - la cabeza es la séptima parte del cuerpo - para tomar medidas mucho mayores, de una cabeza por nueve partes de cuerpo. Esto hace que sus figuras tengan una enorme estilización a pesar de la amplitud corporal heredada de Miguel Ángel . Las tonalidades oscuras dominan la composición, destacando entre ellas el brillante color rojo de la túnica de Jesús o el manto amarillo del santo. Gracias a la iluminación se resalta al pequeño Salvador de la Humanidad que mira a los espectadores para hacerlos cómplices de su futuro.