La bailarina

Datos principales


Autor

Gustav Klimt

Fecha

1916-18

Escuela

Simbolismo

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

180 x 90 cm.

Museo

Colección Particular

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En esta composición Klimt hace una readaptación del retrato de Ria Munck, convirtiéndose en una de sus imágenes más atractivas y llenas de encanto de sus años finales. La figura de la joven aparece en el centro de la composición, con una colorista bata que permite contemplar su pecho al descubierto, cargando así de sensualidad y erotismo al retrato. A su lado observamos una mesa baja adornada con un jarrón de flores, flores que se multiplican por el espacio como observamos tras la bailarina, que incluso lleva una vara en su mano. El fondo de la estancia es un papel pintado típico del arte japonés, mostrando así la influencia de la estampa japonesa en estos trabajos. Esta influencia de lo oriental ya se empezó a manifestar durante el impresionismo, en artistas como Manet, Monet o Van Gogh, reforzándose con Gauguin y su afición hacia lo exótico. La ausencia de perspectiva y la bidimensionalidad que se manifiesta en la escena son elementos tomados del arte japonés, dando la sensación de que los elementos están pegados a la superficie de la tela. Incluso la alfombra que vemos junto a la mesa parece levantarse del suelo y asemejarse a un collage típicamente cubista. De esta manera, Klimt demuestra claramente que su arte no se estanca y que evoluciona con el tiempo, eso sí, siempre mostrando grandes dosis de decorativismo, ahora gracias al color.En esta última etapa, llamada por algunos especialistas caleidoscópica, el lienzo se inunda de diversas tonalidades, generalmente colores puros, que recuerdan a los mosaicos bizantinos de Ravena, admirados por el artista. El color deja en un segundo plano a la línea sinuosa que define todos y cada uno de los contornos, eliminando casi de su repertorio la línea recta. La Virgen o el retrato de Eugenia Primavesi son algunas de las obras realizadas en este estilo final.

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