Margarita de Austria, a caballo
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Este retrato ecuestre formaba pareja con el de su esposo, Felipe III , estando destinados ambos al Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro . Del grupo de los cinco retratos ecuestres, entre los que se encuentran el de Felipe IV , Baltasar Carlos e Isabel de Borbón , éste se considera como el que menos tocó Velázquez, limitándose a algunos retoques en la gualdrapa del caballo, las patas delanteras del animal y los árboles del fondo. Lo menos velazqueño sería el vestido, con esos meticulosos bordados, lazos y adornos, entre los que destacan la perla llamada la Peregrina y el diamante el Estanque, las dos joyas más importantes de la monarquía española en el Barroco . El inexpresivo rostro parece encajado en la amplia gorguera, igual que ocurre en el caso de las manos, también encajadas en los puños. Se ha llegado a pensar que para realizar el retrato de la reina el maestro se inspiró en los que había hecho de ella el pintor Juan Pantoja de la Cruz .